¿Halcones? ¡Qué va! Si acaso gallinazos


Richard Perle propone enviar a los jóvenes estadounidenses a la guerra,
aunque él mismo no prestó el servicio militar.


La posibilidad de una guerra contra Iraq ha causado que los que uno menos se esperaba, se pronuncien en contra. Ahí tenemos al general (r) Brent Scowcroft, uno de los arquitectos de la primera guerra de Iraq, quien publicó un artículo, "No ataquen a Saddam", que dice que no hay pruebas de vínculos terroristas de Iraq, y que "hay un virtual consenso en el mundo contra atacar a Iraq en estos momentos".

Y el paisano de George W. Bush, el tejano Dick Armey, líder de la mayoría republicana en el Congreso, que no sólo se oponga a una guerra, sino que —¡gulp!— defienda el derecho soberano de Iraq de gobernarse por sus propios líderes. Saddam será "odioso", pero atacarlo "no sería cónsono con lo que hemos sido y lo que debemos ser como nación". "Que [Saddam] bravuconee, que despotrique y rabíe todo lo que quiera; ése es un asunto entre él y su pueblo", dice Armey.

Y qué decir del senador Chuck Hagel, quien dirigió la campaña presidencial del superhalcón senador republicano John McCain en las elecciones del 2000. Un ataque de los EU contra Iraq, dijo, serviría de cubierta política para Israel expulsar a los palestinos de Gaza y la Ribera Occidental. "Tal vez el señor Perle quisiera formar parte de la primera oleada que entre a Bagdad", dijo, refiriéndose al asesor del Pentágono, el psicótico Richard Perle.

Pero la palma se la llevó Lawrence Eagleburger, ex socio de Henry Kissinger, y tal vez uno de los peores secretarios de Estado que hayan tenido los EU, aunque sólo fuera en funciones. "Estoy totalmente aterrado de que los Richard Perle y los Wolfowitz digan que esto sería pan comido", cuando "tomaría cientos de miles de tropas" para que resulte. Eagleburger también acusó a Perle y a Paul Wolfowitz, subsecretario de Defensa, de ser "engañosos".

Y se sabe que el secretario de Estado Colin Powell también está entre los que se oponen a emprender una guerra contra Iraq. ¿A qué se debe esta resistencia a una guerra por parte de una gente que normalmente no se consideraría pacifista? Claramente un factor, como se ve en los casos de los ex generales Scowcroft y Powell, es la experiencia militar. Estos dos, al igual que el senador Hagel, un veterano de la guerra de Vietnam, saben lo que es la guerra.

No así los superhalcones como el vicepresidente Richard Cheney, quien el 26 de agosto le dijo a una asamblea de la asociación de Veteranos de Guerras Extranjeras en Nasville, Tennessee, que Estados Unidos tenía el derecho de tomar acción unilateral contra Saddam Hussein porque éste desarrolla armas "con el propósito de inflingir muertes a gran escala, para que Saddam pueda amenazar a cualquiera que quiera en su propia región o en el mundo". Cheney añadió que Saddam, con su arsenal de "armas de terror" y en posesión del "10% de las reservas petroleras del mundo, podría buscar dominar a todo el Oriente Medio, y adueñarse de una buena parte de los suministros energéticos del mundo, amenazar directamente a los aliados de los EU en la región, y someter a los EU y a cualquier otra nación al chantaje nuclear".

Cheney, se sabe, no prestó servicio militar cuando le correspondía durante la Guerra de Vietnam.

También es sabido que el presidente George W. Bush se alistó en la Guardia Nacional Aérea, con lo que esquivó el servicio militar activo.

Y demás está decir que los ultrabelicistas Wolfowitz y Perle, evadieron el servicio militar, lo mismo que Ken Adelman, el primero en salir con la línea de que una invasión a Iraq ahora sería pan comido. Laurent Murawiec, a quien Perle empleó para embestir contra Arabia Saudita como "la más grande amenaza" que enfrentan los EU (porque no quiere prestarse a servir de base de una guerra contra Iraq), también intentó evadir el servicio militar en Francia, hasta que Lyndon LaRouche lo convenció que cumpliera con su deber.

Así que todos son de la misma ralea, de esa gente cobarde que evade su deber, pero que acostumbra ser fanática proponente de mandar a otra gente a matar y morir en guerras. Es decir, no son halcones, sino más bien gallinazos.

Pero además del factor de la experiencia militar, hay otra causal hasta más importante de la creciente resistencia a la guerra contra Iraq, y es el despliegue que realiza el movimiento larouchista, que saturó a todo EU con 5 millones de volantes denunciando los nexos con el hampa y otras corruptelas de los senadores John McCain, Joe Lieberman, de Perle, Wolfowitz y otros gallinazos, a quienes el derrumbe del sistema financiero mundial impulsa a provocar una guerra.

LaRouche advirtió el 26 de agosto que, ante la creciente oposición a sus planes de guerra, los desesperados utopistas podrían escenificar otra atrocidad como la que realizaron el 11 de septiembre pasado, que les serviría de pretexto para desatar una yihad o guerra santa contra el islam, y encender su guerra perpetua de choque de civilizaciones.