El Plan Lautenbach y sus consecuencias

Helga Zepp-LaRouche, presidenta del Movimiento de los Derechos Civiles Solidaridad (BüSo), presentó la siguiente ponencia en un seminario de EIR en Berlín, el pasado 18 de diciembre.

Hoy quisiera hablar sobre el debate económico que tuvo lugar a principios de los 1930, que constituye un tabú en nuestros días. Lo que espero que quede claro, es que uno de los fenómenos más sorprendentes es el hecho de que hoy día casi no se menciona palabra sobre las discusiones que tuvieron lugar a principios de los 1930, y el hecho de que difícilmente alguien sabe algo al respecto.

Actualmente, el sistema de la globalización, de la economía del libre mercado, está irremediablemente quebrado. Y a cualquiera que todavía no haya reconocido ese hecho, le pediría que por favor leyera el discurso de uno de los gobernadores de la Reserva Federal estadounidense, una persona de nombre Ben S. Bernanke, quien hace unas semanas dio un discurso asombroso que, en estos momento, es el tema más candente entre la gente enterada de Londres, Wall Street y Zurich, porque cometió la monstruosidad de violar un tabú al decir que ahora, con todas nuestras herramientas modernas para aumentar el circulante, es muchó más sencillo crear liquidez, de muchas formas, que cuando, a la antigua, se necesitaba una imprenta para imprimirlo; y hoy eso es posible básicamente mediante todo tipo de dispositivos electrónicos. Y al hacerlo, básicamente soltó de sopetón el secreto mejor guardado de los genios del mercado hasta ahora, a saber, que si el sistema está llegando al final de su camino, y el efecto dominó se convierte en una amenaza real, con la bancarrota de grandes bancos y megaemporios, con el estallido de las burbujas financieras, y además el mentado riesgo agregado, es decir, si un sector del mercado quiebra, entonces, por la interconexión de todos los sectores del mismo, todo el sistema global revienta. Así, el último recurso es imprimir dinero, como lo hizo el Reichsbank en 1923, sólo con la diferencia de que entonces, como saben, el problema se limitó a Alemania, mientras que hoy, debido a la globalización, el efecto es mundial. Como debiéramos recordar de la historia, la hiperinflación —porque este señor Bernanke no se refería a otra cosa más que eso— es la que le roba al hombre común, a la gente pequeña, de su último vestigio de ahorros. La hiperinflación se lo traga todo.

Un sombrío panorama mundial

Y ahí es precisamente donde nos encontramos ahora. Ya se mencionó a Latinoamérica. Argentina ha suspendido el pago de su deuda externa y dicho: "Ya no vamos a pagar". Ahora bien, eso sólo eran 800 millones de dólares, pero el aspecto importante de eso fue su efecto, como señal de que el país enfrenta la desintegración total de su territorio, y por por tanto han dicho: "¡Basta! ¡No más!"

La situación de Brasil es impresionante. El 1 de enero tomará posesión "Lula" como presidente. Se ha desatado la histeria sobre qué hará Brasil con sus 500.000 millones de dólares de deuda externa. Mi esposo tenía razón, cuando dijo que ningún otro país representa una demostración mejor de que tan irremediable e insalvablemente quebrado está este sistema. Porque Brasil tiene dos opciones: o capitula e intenta cumplir con las condiciones del FMI, en cuyo caso pronto seguirá el camino de Argentina, es decir, el país se desintegrará; o, dirá "¡no!", y en ese caso el FMI está igualmente acabado, porque el duro monto de la deuda de Brasil, de 500.000 millones de dólares, es suficiente para poner de rodillas a algunos megabancos de los Estados Unidos, pero también de España y de dondequiera.

Pero en Japón es todavía peor: crisis bancaria, depresión dondequiera que mires.

El verdadero epicentro de la crisis se movió a los EU hace algún tiempo. La infraestructura de los EU se desintegra, y enfrenta la perspectiva de ya no contar con un sistema ferroviario o aéreo, porque si United Airlines, que se declaró en quiebra el 16 de diciembre, sigue el camino de PanAm, Braniff y otras aerolíneas, entonces va derechito a ser liquidada y, bueno, supongo que todavía podrán circular por el país en un autobús de Greyhound, o a pie, ¡aunque eso no sea particularmente eficiente!

