Los flancos débiles de los 'halcones de la guerra'

Lyndon LaRouche ha venido recalcando que la guerra en Iraq puede pararse y que las consecuencias de no lograrlo son incalculables. Un ataque contra Iraq no sólo desataría una nueva Guerra de los Treinta Años, un conflicto de guerras religiosas y de choque de civilizaciones que se tragaría a todo el Oriente Medio y a gran parte de Asia y África, sino la peor de las pesadillas: el posible uso de armas nucleares.

Desde esta perspectiva, cabe destacar que el impulso bélico del gobierno de los EU ha sufrido dos duros reveses: primero, la paliza que le propinaron en la sesión del 14 de febrero del Consejo de Seguridad de la ONU, y después las manifestaciones y protestas internacionales sin precedentes contra la guerra del 15 y 16 de febrero.

Estas acciones abrieron un espacio precioso al retrasar el inicio de esta aventura potencialmente catastrófica, y cada día que pasa hace más factible el detenerla de manera definitiva. Si se lograre obstaculizar la guerra unas semanas más, quizás entonces las condiciones climáticas impidan su inicio, al menos hasta que pase el verano.

La forma más segura de parar la ofensiva bélica, es aliviando la gran presión que los "gallinazos" y sus aliados ejercen sobre el presidente George Bush. Con ese fin, Lyndon LaRouche ha identificado una serie de iniciativas que pueden cambiar de forma decisiva el ambiente en la Casa Blanca:

1. Armas nucleares: La misma parvada de gallinazos utopistas que ha anhelado la guerra contra Iraq por años, alienta activamente el uso preventivo de armas nucleares contra Iraq y otros "estados forajidos" que se sospeche tengan en su poder armas de gran poder destructivo.

El origen inmediato de esta doctrina data de 1991, después de la primera Guerra del Golfo, cuando un grupo de fanáticos nucleares empezaron a promover el desarrollo de una nueva generación de armas nucleares tácticas.

Esto fue parte de la promoción de Cheney, Wolfowitz y Libby de una nueva doctrina estratégica que presentaran en el ahora infame documento del Departamento de Defensa de los EU de Dick Cheney, "Estrategia de Defensa para los 1990: la defensa estratégica regional", que avaló la producción de armas nucleares no estratégicas para su empleo en caso de guerra. "En la próxima década, debemos adoptar la combinación adecuada de fuerzas tácticas y estratégicas disuasivas. . . para reducir el riesgo que implican las armas de gran poder destructivo y sus medios para emplearlas, sin importar la fuente", propuso el documento de Cheney.

Existe una gran preocupación y alarma en el Congreso de los EU ante esta intentona de modificar el criterio para el uso de armas nucleares. El senador Ted Kennedy atacó esta noción en una carta abierta publicada en Los Angeles Times. Una pelea a fondo en torno al tema podría debilitar significativamente a la facción belicista enquistada en la Casa Blanca, al descubrir la premisas lunáticas que subyacen al embate frenético de los gallinazos para conseguir su guerra en Iraq.


El senador Ted Kennedy

2. Ashcroft: Otro flanco muy vulnerable es el papel del procurador general John Ashcroft, principal representante de los fanáticos "cristianos sionistas" en el gobierno de Bush. Ashcroft está fuera de control en su empeño por destruir derechos y salvaguardas constitucionales hasta ahora intocables. LaRouche exige al presidente Bush la destitución inmediata de Ashcroft, precisamente por las mismas razones que advirtió durante la campaña que encabezara para impugnar su confirmación como procurador general en enero del 2001. Las medidas de estado policíaco impuestas por Ashcroft han encendido tanto a republicanos como demócratas en el Congreso, y es otra arena en la que la presión bipartidista podría forzar un cambio en torno al Presidente y la Casa Blanca.


George W Bush y el procurador general John Ashcrof

3. Tony Blair: El eslabón más débil del andamiaje internacional de instigación a la guerra es el primer ministro británico Tony Blair, quien encara una oposición abrumadora de la población británica y, en especial, de su propio partido a su postura belicista. Debilitado ya por el desplome de la economía británica y por su ineptitud al respecto, Blair podría verse fuera del gobierno en cualquier momento, lo que dejaría a Bush sin aliados de peso en su fantástica "coalición de los dispuestos" a atacar Iraq.


Primer ministro británico Tony Blair