El Oriente Medio como encrucijada estratégica
Üdc10ÝLa crisis de septiembre-octubre
(De izq. a der.) El ministro de Petróleo de los EAU, Obeid vin Saif al-Nassiri, Lyndon LaRouche, y Mohamed Jalifa al-Marar, director del Centro Zayed de Abu Dhabi.
Los principales órganos de difusión del mundo árabe informaron ampliamente sobre la conferencia "El petróleo y el gas en la política mundial", que se realizó el 2 y 3 de junio en la ciudad de Abu Dhabi, en los Emiratos Arabes Unidos, bajo los auspicios del Centro de Coordinación Zayed, un organismo de la Liga Arabe, en la que Lyndon LaRouche, el precandidato presidencial demócrata estadounidense, fue el único orador de fondo de Occidente. La conferencia fue una plataforma para el análisis y la formulación de una política petrolera árabe en la actual situación estratégica y financiera.
A continuación el texto del discurso de Lyndon LaRouche:
El mundo ha llegado a una encrucijada en la historia moderna. De continuar el mundo en la senda escogida por mi gobierno y algunos otros, la civilización se hundirá por una generación o más en una edad de las tinieblas planetaria comparable a la que asoló a Europa hace unos 750 años. No debemos pretender que ese peligro no exista. Pero también debemos comprometernos a la alternativa esperanzadora que los gobiernos sabios preferirían. Por tanto, hablaré con franqueza, pero también con optimismo, sobre una segunda encrucijada: el Oriente Medio.
La historia del petróleo en esta región empezó con los planes de la armada británica para lo que llegó a conocerse como la Gran Guerra de 1914–1918. El Imperio Británico pretendía usar el petróleo extraído de esta región para darle a su armada la ventaja estratégica de cambiar el combustible de los buques de guerra, del carbón al petróleo. Desde esa época, como todas las naciones representadas en esta conferencia lo saben, esta región ha estado dominada por las pugnas entre las grandes potencias por el control de las importantes ventajas económicas estratégicas especiales que ofrece el petróleo extraído de esta región. Pero no fue sólo el petróleo lo que definió la suerte del Oriente Medio. Desde principios de la historia de la civilización, muchísimo antes de descubrirse el petróleo, el Oriente Medio ha sido la encrucijada histórica de Eurasia y África juntas, como lo es hoy. Con o sin petróleo, la importancia estratégica histórica del Oriente Medio seguiría en pie.
Ahora bien, hay planes mal concebidos, inclusos esos que han sido objeto de alguna discusión entre mi gobierno y el de Rusia, para tratar de obviar la actual dependencia estratégica mundial del petróleo del Oriente Medio. Semejante política sólo podría resultar en añadir otro factor de caos a una situación monetario-financiera y económica mundial que ya es explosiva en su conjunto. Mi esperanza sería persuadir a las potencia de que abandonaran impulsos económicos y geopolíticas de tan tamaña incompetencia temeraria como esos.
En cualquier ordenamiento cuerdo de los asuntos económicos estratégicos del mundo, el petróleo del Oriente Medio seguirá siendo un factor destacado del suministro petrolero de la economía mundial, por lo menos por una generación o más en el futuro. Esto sería así por lo que implícitamente deben ser obvias razones económicas. Sin embargo, como en todas las actuales cuestiones de relaciones internacionales, dada la desesperada situación en la que se encuentra el mundo hoy, no debemos ser tan ingenuos como para suponer que potencias que podrían ser grandes, o sencillamente poderosas, reaccionarían, por tanto, de manera cuerda ante los hechos estratégicos de la situación.
Enfoco en la cuestión del petróleo, pero lo hago dentro del marco histórico determinado de las opciones estratégicas para un Oriente Medio definido desde tiempo ha, y todavía, como una encrucijada estratégica de Eurasia. Luego de definir ese marco, volveré a enfocar nuestra atención al petróleo como tal, situando la producción y la comercialización del petróleo como un factor decisivo de vital importancia al presente para el Oriente Medio, como una región con calidades especiales ecológicas y culturales implícitas.
Me concentro en tres factores distintos, relacionados, que deben tomarse en consideración al tratar de predecir las perspectivas de la región, y también de su petróleo: el ecológico, el económico, y el factor político-estratégico.
Para empezar, enfóquense en un primer plano, como si fuera desde una estación espacial en órbita, el pasado y el presente ecológico de la biosfera de esta región del mundo. Veamos en nuestra imaginación el proceso histórico a largo plazo del deshielamiento del gran glacial eurasiático en el intervalo de hace unos 19.000 años atrás, cuando los niveles de los océanos estaban como unos 120 metros más abajo delo que están hoy. Observen la evolución de la región del Mediterráneo en el milenio siguiente. Vean la fase posterior del gran desecamiento de las otrora ricas regiones del Sahara, el Golfo y Asia Central.
