Economía
Como pronosticó LaRouche, el
sistema financiero se acaba
por Nancy Spannaus y John
Hoefle
¡Cunde el pánico!
“Es el Harmagedón”, dijo el 3 de agosto elconocido analista
financiero, Jim Cramer por la cadena CNBC de Estados Unidos, al tiempo que
demandaba que el Banco de la Reserva Federal bajara las tasas de interés
y abriera la ventanilla de descuento. Según Floyd Norris del New York
Times, demasiados inversionistas estaban
retirándose del mercado financiero a la vez, mientras que Michael Perry,
gerente general de IndyMac, dijo que el mercado hipotecario es “presa del
pánico y la iliquidez”. La agencia noticiosa Bloomberg informaba
que se habían “congelado” las adquisiciones apalancadas de
empresas. Los encabezados eran sobre la turbulencia en los mercados financieros,
las restricciones de crédito, las pérdidas de los fondos
especulativos, las ejecuciones de hipotecas, y el secuestro de viviendas y otras
propiedades por pagos morosos.
Aunque la
línea en los medios era que la crisis la detonaron los préstamos
hipotecarios de alto riesgo, es decir, las hipotecas que los bancos les
concedieron a los menos pudientes para que compraran viviendas a tasas variables
de interés (que ahora se han disparado) y con otras condiciones onerosas,
la verdad es que, como esta publicación ha venido advirtiendo, los
culpables son los fondos especulativos parasitarios. El economista
estadounidense Lyndon LaRouche, director fundador de esta publicación, en
más de una ocasión ha comparado a los fondos especulativos con una
pulga de 3 toneladas que le chupa la sangre a una economía física
mundial del tamaño de un perrito chihuahua de un kilo y
medio.
Es el mercado bursátil, no el
municipal
Es hora de reconstruir la economía con crédito del Estado para la construcción de infraestructura en grande. Representación artística de la presa de las Tres Gargantas sobre el río Yangtzé. (Foto: cortesía de la Constructora del Proyecto de las Tres Gargantas del Yangtzé).
Uno de los pocos medios que
admitió la verdad fue el Chicago
Tribune, cuya sección de negocios el
sábado 11 de agosto tenía como principal encabezado: “Culpan
a los fondos especulativos por la liquidación”. “Son los
fondos especulativos, no las viviendas”, señaló. “El
90 por ciento se debe al mercado bursátil y el 10 por ciento al mercado
municipal”, según le dijo al diario Jack Ablin, de Harris Private
Bank.
“La mano invisible” del
mercado salió a relucir el viernes 10 de agosto, cuando los bancos
centrales de las potencias económicas intervinieron para tratar de parar
la sangría. La Reserva Federal de EU le inyectó 38 mil millones de
dólares a la banca estadounidense ese día, luego de que el
índice Dow Jones de la Bolsa de Valores de Nueva York cayera casi 400
puntos. Eso, encima de los 24 mil millones de dólares que ya le
había inyectado al sistema el día anterior, el jueves 9. Los
bancos centrales de Japón, Australia, Canadá y Europa
también le echaron ingentes cantidades de dinero a la crisis para tratar
de sofocarla.
LaRouche lo
pronosticó
Nada de esto
funcionará, dijo LaRouche, quien por décadas ha venido
pronosticando con certeza cada paso de la caída de este sistema
económico. A fines de los 1990 LaRouche pronosticó, en su llamado
“noveno pronóstico”, el inicio de la desintegración
del sistema dentro de poco, lo que en efecto sucedió cuando el fondo LTCM
se fue a pique, luego de que Rusia declarara una moratoria al pago de sus bonos
estatales. En aquella ocasión, como después se supo, Alan
Greenspan empapeló la crisis con un “muro de dinero”. Lo
único que logró es que esta vez sea peor. Si la Reserva Federal
trata de repetir el truco, desatará una espiral hiperinflacionaria como
la de la Alemania de Weimar.
En una
conferencia que se difundió al mundo entero por internet el 25 de julio,
LaRouche comentó que “el sistema monetario internacional
está en proceso de desintegrarse. Esto no tiene nada de misterioso; he
hablado sobre el asunto durante algún tiempo, de que está en
marcha, de que no está amainando. Lo que aparece como el valor de las
acciones y de mercado en los mercados financieros internacionales es baba. Son
puras creencias ficticias. No tienen nada de real; la farsa es enorme. No hay ninguna posibilidad de que el presente sistema financiero no se venga abajo,
¡ninguna! Ya se
acabó. El presente sistema financiero no puede seguir existiendo bajo ninguna circunstancia, bajo
ningún gobierno, bajo ninguna conducción, ni bajo ningún
grupo de naciones dirigentes. Sólo un
cambio fundamental y súbito del sistema monetario–financiero mundial puede impedir un derrumbe
inmediato de reacción en cadena. A qué velocidad, no sabemos, pero
caerá y será imparable, y entre más dure antes de concluir, peor será. Y no hay nadie al
presente en las instituciones de gobierno que tenga la competencia para lidiar
con esto. El Congreso, el Senado, la Cámara de Representantes actualmente
carecen de la competencia para lidiar con esto. Y si el Congreso declara un
receso y deja a Cheney
libre, entonces es posible que le digamos
adiós a EU y a mucho más para
septiembre”.
