Estudios estratégicos
Oligarcas británicos dirigen la ‘ofensiva del vicio’ de Soros
por Gretchen Small
La fuerza de ataque para la legalización internacional de las drogas, de la que George Soros es testaferro y fuente de financiamiento, decidió que ha llegado la hora de convertir en adictos a los pueblos del mundo y asegurarse de que la civilización entera se venga abajo junto con el sistema financiero de sus amos.
Cuando Lyndon LaRouche llamó a las naciones soberanas a unirse para aplastar la nueva guerra del Opio británica, dio en el clavo. En los últimos cinco años, el moho lamoso de las organizaciones no gubernamentales (ONG) narcolegalizadoras financiadas por Soros que proliferan por todo el orbe ha cobrado la forma de una fuerza de asalto “centrada, disciplinada, interconectada y organizada”, dirigida desde el más alto nivel de la oligarquía británica. Esa fuerza de ataque pretende ahora legalizar el opio en Afganistán y la venta de la coca en los Andes, a fin de quebrar la disposición de la comunidad internacional a acabar con el narcotráfico y empezar a desmantelar las instituciones de cooperación internacional en su contra, para el “segmento ministerial” de la Comisión de Estupefacientes de la ONU (CND) a celebrarse en marzo de 2009 en Viena, Austria.
Apuntan a lograr ahora lo que no pudieron hacer hace diez años, en la sesión especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre narcóticos en 1998. En ese entonces, Soros movilizó a decenas de “personas encumbradas” (entre ellas ese patrocinador de Pinochet que nos regaló a Bush y Cheney: George Shultz) para pedir públicamente a la ONU que declarara un alto a la política de combate al narcotráfico global. Esa jugarreta les falló, pero los legalizadores se han reagrupado, en la esperanza de que el terreno cobrado entretanto, con el derrumbe mundial y el pesimismo, los lleve a la victoria.
El flanco iberoamericano
En abril de 2008 se estableció en Río de Janeiro una Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia para centralizar el flanco iberoamericano de esta ofensiva. Los 18 hombres y mujeres autoproclamados como “distinguidos” que conforman la comisión afirmaron que su misión consiste en asegurarse de que “la voz de Latinoamérica” sea escuchada en la reunión de la CND en Viena. Pero la única voz de este espectáculo es la del agente británico George Soros.
El Instituto de la Sociedad Abierta (ISO) de Soros es uno de los principales patrocinadores de la comisión, y los tres “expertos” a los que se invitó como oradores a su reunión de fundación salieron del establo de agentes del megaespeculador. No es de sorprender que el programa adoptado también sea el de Soros: los intentos por controlar la producción de drogas han sido infructuosos y su combate en cualquier caso es demasiado caro; la sociedad debe abandonar la idea de deshacerse de los narcóticos y capitular a su “despenalización”.
La comisión la presiden tres ex presidentes: Fernando Henrique Cardoso de Brasil (1995–2003), César Gaviria de Colombia (1990–1994) y Ernesto Zedillo de México (1994–2000). En su momento, cada uno de ellos fue un ávido aplicador de las políticas librecambistas y privatizadoras de Londres que fomentaron el narcotráfico que ahora domina a economías y naciones enteras de la región. Gaviria, en particular, es famoso por haberle permitido a la mafia de las drogas, adrede, controlar la Asamblea Constituyente de 1991 que rescribió la Constitución colombiana.
Los iberoamericanos arrastrados a la peligrosa polarización entre la “izquierda socialista” versus la “derecha democrática”, que amenaza con despedazar a la región (y a Bolivia), harían bien en tomar en cuenta las implicaciones de que los dirigentes de ambos “bandos” unan fuerzas, encantados de la vida, en la comisión de “drogas y democracia” de Soros.
El nominalmente izquierdista Instituto Transnacional (ITN) de Amsterdam, también financiado por Soros, tiene un papel clave en la comisión. El ITN dirige, junto con el ISO, el proyecto Coca 90 con el que hace una década se organizó a los productores de coca andinos como ariete de la legalización. Otro agente clave del proyecto, Diego García Sayán del Perú, quien recibe financiamiento de Soros por derecho propio, es miembro de la comisión.
Entre otros de los miembros están reconocidos agentes británicos como el brasileño João Roberto Marinoho, ex mandamás del genocida Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) del príncipe Felipe en Brasil, y el perverso liberal peruano Mario Vargas Llosa, cuya campaña presidencial de 1990 estuvo dirigida por el compadre de Soros, lord Mark Malloch–Brown, actual ministro del Reino Unido para África, Asia y la ONU. Nadie podría tildar a ninguno de ellos de “izquierdista”.
Martin Jelsma del ITN, activo en el timo británico de la “amapola medicinal” para legalizar el opio en Afganistán, así como uno de los cabecillas en el del “té de coca” para legalizar la cocaína, le dijo a la comisión que “no habrá un mundo sin drogas”. Por tanto, su deber es dejar el “enfoque estadounidense” del combate a las drogas por el “europeo” de “reducción de daños”.