El verlo desde la perspectiva de este panorama, tomado en distintos intervalos, nos recuerda de la manera más útil un hecho que ya conocíamos: que el factor estratégico más decisivo en la región del Oriente Medio hoy día, no es el petróleo, sino el agua dulce. La característica principal de esa porción de una civilización islámica, que se extiende desde el "techo del mundo" en Asia, hacia occidente, a traves del Oriente Medio y el norte de África, es la lucha contra la aridez que ha continuado extendiéndose a lo largo de aproximadamente los últimos seis mil a ocho mil años.
Hoy tenemos el potencial científico para empezar a controlar, si no a cambiar del todo, algunos de los efectos de ese proceso posglacial. Ese es el principal desafío ecológico estratégico que obstruye la realización de lo que de otra forma es un gran potencial, un potencial que ha existido por la mayor parte de dos milenios en la civilización árabe. Es al grado que avancemos de forma significativa hacia la aplicación y la mejoría de los métodos de producción y distribución de agua dulce, que otros factores decisivos de desarrollo pueden entrar en juego. En ese caso, veremos el potencial implícito del Oriente Medio como la encrucijada de Eurasia. Cualquier pronóstico a largo plazo de las perspectivas para el petróleo del Oriente Medio, debe estudiarse en el marco de ese desafío.
El desarrollo de la producción de agua dulce y su manejo, lo cual está conectado al papel del petróleo, es la fundación indispensable para todas las otras perspectivas optimistas del desarrollo interno, pacífico y estable en lo político, del Oriente Medio en tanto región. Si la gente carece de los medios esenciales para vivir, no habrá paz; vivirán como las olas sucesivas de `piratas terrestres', incluyendo el Imperio Mongol, que en tiempos pasados arrasó a Europa y al Oriente Medio desde los extremos de Eurasia. No habrá paz sin un suministro adecuado de agua".
El concepto del Puente Terrestre
Esto me trae a una de las cuestiones económicas decisivas. Para este propósito, el mayor potencial económico del Oriente Medio es su papel como encrucijada económica-estratégica decisiva para Eurasia como un todo. Mientras que la importancia estratégica del Canal de Suez como vínculo entre el Mediterráneo y el océano Índico es obvia, indicaré el por qué la rutas terrestres a través del Oriente Medio son formas aún más decisivas de transporte como un todo, y también para las conexiones entre África y Asia.
Es una cosa sencilla de contabilidad, que el costo de transportar un producto, digamos, por mar, o por otro medio, debe compararse con el costo de producir ese producto hasta el momento de embarcarlo. Por tanto, tendemos a transportar productos tales como el petróleo y los cereales, que tiene un precio por tonelada más bajo, por el transporte marítimo que es más lento y menos costoso. El trabajo más útil, como valor agregado al producto a medida que pasa por las distintas etapas de producción, disminuye la proporción de los costos de transportar el valor que representa el producto como un todo. Por tanto, entre más valor real se agrege a la materia prima o al producto semiacabado, mayor será la prosperidad relativa de exportar el producto que le aportará a la nación, o región de una nación que lo exporta. Esto siempre lo han entendido los más grandes economistas y estadistas de las Américas y Europa desde hace unos 150 años.
Hasta los tiempos modernos, el transporte acúatico siguió siendo el principal camino al progreso en las condiciones materiales de la vida humana. Esto continuó hasta hace 170 años, cuando el economista germano-estadounidense Federico List bosquejó lo que vino a ser la revolución ferroviaria. Esto se aceleró con el desarrollo exitoso del sistema transcontinental ferroviario de EU, un suceso que fue de importancia decisiva para que este país emergiera como una de las principales potencias económicas del mundo bajo el presidente Abraham Lincoln. A partir de 1876, los métodos estadounidenses, representados por el desarrollo del sistema ferroviario transcontinental de Estados Unidos, fueron adoptados en Alemania, Rusia, Japón y otras partes, incluyendo China.
Cierto es que el esfuerzo de conectar al Atlántico con el Pacífico desde el este por ferrocarril, como EU había conectado el Atlántico al Pacífico desde el oeste, fue visto por el Imperio Británico como una amenaza a su estrategia de supremacía marítima en todo el mundo, de lo que resultaron las dos guerras geopolíticas, llamadas mundiales, del siglo 20. Cierto es que hay una facción influyente, utopista, en EU hoy día, dispuesta a desatar una guerra geopolítica por Eurasia continental, con el propósito de prevenir el desarrollo interno de las masas continentales de Asia y África. Esas políticas son contrarias a toda definición racional de los intereses económicos de un EU que sufre el derrumbe monetario-financiero que arremete. Por desgracia, existen entre ciertos círculos muy influyentes al presente.
