Lo increíble y lo elegible
Joe Lieberman y John McCain
Se encuentra en marcha un cambio tectónico en el panorama político del mundo. En medio de esta crisis, la realidad del derrumbe económico que golpea de lleno, junto con el impacto de la contundente campaña por desacreditar y poner al descubierto a la sucia pareja de Joe Lieberman y John McCain, emprendida por un Lyndon LaRouche que más y más gente considera elegible, causa ciertos virajes políticos trascendentales en la situación estratégica y económica mundial. Estos son algunos de los más visibles:
1) El súbito viraje del gobierno de Bush en materia del llamado "'rescate" de Brasil a manos del FMI, que en realidad es un esfuerzo desesperado por rescatar a algunos de los principales megabancos estadounidenses expuestos a grandes riesgos en Brasil;
2) Medidas tomadas en respuesta al catastrófico impacto del sistema del Tratado de Maastricht en Europa, orientadas hacia la creación de empleos con el respaldo de los gobiernos, al estilo de los programas de Franklin Roosevelt, y tendentes a alejarse de la demencia librecambista del Tratado de Maastricht;
3) La creciente intensidad, en Europa y los Estados Unidos, de la oposición a una guerra con Iraq, y;
4) El descrédito de Lieberman y McCain en medios políticamente astutos de los EU, al extremo de que ya no se considera a ninguno de ellos un candidato presidencial viable.
1. Brasil y el rescate bancario: Desde que ocupó su cargo, el actual secretario de Hacienda estadounidense Paul O'Neill siempre ha insistido que los megarrescates son cosa del pasado, y que esa era la posición firme del gobierno de Bush. Pero las inminentes repercusiones en cadena de un incumplimiento por parte del Brasil, seguido por otros países, eran demasiadas para cruzarse de brazos. Para el 31 de marzo de 2002 los bancos estadounidenses tenían alrededor de 22.000 millones de dólares comprometidos en Brasil, 13.200 de los cuales corresponden al consorcio bancario Citigroup.
Por su parte, los bancos europeos tienen comprometidos unos 82.000 millones de dólares, de los que la participación española lleva el mayor riesgo. Estas cifras no incluyen la inversión extranjera en el sector privado brasileño; tan sólo la participación estadounidense en dichas inversiones, estima el Banco Central del Brasil, pasaban de los 55.000 millones de dólares al cerrar el año 2000.
"El peligro de un inminente incumplimiento brasileño con sus 500.000 millones de dólares en deuda externa real y una burbuja incontenible de deuda pública interna era demasiado para tragarse", dijo Lyndon LaRouche en una entrevista del 8 de agosto. Y añadió, "El sistema entero podría tronar de un momento a otro".
"El gobierno de Bush no tiene idea en estos momentos de qué hacer ante la crisis sistémica mundial", continuó LaRouche. "Lo que sí sabe es que no quieren que se hundan Citibank y J.P. Morgan-Chase, y quizá algunos otros. Así que este paquete del FMI no es un favor que le hacen a Brasil; es un favor a los EU, que no saben qué demonios hacer en estas circunstancias".
Las implicaciones de la crisis brasileña se reseñaron en el editorial de la edición alemana del Financial Times del pasado 8 de agosto, titulado "Último clavo en el ataúd de la ideología del FMI". Dicho comentario editorial, de Sebastian Dullien, señala que la crisis en Iberoamérica, y en particular en Brasil, está "demoliendo el fundamento teórico" de la política del FMI. A partir de 1999 el gobierno brasileño ha dejado flotar libremente la moneda y emprendió reformas económicas, mientras que el Banco Central combatía la inflación. No obstante, la moneda nacional, el real, "se desploma", y con cada devaluación aumenta la deuda externa y se acerca más el momento del incumplimiento. El editorial del Financial Times, basado en tales hechos, saca la conclusión correcta: "La crisis iberoamericana cuestiona todo el sistema monetario del mundo moderno". Tal vez fuera mejor, insinúa Dullien, "ir pensando en un nuevo sistema monetario mundial".
2. Programas de creación de empleos. Tanto en Alemania como en Italia se han adelantado propuestas de apoyarse en garantías oficiales para el financiamiento privado de iniciativas de creación de empleos, similares a las que organizara Franklin Roosevelt en los EU, y como lo vienen proponiendo desde tiempo atrás LaRouche y sus colaboradores en Europa, en particular desde su iniciativa de un plan de reconstrucción de los Balcanes, impulsada a fines de los años noventa. El surgimiento simultáneo de tales propuestas, que han recibido gran impulso tanto en Italia como en Alemania, basadas en el modelo de la Kreditanstalt für Wiederaufbau, (KfW) tan exitoso en la reconstrucción alemana de la posguerra, es un importante indicio de las dramáticas transformaciones hoy en marcha.
El 1 de agosto, el ministro de Economía de Italia, Giulio Tremonti, anunció que su país decidió soslayar las restricciones presupuestarias del Pacto de Estabilidad Europeo, mediante la creación de una entidad que venderá bonos avalados por el Estado, para la inversión en infraestructura a la manera de la KfW alemana. La KfW fue creada para financiar la reconstrucción y el desarrollo de Alemania con el Plan Marshall de la posguerra. El nuevo organismo italiano, llamado Infrastrutture SpA (Ispa), entrará en operaciones en septiembre. Hasta ahora, las rígidas restricciones del Pacto de Estabilidad habían impedido cualquier inversión importante en infraestructura.