El fraude de Jelsma para legalizar la coca (ver el artículo “La coca es la hoja sagrada del imperialismo británico”, por Luis Vásquez Medina), junto con la estratagema del Gobierno británico para el opio que desenmascaró EIR el 22 de agosto en el artículo “Afghan Opium Pleases Taliban and Soros” (El opio afgano place a los talibanes y a Soros), son piezas centrales de la narcoestrategia general de Soros para 2009.
Los otros dos “expertos” que hablaron en la reunión también son chicos de Soros: Rubem César Fernandes, director de la ONG brasileña Viva Río y lumbrera del proyecto “democracia” del ISO; y el ex analista de la RAND Corporation Peter Reuter, quien hoy preside la Sociedad Internacional para el Estudio de la Política sobre Drogas, ligada a Soros.
Hoyos en la cabeza
Reuter nos lleva a un nivel más profundo del asunto. Su sociedad, al igual que su asociación hermana, el Consorcio Internacional sobre Política de Drogas (IDPC), la cual aglutina a unas 25 ONG internacionales pro “reforma de la política de drogas” (la mayoría, si no es que todas, financiadas por Soros), se fundó en un seminario que tuvo lugar en la Cámara de los Lores británica en 2004.
El seminario lo organizó la Fundación Beckley, cuya fundadora y directora es una tal Amanda Feilding, alias lady Neid-path, esposa del patente heredero del condado de Wemyss y March. Con el gran financiamiento que recibe del Instituto de la Sociedad Abierta de Soros desde 2000, la fundación ha tenido un papel central en su cabildo por la narcolegalización internacional.
La fundación de lady Neid-path no se molesta en ocultar sus objetivos bajo la hoja de parra de eufemismos como la “reducción de daños” y demás, con los que la pandilla de Soros aplaca la conciencia de los funcionarios que se someten a él. Originalmente llamada “Fundación para el Estímulo de la Conciencia”, la Fundación Beckley pugna de manera abierta por el uso generalizado de drogas psicoactivas para “ampliar la conciencia” y crear “estados alterados”.
No podría esperarse menos de los partidarios de la práctica medieval de la trepanación. Lord y lady Neid-path se agujeraron el cráneo en los 1970, en busca de “un estado alterado de conciencia”. Milady, según ella misma cuenta, llegó incluso a videograbar el acto sangriento de hacerse un hoyo en su propia cabeza.
Así que, mientras dirigen estudios sobre los “beneficios” de la cannabis y otras “drogas sociales”, lady Neid-path y su fundación en realidad le entran a las drogas psicodélicas, en particular al LSD, cuyo inventor, Albert Hofmann, era amigo íntimo de Feilding. Apenas este septiembre, ella le dijo al London Times que la fundación está orgullosa de haber sido la primera en conseguir permiso para usar LSD en humanos en “un marco científico” en 35 años, un estudio realizado “en una institución secreta en EU”.
Esto amerita investigarse.
¿Narcolegalización en la frontera con Rusia?
En 2000, cuando la Agencia Antidrogas (DEA) de EU atrapó a un tal Leonard Pickard por dirigir una de las operaciones con LSD más grandes de la historia (desde un silo que en el pasado solía albergar proyectiles Atlas en Kansas), con materia prima suficiente para producir 10 millones de dosis de LSD o más al mes, lord y lady Neid-path le escribieron una carta al fiscal pidiéndole lenidad, porque Pickard los había ayudado a organizar conferencias sobre “drogas y sociedad” en el castillo de Windsor de la reina Isabel II, y otras sobre política de drogas en las que participaron el ministro del Interior británico Jack Straw y el zar antidrogas Keith Hellawell.
Sin embargo, esta desvergonzada narcofundación le sirve al Gobierno británico como una válvula de escape, a la que la Cámara de los Lores le ha abierto sus puertas. La fundación celebra ahí sus seminarios anuales sobre la política global de drogas desde 2003, y en ellos participan funcionarios de primer nivel (por ejemplo, el director de Estrategia Antidrogas del Ministerio del Interior) y diplomáticos, así como ladies y lores destacados. Su reunión de 2003 en la Sociedad Real fue copatrocinada por la Oficina de Estrategia del Consejo de Ministros del Reino Unido; y en 2005, el programa de “Previsión” del gobierno del Reino Unido copatrocinó un “Proyecto Ciencia del Cerebro, Adicción y Drogas” junto con la Fundación Beckley, y le encomendó a ésta la tarea de redactar “una política sustentable de largo plazo sobre el manejo de drogas recreativas”.
Todo lo cual despierta la interrogante: ¿podría la trepanación explicar qué le pasó al sicópata personal de Soros, el georgiano Mijaíl Saakashvili? Después de todo, en un estudio de mayo de 2008, la Fundación Beckley alabó la política de Saakashvili sobre los narcóticos. ¿Está Londres a punto de hacer que su Gobierno títere legalice las drogas en Georgia, justo en la frontera con Rusia?