Preparando el terreno para sembrar arroz en Bali, Indonesia, un país que logró la autosuficiencia en la producción de arroz en 1984, y la perdió con el ataque financiero del FMI de 1997-1998.
El cuarto gobierno indonesio en cuatro años, encabezado por la presidenta Megawati Sukarnoputri, hija de Sukarno, padre fundador de Indonesia, llegó al poder apenas en agosto del año pasado, heredando la formidable tarea de guiar a la nación a buen resguardo, caminando por una cuerda floja sobre un abismo con dos monstruos en el fondo: por un lado, el peso de la impagable deuda, producto del saqueo y la devaluación producidos en 1997–98 por los especuladores globalistas, con la protección del Fondo Monetario Internacional (FMI); y por el otro, la amenaza de que el Estado se rompa en mil pedazos mientras la violencia separatista, étnica y religiosa continúa azotando al archipiélago. Las crisis regionales han empeorado por la pobreza que ocasionaron el derrumbe económico de 1998, y los gobiernos occidentales y las organizaciones no gubernamentales (ONGs) que controlan, las que insisten en balcanizar al archipiélago. Encima, tenemos el derrumbe en marcha del sistema financiero mundial del dólar, y el empuje angloamericano parauna guerra mundial contra el islam.
La deuda, de más de 130 mil millones de dólares, y que casi iguala al producto bruto nacional, es un caso típico de lo que Resumen ejecutivo de EIR ha denominado la "aritmética de los banqueros". La porción foránea de dicha deuda ha sido pagada varias veces pero, debido a las devaluaciones forzadas que redujeron elvalor de la rupia a menos de una cuarta parte de lo que fuera en 1998, cuando la mal llamada "crisis asiática", los pagos casi no contaron, y la deuda continúa, como un cáncer, comiéndose la economía real.
La porción interna de la deuda, que se eleva a 71 mil millones de dólares, fue por el intento del gobierno de salvar a los bancos y las industrias del Estado en 1998, luego del pánico que el FMI provocó, al exigir el cierre de varias instituciones financieras, a cambio de no cortarle el crédito al país. Aún peor, por exigencia del FMI, el gobierno ahora está vendiéndole los bancos que salvó en 1988 a la banca extranjera y a los especuladores. Esto significa que, además del aumento del control extranjero sobre el sistema bancario nacional, los bonos del gobierno que se le otorgaron a los bancos para mantenerlos a flote, y que suman a miles de millones de dólares cada año, no permanecerán en el país. De hecho, la venta en marzo de la mayoría de las acciones de uno de los principales bancos de Indonesia, el Banco Central de Asia, solo le redituó 500 millones de dólares al gobierno, mientras que debe pagar cerca de 700 millones cada año en intereses por los bonos otorgados a ese mismo banco en 1998.
Indonesia también está en una nueva geometría económica y financiera, manifiesta en la caída de Argentina como el modelo a seguir. Antes de la reunión de abril del Club de París, de los acreedores, el gobierno dijosin ambages que el país no podrá pagar este año el servicio a la deuda. El Club de París concedió una suspensión de 18 meses del pago pendiente, de más de 5 mil millones de dólares, para evitar la explosión de otra Argentina en Asia.
En circunstancias normales, a esto se le llamaría moratoria, pero esta frase ni se ha mencionado. Standard & Poor's anunció que sería necesario bajar la calificación crediticia de Indonesia a "incumplimiento selectivo", pero aseguró que esto sólo era una cuestión "técnica" y que subiría tan pronto como fuera posible.
Se anunció oficialmente que la obediencia de Indonesia al FMI había justificado la reestructuración de su deuda. De hecho, Indonesia ha cumplido con todas las demandas, empezando con la privatización de los bancos e industrias estatales, el corte de subsidios a los combustibles y otras necesidades, y otras reformas estructurales. Pero se ha rehusado a apresurar el proceso, suspendiendo los subsidios de manera gradual y negándose a vender a precios de remate ciertos bienes del Estado, cuando la Asamblea Legislativa y los empleados estatales expresaron una fuerte oposición.
La privatización del FMI no han avanzado en los últimos dos años, y los planes para privatizar dos compañías farmacéuticas, una compañía portuaria y una mina de carbón están suspendidos, mientras que las ofertas para la compra de una compañía de telecomunicaciones y una de bienes raíces fueron consideradas muy bajas para ser aceptadas, según la Oficina del Ministerio de Empresas Estatales.
