Ex funcionario alemán dice la verdad sobre el 11 de septiembre
El relato de von Bülow detalla, en forma que nadie lo hadocumentado aparte de Lyndon LaRouche y este servicionoticioso, el fraude total de la "versión oficial" sobrelos ataques del 11 de septiembre. El artículo, que aparece enmomentos en que el aparato utopista partidario de un "choquede civilizaciones" impulsa al mundo hacia la guerra, comopresunto mecanismo para "administrar" el desplome de todosu sistema monetario posterior al régimen de Bretton Woods yestablecer un nuevo imperio mundial angloamericano, podríahacer que importantes medios dirigentes del mundo piensen-ojalá- y encuentren coraje para actuar.
No hay pruebas
Von Bülow comienza señalando que los Estados Unidos, contodo y sus 26 organismos distintos de inteligencia yseguridad, no lograron impedir los ataques del 11 deseptiembre, ni tenían idea de lo que estaba por ocurrir.(Lyndon LaRouche, en una declaración de principios dejunio, lo planteaba de esta manera: "Nadie, fuera de unpuñado de conspiradores de muy alto nivel, podía tener elmenor conocimiento real de esta operación por adelantado".LaRouche dijo que "como bin Laden y compañía eranintrínsecamente incapaces de organizar las operaciones del 11de septiembre, ningún órgano estadounidense de inteligencia oseguridad hubiese podido tener conocimiento pertinente previoa los ataques, a menos que fuese cómplice de los mismos".)Irónicamente, sin embargo, como lo destaca von Bülow, alas 48 horas de perpetrados los ataques el FBI pretendíacontar con una lista detallada de todos los responsables. Enmenos de diez días, sin embargo, resultó que al menos sietede los presuntamente muertos en las acciones terroristas aúngozaban de buena salud en sus respectivos países. Y hasta lafecha, señala von Bülow, el director del FBI se ha negado aaclarar esta contradicción.
Como resultado de los actos terroristas del 11 deseptiembre, el gobierno de los Estados Unidos anunció que lanación está "en guerra". Pero para eso, señala von Bülow,cualquier gobierno tiene que averiguar primero quiénes sonsus enemigos. Los Estados Unidos reconocen que no las pruebasque dicen tener no bastarían para condenar en un tribunal aninguno de los presuntos terroristas. Dicen que el líder delos terroristas era Mohammed Atta, pero hasta CNN ha tenidoque reconocer las listas de pasajeros no dicen suficientepara corroborarlo.Los perpetradores dejaron tantas huellas, continúa vonBülow, que le recuerdan a uno "las pisadas de una manada deelefantes". Emplearon tarjetas de crédito con sus propiosnombres; se matricularon en escuelas de aviación bajo susidentidades verdaderas; dejaron vehículos de alquiler conliteratura islámica y detalles sobre cómo pilotear grandesaviones de pasajeros. Es como si las pruebas de hubierandispuesto adrede para dejar el rastro. Von Bülow agrega quelos datos recuperados de las cabinas de vuelo no dan ningunaindicación de lo que pasó.
.Esta idea de un nuevo Feindbild, explica von Bülow,proviene de Zbigniew Brzezinski y Samuel Huntington, aquienes describe como dos destacados exponentes de los mediosde relaciones exteriores e inteligencia secreta de losEstados Unidos; y, podría agregarse, fueron identificados porLyndon LaRouche como principales autores intelectuales de losactos del 11 de septiembre.
A mediados de los años noventa, señala von Bülow,Huntington había dicho que Europa y los Estados Unidosnecesitan a quién odiar, para fortalecer los lazos deidentificación de los estadounidenses con su propia sociedad.Y Brzezinski había dicho ya, desde sus tiempos en el gobiernode Jimmy Carter, que los Estados Unidos tienen un derechoomnímodo de propiedad de las materias primas del mundo,especialmente el petróleo y el gas natural.Para von Bülow resulta obvio que los hechos del 11 deseptiembre encajan perfectamente con estos conceptos, queemanan de la industria bélica y de todo el complejo"militar-industrial-académico". Las inmensas reservas dematerias primas del territorio de la antigua Unión Soviética-incluidas las rutas de paso obligado para nuevos oleoductos-ahora están completamente a disposición de estos intereses.
Concluye que este panorama es apenas la punta deliceberg, y apenas alcanza a imaginar las dimensiones de laporción sumergida, que bien pudieran causar la siguienteandanada de desastres.Este es el tipo de análisis que nunca encuentra uno enlos medios de difusión estadounidenses, aparte de lascomunicaciones de LaRouche y este servicio noticioso.