Ya se mencionó el desplome del dólar. Básicamente nos encontramos en las últimas semanas. Mi esposo ha dicho, con mucha valentía (como es de común, de todas maneras), que el sistema financiero mundial se encuentra tan avanzado en su derrumbe, que estamosd hablando de semanas, por enero, de unos pocos meses. Y esto es lo que configura, sin lugar a dudas, la dinámica principal de la crisis económica aquí en Alemania, aunque, por supuesto, también existen algunos problemas locales que tienen que ver con el cambio de paradigma cultural de los últimos 35 años.

¿Eichel le prepara el camino a un nuevo Hitler?

Recordarán que más o menos un mes después de las elecciones, de la relección del gobierno de Gerhard Schröder, se hacían comparaciones con el gobierno de Heinrich Brüning. Por una parte, el señor Oskar Lafontaine, del Partido Socialdemócrata, dijo que la política de austeridad de el ministro de Finanzas alemán, Hans Eichel es la misma que la de Brüning, la persona que le preparó el camino a Adolfo Hitler, luego que las medidas de austeridad echaron abajo a la República de Weimar


Hermann Müller y Heinrich Brüning,

Pero también el populista de derecha, profesor Arnulf Baring, ha mencionado a Brüning, e incluso llegó al extremo de pedir que se enmiende la Constitución de Alemania, exigiendo que se revise la ley básica, porque desafortunadamente no contiene un artículo 48, o sea, la claúsula que le permitió a Brüning emitir sus Decretos de Emergencia. Baring también instó al pueblo a salir a las calles, a guarnecer las barricadas para derrocar al actual gobierno. De modo que ha estado muy radical.

Recapitulando. Me gustaría examinar este periodo histórico con un poco más de cuidado. Quizás algunos de ustedes conozcan muy bien todo esto, pero diré algunas cosas que tal vez no conozcan tan bien. En ese entonces, durante el período de Hermann Müller, del gobierno de Müller, y durante el de Brüning, hasta Franz von Papen y Kurt von Schleicher, el fracaso de la democracia era muy claro para todos, porque ningún partido en el Reichstag tenía idea de cómo enfrentar el desplome del sistema liberal. Y una parte integral de este sistema liberal era, por supuesto, el pago de las reparaciones de guerra que Alemania tenía que hacer. En el momento en que se derrumbó la gran coalición de Müller, esto llevó a una serie de regímenes policíacos, cada uno de los cuales fracasó. Y Von Schleicher, que en teoría pudo haber evitado la catástrofe, llegó al poder demasiado tarde, en diciembre de 1932, cuando la presión de los angloamericanos sobre Hjalmar Schacht para llevar a Hitler al poder era demasiado grande, y la situación había llegado demasiado lejos como para cambiar el rumbo.

Hoy nos encontramos en una situación parecida: ninguno de los partidos tiene la menor idea de qué hacer. El derrumbe sistémico hoy es mucho peor que el de la Gran Depresión de los 1930, pero hay ciertos paralelos: hemos tomado la gráfica de los precios de las acciones de 1910 a 1940, y las hemos superimpuesto sobre la de los precios de los de 1980 a la fecha, y de hecho las curvas ajustan perfectamente.

Pero la crisis sistémica actual es mucho, mucho peor. Dos continentes ya se han desintegrado de facto: África, y ahora presenciamos la traumática desintegración de América Latina. En aquel entonces, los EU eran el mayor prestamista; hoy, por otra parte, los EU son el mayor deudor en la historia de los mercados financieros.

El peligro, por tanto, es que se vislumbra en el horizonte el caos, o incluso una versión renovada del artículo 48, o quizás una dictadura. Por ello, quisiera dejar por sentado esto desde el principio: nuestra posición consiste en procurar defender a este gobierno de Schröder, no porque sus medidas económicas sean la gran cosa, sino porque en la actual constelación de fuerzas, Alemania, e incluso el propio Schröder, con todos sus problemas, se han convertido en el fulcro de la oposición a una nueva política Brüning. Y, por tanto, debemos procurar cambiar las políticas de Schröder, y no que lo remplacen.

