Reportaje especial
Conferencia sobre el
PLHINO
El optimismo
tiende el puente hacia el
futuro
por Alberto Vizcarra
Osuna
Más de seiscientas personas,
entre productores agropecuarios, obreros, jóvenes, académicos,
autoridades gubernamentales y legisladores de los estados de Sonora y Sinaloa,
se dieron cita el 9 de noviembre en Ciudad Obregón, Sonora, una de las
principales ciudades del noroeste de México —ubicada en una de las
regiones con el mayor potencial agrícola—, para participar en el
“Foro Regional: Construyamos el Puente Hacia el Futuro, Hagamos el PLHINO
del Siglo XXI” (el PLHINO es el llamado Plan Hidráulico del
Noroeste—Ndr.).
Lo que animó el
programa de este encuentro al que convocó el Comité Pro PLHINO del
Siglo XXI, fue la idea de que el Estado debe retomar una política
vigorosa de inversión pública en la infraestructura
económica básica, que asegure una mayor disponibilidad de agua,
energía y alimentos para darle marcha atrás a los severos
daños físico–económicos que el país ha sufrido
desde que se sometió de forma incondicional a los dictados del libre
comercio y la globalización, de 1982 en
adelante.
El concepto del PLHINO nació
a mediados de los 1960, y se sistematizó como diseño de obra
hidráulica a principios de los 1970. Desde entonces se convirtió
en una aspiración de la mayoría de los habitantes del noroeste del
país para consolidar los lazos de cooperación entre los estados de
Nayarit, Sinaloa y Sonora, mediante la construcción de ambiciosas obras
de infraestructura hidráulica que transfirieran grandes volúmenes
de agua desde la cuenca del río Santiago en Nayarit, hasta las de los
ríos Mayo y Yaqui en Sonora.
La
gestión regulada de los aproximadamente 28 mil millones de metros
cúbicos de agua de sus ríos le daría una sustentabilidad
eficiente a esta región, que colinda, al norte, con el estado
también desértico de Arizona en Estados Unidos. Se crearían
decenas de miles de empleos productivos, una mayor disponibilidad de agua para
uso urbano e industrial, nueva generación eléctrica, un desarrollo
de la piscicultura y el turismo; se regularizaría el ciclo de los
cultivos y se extenderían los períodos de humedad, lo cual
aumentaría las posibilidades de lluvia en la región y, así,
mejoraría la ecología y la vida prosperaría en general; y
lo más importante, significaría una ampliación de la
frontera agrícola para producir los granos básicos que la
nación necesita con urgencia.
Sin
embargo, por 25 años el PLHINO estuvo guardado en el bote de la basura,
al igual que todos los proyectos de infraestructura importantes en
México. Como el dogma del libre comercio se apoderó del
país una vez que el presidente José López Portillo
terminó su mandato en diciembre de 1982, se abandonó la
construcción de infraestructura, ciudades e industrias, así como
el proceso de industrialización y de fomento agrícola, al tiempo
que la economía se redujo al pago de la “deuda eterna”, y a
proteger el derecho de los carteles extranjeros y sus lacayos locales al dinero
fácil.
Un hito para México
entero
Lo que quedó de manifiesto en
Ciudad Obregón el 9 de noviembre fue el surgimiento de un liderato
comprometido con el movimiento de masas que ahora cobra cuerpo en el noroeste
del país, bajo la bandera de por fin construir el tan pospuesto PLHINO, y
decidido a darle marcha atrás al libre comercio para restaurar la
política del bienestar general sobre la que se fundó y
construyó el moderno Estado mexicano conceptualizado en la
Constitución de 1917.
El liderato que
por décadas ha ejercido el movimiento de LaRouche en torno al PLHINO lo
conocen bien todos los sonorenses, como lo reconoció el Diario del
Yaqui en la víspera del foro. El Diario informó el 28 de octubre que la demanda de concretar el PLHINO
agarró su segundo aire “desde el año 2003, [cuando] los
dirigentes del Foro Permanente de Productores Rurales (FPPR), Adalberto Rosas
López, Alberto Vizcarra Osuna y Jaime Miranda Peláez, inspirados
en los conceptos económicos de Lyndon H. LaRouche, intensificaron su
ideal por la construcción de la
megaobra”.
