Reportaje especial
Sabotear el PLHINO es un crimen
por Alberto Vizcarra Osuna
El miércoles 6 de agosto compareció ante la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública del Congreso de la Unión en México, el director de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), José Luis Luege Tamargo, uno de los más frenéticos sinarquistas del Gobierno de Felipe Calderón Hinojosa del Partido Acción Nacional (PAN). El funcionario fue citado por el Congreso, entre otras cosas, para explicar a dónde fueron a parar los recursos asignados a los estudios de uno de los proyectos de infraestructura hidráulica más importantes del país, el Plan Hidráulico del Noroeste (PLHINO), que permitiría ampliar la frontera agrícola en 1,3 millones de hectáreas en el noroeste de México, para que la nación esté en capacidad de enfrentar las consecuencias desastrosas de la presente crisis alimentaria mundial.
Portada del folleto que está difundiendo el Comité Pro PLHINO Siglo XXI en defensa del gran Plan Hidráulico del Noroeste, que sería la solución a la crisis alimentaria de México. |
La demanda por la realización de esta gran obra hidráulica, que se pensó desde fines de los 1970 y que ha sido parte fundamental del programa de reconstrucción económica de los colaboradores del economista estadounidense Lyndon LaRouche en México, ha cobrado un vigoroso renacimiento que ha involucrado a las principales instituciones de la república y a los sectores productivos del noroeste del país.
Al igual que el frustrado “emperador” de México, Maximiliano de Habsburgo, Luege Tamargo representa a las fuerzas internacionales que quieren destruir al país. Durante el Gobierno de Vicente Fox, Luege Tamargo se desempeñó como funcionario de la Procuraduría Federal de Protección Ambiental (PROFEPA), y luego como número uno de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT). En estas funciones se enchufó incondicionalmente al fascismo ecologista del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) del príncipe Felipe de Gran Bretaña y el príncipe nazi Bernardo de Holanda, y a las directrices de la Comisión Mundial de Presas del Banco Mundial. Esto explica que su lenguaje esté completamente ceñido a la terminología de estas entidades supranacionales, que han hecho de las falacias ecologistas su principal frente de choque para favorecer a las corporaciones que controlan el mercado mundial de alimentos e impedir que las naciones dependientes de la importación de los mismos desarrollen capacidades soberanas para producirlos.
La comparecencia de Luege obedeció también al hecho de que la CONAGUA, como la mayoría de las secretarías y direcciones del gobierno federal, practica el subejercicio presupuestal con una ostentosidad fanática, presumiendo que gastar menos de lo presupuestado es un símbolo de eficiencia administrativa, aunque esto tenga consecuencias económicas y sociales lacerantes. Manejar un equilibrio presupuestal y, mejor aun, un superhábit en la cuenta pública, se ha observado como un fetiche y fórmula mágica para documentar el éxito económico, desde que México emprendió su naufragio en 1982 con los gobiernos que aceptaron de forma incondicional y dogmática el recetario neoliberal.
Esto es lo que quedó de manifiesto en la comparecencia del director de CONAGUA, a quien la mayoría de los diputados lo cuestionaron reclamándole el destino de los presupuestos aprobados y asignados para distintas obras hidráulicas en los diferentes estados de la república, pues la dependencia presentó un ejercicio de apenas el 24% de su presupuesto, cuando prácticamente está por definirse en el Congreso de la Unión el presupuesto para 2009.
El coraje de los legisladores ante la frívola indolencia de Luege Tamargo, quien sistemáticamente refirió que todo proyecto tiene que someterse a un riguroso estudio de “costo–beneficio” antes de su ejecución, quedó sintetizado en el enérgico reclamo que le hizo uno de ellos, al recordarle los daños ocasionados por desastres naturales que han tenido como saldo la muerte de miles de personas —a consecuencia de la falta de infraestructura hidráulica— y preguntarle directamente: “De acuerdo con tus esquemas de costo–beneficio, ¿cuál es el costo de una vida humana?” Y siguió interrogando el legislador: “¿O acaso hay que esperar a que ocurra un desastre natural para empezar a liberar los recursos?” El acorralado Luege Tamargo hizo gala de cinismo retórico para escapar a los cuestionamientos con evasivas y alegatos estúpidos de “normatividad administrativa”.
El LYM lo atrapa
Al término de la comparecencia con los diputados, los periodistas empezaron a entrevistar al funcionario, quien en ese momento se topó con el Movimiento de Juventudes Larouchistas (LYM), también integrante del Comité Pro PLHINO Siglo XXI, quienes, con sus preguntas, forzaron a que Luege Tamargo reiterara su doctrina económica fascista y su oposición al PLHINO. Uno de los jóvenes larouchistas fue directo al inquirirlo: “¿Usted no tiene cargo de conciencia de estar bloqueando el PLHINO, que le daría alimentos a más de ocho millones de mexicanos y que abriría más de ochocientas mil hectáreas al cultivo?” Luego, el mismo joven le dijo que sabotear este proyecto hidráulico significa, en el marco de la presente crisis alimentaria, llevar a la hambruna a millones de mexicanos (ver videos en www.youtube.com/watch?v=ZiNT9zLOT4M y www.youtube.com/watch?v=yfDeNRzugcA).