Porque lo que está en juego aquí es muy claro: el propio Schröder está indeciso todavía. Puede decidir de un modo u otro. Puede hacer lo que Thomas Schmidt (cuyo pasado en los 1960 y 1970, por cierto, es muy interesante), que actualmente escribe en el Frankfurter Allgemeine Zeitung, si Schröder, con un cálculo frío, pone en movimiento el debilitamiento del estado social, entonces sus competidores no podrían tocarlo, y así, mostraría liderato en el desmantelamiento del estado social, que es lo que propone Thomas.

Un baño de realidad para Alemania

Porque deben considerar el hecho de que nadie más que un individuo de nombre Peregrine Worsthorne —que curiosamente es el hijastro de Montagu Norman, el hombre que financió a Hitler y lo llevó al poder, el ex presidente del Banco de Inglaterra— escribió el 2 de abril de 1996, el diario Sunday Telegraph: "No digo que debamos movernos directamente del estado social a un estado policíaco", pero el "sistema de subsidios es una idea cuyo momento ya pasó. . . Para mucha de `nuestra gente', la vida a fines del siglo 20 y en el siglo 21 será repugnante, brutal, y también corta". Y esto, por supuesto, es una referencia a las reformas en la salud, que acortan la vida, lo cual aparece en escena siempre que empieza a desmantelarse el estado del bienestar social.


Hace setenta años, cuando estalló la crisis económica mundial

El 24 de noviembre de este año un tal profesor Herbert Giersch escribió un artículo muy interesante en el diario Welt am Sonntag. El profesor Giersch fue uno de los "cinco sabios", dirigió el Instituto Económico Mundial de Kiel, y es un neoliberal de la ralea de la Sociedad Mont Pelerin; pero no obstante, escribió lo siguiente en ese artículo sobre la situación económica actual:

"Hace setenta años, cuando estalló la crisis económica mundial, un grupo de economistas destacados de diversas tendencias, incluyendo a Ernst Wagemann, Wladimir Woytinsky, Fritz Baade, Wilhelm Lautenbach, Lombard, Adolf Loewe y Emil Lederer, procuraron entusiasmar a la clase política y la opinión pública en relación a su política de gasto público activo. Muy probablemente le hubiera costado al partido Nacional Socialista su victoria de 1932".

No sé si les queda claro qué clase de tremenda bomba representa esa declaración. Quiere decir que por primera vez, un dizque profesor típico —aunque retirado, pero todavía bastante típico—, declara algo que hasta entonces sólo había declarado, en esa forma precisa, el señor LaRouche, yo misma, y el BüSo en general, a saber, que si la política económica de Alemania hubiese cambiado a tiempo, podría haberse impedido el ascenso de Hitler al poder.

Uno supondría que este es un tema que sería de gran interés en Alemania; eso es lo que uno supondría. Porque en ese momento existía una gran coalición de fuerzas sociales, los llamados reformistas, entre cuyos miembros a principios de los 1930 se contaba la Alianza Sindical General Alemana (Allgemeine Deutsche Gewerkschaftsbund, ADGB), así como un grupo de economistas alrededor de gente como Lautenbach —que en ese entonces era un alto funcionario del Ministerio de Economía— y también banqueros industriales, que proponía varias ideas para eliminar el desempleo mediante la generación de crédito productivo.

Y recordemos que precisamente al mismo tiempo, por 1933, Franklin D. Roosevelt aplicaba su política del Nuevo Trato en los EU, que incluía la generación de crédito productivo, y que sacó a los EU de la Depresión. Uno puede decir verdaderamente hoy día, que si esa misma política hubiese prosperado en Alemania, esto es, las medidas que alentaban Woytinsky y Lautenbach, Hitler no hubiera llegado al poder y probablemente la Segunda Guerra Mundial no hubiese tenido que ocurrir.


