Internacional

Resumen electrónico de EIR, Vol.XXIV, núm. 12
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Reportaje especial

Colombia y el renacimiento nuclear

por Miriam Nelly Redondo

En el Primer Seminario–Taller sobre Biocombustibles, organizado por la publicación Virtualpro y la Universidad Manuela Beltrán el 11 de agosto, la Asociación Lyndon LaRouche y su invitada especial Marjorie Mazel Hecht, directora de la revista trimestral 21st Century Science and Technology, quien presentó desde Estados Unidos su conferencia “¡El renacimiento nuclear mundial está en marcha! ¿Se sumará a él Colombia?”, cambiaron por completo el ánimo de los 200 participantes, quienes se contagiaron del optimismo que ha generado el renovado impulso mundial de la energía nuclear como fuente que remplazará a los combustibles de origen fósil, como el petróleo, el carbón y el gas natural.

Maximiliano Londoño Penilla, presidente de la Asociación Lyndon LaRouche, participó en el foro de discusión, en el que también participaron Mauricio Rojas Quintian, de Cenipalma; Carlos Fernando Marques, de la Sociedad Colombiana de Automovilistas; Marcela Bonilla, del Ministerio del Medio Ambiente; y Carlos Díaz, de la petrolera brasileña Petrobrás.

En el foro la mayoría de las preguntas se enfocaron en cuál debería ser la solución al problema energético de Colombia. Esto creó el espacio para que Londoño explicara, retomando lo que Marjorie Hecht ya había comentado en la mañana y atacando el fraude tanto del calentamiento global como el de los biocombustibles, por qué es inevitable que Colombia recurra a la energía nuclear; ninguno de los otros panelistas rebatió nada.

No entrar en el campo nuclear constituye para Colombia el riesgo de perder las oportunidades que implica una fuente de energía ilimitada. Desde la época del presidente Dwight Eisenhower (1952–1956), Colombia se benefició del programa estadounidense de “Átomos para la Paz”, que puso a disposición de los países subdesarrollados la más valiosa pieza de conocimiento científico–tecnológico: la energía atómica.

Juventudes Larouchistas organiza a favor de la energía nuclear en BogotáEl Movimiento de Juventudes Larouchistas organiza a favor de la energía nuclear en las calles de Bogotá, Colombia. (Foto: EIRNS).

En Colombia, la institucionalización en materia nuclear fue directamente producto de la política de “Átomos para la Paz”, que el presidente Gustavo Rojas Pinilla instauró con el establecimiento de la primera institución nuclear del país, el Instituto Colombiano de Asuntos Nucleares (ICAN), mismo que funcionó de 1956 a 1959, cuando fue remplazado por el Instituto de Asuntos Nucleares (IAN). Rojas propuso la cooperación entre el Estado y la industria nacional con el propósito de industrializar al país, aprovechando la aplicación de radioisótopos artificiales en la medicina, la agricultura y la industria. En el campo de la medicina, Colombia, en cooperación con Francia, ya venía trabajando desde 1934 en el “Instituto Rádium”, que hoy se llama Instituto Nacional de Cancerología, para la aplicación de los radioisótopos. Lastimosamente, la inversión ha sido insuficiente para satisfacer la demanda de esta tecnología, ya que no ha habido un programa de modernización y ampliación de equipos, el cual urge para el tratamiento de pacientes con cáncer en el país.

Con el mayor (r.) Gerardo Cabrera Apráez como director del ICAN, Colombia firmó en junio de 1955 un acuerdo bilateral sobre usos pacíficos de la energía nuclear, al que se consideró el primero de su clase que firmaba EU.

En 1956 visitó Colombia una misión geológica de la Comisión de Energía Atómica de EU (USAEC), a cargo de Glendon Collis y William Isaclasen, que informó sobre los posibles yacimientos de uranio con los que contaba el departamento de Santander. Para tal efecto, se creó la compañía MINURANIU. En octubre de 1959 se creó el IAN, a cargo de Tulio Marulanda, ingeniero químico con especialización en metalurgia y energía nuclear de la Universidad de Colorado. En la directiva del IAN participaban cuatro ministerios: Fomento, Salud, Educación y Guerra. Por desgracia, el papel del instituto en la educación fue marginal, ya que no tuvo un vínculo formal con la Universidad Nacional, y funcionó inicialmente con ingenieros químicos y agrónomos que se especializaron en materia nuclear con becas para prepararse en el exterior.

