Reportaje especial
La verdad incómoda es que Gore es un
fascista
por Wesley Irwin, miembro del LYM
Si oír a Al Gore susurrando con voz profunda y romántica
cómo se siente el barro al deslizarse bajo sus pies no te
perturbó, los minutos restantes del documental “Una verdad
incómoda” que siguen a esta primera escena escalofriante
deberían hacerlo.
La norma de veracidad tanto en la política como en la ciencia
rompió toda una nueva marca de degradación, fundada en el
arbitraje de “expertos” y merecedora del Oscar, con el video de
autoelogio de Al Gore que produjo el cineasta de Hollywood Davis Guggenheim,
quien ha producido programas de televisión populares como Policía
de Nueva York y Sala de Urgencias, a fin de revivir la requetemuerta carrera
política de Al Gore (con escenas de la elección que “casi
gana” en Florida, con todo y tomas de las boletas “mal
perforadas”) y, al mismo tiempo, aterrorizar a la población con lo
que ha devenido en el fraude anticientífico más grande de nuestros
tiempos: la percepción de las consecuencias que tiene en el cambio
climático el aumento del dióxido de carbono que genera el
hombre.[1]
Contrario a la afirmación de Gore en esta película, de que
todos los científicos del mundo concuerdan con su opinión de que
el hombre está destruyendo la biosfera, muchos científicos,
incluso algunos que originalmente firmaron la declaración del Grupo
Intergubernamental sobre el Cambio Climatológico (IPCC), cuyas
estadísticas son las que usa Gore, están refutándolo ahora.
Estas afirmaciones se fundan en la información dudosa de muestras de
hielo y en un método estadístico–mecanicista para
proyectar a 50 años en el futuro aumentos de la temperatura ligados a la
generación de dióxido de carbono, con el uso de modelos
lineales computarizados.
Sin atender a Johannes Kepler
(1571–1630),[2] cuya obra es la
piedra angular de cualquier entendimiento competente de las causas de principio
de la gravitación, así como de la relación armónica
entre los astros de nuestro sistema solar, Gore traza proyecciones lineales en
gráficas gigantescas, así como imágenes de realidad virtual
de los casquetes polares derritiéndose, en las que la marea
océanica devora regiones enteras de Europa y Estados Unidos. Gore predice
que el nivel del mar ascenderá hasta 6 metros en los próximos 50
años, y que Manhattan quedará completamente sumergido, con todo y
el monumento a las víctimas del ataque de 2001 contra las Torres Gemelas
de Nueva York, como señala de modo tan horrendo. Como prueba, muestra
imágenes de montañas de hielo que se desprenden de los glaciares
del Polo Norte (el ártico) de la Tierra, para indicar la supuesta causa
de un ascenso futuro del nivel del mar. Lo que no muestra es que las capas de
hielo del Polo Sur (el antártico) de nuestro planeta de hecho
están creciendo en este preciso momento. ¿Cómo puede
ser que el hombre eleve de manera antinatural la temperatura de toda la Tierra
con sus emisiones de dióxido de carbono y que, no obstante, el hielo de
uno de los polos aumente?
Encima de esta paradoja, muchos científicos internacionales con
décadas de experiencia vigilando las condiciones árticas, entre
ellos los que participaron en el documental del Canal 4 británico,
“The Great Global Warming Swindle” (La gran estafa del calentamiento
global), dicen que lo único que vemos son cambios cíclicos
normales en las condiciones del Polo Norte, ¡de donde Gore sacó sus
imágenes! El hielo sigue derritiéndose cada verano, y luego
recongelándose, como es natural. Sin embargo, Gore muestra animaciones
computarizadas de tiernos ositos polares que se ahogan en el océano,
dizque porque no tienen hielo dónde pararse. Tal vez Gore usa animaciones
porque las tomas verdaderas de este fenómeno que —de nuevo—
dizque se debe a la destrucción de la naturaleza por el hombre, ¡no existen! Los osos polares han sobrevivido perfectamente bien en el
ártico en períodos más cálidos que los actuales, y
un informe del servicio para la pesca de la Administración Nacional
Oceanográfica y Atmosférica (NOAA) afirma que 11 de las 13
poblaciones de osos polares de Canadá están creciendo, en tanto
que todas las de Alaska se consideran estables. Uno se pregunta si el aumento
cíclico natural de la temperatura no significa una mejor pesca para los
osos. Lo que sí es cierto es que si Gore se niega a ponerse a dieta pronto, es muy posible que un Al tamaño oso polar se ahogue en la
enorme piscina climatizada que tiene en su mansión de
Tennessee.