Adolfo HItler

Los 1930: la recuperación económica alemana

Y lo que lo hace más sorprendente, es que este debate económico que tuvo lugar de 1930 a 1932, lo han hecho a un lado casi por completo en Alemania hoy día. En su lugar, tenemos el mito difundido de que fueron los nazis, y Hjalmar Schacht y Hitler, quienes lograron eliminar el desempleo con sus programas de creación de trabajos. Nada puede estar más alejado de la verdad, como lo desarrollaré ahora.

El 28 de junio de 1928, Müller formó su gran coalición. El mercado de valores se derrumbó en 1929, y en 1930 surgió una crisis al interior de la coalición sobre cómo financiar el seguro de desempleo, lo que llevó a la renuncia de Müller. En marzo de 1930, había 537.000 desempleados más que en marzo de 1929. Luego, el 30 de marzo, Hindenburg le asignó a Brüning la tarea de formar un nuevo gobierno de coalición. Después de que Brüning asumió el cargo, el aumento anual en el desempleo subió a 1.432.000 en abril, y entonces, después de los primeros Decretos de Emergencia, a 2 millones. Después de que Brüning instrumentó más medidas deflacionarias en diciembre de 1930, el desempleo en marzo de 1931 era 2,8 millones de personas más alto que en marzo de 1929. El 8 de diciembre de 1931 se emitió otro Decreto de Emergencia, que incluía recortes de más del 10% en los salarios, recortes drásticos en los precios y un tope de 6% en las tasas de interés. Pero el desempleo siguió en aumento, hasta los 6 millones de personas en marzo de 1932.

A resultas de esto vino la victoria electoral del NSDAP [Partido Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores, o los nazis], que el 31 de julio ganaron el 37,4% del voto popular, alcanzando 230 puestos en el Reichstag, lo que los convirtió en la fuerza política más poderosa del país.

En este período de gran tensión, desde 1930 hasta principios de 1933, hubo varias fuerzas que presentaron ideas para revivir la economía. El papel más importante es el que jugaron, por un lado, la Alianza Sindical General Alemana, que tenía proximadamente 5 millones de miembros, la mayor organización en Alemania: el 80% de los trabajadores organizados pertenecían a ella. Y el intelecto principal tras estas propuestas fue Wladimir Woytinsky, jefe del Departamento de Estadística de la ADGB, quien había emigrado a Alemania de San Petesburgo en 1922, y que mantenía ese cargo desde 1929.

En la primavera de 1931, Woytinsky propuso un programa internacional para acabar con la crisis económica. Para empezar, sostenía la idea de que las medidas deflacionarias de Brüning sólo empeoraban la crisis. Escribió varios artículos sobre esto, y en 1931 publicó un libro en el que señalaba el carácter cualitativamente nuevo de la crisis económica mundial, en la cual los mentados mecanismos automáticos capitalistas ya no funcionaban y las medidas antideflacionarias sólo podían acordarlas las naciones, haciendo posible así el aumento en el poder adquisitivo. Y este poder adquisitivo adicional tendría que aplicarse de forma productiva, es decir, con la creación de empleos nuevos en proyectos públicos.

Woytinsky atacó con dureza la manía de recortar salarios y servicios sociales (hoy podríamos llamarle la mania "corta Eichels"*[1]), y el 9 de marzo de 1931, tuvo lugar una reunión del comité ejecutivo de la ADGB, en la cual Fritz Tarnow, presidente del Sindicato de los Trabajadores de la Madera y plenipotenciario de la ADGB para los programas de creación de empleos, junto con Wilhelm Eggert, convocaron a un programa internacional para terminar con la crisis económica mundial.

