Editorial
Hay una revuelta contra el genocidio racista
Tras una disputa que duró toda la noche, el
Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climatológico (IPCC) por fin
emitió el 5 de abril en Bruselas su Resumen del Grupo de Trabajo 2 para
los Políticos, mismo que Lyndon LaRouche calificó de “pedazo
de charlatanería estadística seudocientífica”,
diseñada para “imponer de contrabando la dictadura fascista pro
ecologista de la globalización”. El informe pinta un cuadro de
horror maltusiano, que se funda en la misma suerte de fraude científico
que subyace en “la gran estafa del calentamiento global” de un Al
Gore demasiado inflado.
“Esto es obviamente incompetente en lo
científico y un fraude total”, afirmó LaRouche, “la
clase de fraude en la que sólo un sesentiochero fanático
podría creer. Es la misma charlatanería que anima las
políticas antiafricanas racistas del tennesiano Al Gore”.
Pero el aspecto más interesante es la
dinámica política que generó la disputa y la
oposición política a la dictadura antiprogreso.
El aspecto decisivo de esa dinámica fue la
campaña mundial contra el fraude de Gore del calentamiento global que
emprendieron LaRouche y su movimiento internacional de jóvenes a fines de
febrero. Desde que LaRouche inició esa campaña, al enfrentar de
manera directa a Gore y saturar las instituciones políticas, hay un
clamor popular, de científicos y otros, contra la farsa descarada de que
el cambio climático es obra del hombre.
Y lo que es más importante, a este clamor se
sumaron miembros de las delegaciones china, rusa, estadounidense y saudita que
participaron en la reunión de Bruselas, al exigir que se eliminaran del
borrador algunos de los pronunciamientos más radicales y sin confirmar.
Estos gobiernos llevan algún tiempo librando una batalla contra lo que
correctamente perciben como una directriz genocida del Gobierno británico
contra el progreso económico. Como señala LaRouche, es el
núcleo eurasiático de este grupo de naciones, con la
adición de India, el que tiene que aliarse con Estados Unidos para crear
el nuevo sistema financiero más justo que el mundo necesita para salir de
la crisis de desintegración en marcha y evitar una nueva Era de
Tinieblas.
China, Rusia e India entienden, tanto por su cuenta
como con la ayuda de la ofensiva de LaRouche, que el furor del calentamiento
global es un intento por regresar al hitlerismo, pero con una cara verde. Como
dice LaRouche: “Tenemos que percatarnos de que esto es una
reedición exacta de lo que pasó en los 1920 y principios de los
1930, cuando el llamado movimiento eugenésico creó el hitlerismo y
cosas parecidas. Y hoy vemos en estos tipos la misma clase de fanatismo que se
usó para crear el movimiento de Hitler a partir del movimiento
verde. . . La misma histeria de esa clase de fanáticos que en
ese entonces también se hacían llamar
científicos”.
Esto puede llevar a una tercera guerra mundial, dijo
LaRouche. Significaría el fin de la civilización en muy poco
tiempo, y las generaciones futuras contarán a quienes apoyen semejante
decisión entre los criminales más grandes de la historia, comparables a los nazis, porque los mismos intereses
financieros que crearon a los nazis también han creado a Al Gore y al
movimiento verde fascista que lo apoya.
Lo bueno es que aquellos que saben lo que está en
juego empiezan a dar la batalla. Un ejemplo es lord Monckton de Gran
Bretaña, quien ha publicado tres desplegados en periódicos
importantes de EU, en los que desafía a Gore a debatir. La oficina de
Gore se rehusó a comentar al respecto. Después de todo, Gore ni
siquiera está preparado para enfrentar a la prensa en sus propias
conferencias, cuanto menos una presentación científica competente
de qué es lo que en realidad determina el clima y las consecuencias
genocidas del plan “contra el calentamiento” que propone.
Pero Gore no ha vista nada aún. Conforme LaRouche
continúa desenmascarándolo como el genocida racista que es,
encarará problemas aun más significativos, en especial con los
jóvenes, quienes quieren un futuro de progreso, y no convertirse en
luditas y fuerzas de choque. Esos jóvenes de todo el mundo están
prestos a combatir su charlatanería de despoblación.
Esta vez sí podemos parar el fascismo.
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