Ver ampliación
Modelo a escala de los proyectos monumentales de la “NAWAPA–Más”, construido por miembros del Movimiento de Juventudes Larouchistas (LYM) como un instrumento pedagógico para organizar a la población en torno a la construcción del futuro. (Foto: EIRNS). |
El movimiento en Sonora y en
el noroeste en general es un microcosmos de la rebelión que se gesta en
todo México contra las directrices de la globalización y el libre
cambio, que han hundido a la economía mexicana más allá de
lo tolerable, pero, fundamentalmente, es una referencia programática para
todas las fuerzas nacionalistas que durante las últimas tres
décadas han resistido y se han opuesto a estas
políticas.
Al mismo tiempo que la
gente se reunía en Ciudad Obregón para ver cómo ponerle fin
a un modelo económico que abandonó la inversión en obras de
infraestructura necesarias para acabar con los desastrosos episodios de
sequía en la región, la nación entera se convulsionaba por
la catástrofe humana que dejó una inundación, de
proporciones como las de Katrina, en el sur del país, también a
consecuencia de la falta de inversión pública en la
infraestructura hidráulica.
La
yuxtaposición de las inundaciones catastróficas en el sur del
país con la sequía en los estados graneleros del norte, al mismo
tiempo que la hiperinflación mundial amenaza con impedir la
importación de alimentos de la que ahora se depende, hace evidente que
México no puede seguir existiendo con la globalización y el libre
comercio.
Una población que ha pasado
por el proceso de ver cómo la construcción de una presa
amplía las expectativas de crecimiento, al verse involucrada en una
discusión cómo ésta, se conforma en un ánimo
colectivo orientado por la pregunta: “¿Por qué dejamos de
hacer esto? ¿Por qué abandonamos ese camino?” La nostalgia por
la recuperación de un principio perdido que nos dio prosperidad, se
convierte en una fuerza social que inspira y envuelve a toda la
población.
Es así como el
gobernador del estado de Sonora, Eduardo Bours Castelo, hizo de ésta su
propia causa, y es también como el Senado de la República y el
Congreso de la Unión se comprometieron a hacer posible que, en el
presupuesto del 2008, se le asignen los primeros 30 millones de pesos (poco
menos de 3 millones de dólares) a los estudios técnicos para el
proyecto hidráulico.
El despertar cultural de una
tradición
El PLHINO agarró su
“segundo aire” en el 2003, el año en que llegó a su
extremo la larga sequía en el norte del país. Ocurrió lo
que, tras las recientes inundaciones en Tabasco, algunos productores de la
región han dado en llamar un “Tabasco invertido”. La
sequía golpeó severamente a los distritos de riego del sur del
estado de Sonora y a parte del norte de Sinaloa, lo que provocó que, en
los valles agrícolas del Yaqui y del Mayo, se dejarán de sembrar
más de 200 mil hectáreas, generalmente destinadas al cultivo de
maíz y trigo. En ese año las presas que abastecen a estos
distritos de riego vieron reducida su capacidad a menos del 10%, y fue en el
mismo año que los dirigentes del FPPR publicaron un folleto especial
sobre el PLHINO y el monumental proyecto transfronterizo conocido como la NAWAPA
(Alianza Norteamericana de Agua y Energía), para transferir agua desde
las montañas Rocosas hacia el Gran Desierto Americano, el cual abarca la
parte suroeste de EU y el norte de
México.
El proceso social de debate en
torno a este folleto incitó en todos estos sectores una dinámica
que descubrió el poder de una tradición cultural muy fuerte en
Sonora, estado que se le robó al desierto mediante la aplicación
intensiva de tecnología e infraestructura, y que ha engendrado a
numerosos dirigentes de las revoluciones que han definido el carácter
soberano de México.
En abril de 2007,
luego de que la crisis de la tortilla fuera el presagio de la escasez venidera
de alimentos para México, a iniciativa del senador sonorense Alfonso
Elías Serrano, y con el respaldo de los senadores Mario López
Valdez y Raúl José Mejía Gonzáles de los estados de
Sinaloa y Nayarit, respectivamente, se propuso y aprobó en el pleno del
Senado de la República un punto de acuerdo que demanda que la
terminación del PLHINO sea considerada prioritaria y de peso
estratégico para el desarrollo económico nacional, dada la
necesidad de agua, energía y alimentos que tiene la
nación.
Este compromiso del Senado le
dio una proyección nacional a la movilización regional,
además de que despertó el entusiasmo de todos los sectores
productivos del sur de Sonora. El 15 agosto se constituyó el
Comité Pro PLHINO del Siglo XXI, el cual se manifestó con un
desplegado de apoyo al punto de acuerdo del Senado, publicado en los principales
periódicos de Sonora.