Ahora, dice LaRouche, la
gente le pregunta: “¿Qué está pasando?”
“¡Que no me hiciste caso, canto de idiota!” Este sistema ya
cayó. “La deuda pendiente que aparece en los libros de los bancos
nunca podrá pagarse. Los tontos asustados están apurándose
a cobrar, y se están dando cuenta de que no hay el dinero para
pagarles”.
Mucha de la liquidez
venía del acarreo de yenes. Es decir, de obtener yenes a cero
interés en Japón para especular en EU o Europa. Pero el 30 de
julio el Gobierno japonés perdió las elecciones. Ese mismo
día se vino abajo el banco alemán Industriekreditbank (IKB), y se
supo que la emisión de bonos de inversión de alta calidad casi se
había desplomado.
Hubo más
malas noticias para los especuladores el 31 de julio, cuando Bear Stearns
anunció la suspensión de los pagos a los inversionistas de otro de
sus fondos especulativos, el tercero desde junio. El mismo día el New York
Times informó que Mortgage Guaranty
Corporation, la principal aseguradora de préstamos hipotecarios de EU,
había anunciado su posible insolvencia. Y, para subrayar el hecho de que
es el sistema internacional y no sólo el de EU el que está desintegrándose, la prensa
de Francia reveló que el fondo Oddo, con un capital de 23 mil millones de
euros, estaba liquidando uno de sus fondos
especulativos.
Lo que significa la
caída del sistema financiero para la vida real se vio el 1 de agosto,
cuando se vino abajo en Miniápolis un puente sobre el río
Misisipí, causando la muerte de al menos 13
personas.
Ahora no toca preguntar qué
pasó con el sistema financiero, sino tomar las medidas para salir de la
crisis, dijo LaRouche.
Ese plan de
recuperación, diseñado y actualizado por LaRouche con frecuencia a
lo largo de los años, está a mano. Consiste en llevar a cabo una
reorganización por bancarrota y emprender un programa de
reconstrucción económica como el de Franklin Delano Roosevelt, a
través de canalizar crédito del Estado a la construcción de
infraestructura en grande.
Es claro que los
banqueros, como muestran sus intentos desesperados por salvar su sistema, no han
aprendido nada desde los 1930, cuando Andrew Mellon y demás nos dieron la
Gran Depresión y a Hitler.
Pero
LaRouche está listo para dar la conducción necesaria. Ya ha
elaborado el borrador de una plataforma de gobierno que el Partido
Demócrata debe usar en la contienda electoral de 2008, en el que define
los principios necesarios para crear un nuevo sistema monetario–financiero
mundial. No tiene por qué haber pánico. Que los especuladores
paguen por sus crímenes. Lo que nos toca a nosotros es establecer los
nuevos mecanismos de crédito para reconstruir la economía y el
futuro de la humanidad.
En el prefacio de esa
plataforma, LaRouche dice: “Debido a que las actuales autoridades
políticas se han aferrado tercamente a principios descarriados, y en
especial a la ahora fracasada orientación monetaria, financiera y
bélica de las últimas tres décadas, ahora el presente
sistema monetario–financiero mundial ha empezado a agonizar. Un nuevo
sistema podría sobrevivir, pero el actual no puede hacerlo. Lo que los
ilusos y los falsos profetas decían que no podía suceder, ahora ha
sucedido. En tanto que la economía
física mundial podría
rescatarse de la ahora inevitable bancarrota del al presente fracasado sistema
financiero, el sistema
monetario–financiero mundial ahora dominante en este momento está
tan condenado a desaparecer como el famoso pájaro
dodo.
“El sistema ya enfrentaba la
amenaza de una crisis futura con los cambios políticos adoptados con el
Gobierno de Harry Truman en el período inmediato posterior a lo que
generalmente llamamos la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, fue tan
sólo dos décadas después, cuando EU se abocó a una
guerra prolongada en Indochina, que el peligro se hizo claro. Hoy, si no
regresamos al antimonetarista Sistema Americano de economía
política, a esos principios que informaron la recuperación de la
depresión mundial de los 1930 que encabezó el presidente
Roosevelt, el peor desenlace posible pudiere sucederle al mundo
entero”.
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