Es aquí donde se percibe una notable diferencia con la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNA) de Argentina, la cual asumió labores de educación superior en el campo de las ciencias nucleares, lo que garantizó desde un principio su continuidad y su actual resurgimiento.

En julio de 1961 la radioquímica argentina Sonia Nassif, en representación del Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA) y en cooperación con Tulio Marulanda, propuso construir un centro nuclear regional para realizar investigaciones conjuntas, con ocasión de la llegada al país del reactor IAN–R1, que en ese momento era el primero de muchos acontecimientos que mantendrían al país actualizado en cuanto a energía nuclear.

La miopía política mató nuestro proyecto nuclear, cuando en 1958 el entonces presidente Alberto Lleras Camargo tachó a la comisión nuclear de “proyecto del régimen de la dictadura de Rojas Pinilla”, y congeló el presupuesto del instituto sin entender que el desarrollo material y el bienestar humano necesitan del impulso de la investigación científica.

Es hora de enmendar los errores del pasado

Como lo expuso Marjorie Hecht, el mundo vive hoy un renacimiento nuclear, y es perentorio que Colombia se una a él. Las relaciones bilaterales EU–Colombia deben restablecerse sobre los principios de cooperacion para el desarrollo que se vieron en el período de los Átomos para la Paz de Eisenhower.

Hecht explicó cómo en la actualidad los asiáticos son los pioneros en el desarrollo nuclear. China tiene 10 plantas nucleares en operación, que generan 8,6 gigavatios de energía, y pretende llegar a los 40 gigavatios para el 2020, y a entre 120 y 160 para el 2030. Taiwán produce 22% de su energía con seis reactores nucleares, y tiene dos más en construcción. India tiene 17 plantas en operación, que generan 3,5 gigavatios. Corea del Sur tiene 20 reactores, que aportan 40% de su electricidad, con 26,6 gigavatios. Japón tiene 55, que aportan 30% de su electricidad, con 47,5 gigavatios. Rusia tiene 31, que aportan 16% de su energía, y planean que sea 25% para el 2030. Sudáfrica tiene dos, que le aportan 6% de su electricidad, y ahora lleva a cabo un programa intensivo para fabricar el reactor de lecho fluido PBMR, de diseño alemán. EU no ha construido ningún reactor desde 1968, y su programa nuclear fue aniquilado con toda la propaganda del ambientismo y la desindustrialización.

En Iberoamérica, Argentina y Brasil están volviendo a la energía nuclear, después de un largo letargo. Argentina completará su reactor Atucha 2 para el 2010, y tiene planes para construir un reactor pequeño conocido como CAREM, de diseño nacional, el cual puede usarse para generar electricidad y desalar agua de mar. Recientemente uno de éstos le fue vendido a Australia.

En Brasil, el gobierno ha tomado la decisión de construir una tercera planta nuclear, Angra 3, que seguirá los pasos de Angra 1 y 2, que producen 1.896 gigavatios, que es cerca de 4% de su electricidad. México tiene dos reactores nucleares en Laguna Verde, que producen 5% de su electricidad. Chile y Perú también han mostrado interés en la investigación, y trabajan en esa dirección.

Debemos recordar que fue el narcogobierno de Ernesto Samper Pizano en Colombia el que cerró el Instituto de Asuntos Nucleares (IAN), lo que dejó al país sin posibilidades de avanzar en ese campo. Colombia debería unirse a las naciones que han iniciado o reactivado su programa nuclear y, ya que volvió a encender el reactor de investigación, debería darle nuevo aliento al desarrollo nuclear, reabrir el IAN como un ente autónomo, dependiente directamente de la rama ejecutiva, con participación del Ministerio de Agricultura en la junta directiva y con total autonomía financiera. Además, la nación debe convocar a participar a todos los colombianos y extranjeros que tengan conocimientos y que quieran ayudar en este programa nacional.

En la Universidad Nacional deben crearse de inmediato las carreras de Física Nuclear e Ingeniería Nuclear para que Colombia pueda unirse a los programas de Argentina, Brasil y México. También hay que impulsar de nuevo la creación de un instituto nuclear regional, que debiera ser una tarea para el presidente Álvaro Uribe.

En resumen, teniendo en cuenta el renacimiento nuclear en marcha y el fracaso del fraude de los biocombustibles, la única solución al problema energético, al alto costo en los combustibles y al agotamiento de las reservas de petróleo, es la energía nuclear.