El desplegado,
que iba dirigido al Presidente de la República, a los Gobernadores de
Sonora, Sinaloa y Nayarit, y al Congreso de la Unión, y que contaba con
las firmas de más de 30 organizaciones de productores agropecuarios,
planteaba la necesidad urgente de que México restaure una política
de autosuficiencia alimentaria, ante la inestabilidad financiera internacional
actual y al hecho que las reservas mundiales de granos registran una
caída significativa. El país entra a una fase crítica en
materia alimentaria, justo cuando EU empieza a reducir sus volúmenes de
exportación, en especial de granos como el maíz, del cual
México es el primer importador mundial. Ésta es una convergencia
dramática para el país, señalaba el desplegado, que tenemos
que atender con urgencia para evitar problemas de desabasto y la amenaza de
inestabilidad social que representarían los brotes de
hambruna.
El debate en el
Congreso
El desplegado circuló
ampliamente en el Congreso de la Unión, en donde, el 19 de octubre, los
presidentes de las Comisiones de Desarrollo Rural y de Recursos
Hidráulicos programaron una reunión oficial para recibir a los
coordinadores del Comité Pro PLHINO del Siglo XXI, en la que
también participaron los senadores de Sonora y Sinaloa, así como
diputados federales que integran las mismas comisiones y representantes de la
Comisión Nacional del Agua.
La
reunión giró en torno a la exposición del ingeniero Manuel
Frías Alcaraz, quien, a nombre del Comité Pro PLHINO,
presentó el aspecto técnico de la obra hidráulica; y de los
planteamientos que expuso este autor, Alberto Vizcarra Osuna, coordinador del
comité y conocido colaborador de LaRouche por 30 años, quien
planteó el fundamento económico de la importancia
estratégica que tiene la inversión pública en la
infraestructura económica
básica.
Este debate
programático orientado a la reconstrucción física de la
economía nacional, es uno que no se daba en el Congreso desde 1982.
Después de ese año, las deliberaciones sobre el presupuesto
nacional quedaron encarceladas en los desequilibrados axiomas del llamado
equilibrio presupuestal. Desde entonces, la inversión pública
dejó de ser un catalizador del crecimiento económico, y el gasto
público se convirtió en un instrumento del asistencialismo social
para recoger a los millones de damnificados que han arrojado las
políticas de libre mercado en el último cuarto de
siglo.
La realidad como
aliada
El foro regional del 9 de noviembre
inició con la exposición de Dennis Small, director para
Iberoamérica de la revista Resumen
ejecutivo de EIR, de LaRouche, quien, con el
tema “El PLHINO y la NAWAPA, Proyectos de Infraestructura
Hidráulica para una Relación Ejemplar entre México y
Estados Unidos”, presentó la realidad estratégica mundial de
que no puede construirse, ni se construirá, proyecto regional ni nacional
alguno, sin importar qué tan grande sea, con el sistema financiero
mundial ahora en desintegración. Small informó que hay una especie
de alboroto internacional, en el que países como China, India, Rusia y
otros vienen inclinándose por entablar una relación con EU que se
funde en la cooperación y la unión de esfuerzos para la
construcción de grandes obras de infraestructura económica. Este
impulso internacional, dijo, representa, como lo hizo explícito el
presidente ruso Vladimir Putin, el clamor de que EU regrese a las
políticas de Franklin Delano Roosevelt, el presidente estadounidense que
instauró un sistema económico para sacar a esa nación de la
Gran Depresión, y que formuló el Nuevo Trato para entablar
relaciones con los demás países, regidas por el respeto a la
soberanía y la consecución de acuerdos para el
desarrollo.
La construcción de un
puente hacia el futuro tendrá que cimentarse en la idea que propone el
economista y ex candidato presidencial estadounidense Lyndon LaRouche, de crear
un nuevo sistema financiero que sustituya al modelo vigente, en función
de la creación de crédito con bajas tasas de interés y de
largo plazo para hacer viable la reconstrucción económica
mundial.
Su presentación detallada de
la idea de la NAWAPA como un proyecto hidráulico capaz de transferir
más de 100 kilómetros cúbicos de agua hacia el Gran
Desierto Americano —una parte sustancial de ellos, 12 kilómetros
cúbicos, hasta el río Yaqui en Sonora— generó un gran
entusiasmo entre los participantes del foro. “El PLHINO es bueno, pero la
NAWAPA. . . bueno, ¡eso es grande!”, exclamaron
algunos.
