Ante el derrumbe global, los británicos y la UE ponen a Rusia en la mira
por Helga Zepp–LaRouche
Georgia ha resultado ser un instrumento voluntario de la estrategia angloamericana para acorralar a Rusia. El 8 de agosto estalló la guerra entre fuerzas rusos y georgianas. Infantes de marina estadounidenses preparan a reclutas del Ejército georgiano en el Campo de Entrenamiento Krtsanisi, en 2003. (Foto: A1C Dallas D. Edwards/Fuerza Aérea de EU). |
El estallido de la guerra en el Cáucaso muestra cuán rápido puede desbocarse la situación mundial, dado el creciente debilitamiento de los cimientos del sistema financiero. También nos da una idea de la rapidez con la que podría degenerar en una guerra general. Aunque nadie puede predecir con precisión cuánto tiempo nos queda para atender la causa subyacente de la creciente amenaza de guerra —es decir, la crisis sistémica de las finanzas internacionales—, las operaciones militares en el Cáucaso no dejan lugar a duda de que la oportunidad de resolverla podría desaparecer de súbito.
“La guerra en el Cáucaso agarra a Europa desprevenida”, rezaba el titular de un artículo de Der Spiegel en línea el 8 de agosto, sobre la intensificación del conflicto entre Georgia y Osetia del Sur, el cual ha adquirido el carácter de una típica guerra substituta entre Estados Unidos y Rusia. Según el autor del artículo, Hans–Jürgen Schlamp, la Comisión Europea en Bruselas y su presidente actual, el Gobierno de Francia, eran presa de la “impotencia”, incapaces de hacer nada aparte de expresar su “grave preocupación”.
Nada más lejos de la verdad. En febrero pasado, cuando la Unión Europea (UE) —integrada por Gran Bretaña, Francia y otras naciones— apoyó la declaración de independencia unilateral de Kosovo, ya era claro que esta medida desestabilizadora no sólo afectaría a los países balcánicos, pero también alentaría cuanto movimiento separatista y de minoría hay en el mundo. Igual a como los conflictos en los Balcanes llevaron a la Primera Guerra Mundial, y también a la de 1991–1995 en esa región, lo intricado de sus relaciones étnicas les sirve a los británicos como tablero de ajedrez para sus operaciones de desestabilización geopolítica, cuyo objetivo principal es provocar un conflicto entre las grandes potencias e impedir cualquier cooperación económica pacífica en el continente europeo. Claramente no es coincidencia que desde el 12 de diciembre de 2007 la jefatura del equipo de planificación de la UE para Kosovo haya estado en manos del diplomático británico Roy Reeve, nada menos, quien antes estuvo destacado en Irlanda del Norte, Ucrania, Armenia y Georgia, todos países con problemas de nacionalidades y minoría étnicas.
Tal como los conflictos balcánicos desembocaron en la Primera Guerra Mundial, esta región sirve hoy a los propósitos geopolíticos británicos. Refugiados bosnios reciben comida durante la guerra de los Balcanes (1995). (Foto: Bosnische Hifguter Zenica). |
Ya desde el 15 de junio, Ronald D. Asmus, del German Marshall Fund (GMF), dijo en un artículo que se cernía una guerra entre Georgia y Rusia, la cual fácilmente podría arruinar las relaciones de esta última con Occidente. Sin duda ésa fue la intención desde un principio. Asmus también presidió una reunión del GMF a principios de este año en Bruselas, donde cinco ex miembros del estado mayor propusieron un plan atroz para transformar a la OTAN en una fuerza de intervención mundial con la facultad de iniciar un ataque nuclear en ciertas circunstancias.
Con su llamada “Revolución Rosa” y su deseo de integrarse a la OTAN, Georgia ha resultado ser un instrumento dispuesto para la estrategia angloamericana de cercar a Rusia. Pero, ¿qué indujo a Georgia a reocupar Osetia del Sur ahora, 16 años después de esa región declarar su independencia? La guerra en el Cáucaso forma parte de un intento de desestabilización mundial, y coincide con el arresto del ex dirigente serbiobosnio Radovan Karadzic, y también con las desestabilizaciones de Turquía, Sudán y Zimbabue mediante ataques terroristas o sanciones; y sólo mencionamos los más prominentes entre los muchos puntos de crisis del mundo.
