¿Recuerdan el lema que ideó James Carville para la campaña presidencial de Bill Clinton en 1992, "es la economía, estúpido"? Clinton siguió el consejo de Carville y llegó tranquilamente a la Casa Blanca, enviando a George Bush "41" de regreso a Texas; no poque se haya opuesto a Yitzhak Shamir de Israel y al cabildo sionista de Estados Unidos, sino porque el electorado estadounidense se convenció de que Bush no estaba en sintonía con sus crecientes preocupaciones económicas.
Una década después, los EU y el mundo se hunden de cabeza en el peor crac económico, monetario y financiero en más de un siglo, y la versión actualizada del famoso lema de campaña de Carville ahora es: "Es el sistema, estúpido".
Lo que es seguro, es que todo el sistema global de tasas de cambio flotantes basado en el dólar el sistema de especulación, desregulación y libre cambio posterior a Bretton Woods ha llegado al final del camino. Desde el 21 de enero, hubo una plétora de letreros que indicaban que se acercaba el fin:
* Glenn Hubbard, "el último hombre en pie" del equipo de asesores económicos del presidente George Bush, anunció abruptamente su renuncia, menos de una semana antes del discurso a la nación del Presidente. Si hay algo que representa una señal de pánico y caos en los estratos superiores del aparato de política económica, es su salida.
* En menos de 72 horas, cinco senadores republicanos dieron a conocer su oposición al llamado "paquete de estímulo" de Bush, que no aborda nada de la terrible crisis económica que enfrentan los EU. El Presidente parece desorientado, obsesionado con una absurda guerrra en Iraq, y tercamente empecinado en sus consesiones fiscales a los supermillonarios. Nadie se ha molestado en decirle que su lunático esquema de reducción de impuestos está muerto aun antes de presentarlo al Senado y, si por algún milagro el Congreso llegará a aprobarlo, sólo aceleraría el ritmo de desplome de lo que queda de la economía real de los EU.
* Tres voces respetables enviaron un S-O-S señalando que el actual sistema financiero global está condenado. El Bundesbank en Alemania, en su estudio mensual de enero, advirtió de una explosión del mercado de derivados de crédito, y señaló que el multibillonario y desregulado mercado de derivados que el presidente de la Reserva de los EU, Alan Greenspan, considera sacrosanto y el pilar de la estabilidad monetaria del orbe podría desencadenar una desintegración global, mucho más intensa que el crac de septiembre de 1998 del que nos escapamos por un pelito, cuando estalló el fondo especulativo LongTerm Capital Management (LTCM). El mundo podría sobrevivir al derrumbe de una de las 60 instituciones financieras sentadas a la mesa de apuestas de los derivados, pero la caída simultánea de dos o más de estas instituciones significaría el fin de todo el sistema, advirtió el Bundesbank.
La revista Barron, en su reportaje principal, "Bomba de la deuda", de la edición del 20 de enero, se centró en la deuda combinada del gobierno, las empresas y los hogares estadounidenses, de 32 billones de dólares; una burbuja a punto de estallar. Y el diario danés Politiken publicó el estudio de un profesor de la Universidad de Copenhague, que cita al crecimiento incontrolable del déficit de cueta corriente de los EU como el detonador casi seguro de una depresión planetaria.
* Con la caída del dólar en un 15% ante las seis principales monedas del mundo, los inversionistas europeos comenzaron a retirar su dinero de los bonos del Tesoro de los EU y otras inversiones estadounidenses. Hasta ahora, el aumento neto de las inversiones asiáticas ha contrarrestado esta fuga de capitales, pero cada vez hay más indicios de que los asiáticos están también por retirarse, pues crece su preocupación de que la desventura militar de Bush en Iraq cree una nueva crisis petrolera, y el temor de un enfrentamiento igualmente desquiciado con Norcorea los tiene a la defensiva. Un derrumbe del dólar probable resultado de semejante fuga de capitales no sólo afectaría a los EU. Después de todo, el dólar sigue siendo la moneda de las reservas del mundo.
De todos los candidatos conocidos para la Presidencia de los EU en 2004, Lyndon LaRouche es el único preparado para abordar esta aguda crisis del sistema, con soluciones bien concebidas para la bancarrota del globo y un plan de reconstrucción económica mundial. El mejor consejo que pudiera dársele a George W. Bush sería: Escuche a LaRouche, porque "es el sistema, estúpido".