Ante el franco cuestionamiento de los jóvenes larouchistas, Luege trató de disimular su nerviosismo con una risa congelada, pues seguramente asoció el encuentro con los jóvenes con el desplegado de plana entera que el Comité Pro PLHINO publicó una semana antes en el principal periódico de circulación estatal, dirigido al presidente Felipe Calderón, cuando éste visitó el estado de Sonora acompañado del director de la CONAGUA, acusando a éste último de sabotear el PLHINO al desviar los recursos destinados por el Congreso a los estudios del proyecto.
En su respuesta, a Luege Tamargo lo atacó un tic nervioso que le provocaba contracciones en el parpado de su ojo derecho, el cual puso bajo control usando su dedo índice para detener los movimientos involuntarios de aquel, y así poder continuar con la respuesta. De entrada, puso de manifiesto su radicalismo monetarista y su inconfundible filiación al pensamiento económico fascista, cuya esencia supone que el dinero es la fuente de la riqueza, al manifestar que el PLHINO es un proyecto que, si bien se concibió hace más de 50 años, “nunca se evaluó a fondo desde el punto de vista del costo–beneficio”. Luego reiteró que la nueva política hídrica consiste en concentrarse en un manejo más eficiente del agua disponible; es decir, en no construir presas nuevas, y mucho menos proyectos que, como el PLHINO, contemplen la interconexión de cuencas e inversiones que rompen el esquema contable del costo–beneficio.
Necesitamos, dijo el panteísta y adorador del ciclo vital del agua, en combinación con la SAGARPA (Secretaría de Agricultura, Ganadería, Recursos Pesqueros y Acuacultura), hacer una selección de cultivos de “mayor valor agregado”. Que la gente no se vaya por maíz, sino por hortalizas, por frutales, por productos agrícolas de alto valor y menor consumo de agua.
El dogmatismo doctrinario de Luege es típico de la condición de ceguera con la que se conduce el Gobierno de Calderón. En medio de la crisis alimentaria mundial y de la turbulencia hiperinflacionaria internacional, han dejado a la nación en piloto automático, bajo la alucinación de que estamos en el amanecer del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Con necedad pasmosa, suponen que atravesamos, en el ámbito global, por un episodio cíclico y pasajero, y que seguiremos aprovechando los supuestos beneficios de las ventajas comparativas, esa babosada de que es más barato importar los granos básicos que producirlos nacionalmente.
Quién moldea la mente criminal de Luege
Anunciar un programa de coordinación con la SAGARPA, como lo hace el director de la CONAGUA, para erradicar los cultivos de dizque alto consumo de agua como el maíz, en medio de la peor crisis alimentaria mundial y de la explosión hiperinflacionaria en el precio de los alimentos, cuando México es uno de los principales importadores del cereal y Estados Unidos —el primer productor mundial— reduce sus exportaciones, es algo que reclama una camisa de fuerza en lo inmediato.
Pero, como bien señala la coloquial expresión popular, “no hay loco que coma lumbre”, que bien sirve para acusar que, en la conducta de personalidades como la de Luege, hay una intensión doctrinaria maligna que sirve a intereses contrarios al desarrollo soberano de México.
Al inicio de la administración de gobierno de Vicente Fox, en el 2000, los intereses financieros internacionales asociados con la vieja tradición colonialista británica, organizaron un foro, precisamente en Londres, para dar a conocer el llamado Informe Mundial sobre Presas, y establecer con ello las guías y lineamientos supranacionales a los que deberían ajustarse las naciones que tuviesen la intención de construir presas. El recetario del informe de marras, que en realidad es una normatividad dictatorial en contra de la construcción de presas, fue elaborado por la Comisión Mundial de Presas, creada en 1998 por el Banco Mundial y la ecologista World Conservation Union, y avalado por el WWF.
Las conclusión del informe es que la mayoría de las presas del mundo se construyeron sin considerar su costo–benefico, y muchas de ellas han significado presupuestos exorbitantes que han ocasionado endeudamiento, además de los graves daños ecológicos que propician al interrumpir el curso natural de los ríos y perturbar así el ciclo vital del agua.
Esto explica la peligrosidad de José Luis Luege Tamargo y su locura. Explica también cuál es el origen de su oposición y sabotaje al PLHINO. Pero, como bien señaló el Comité Pro PLHINO en su desplegado —dirigido al presidente Felipe Calderón— del 31 de julio: “Ha llegado la hora de su intervención, no se debe permitir que se haga un mal manejo de estos recursos (los destinados a los estudios del PLHINO—Ndr.), pues si esto ocurre, estaríamos frente a algo más que una simple falta administrativa. Se cometería un crimen contra los millones de mexicanos que padecen pobreza alimentaria y cuya esperanza de tener alimento en sus hogares depende en gran medida de que se amplíe la frontera agrícola en el país. Lo que es peor, se estaría con ello saboteando la posibilidad de que la nación pueda evitar la inestabilidad social y el caos al que nos conduciría una crisis de desabasto alimentario”.