La crisis financiera alimenta la amenaza bélica
Como ya señalé arriba, estos hechos ocurren en el marco general del derrumbe acelerado en marcha del sistema financiero internacional, el cual ha venido llevándose consigo pedazos cada vez más grandes de la economía física. La Reserva Federal de EU ahora ha asumido el cometido de emplear su mecanismo de redescuento para poner una liquidez prácticamente ilimitada a disposición de las gigantescas Freddie Mac y Fannie Mae, ¡entidades quebradas que en conjunto avalan 5,3 billones de dólares en hipotecas! Pese a sus enormes ramificaciones hiperinflacionarias, esto apenas tapa uno de los huecos por donde el barco hace agua. El debate entre los especuladores es si son 3.000 o 5.000 los bancos en quiebra en EU, y ocho de ellos ya han cerrado sus puertas oficialmente este año. Entre tanto, la economía de EU, o lo que queda de ella tras años de “deslocalización”, se deprime cada vez más, como se ve en las industrias automotriz, aérea y de la construcción. Más estados y municipios se ven obligados a cortar sus gastos de forma draconiana, como es el caso en California, donde 22.000 empleados estatales han quedado cesantes y otros 200.000 encaran la amenaza de ver su paga reducida al salario mínimo.
Un guardacostas y un destructor de la Armada estadounidense con proyectiles teledirigidos zurcan el mar Negro el 26 de agosto, en abierta provocación contra Rusia, para llevar provisiones de ayuda a Georgia. (Foto: Guardia Costera de EU). |
Por otra parte, algunos analistas han llegado a coincidir con la opinión de Lyndon LaRouche, de que el ritmo del derrumbe económico de Europa es aun más acelerado. La caída del sector de bienes raíces en España está causando una crisis bancaria enorme, y lo mismo pasa en Gran Bretaña, donde el Royal Bank of Scotland ha tenido que borrar doce mil millones de dólares de sus libros, luego de la intervención del gobierno en Northern Rock. La situación anda igual de deprimente en Dinamarca. La tasa de inflación oficial de la UE está por encima de 4%, en tanto que la verdadera inflación para los asalariados menos aventajados es peor, porque tienen que gastar la mayor parte de sus ingresos en comida, energía, calefacción, vivienda y demás. Y cuando nada menos que el ex presidente de la Reserva Federal, el mismísimo “señor Burbujas” Alan Greenspan empieza a hablar de la crisis del siglo —una crisis causada por él personalmente—, no hay duda de que quiere preparar al mundo para el gran estallido.
No sería la primera vez en la historia que la oligarquía financiera internacional haya tratado de controlar una crisis financiera y económica internacional avivando la llama de la guerra. Y, para quien se prepare para una guerra, el primer paso es crear una imagen enemiga para meter a la población en cintura.
Viles ataques contra China
Ésa es precisamente la intención de los asquerosos ataques contra China emitidos por los medios de difusión y por personajes políticos a raíz de los Juegos Olímpicos. Ora provengan de agentes conscientes de la facción británica o de mentecatos tontos en los noticieros matutinos, los chismes irresponsables propalados en vísperas de las olimpiadas sencilla y llanamente han sido monstruosos. En abierto desapego de la verdad y sin pizca de conocimiento sobre la historia y la cultura china, se han difundido los asertos más descabellados imaginables, los cuales bien prodrían lograr envenenar las relaciones con China y allanar el camino para los conflictos venideros con ese país (y con Rusia).
El ministro de Propaganda nazi Joseph Goebbels hubiera envidiado la “gran mentira” que escupen los hipócritas de Occidente contra China hoy. |
Las ceremonias de apertura de los Juegos Olímpicos en Pekín no sólo fueron concebidas de una forma maravillosamente bella y poética, sino presentaron una demostración magnífica de los cinco milenios de historia de esa gran nación, la cual durante muchos años fue la primera en el mundo, y ahora se prepara para asumir nuevamente ese papel en algún momento futuro. Aunque China tiene sus problemas —por ejemplo, la gran mayoría de su población rural vive en la pobreza y el materialismo occidental ha infectado a parte de la población en alguna medida—, lo importante es el vector de desarrollo, el cual va en ascenso, a diferencia de lo que les sucede a los sofistas arrogantes de la facción imperialista occidental.
El Gobierno chino, como tiene todo el derecho de hacerlo, le ha bloqueado el acceso a la internet a la propaganda antichina que emana de las organizaciones internacionales y británicas en relación con el Tibet y la etnia uigur. Después de todo, ¿permiten los Gobiernos británico y estadounidense la libre circulación de los panfletos de los talibanes o las instrucciones de al–Qáeda en sus territorios? ¿Qué tienen que ver con la democracia y los derechos humanos los intentos de desestablización de una potencia enemiga?