Un programa de recuperación para Alemania

Woytinsky publicó su primer artículo importante en junio de 1931 en el diario teórico Die Arbeit, donde abogaba con la ADGB por adopar una política económica activa. Ahí escribió:

"Las organizaciones laborales que dependen de las fuerzas de autocuración del orden económico capitalista, corren el riesgo de desangrarse hasta la muerte. Desde hace algunos años ya, los trabajadores de Alemania han dado una pelea difícil y defensiva, y entre más empeora la crisis, más desfavorables se harán las condiciones en que se libra dicha pelea. Nuestras organizaciones laborales han perdido su libertad de maniobra; ya no pueden decidir ni el momento ni el objetivo de su conflicto con el adversario. Se les obliga cada vez a luchar cuando y donde mejor conviene al otro bando.. . .

"Ahora, más que nunca, son necesarias medidas de gran alcance para revivir la economía. El movimiento laboral necesita un programa de acción de política económica, que pueda mostrarle a los trabajadores y a otros estratos de la población que la socialdemocracia y los sindicatos ven una salida del abismo económico. Pero al presente, no tenemos un programa de acción de política económica; todo lo que tenemos es una lista de exigencias sociales, la cual hacemos lo mejor que podemos para que se adopte. Tenemos posiciones definidas sobre una variedad de cuestiones de política económica particulares. Pero un programa, ¡no lo tenemos!"

Luego exige que la ADGB adopte una posición activa en política económica, es decir, en vez de una actitud "metereológica" pasiva de mera observación, adoptar una actitud activa como en la práctica médica, cuya tarea consiste en curar al enfermo, reducir el sufrimiento y detener la propagación de la enfermedad; y la investigación económica debe guiarse por objetivos parecidos. Se deben "poner en juego factores que estimulen a los empresarios a ampliar su campo de actividad económica. De conformidad con esto, debemos explorar oportunidades para complementar las iniciativas económicas inadecuadas tomadas por las empresas privadas, con la creación de empleos públicos". Deben hacerse acuerdos entre las naciones para elevar el poder adquisitivo. Lo que se requiere, es una ofensiva creativa, y no sólo escaramuzas defensivas.

Para responder al razonamiento de que tal intervención activa sería inflacionaria, Woytinsky escribió:

"Pero, de manera parecida, en el tratamiento de una enfermedad mortal grave, uno descartaría la aplicación de una medicina, sólo por tratarse de un veneno. Sin embargo, el médico no duda en utilizar diversos venenos como medicinas. . . Si el médico tuviese que renunciar al uso de substancias venenosas como medicinas, estaría condenado a la misma impotencia de una política económica que, por miedo a la inflación, rechaza todas las medidas antideflacionarias disponibles".

Y así, la única opción que queda es la de una política coyuntural activa que enfrente la crisis económica mundial. Y por ende, se necesita una política económica mundial.

Escribe: "Todas las naciones sufren porque la economía del mundo está enferma. Por tanto, todos deben concentrar sus energías en una acción conjunta para superar la crisis mundial". Hoy, le llamaríamos a esto Puente Terrestre Eurasiático.

En el Punto 3 de este programa de acción, escribe:

"Ningún país. . . es azotado tanto por la crisis mundial como Alemania; y en Alemania, la gente trabajadora es la clase que más sufre por la depresión económica. Considerando esto, es Alemania la que debe tomar la iniciativa en una política internacional vigorosa para combatir la crisis mundial, y la clase trabajadora alemana (los sindicatos y la socialdemocracia) debe reclamar y asumir el papel de transmisor de la idea de una política económica mundial activista".

En el Punto 6, escribe:

"Los fondos girados por las políticas internacionales de creación de dinero, deben aplicarse a la creación de empleos y a la realización de un gran plan para la reconstrucción europea".

Esa es la versión de 1930 de lo que propusimos para Europa en 1989 con el Triángulo Productivo, y de lo que hoy representa el Puente Terrestre Eurasiático para Europa.

El 31 de diciembre de 1931, Woytinsky, Fritz Tarnow, presidente del Sindicato de Trabajadores de la Madera, y Fritz Baade, vocero para política agrícola de la facción del Partido Social Demócrata (SPD) en el Reichstag, publicaron sus "Tesis sobre el combate a la crisis económica", y las presentaron ante el comité ejecutivo del ADGB. Contenía la propuesta para crear nuevos trabajos para un millón de desempleados, y para ese fin, el Reichsbank extendería un préstamo en efectivo por 2.000 millones de reichsmarks.