Lucrando con el fraude
Aunque el método estadístico–mecanicista que se
usa para deducir semejantes conclusiones “Al Gorítmicas” es
una falsedad descarada y de hecho anticientífica, Gore se atreve a
asegurar que lo que explica cualquier discrepancia con los “hechos”
sobre la relación lineal percibida entre el CO2 y la
temperatura global, es el dinero con el que las grandes petroleras quieren
encubrir “la verdad”. ¿Qué tal? A la mayoría nos
gustaría dejar el petróleo, pero Gore no propone nuevas redes de
transporte público con tecnologías de punta, como los trenes de
levitación magnética (maglev), ni una economía animada por
la energía de fisión y de fusión nuclear. En cambio,
propone las mismas políticas “ibiotas” del presidente Bush,
quien nos tendría quemando aserrín y estiércol como
combustible, al tiempo que los carteles de las “tecnologías
verdes” obtienen pingües
ganancias.[3].
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Si Gore se niega a ponerse a dieta pronto, es muy posible que un Al
tamaño oso polar se ahogue en la enorme piscina climatizada que tiene en
su mansión de Tennessee. La prensa entrevista a Gore el 25 de febrero,
antes de la premiación de la Academia en Hollywood. (Foto:
Richard Harbaugh/© AMPAS). |
Esta involución de la densidad energética tecnológica significaría destruir adrede la capacidad para
sostener a la humanidad, en lo más inmediato en el mundo subdesarrollado,
a nombre del cual dice hablar Gore, al tiempo que protege a los intereses
financieros que perderían las riendas en un mundo en el que las
economías nacionales tuvieran la libertad de desarrollar el potencial de
la “energía libre” de la tecnología nuclear. De modo
que la “solución” de Gore disminuiría la fuerza y el
potencial productivo de las economías nacionales del orbe, y
seguiría protegiendo a los intereses financieros de los carteles
globales. Al Gore protege al mismo sistema de mercado fracasado de la
“globalización” que está destruyendo la
economía física del planeta, incluyendo los procesos vivos, con el
cual ha lucrado en lo político y lo
financiero.[4]
Aunque de seguro la narrativa monótona de “Al Gordo”
sobre su propia vida te pondrá a dormir, hay una escena estremecedora que
me tuvo al borde del asiento. Es la parte en la que Gore dice que la causa final
de todos los problemas de la Tierra es el crecimiento poblacional. En vez
de las políticas librecambistas de la llamada
“globalización”, Gore dice que lo que ocasiona la pobreza,
las enfermedades y la carencia de la infraestructura básica necesaria
para lidiar con los desastres naturales, los problemas del mundo —desde la
quiebra del sector automotriz y su capacidad deslocalizada de
máquinas–herramienta en EU, hasta todo y cualquier cambio que se
perciba en el comportamiento climático—, es obra de la
naturaleza humana en tanto fuerza destructiva del “ambiente”. Gore no sólo considera antinatural la capacidad creativa del
hombre para descubrir principios científicos que nos permitan aumentar
nuestra densidad relativa potencial de población, sino que, para
él, ¡es la causa de todos los problemas del mundo!
Para cualquier ser racional, el crecimiento demográfico y el aumento
del nivel de vida de los pueblos del mundo es una señal de gran progreso,
un reflejo de los beneficios del descubrimiento científico, propio de las
capacidades cognoscitivas de la humanidad. Sin embargo, para Gore el progreso
humano es una delito contra la “madre naturaleza”. En su mente, el
problema en última instancia no son las consecuencias de un sistema
económico decadente y la falta de iniciativa científica avanzada
para fomentar el progreso humano, sino la capacidad de la humanidad de cambiar
por medios naturales el ambiente que habita y, así, aumentar su
población mediante el dominio de principios científicos y su
aplicación en tecnologías superiores más densas en
energía, como la nuclear. ¿Cómo podría una mente como
la de Al Gore, que cree que el mundo está “sobrepoblado”,
enfrentar la crisis mundial de 2 mil millones de personas en el planeta
Tierra que no tienen electricidad hoy? De modo que, para Gore, el enemigo no
es el sistema; es la gente.
Gore dice que es “un asunto moral”, y tiene razón, lo
es.
[1]Ver
la videoconferencia de LaRouche del 7 de marzo de 2007, “Las implicaciones
del fraude de Gore para la política internacional” en www.
larouchepub.com/spanish, y “El calentamiento mundial por CO2 es
un fraude” y “¿Qué hace que cambie el clima?”, por
Laurence Hecht, en nuestras ediciones de la 1a y 2a quincenas de marzo de 2007,
respectivamente.
[2]Ver
el trabajo revolucionario del LYM sobre la Nueva astronomía (1609)
y La armonía del mundo (1619) de Kepler en www.wlym.com/
∼animations/harmonies/index.php.
[3]Ver
“Etanol es sólo otro nombre para decir guerra”, por Creighton
C. Jones, en nuestra edición de la 1a quincena de
marzo.
[4]En
2004, Al Gore y David Blood, el ex director ejecutivo de Goldman Sachs, crearon
un fondo de inversión con sede en Londres, llamado Generation Investment
Management, del cual Gore es presidente. Ver “London Spreads Blood and
Gore” (Londres esparce a Blood y Gore, que es un juego de palabras con
estos dos apellidos, que en español significan “Sangre” y
“Destripadero”), en la edición del 16 de marzo de 2007 de la
revista EIR.
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