Cualquier apariencia que pueda tener la actual política de EU ahora, la realidad de la presente crisis económica mundial quizás obligue a que haya algunos cambios extensos en las políticas y en el pensar de EU en el futuro próximo. No hay esperanza de revivir la economía de EU de la presente crisis, sin precisamente tal cooperación basada en el desarrollo del transporte terrestre en los continentes de Eurasia y África en su conjunto. Si EU ha de encontrar una solución a los inevitables desastres que pronto acarrearán las actuales políticas, esta ha de incluir un papel especial para el Oriente Medio.
La solución a esta crisis estratégica no yace en el petróleo como tal, sino en la forma en que la producción y comercialización del petróleo puede emplearse para servir los intereses más amplios de la región. Los gobiernos estables dentro de la región, y las relaciones estables con áreas fuera de ella, son la primera línea de defensa contra las fuerzas y otros peligros que al presente la amenazan. El papel decisivo del desarrollo del transporte es uno de los principales ejemplos de las medidas de defensa que se requieren.
La ventaja especial que ofrece el transporte ferroviario o de levitación magnética moderno, en comparación con el transporte acúatico, descansa en el hecho elemental de que, con raras excepciones especiales, el producto transportado por vía marítima no mejora, en y de por sí, al transportarse. Bajo las condiciones adecuadas, los corredores de transporte de larga distancia que estén basados en lo fundamental en el transporte moderno por vía férrea o de levitación magnética, son, en sus efectos netos, rutas más baratas y más veloces de que las marítimas. Como fue el caso con los sistemas ferroviarios transcontinentales originales de EU, esas rutas eran sólo de transporte; el sistema de transporte transformó lo que virtualmente era tierra de nadie en lo económico, en un rica región de desarrollo económico poderoso. En efecto, cada kilómetro promedio de inversión a lo largo de esas rutas troncales o alternas, le devolvía a la nación una cantidad neta de riqueza producida por la agricultura, la minería y la manufactura muy por encima del costo de desarrollar y mantener el sistema.
En vez de pensar en nada más conectar dos puntos con una vía ferrea de larga distancia o un sistema de levitación magnética, piensen en la línea de transporte como la columna vertebral de un corredor de desarrollo de 50 a cien kilómetros de ancho. Paralelo a esa columna vertebral, corren acueductos y tendidos eléctricos. En los lugares apropiados a lo largo de la columna, se instalan complejos agroindustriales y residenciales. También se establecen áreas satélites parecidas, a lo largo del mismo corredor. Lo que acabo de describir de manera resumida, es el equivalente moderno de los métodos que produjeron una revolución agroindustrial en EU hace más o menos siglo y medio.[FIGURE 31]
Al concentrar los recursos de transporte, agua y energía en los corredores de desarrollo, puede manejarse el uso más eficiente de esos recursos; el empleo más económico del terreno disponible se obtiene al concentrar el desarrollo en esos corredores. Bajo condiciones de crecimiento continuo, surgen corredores de desarrollo subsidiarios de los troncales.
Ese mismo método puede aplicarse, con una combinación de tecnologías existentes o al alcance, para transformar el interior de Asia, incluyendo sus desiertos y tundras.
Con las políticas apropiadas, el costo neto de semejantes corredores de desarrollo es menos de cero. Al fluir los productos a lo largo de la columna del corredor, se genera riqueza nueva en y alrrededor de cada nódulo agroindustrial y residencial a lo largo de la ruta.
Ahora, fíjense en el corazón del mundo árabe, desde el Atlántico a las fronteras de Irán, Turquía, y el Transcáucaso. Nuestro foco es sobre el Canal de Suez y el Sinaí, donde África se conecta a Asia. Enfóquense en el transporte marítimo entre el Mediterráneo y el océano Índico; fíjense cómo cruzan la región las alternativas naturales de rutas pertinentes para corredores de desarrollo basados en tierra, y los puertos marítimos que la intersecan. Piensen en los volúmenes de materia prima y de bienes semiacabados que fluyen hacia el Oriente Medio, por tierra y mar, desde Asia hacia el oeste, y desde Europa hacia el este.
El Oriente Medio es hoy lo que ha sido, en principio, por miles de años, aun antes de la construcción de las grandes pirámides de Egipto. Fue y sigue siendo una de las encrucijadas naturales en el desarrollo de la civilización.
Vuelvo a recalcar, una vez más, que cada vez que combinamos materiales y partes en productos semiacabados o acabados, estamos disminuyendo el porcentaje del costo total de ese producto correspondiente al transporte. El Oriente Medio, una vez más, representa uno de los puntos estratégicos más naturales del mundo para la concentración del comercio y la producción. No debe ser un tubo pasivo por el cual se transporten productos; debe convertirse en una etapa de decisiva importancia estratégica del proceso mundial de producción de riqueza.