El 26 de enero de 1932, se presentó el programa de creación de empleos, llamado "Plan WTB" —por Woytinsky, Tarnow y Baade—, el cual incluía la idea de emitir créditos a largo plazo con bajas tasas de interés y de amortización; esos créditos se cobrarían entonces por el Reichskredit AG, y serían descontables en el Reichsbank.

La ADGB votó a favor del Plan WTB, pero el SPD, bajo Otto Wels, junto con los dizque expertos en economía del SPD, Rudolf Hilferding, Fritz Naphtali y Otto Bauer, se opusieron. Como Woytinsky escribió más tarde en su autobiografía:

"Me parecía ver —físicamente, con mis ojos— como Brüning conducía a Alemania hacia un final trágico. . . Sin embargo, no se debe culpar del todo duramente a Brüning por sus errores. Él compartía sus ideas erróneas con muchos de sus asesores en su propio partido y del Partido Social Demócrata. Si este último no hubiese apoyado sus medidas, pudo haberlas abandonado".

Eso es lo que sucedía por el lado sindical. Junto a eso, el 16 y 17 de septiembre, se llevó a cabo una conferencia secreta de la Sociedad Friedrich List, con la presencia del doctor Wilhelm Lautenbach, el presidente del Reichsbank, Hans Luther, el economista del SPD, Rudolf Hilferding, y otros. Ahí, Lautenbach presentó su trascendental plan. No puedo más que recomendarle a todos y a cada uno de ustedes que lean a cabalidad este memorándum, titulado, "Posibilidades para reanimar la actividad económica mediante la inversión y la expansión del crédito". Ahí, Lautenbach escribió: "El curso natural para superar la emergencia económica y financiera", no es "limitar la actividad económica, sino aumentarla, porque el mercado, en las condiciones actuales de depresión y crisis monetaria mundial simultáneas, ya no interviene".

Los mecanismos normales del mercado ya no son adecuados; no proporcionan directivas positivas. Y señala:

"Ya que en este momento tenemos la situación paradójica de que, a pesar del hecho de que hemos hecho recortes extraordinarios en la producción, la demanda todavía está por debajo de la oferta. Y así, tenemos excedentes crónicos en la producción, con los que no sabemos que hacer. El verdadero problema, y el más urgente, que nuestra política económica debe resolver, es la tarea de encontrar algún modo de convertir todo ese excedente en cosas de valor; y, en principio, es relativamente fácil hacer eso: los excedentes de bienes físicos, la planta productiva ociosa y la fuerza de trabajo inactiva pueden dedicarse a satisfacer una necesidad económica nueva, una que, desde un punto de vista económico, representa una inversión de capital. Podemos pensar en tareas como. . . obras públicas, u obras que se realicen con respaldo público, que para la economía significarían un aumento en nuestra riqueza nacional, y que tendrían que hacerse de todas maneras, una vez que regresen las condiciones normales (construcción de caminos, mejoras deseables y expansión del sistema ferroviario, y cosas por el estilo). . .

"Con una política de inversión y crédito semejante, se remediarán los desequilibrios entre la oferta y la demanda en el mercado nacional, y de nuevo se le dará a toda la producción, una dirección y un objetivo. Sin embargo, si dejamos de instituir dicha política, nos dirigimos a un derrumbe mayor inevitable, y a la completa ruina de nuestra economía nacional, hacia una situación que nos forzará, a fin de evitar una catástrofe nacional, a tomar deuda pública de corto plazo para fines del consumo únicamente; mientras que hoy, todavía está en nuestras manos el usar este crédito exclusivamente con fines productivos, y con eso equilibrar de nuevo nuestra economía y nuestras finanzas públicas".

Lo que decía es que tenemos dos posibilidades: o creamos crédito ahora mismo para la inversión, o si no, a muy corto plazo tendremos que hacerlo de todas maneras, pero sólo para financiar el desempleo; exactamente la misma situación que tenemos ahora.