La NAWAPA, dijo Small,
acabaría con los conflictos binacionales que derivan de la pelea por un
agua que no alcanza. Esto, afirmó, es lo que habrían hecho
Roosevelt y Cárdenas, y también Lincoln y Juárez, y es lo
que debemos hacer nosotros. Instó a los participantes a apelar a esta
tradición histórica, que es el referente para entablar una
relación ejemplar entre México y EU. Es la tradición que
LaRouche representa en mi país, dijo, pero también otras fuerzas
del Partido Demócrata y del Republicano. Tenemos que asociarnos y
constituirnos como una fuerza binacional, para que estos grandes proyectos de
infraestructura que nos identifican y que son necesarios, también sean
prácticos. Small terminó su exposición diciendo: “Lo
que hoy es razonable, pero aparentemente utópico, con nuestro trabajo se
volverá razonable y posible”, en una referencia explícita a
la famosa consigna de José López Portillo, “hagamos posible
lo razonable”.
El ingeniero Manuel
Frías Alcaraz presentó lo que ya es considerado como el primer
trazo físico que le da forma a la idea original del PLHINO, ahora
conocido como “el PLHINO del Siglo XXI”. En apego a principios
físicos elementales, la propuesta del ingeniero Frías contempla la
transferencia de 7 mil millones de metros cúbicos de agua, aprovechando
los escurrimientos de los ríos del norte de Nayarit y del sur de Sinaloa,
para irrigar una superficie adicional de 800 mil hectáreas en los estados
de Sinaloa y Sonora. La presentación del ingeniero Frías, que
ilustró con mapas a escala y definiendo la ubicación de los nuevos
sitios de almacenamiento que hay que crear, documentó la
construcción necesaria de túneles para asegurar que el trasvase y
transferencia del agua se haga fundamentalmente por gravedad, evitando al
máximo el bombeo, para reducir el costo fijo de operación del
proyecto.
Alberto Vizcarra destacó en
su exposición que la crisis de desintegración financiera mundial
le está planteando a México una convergencia de factores adversos
que conforman “la tormenta perfecta”: un incremento en los precios
internacionales de los productos agroalimentarios, una profundización de
la dependencia alimentaria, una deportación en masa de indocumentados,
una caída en el envío de remesas, una inflación importada y
un desempleo nacional creciente. Ante esto, dijo, México tiene que
definir políticas económicas de protección orientadas a
fortalecer su potencial productivo, principalmente en aquellas regiones donde
existe la posibilidad de incrementar la producción de granos
básicos para enfrentar la gran vulnerabilidad que la nación
presenta en este frente.
El noroeste del
país, dijo, es una región que tiene una gran responsabilidad
nacional en medio de esta crisis financiera internacional; es un asunto de
Estado y de seguridad nacional que proyectos como el PLHINO se terminen,
afirmó.
El carácter
histórico de este movimiento y de este foro, subrayó Vizcarra, es
que nos hemos reunido en nombre del futuro. La experiencia durante todo este
proceso organizativo es que, cuando dos o más se reúnen en nombre
de la posteridad, hay un poder extraordinario que los auxilia. Con ese poder,
continuó, haremos que este gran momento no encuentre gente moralmente
pequeña, sino con los tamaños que se requieren. Estamos recogiendo
una intención de nuestros antepasados, concientes de que ellos velan por
sus propios sueños; hagámoslos realidad para que descansen en paz,
y para darle un futuro promisorio a las generaciones presentes y
futuras.
El senador Alfonso Elías
Serrano dio un discurso en el que reflexionó sobre el cambio general en
la forma de pensar que se necesita para que México asegure su futuro.
“¿En qué momento dejamos de pensar en el futuro y nos
olvidamos de los grandes proyectos?”, preguntó, para luego afirmar
que a partir de los 1980 dejamos de ser personas normales, y ya en los 90,
cuando firmamos el Tratado de Libre Comercio, nos volvimos dependientes de los
alimentos por la idea errónea de que sería más barato
importarlos que producirlos nacionalmente.
La
clausura de los trabajos del foro estuvo a cargo del gobernador del estado de
Sonora, Eduardo Bours Castelo, quien, tras escuchar la lectura de las
resoluciones, retomó los planteamientos del senador Elías Serrano,
y señaló que, “ser personas normales es pensar en
grande”. El país, dijo, no tiene escasez de recursos, sino falta de
obras de infraestructura para aprovecharlos adecuadamente. Criticó a
quienes cuestionan la idea de las grandes obras y su falta de visión. Por
eso debemos de cambiar la mentalidad de la gente, llevarla a pensar en grande,
pues, aunque proyectos como el PLHINO no son obras de corto plazo, sino para las
próximas generaciones, es a la nuestra a la que le corresponde la
responsabilidad de terminarlos.
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