Internacional

Resumen electrónico de EIR, Vol.XXIV, núm. 12
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Economía

Como pronosticó LaRouche, el sistema financiero se acaba

por Nancy Spannaus y John Hoefle

¡Cunde el pánico! “Es el Harmagedón”, dijo el 3 de agosto elconocido analista financiero, Jim Cramer por la cadena CNBC de Estados Unidos, al tiempo que demandaba que el Banco de la Reserva Federal bajara las tasas de interés y abriera la ventanilla de descuento. Según Floyd Norris del New York Times, demasiados inversionistas estaban retirándose del mercado financiero a la vez, mientras que Michael Perry, gerente general de IndyMac, dijo que el mercado hipotecario es “presa del pánico y la iliquidez”. La agencia noticiosa Bloomberg informaba que se habían “congelado” las adquisiciones apalancadas de empresas. Los encabezados eran sobre la turbulencia en los mercados financieros, las restricciones de crédito, las pérdidas de los fondos especulativos, las ejecuciones de hipotecas, y el secuestro de viviendas y otras propiedades por pagos morosos.

Aunque la línea en los medios era que la crisis la detonaron los préstamos hipotecarios de alto riesgo, es decir, las hipotecas que los bancos les concedieron a los menos pudientes para que compraran viviendas a tasas variables de interés (que ahora se han disparado) y con otras condiciones onerosas, la verdad es que, como esta publicación ha venido advirtiendo, los culpables son los fondos especulativos parasitarios. El economista estadounidense Lyndon LaRouche, director fundador de esta publicación, en más de una ocasión ha comparado a los fondos especulativos con una pulga de 3 toneladas que le chupa la sangre a una economía física mundial del tamaño de un perrito chihuahua de un kilo y medio.

Es el mercado bursátil, no el municipal

la presa de las Tres Gargantas Es hora de reconstruir la economía con crédito del Estado para la construcción de infraestructura en grande. Representación artística de la presa de las Tres Gargantas sobre el río Yangtzé. (Foto: cortesía de la Constructora del Proyecto de las Tres Gargantas del Yangtzé).

Uno de los pocos medios que admitió la verdad fue el Chicago Tribune, cuya sección de negocios el sábado 11 de agosto tenía como principal encabezado: “Culpan a los fondos especulativos por la liquidación”. “Son los fondos especulativos, no las viviendas”, señaló. “El 90 por ciento se debe al mercado bursátil y el 10 por ciento al mercado municipal”, según le dijo al diario Jack Ablin, de Harris Private Bank.

“La mano invisible” del mercado salió a relucir el viernes 10 de agosto, cuando los bancos centrales de las potencias económicas intervinieron para tratar de parar la sangría. La Reserva Federal de EU le inyectó 38 mil millones de dólares a la banca estadounidense ese día, luego de que el índice Dow Jones de la Bolsa de Valores de Nueva York cayera casi 400 puntos. Eso, encima de los 24 mil millones de dólares que ya le había inyectado al sistema el día anterior, el jueves 9. Los bancos centrales de Japón, Australia, Canadá y Europa también le echaron ingentes cantidades de dinero a la crisis para tratar de sofocarla.

LaRouche lo pronosticó

Nada de esto funcionará, dijo LaRouche, quien por décadas ha venido pronosticando con certeza cada paso de la caída de este sistema económico. A fines de los 1990 LaRouche pronosticó, en su llamado “noveno pronóstico”, el inicio de la desintegración del sistema dentro de poco, lo que en efecto sucedió cuando el fondo LTCM se fue a pique, luego de que Rusia declarara una moratoria al pago de sus bonos estatales. En aquella ocasión, como después se supo, Alan Greenspan empapeló la crisis con un “muro de dinero”. Lo único que logró es que esta vez sea peor. Si la Reserva Federal trata de repetir el truco, desatará una espiral hiperinflacionaria como la de la Alemania de Weimar.

En una conferencia que se difundió al mundo entero por internet el 25 de julio, LaRouche comentó que “el sistema monetario internacional está en proceso de desintegrarse. Esto no tiene nada de misterioso; he hablado sobre el asunto durante algún tiempo, de que está en marcha, de que no está amainando. Lo que aparece como el valor de las acciones y de mercado en los mercados financieros internacionales es baba. Son puras creencias ficticias. No tienen nada de real; la farsa es enorme. No hay ninguna posibilidad de que el presente sistema financiero no se venga abajo, ¡ninguna! Ya se acabó. El presente sistema financiero no puede seguir existiendo bajo ninguna circunstancia, bajo ningún gobierno, bajo ninguna conducción, ni bajo ningún grupo de naciones dirigentes. Sólo un cambio fundamental y súbito del sistema monetario–financiero mundial puede impedir un derrumbe inmediato de reacción en cadena. A qué velocidad, no sabemos, pero caerá y será imparable, y entre más dure antes de concluir, peor será. Y no hay nadie al presente en las instituciones de gobierno que tenga la competencia para lidiar con esto. El Congreso, el Senado, la Cámara de Representantes actualmente carecen de la competencia para lidiar con esto. Y si el Congreso declara un receso y deja a Cheney libre, entonces es posible que le digamos adiós a EU y a mucho más para septiembre”.