Hans Schäffer, secretario del Ministerio de Finanzas, le dio todo su apoyo al Plan Lautenbach, y en septiembre de 1933 escribió un memorándum al respecto. Ernst Wagemann, jefe de la Oficina de Estadísticas del Reich y del Instituto de Investigaciones Coyunturales, hizo una propuesta similar. En enero de 1932 publicó un gran número de copias de su propio plan, que contemplaba la emisión de 3.000 millones de reichsmarks para la creación de empleos.

Este tema les acomodaba a los reformistas de la época, porque la crisis del verano de 1931 había echado a la basura toda la Ley del Reichsbank, y también el Plan Young sobre el pago de reparaciones de guerra, ya que todo estaba desmoronándose; del mismo modo en que se desintegra ahora el Tratado de Maastricht y su Pacto de Estabilidad. Porque, precisamente en momentos en que las situaciones aparentemente inmutables se vuelven inestables, es que en realidad pueden instrumentarse tales reformas.

El 29 de enero de 1932, Schäffer escribió en su diario que el canciller —es decir, Brüning— estaba particularmente enfadado con Wagemann, porque éste dijo que había creado la impresión ante los sindicalistas de que existían otros medios distintos a la política de deflación para mejorar la situación. Y segundo, las propuestas de Wagemann podrían acarrear grandes problemas al programa de pagos de las reparaciones.

A lo que se refiere aquí, es al hecho de que muchos historiadores han conjeturado que con su plan deflacionario, Brüning quería arruinar intencionalmente la economía para mostrar que Alemania no podía pagar las reparaciones. De hecho, en ese momento habían negociaciones para aliviar el pago de la deuda, la llamada Moratoria Hoover. Pero eso llegó demasiado tarde para Brüning, y eso lo aterrorizaba; el tenía una imagen de sí como un corredor de la maratón, que estaba a sólo 100 metros de la meta, pero que no tenía fuerza en la recta final.

Y en tercer lugar, Schäffer escribió en su diario que era de temerse que los nacionalsocialistas, que hasta entonces habían buscado en vano una política monetaria creíble, adoptarían el plan de Wagemann y podrían sacar ventaja de ello.

Pero esa no era de ninguna manera la situación real, porque todas las propuestas de reforma las habían hecho demócratas —socialdemócratas, sindicalistas— y no los nacionalsocialistas, que en las elecciones del 6 de noviembre de 1932 recibieron dos millones de votos menos que anteriormente. El mismo Hitler expresó la idea del suicidio como última alternativa, en caso de que se derrumbara el movimiento.

En noviembre de 1932, Von Papen estaba por formar un nuevo gobierno, pero hizo la desquisiada propuesta de disolver el Reichstag, y apoyarse únicamente en el Reichswehr (el ejército). El general Von Schleicher le advirtió al presidente Hindenburg que, en vista de enfrentamiento entre la izquierda y la derecha, eso llevaría a una guerra civil. Hindenburg quería nombrar canciller a Von Papen de cualquier modo, pero todos los miembros del gabinete, excepto dos, votaron a favor de Von Schleicher.

El 2 de diciembre de 1932, Von Schleicher asumió el cargo como el último canciller de la República de Weimar. Estaba firmemente convencido de que la república sólo podría defenderse formando una alianza de amplia base entre el movimiento laboral y el Reichswehr. Y a comienzos de noviembre de 1932, procuró levantar este llamado "Frente Diagonal", una coalición amplia de diversas fuerzas sociales que, juntas, podrían instrumentar este programa de estímulo a la economía.

El presidente de la ADGB, Theodor Leipart, estaba a favor de este Frente Diagonal. El Movimiento Sindical Católico Alemán, tanto la Unión Sindical Cristiana como la Unión Sindical Libre, el Reichsbanner [el brazo miliciano del Partido Social Demócrata], la Unión Alemana de Empleados al Menudeo, la Stahlhelm, la Asociación Alemana de Municipalidades y Condados bajo su presidente el doctor Günther Gerecke, todos estaban listos para apoyar a Von Schleicher en la ejecución de este programa. El propio doctor Gerecke había elaborado un programa de creación de empleos para el gobierno de Von Schleicher, que era acorde con las propuestas del industrial de Lübeck, Heinrich Dräger, y su círculo.