¿Qué pasa con el petróleo del Oriente Medio bajo esas condiciones? Habrá un cambio natural en los dechados de consumo. Aumentará el consumo interno, con un mayor acento en el uso del petróleo y del gas natural como materia prima e insumos de la producción, en especial de la producción del Oriente Medio.
Las cuestiones estratégicas
¿Qué, entonces, puede pronosticarse para la historia venidera del petróleo del Oriente Medio? Tenemos que hacernos tres preguntas fundamentales. Primero, ¿cuáles son las alternativas disponibles? Segundo, ¿qué alternativa es más probable que se escoja, y por quién? Tercero, ¿resultará en un éxito o en un desastre, como la sucesión de cambios políticos de los últimos 35 años, mediante los cuales EU y Europa han llevado al mundo a la catastrofe global que avisoramos al presente?
De prevalecer fuerzas inteligentes, el mundo verá el contraste entre el sistema monetario-financiero de tipos de cambio flotantes de 1971–2002, con el sistema exitoso que dominó de 1945 a 1965, el sistema monetario-financiero de tipos de cambio fijos. De prevalecer esas fuerzas, los aspectos más decisivos del sistema de 1945–1965 serían copiados para lanzar las reformas globales de emergencia. En ese caso, pronto estableceríamos un sistema proteccionista de tipos de cambio fijos, un nuevo sistema de reservas de oro parecido al del período de 1945–1965.
En el período de aproximadamente los últimos 35 años, EU, el Reino Unido, y otras otrora potencias industriales saludables, han sido arruinadas por la ilusión utópica llamada sociedad "posindustrial" o de consumo. Esta política utópica llevó a los dirigentes de EU a destruir, en 1971, el exitoso sistema monetario-finaciero de 1945–1965, y a la avalancha de destrucción de los sistemas regulatorios de los que habían dependido el desarrollo económico estable y la prosperidad previa.
Ahora, ese sistema monetario-financiero que entró en vigencia a partir de 1971 está quebrado sin remedio. La ilusión de la llamada "nueva economía" cae en la bancarrota inevitable. Así, hace unos 35 años, EU y el Reino Unido hicieron un cambio en la política mundial que ha probado ser un terrible error. Es hora de corregir ese error, de regresar a principios probados, y cooperar en organizar la recuperación económica mundial con tanta urgencia necesaria.
Bajo las presentes condiciones de bancarrota general del sistema financiero mundial, en tanto que se lleva a cabo una reorganización a gran escala de los activos en quiebra, el margen decisivo para la recuperación económica vendrá de la creación de créditos nuevos, a largo plazo, y a bajo costo, que al principio serán inyectados, sobre todo, en la construcción de proyectos básicos de infraestructura económica a largo plazo. Esta inversión en infraestructura llevará entonces a la expansión del desarrollo agrícola e industrial. Esta inversión debe venir en lo principal de Estados nacionales perfectamente soberanos, en la forma de préstamos de interés simple con un plazo de vencimiento de un cuarto de siglo o más.
Bajo esas condiciones, habrá una gran expansión en el flujo de tecnología avanzada a regiones y lugares del mundo en los que hay una falta crítica de insumos tecnológicos necesarios.
Como parte de estos arreglos, necesitaremos acuerdos de mediano a largo plazo para establecer precios justos relativamente fijos para ciertas categorías de productos, en especial en el comercio mundial. Este sistema de precios justos debe incluir el abasto de energéticos tales como el petróleo, que tiene una relación muy sensitiva con la circulación de crédito a nivel mundial. Un precio justo es el precio al que una nación abastecedora promedio puede seguir aportando, de forma redituable, el producto en las cantidades y de la calidad que requiere el mundo. Los precios estables para las materias primas esenciales, tales como el petróleo, junto con un flujo de crédito internacional a tasas nominales de interés simple, a largo plazo, son decisivamente necesarios si ha de darse un proceso duradero de reconstrucción.
Estas medidas tienen que adoptarse, no como cuestión de gusto, sino como asunto de supervivencia. Cuando el barco se hunde, ningún pasajero cuerdo dice: "no quiero que me vean montado en una lancha salvavidas".
Algunos objetarán que vivimos en condiciones de una guerra que se propaga, no en las condiciones de paz en las que se estableció el sistema monetario de 1945-1965. Eso es cierto. Sin embargo, si las naciones no están dispuestas a establecer las condiciones institucionales para una paz duradera, incluyendo las condiciones económicas, entonces el futuro inmediato de la civilización en todas partes sería virtualmente desesperanzador. Mejor subirse al salvavidas. El primer paso es reconocer, finalmente, el simple hecho de que el barco, el sistema financiero-monetario actual, averiado por la guerra, se hunde sin esperanza. Entonces, tal vez, los gobiernos y otros tomen las medidas adecuadas hacia la paz de la prosperidad, hacia el salvavidas.
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