Ahora, dice LaRouche, la gente le pregunta: “¿Qué está pasando?” “¡Que no me hiciste caso, canto de idiota!” Este sistema ya cayó. “La deuda pendiente que aparece en los libros de los bancos nunca podrá pagarse. Los tontos asustados están apurándose a cobrar, y se están dando cuenta de que no hay el dinero para pagarles”.

Mucha de la liquidez venía del acarreo de yenes. Es decir, de obtener yenes a cero interés en Japón para especular en EU o Europa. Pero el 30 de julio el Gobierno japonés perdió las elecciones. Ese mismo día se vino abajo el banco alemán Industriekreditbank (IKB), y se supo que la emisión de bonos de inversión de alta calidad casi se había desplomado.

Hubo más malas noticias para los especuladores el 31 de julio, cuando Bear Stearns anunció la suspensión de los pagos a los inversionistas de otro de sus fondos especulativos, el tercero desde junio. El mismo día el New York Times informó que Mortgage Guaranty Corporation, la principal aseguradora de préstamos hipotecarios de EU, había anunciado su posible insolvencia. Y, para subrayar el hecho de que es el sistema internacional y no sólo el de EU el que está desintegrándose, la prensa de Francia reveló que el fondo Oddo, con un capital de 23 mil millones de euros, estaba liquidando uno de sus fondos especulativos.

Lo que significa la caída del sistema financiero para la vida real se vio el 1 de agosto, cuando se vino abajo en Miniápolis un puente sobre el río Misisipí, causando la muerte de al menos 13 personas.

Ahora no toca preguntar qué pasó con el sistema financiero, sino tomar las medidas para salir de la crisis, dijo LaRouche.

Ese plan de recuperación, diseñado y actualizado por LaRouche con frecuencia a lo largo de los años, está a mano. Consiste en llevar a cabo una reorganización por bancarrota y emprender un programa de reconstrucción económica como el de Franklin Delano Roosevelt, a través de canalizar crédito del Estado a la construcción de infraestructura en grande.

Es claro que los banqueros, como muestran sus intentos desesperados por salvar su sistema, no han aprendido nada desde los 1930, cuando Andrew Mellon y demás nos dieron la Gran Depresión y a Hitler.

Pero LaRouche está listo para dar la conducción necesaria. Ya ha elaborado el borrador de una plataforma de gobierno que el Partido Demócrata debe usar en la contienda electoral de 2008, en el que define los principios necesarios para crear un nuevo sistema monetario–financiero mundial. No tiene por qué haber pánico. Que los especuladores paguen por sus crímenes. Lo que nos toca a nosotros es establecer los nuevos mecanismos de crédito para reconstruir la economía y el futuro de la humanidad.

En el prefacio de esa plataforma, LaRouche dice: “Debido a que las actuales autoridades políticas se han aferrado tercamente a principios descarriados, y en especial a la ahora fracasada orientación monetaria, financiera y bélica de las últimas tres décadas, ahora el presente sistema monetario–financiero mundial ha empezado a agonizar. Un nuevo sistema podría sobrevivir, pero el actual no puede hacerlo. Lo que los ilusos y los falsos profetas decían que no podía suceder, ahora ha sucedido. En tanto que la economía física mundial podría rescatarse de la ahora inevitable bancarrota del al presente fracasado sistema financiero, el sistema monetario–financiero mundial ahora dominante en este momento está tan condenado a desaparecer como el famoso pájaro dodo.

“El sistema ya enfrentaba la amenaza de una crisis futura con los cambios políticos adoptados con el Gobierno de Harry Truman en el período inmediato posterior a lo que generalmente llamamos la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, fue tan sólo dos décadas después, cuando EU se abocó a una guerra prolongada en Indochina, que el peligro se hizo claro. Hoy, si no regresamos al antimonetarista Sistema Americano de economía política, a esos principios que informaron la recuperación de la depresión mundial de los 1930 que encabezó el presidente Roosevelt, el peor desenlace posible pudiere sucederle al mundo entero”.