Theodor Leipart, presidente de la ADGB

Dräger había hecho propuestas parecidas. Quería poner a disposición del programa 3.000 milones de reichsmarks, y si resultaba exitoso, 5.000 millones adicionales, y finalmente un total de 10 a 20.000 millones de reichsmarks durante la década. Pero por desgracias este plan no se adoptó, y aunque Von Schleicher emitió una declaración gubernamental muy importante el 15 de diciembre de 1932, la estupidez de los socialdemócratas se convirtió en uno de los principales motivos internos de su fracaso. Específicamente, el líder de la fracción parlamentaria del SPD, Rudolf Breitscheid, declaró en ese momento: "¡No vamos a conversar con un general reaccionario!"

Entonces, el 11 de enero de 1933, el SPD le prohibió expresamente al presidente de la ADGB, Leipart, sostener cualquier discusión con Von Schleicher. Como es bien sabido, tres semanas después Hitler subió al poder, gracias a la ayuda de Hjalmar Schacht y ciertos círculos financieros angloamericanos.

Un Plan Lautenbach moderno

Pero ahora podemos decir con certeza absoluta, que si las propuestas de Woytinsky y las de Lautenbach se hubiesen aplicado en 1931, no hubieran existido las condiciones que en dos años hicieron posible a los nazis tomar el poder. Y lo mismo hubiese sido cierto si Von Schleicher hubiera tenido tan sólo seis meses más para instrumentar su programa. Lo que quiere decir que si en Alemania la gente hubiera podido seguir la misma política de Franklin Delano Roosevelt en los EU, con toda probabilidad previsible, la Segunda Guerra Mundial nunca hubiera ocurrido.

Y si hemos de aprender algo en lo absoluto de esta historia, realmente debemos decir lo siguiente: si la gente ya está hablando ahora sobre Brüning, si la gente habla ahora del Plan Lautenbach y los otros reformistas, entonces es el momento de que estudiemos los errores de los 1930 para que no repitamos esas políticas fracasadas. Hoy tenemos, en la forma del Nuevo Bretton Woods y el Puente Terrestre Eurasiático, propuestas bien concretas sobre cómo instrumentar la iniciativa de Lautenbach y Woytinsky.[FIGURE 24]

Y esos no son palos de ciego. Por una mayoría de votos, el Parlamento italiano ya aprobó la propuesta de mi esposo de un nuevo sistema financiero, orientado, no a la especulación, sino a la producción. El superministro italiano de Economía, Tremonti, quien también está directamente influido por las ideas de mi esposo, ha pedido un "Nuevo Trato" para Europa. Mi esposo ya habló hoy sobre como está trabajando conjuntamente el Triángulo Estratégico de Rusia, China e India; y así, con el Puente Terrestre Eurasiático, tendríamos una orientación completamente natural para las exportaciones alemanas.

Creo que hoy estamos en una situación en que, dentro de 70 años, no tendremos una situación en la que alguien pregunte: "¿Por qué tampoco se adoptaron esas propuestas entre 2002–2003?" Y donde nadie sepa cuál ha de ser el resultado. Hoy, la principal amenaza es el caos y el derrumbe mundial.

Me gustaría pedirles con urgencia. Mi esposo ya ha dicho "ayúdenme", y yo les digo lo mismo: ayúdenme, también, a instrumentar este plan en Alemania, y, para empezar, a dirigir un debate público amplio sobre este período de 1930–1933 y sobre las opciones que existían en ese entonces, y a sacar las concluciones apropiadas de ello.


Helga Zepp-LaRouche durante la Conferencia a los jovenes en Berlín Alemania
(18 de diciembre 2002)


*Retruecano que no puede traducirse: el apellido del ministro de Finanzas alemán, Hans Eichel, significa "bellota" y también "el glande del pene"[.]