Que un político a favor de la ratificación del tratado de Lisboa o un representante de los mismos medios de difusión que —aun después del voto del electorado de Irlanda contra dicho tratado— no publicaron ni un solo artículo pertinente sobre cómo el mismo daría al traste con la democracia parlamentaria en Europa, o quejarse de la falta de democracia y derechos humanos en China, es pura propaganda estilo Goebbels, quien, de hecho, ¡se hubiera puesto verde de envidia! En Europa impera un déficit de democracia, y ello lleva a un pesimismo cultural peligroso y bien arraigado, como se expresa en la consabida frase: “¡Total, no podemos hacer nada al respecto!” Por tanto, esos políticos y periodistas a quienes les molesta la falta de democracia en China, deben salir y oír al pueblo expresar su opinión sobre la clase política y los medios noticiosos, en Alemania, por ejemplo.
Para aprovechar la oportunidad a mano antes de que desaparezca (y ojalá siga disponible el tiempo suficiente para evitar la gran catástrofe), tendremos que tomar un camino muy distinto. El ministro de Relaciones Exteriores ruso Serguéi Lavrov dio un paso muy prometedor en ese sentido, con el artículo publicado en la edición actual de la revista Rusia en la política mundial, “Rusia y el mundo en el siglo 21”, el cual refleja de un modo directo el pensar del presidente Dimitri Medvedev y del primer ministro Vladimir Putin.
Lavrov afirma el hecho obvio de que la era de los últimos 400 o 500 años en que la civilización europea ha dominado al mundo llega a su fin y, por tanto, se hace necesaria un nueva visión. Él no sólo rechaza la idea de que el mundo a la larga adoptará los valores de Occidente y la teoría del “fin de la historia”, o sea, un imperio global angloamericano, sino también la de un mundo “postamericano” sin EU.
El Canciller ruso recalca su total desacuerdo con la idea de que los sucesos actuales necesariamente culminarán en el caos y la anarquía. Más bien cree en la posibilidad de crear una nueva arquitectura política, financiera y económica, en la cual Rusia tendrá que desempeñar un gran papel como socio igualitario.
Según Lavrov, el modelo anglosajón (es decir, librecambista) se tambalea, igual a como sucedió en los 1920, y, por tanto, hoy como entonces, es necesario el Nuevo Trato de Franklin Roosevelt. Debe integrarse a China, India, Rusia y Brasil en esta nueva reforma de nuestras instituciones internacionales. Sobre esta base puede planificarse un futuro común para la región euroatlántica y el mundo entero, un futuro en el que la seguridad y la prosperidad se harán realmente inseparables, asevera.
Dos opciones
Las naciones occidentales tienen hoy, en esencia, dos alternativas: o apegarse a la línea británica de tratar a Rusia, China e India como enemigas —lo cual significa, por ejemplo, usar a Georgia para operaciones antirrusas, alentar el separatismo en China, desatar plagas financieras contra India y demás—, y ello garantizaría desatar la gran catástrofe, o pueden hacerle caso a la propuesta de larga data de Lyndon LaRouche, y poner en el temario un nuevo orden financiero y económico internacional en la tradición del Nuevo Trato de Roosevelt y Bretton Woods. De concertarse un arreglo semejante, EU, Rusia, China e India deben colaborar como el grupo medular en torno al cual pueden aglutinarse otras naciones soberanas. Ése es, en esencia, el planteamiento del canciller Lavrov.
El presidente Franklin Delano Roosevelt firma la ley del Seguro Social de 1935, que fue el sello distintivo del Nuevo Trato. El ministro de Relaciones Exteriores ruso Seguéi Lavrov invocó el ejemplo de Roosevelt al escribir la clase de medidas económicas que se necesitan hoy. (Foto: Biblioteca del Congreso de EU) |
Para las naciones de Europa, eso significa librarse de la camisa de fuerza de la UE, la cual, para Alemania, a lo sumo desde el tratado de Maastricht, ha venido a ser un nuevo tratado de Versalles. Las naciones europeas pueden, y en verdad deben cooperar como una Europa de repúblicas nacionales soberanas, y esto representaría un mayor apego al espíritu humanista de su tradición de lo que es posible hoy con la burocracia de la UE. Ésta está más lejos de dicha tradición que la Tierra de una galaxia a dos millones de años luz.
Esperemos que la coincidencia de lo que el propio Greenspan ha descrito como la crisis del siglo del sistema financiero, junto con el reconocimiento de cuán rápido puede estallar una guerra, baste para despertar a la gente responsable a la razón.