El 5 de agosto, el diario alemán Der Spiegel informó que la Comisión Hartz, del gobierno, había cambiado de parecer en cuanto a los incentivos económicos y en el mercado laboral, y estaba contemplando un programa de emergencia, a tres años, para la creación de un millón de nuevas plazas de trabajo. Los empleos se crearían a través de un nuevo fondo del orden de los 150.000 millones de euros, y serían en la pequeña y mediana empresa del llamado Mittelstand, más que todo para proyectos de desarrollo infraestructural en la porción oriental de Alemania, devastada en lo económico.
La Comisión Hartz propone que el nuevo fondo se cree mediante la emisión de bonos especiales por parte de la KfW, que se llamarían bonos "flotantes de empleo", en vez de financiar el programa con fondos normales del Estado, lo que aumentaría la deuda pública y violaría los "criterios de Maastricht" del Pacto de Estabilidad Europeo.
3. Resistencia a la guerra en Iraq. El viraje económico alemán coincide con la declaración del canciller Gerhard Schröder, del fin de semana del 3 y 4 de agosto, de que Alemania no participará en una posible invasión de Iraq. La declaración del gobierno alemán, que tuvo repercusiones por todo el mundo, es apenas un indicio de una oposición más amplia y coordinada a la pretendida guerra contra Iraq.
Si bien la resistencia a una aventura en Iraq, encabezada por los EU, viene creciendo desde hace meses en Europa, parece que lo que llevó a la cristalización de este fermento fue la oposición abiertamente manifiesta de altos mandos militares en los propios EU. Oficiales del Estado Mayor Conjunto y otros comandantes estadounidenses han hecho saber que consideran llana y peligrosa demencia la "marcha a Bagdad" por la que militan con estridencia líderes civiles del Pentágono, tales como Paul Wolfowitz y el "asesor" Richard Perle.
En Inglaterra, donde se manifiesta oposición a la guerra con Iraq desde hace tiempo, la novedad es la franqueza con que lo dicen ahora destacados portavoces militares de ese país, tales como el mariscal de campo Lord Bramall, quien fungiera de 1982 a 1985 como jefe del Estado Mayor de Defensa del gobierno de Margaret Thatcher, y cuyo criterio tiene mucho peso en medios militares británicos, tanto activos, como retirados. Lord Bramall declaró a la BBC, el mismo fin de semana del 3 y 4 de agosto: "En potencia, esta es una situación muy peligrosa, en que este país pudiera verse arrastrado a una guerra muy, muy fea y prolongada en el Oriente Medio. No se tiene licencia para atacar a otros países nada más porque sus líderes no nos gustan". La oposición a la guerra con Iraq crece, tanto en el Partido Laborista del primer ministro Tony Blair, como en el oposicionista Partido Conservador.
La oposición británica, francesa y alemana a la aventura iraquí se refleja también en Italia. Según informes del 8 de agosto en el diario Corriere della Sera, el gobierno italiano convoca a varios países árabes y europeos tras una iniciativa para resolver las tensiones en torno a Iraq, en especial las que tienen que ver con el acceso de inspectores de armas de la ONU a Iraq, por medios diplomáticos y no militares.
En los EU hay que prestar atención a recientes declaraciones del ex asesor de seguridad nacional Brent Scowcroft, de quien se sabe que goza de alguna confianza con el ex presidente George Bush (padre del presidente) y colaboradores de éste. Scowcroft externó sus dudas sobre la idea de irse a la guerra contra Saddam Hussein, explicando que "podría haber una explosión en el Oriente Medio. Toda la región podría convertirse en una caldera, y eso sería el fin de la guerra contra el terrorismo".
Pero el cambio más notable en los EU fue el de Dick Armey, líder de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, consagrado conservador y aliado del presidente Bush. El 8 de agosto dijo: "Si tratamos de irnos contra Saddam Hussein, por pernicioso que sea, sin la debida provocación, no contaríamos con el apoyo de otros Estados nacionales. No creo que los EU puedan justificar un ataque a otra nación, sin provocación alguna. No estaría a tono con lo que hemos sido como nación ni con lo que debiéramos ser".
4. Efectos de la campaña de LaRouche contra Lieberman y McCain. Los comentarios de Dick Armey reflejan lo que Lyndon LaRouche había dicho que cabía esperar, desde principios de su campaña por destruir la influencia de los senadores Joe Lieberman y John McCain. El chantaje contra el presidente Bush, de que McCain, vinculado a Lieberman, podría hacer campaña como candidato de un tercer partido, quitándole votos a Bush, ha tenido a éste y a sus colaboradores cuidándose las espaldas. Nada más destruir a esta sucia pareja, decía LaRouche, y empezarían a sentirse oleadas de efectos saludables tanto en el Partido Republicano como en el Demócrata.
De hecho, la iniciativa personal de LaRouche transforma la situación en Washington y en todo el país. En las últimas dos o tres semanas ha habido un marcado aumento de las críticas y ataques públicos a Joe Lieberman. Es comidilla en Washington que la campaña de LaRouche contra Lieberman y McCain ha eliminado ya la viabilidad de este último como candidato presidencial.
Este vuelco político también se hizo sentir el pasado 6 de agosto en las elecciones primarias del Partido Demócrata en el estado de Michigan, donde el demócrata larouchista Kerry Lowry ganó la candidatura de ese partido en el XIX distrito legislativo del estado, con 61% de la votación, y Joseph Barrera, otro precandidato larouchista, obtuvo 48% de la votación en la contienda por un escaño en el Senado del mismo estado. Los candidatos larouchistas obtuvieron tan crecidas votaciones, más el triunfo electoral de Lowry, como resultado directo de su activa agitación por la iniciativa de LaRouche contra Lieberman y McCain.
Demócrata larouchista Kerry Lowry
|