El problema principal que enfrenta esta nación de 230 millones de habitantes, la cuarta más poblada del planeta, es el bienestar general de su población. El gobierno de Megawati ha tomado varias medidas para proteger a la población de la furia de las crisis económicas. En la agricultura, Indonesia fue autosuficiente en la producción de arroz desde 1984, hasta el asalto financiero de 1997–98. El gobierno ha anunciado planes para recuperar la autosuficiencia para el 2010 a través de una combinación de mayores rendimientos y la apertura de 100,000 hectáreas adicionales de arrozales cada año. El ministro de Agricultura, Bungaran Saragih, ha propuesto nuevos aranceles para el arroz (y el azucar), para que no sean "vulnerables a las violentas fluctuaciones del mercado mundial de alimentos".
Indonesia también está tomando medidas para proteger su industria acerera. El Sr. Sutrisno, presidente de la compañía acerera estatal PT Krakatau, anunció que están considerandose varias opciones para proteger a esta importante industria, incluso aranceles. También se refirió a las tarifas acereras impuestas por "otros países" (sin mencionar a EU), lo que indica que está produciendose un cambio muy necesario contra los dogmas del libre comercio.
Megawati ha viajado por toda la región, ofreciendo la buena voluntad de Indonesia, y conminando a sus vecinos a ver la urgencia de fomentar el desarrollo de la infraestructura e industria de sus países, y advirtiendo los beneficios a largo plazo para la seguridad y el desarrollo de la región.
Pero las buenas intenciones no servirán de nada si no se elimina la carga de la deuda. Un informe de la Comisión Económica y Social de la ONU para Asia y el Pacífico (ESCAP), publicado el 26 de abril, advirtió que el desarrollo de Indonesia quedará corto respecto a otros países en vías de desarrollo en la región, debido a "las enormes deudas que impiden que el presupuesto estimule el crecimiento", según el Yakarta Post. Se calcula que Indonesia necesita un crecimiento del 7%, tan sólo para absorber la población que se suma al mercado de trabajo, pero las expectativas de crecimiento para este año sólo llegan al 4%.
El FMI puede remecer a Indonesia, como le hizo a Argentina. A menos que el país, en alianza con otras naciones, se movilice para crear un nuevo sistema monetario que facilite la condonanción de la mayor parte de esta deuda ilegítima, y genere nuevos créditos para el desarrollo, el control de la economía nacional por las caducas instituciones financieras en torno al FMI, penderá como una Espada de Damocles sobre toda la región.
Megawati ha advertido que la supervivencia de la nación está amenazada por los violentos movimientos separatistas, sobre todo en Papua y en Aceh, y por la violencia religiosa en las Malacas. El mayor peligro es que los intereses angloamericanos que promueven un "choque de civilizaciones", minen la posibilidad de un acuerdo, en su afán de promover su plande "guerra perpetua".
Cuando la Asamblea Legislativa de Indonesia le concedió a regañadientes la independencia a Timor Oriental, después del referéndum de 1999, los intereses neocoloniales que la promovieron, continuaron sus ataques contra el país con el objeto de usar a Timor Oriental como una fuente permanente de tensión e inestabilidad en la región. Por fortuna, el nuevo Presidente de Timor Oriental, Xanana Gusmão, ex jefe del movimiento armado maoista Fretelin, ha mostrado una gran sabiduria en bregar con estos problemas. Rompiendo con sus antiguos camaradas del Fretelin y con el belicoso Premio Nobel de la Paz, José Ramos-Horta, Gusmão condenó la sed de venganza contra miembros de las milicias pro Indonesia y del ejército. Más bien, Guzmão está promoviendo la paz y la reconciliación de todas las partes. Gusmão rehusó contender como candidato del Fretelin, o cualquier otro partido, y obtuvo el 80% de los votos como candidato presidencial independiente, al tiempo que prometía representar a ambas partes del conflicto que azotó a Timor Oriental por años, y también hacer las paces con Indonesia.
El 3 de mayo, Gusmão viajó a Yakarta, donde había estado preso por siete años por participar en el Fretelin. Allí le entregó a Megawati una invitación para asistir a un acto programado para el 19 de mayo. Aunque muchos de sus compatriotas quieren juzgar a los milicianos y a los oficiales del ejército de Indonesia que lucharon contra la independencia de Timor Oriental, Gusmão declaró: "No digo que no estoy de acuerdo con la justicia. Justicia sí, pero ¿cuáles son mis prioridades? Justicia social. ¿Para qué luchamos y sufrimos? ¿Para juzgar a otras gentes o para recibir los beneficios de la independencia?". Esto refleja el concepto de los famosos Tratados de Westfalia de 1648, que no sólo pusieron fin a un siglo de guerras religiosas en Europa, sino que establecieron el respeto mutuo entre las naciones, sin recriminaciones por afrentas anteriores, como la base indispensable para el desarrollo de los Estados nacionales más allá de su pasado feudal. "La independencia no es [sólo] tener una bandera, tener un presidente. Es inútil si no hacemos esfuerzos para mejorar las condiciones de vida de nuestro pueblo", añadió.