Ese arranque de ira de un importante funcionario demócrata, fue resultado de las medidas que ha aplicado la facción de la planilla presidencial del 2000 de Al Gore y Joseph Lieberman dentro del Comité Nacional Demócrata (DNC, siglas en inglés), todas en un intento francamente histérico e infame por excluirme de la lista de candidatos a la nominación presidencial del Partido Demócrata para el 2004.
Lo que se esconde tras esa serie de acciones rufianescas emprendidas por los representantes de la facción del Consejo del Liderato Demócrata (DLC, siglas en inglés) dentro del partido, es lo que el senador demócrata Edward Kennedy definió en una declaración de enero de 1995: que "esta nación no necesita dos partidos republicanos". El Partido Demócrata tradicional, que yo defiendo y promuevo, es el de la tradición del presidente Franklin Roosevelt. Lo opuesto, el "segundo Partido Republicano" hoy al que se refirió el senador Kennedy, es el de Gore, Lieberman y demás, que están ligados a Marc Rich.
Al Gore y Joseph Lieberman
El "segundo Partido Republicano" en el que se centró el senador Kennedy en su discurso de enero de 1995, el DLC, cobró existencia en torno al vástago de la pandilla de Meyer Lansky, Michael Steinhardt, a principios de los 1980. Este Michael Steinhardt es un socio importante del padrino de la "Mafia rusa" Marc Rich, el mismo Marc Rich que mantiene estrechos vínculos con la oficina del actual vicepresidente estadounidense Dick Cheney.
En las últimas dos décadas, esta facción dentro del Partido Demócrata se ha basado en el repudio a los intereses del 80% de las familias estadounidenses con menores ingresos. Los que se encuentran en este 80% son el equivalente actual del "hombre olvidado", por el que Franklin Roosevelt hizo campaña en 1932. Son las familias de los granjeros, los obreros, los ancianos, los que necesitan atención médica, los desamparados y los pobres en general.
Ese 80% de menores ingresos representa la mayoría de las bases naturales del Partido Demócrata. Por tanto, la turba del DLC no representa nada de importancia para la nación hoy día. Ese 80% de menores ingresos representa a los votantes naturales de mi candidatura a la nominación presidencial demócrata, por lo que el DLC le tiene un miedo mortal a mi candidatura.
La siguiente serie de acontecimientos refleja ese conflicto entre mi candidatura y ese DLC que el senador Kennedy calificó como "el otro Partido Republicano".
Cuando el Comité Nacional Demócrata anunció que invitaba a todos los candidatos declarados para la nominación presidencial demócrata para el 2004, a hablar ante su asamblea de invierno en Washington del 20 al 22 de febrero, se omitió de forma ostentosa el nombre de Lyndon LaRouche. Cuando el presidente del DNC Terry McAuliffe supo de la omisión, se inició una controversia sobre la candidatura de LaRouche que duró una semana. Tras largas discusiones en pro y en contra, se les comunicó a los representantes de LaRouche que el asunto "no se había decidido", es decir, que el DNC no daría el paso suicida de pretender decir que LaRouche no era un candidato demócrata "auténtico", sino que, al menos por ahora, declinaban invitarlo.
Aunque la decisión "a la Pilatos" de McAuliffe se alejó un poco del tipo de locura que practicó el DNC bajo la tutela de la maquinaria corrupta de Gore y Lieberman durante la campaña presidenial del 2000, no fue algo que les pareciera a los partidarios demócratas de LaRouche. A pesar de la obcecada negativa del DNC a incluir al señor LaRouche en el programa de la asamblea de invierno, los cuarteles generales de la campaña de LaRouche siguieron recibiendo invitaciones de universitarios demócratas de todo el país para participar en las próximas reuniones estatales de los seccionales de universitarios demócratas.
Cuando los miembros del Movimiento de Juventudes Larouchistas se enteraron de que los Universitarios Demócratas de América auspiciaban una reunión ciudadana como parte de la asamblea de invierno del DNC, pensaron que sería una excelente oportunidad para plantear la cuestión del apoyo a la candidatura de LaRouche. Cuando los universitarios demócratas iniciaron su reunión la tarde del 20 de febrero, se encontraron con que la mayoría de los asistentes eran partidarios de LaRouche en edad universitaria. Inmediatamente después de las palabras de apertura, la discusión se centró en temas como la candidatura de LaRouche y su perspectiva programática para intervenir en la crisis de desintegración financiera hoy en marcha. Si bien no todos estuvieron de acuerdo en los particulares, el debate fue muy intenso y animado, y se condujo en un espíritu fraternal.
Todo iba bien, al menos hasta que algunos burócratas del DNC ligados al DLC, decidieron jugar sucio a favor de Al Gore y Joe Lieberman, y de un grupo de ricachones que casualmente son fieles benefactores de Ariel Sharon y de la campaña bélica en general.
Estos individuos, que tienen una clara afinidad por el dinero que proveen personajes vinculados al crimen organizado como Marc Rich y Michael Steinhardt y, en consecuencia, por la guerra que ellos apoyan, estaban tan preocupados por la dirección que tomaba el franco debate, que procedieron a llamar a la policía.
Para sorpresa de los universitarios demócratas anfitriones de la reunión, sacaron a la fuerza de la sala a cualquier joven apenas sospechoso de apoyar la candidatura de Lyndon LaRouche. Más de una docena de los expulsados no tenían ninguna conexión con la campaña de LaRouche. Sólo hasta que el liderato del DNC se sintió erróneamente confiado de que se había eliminado toda presencia de LaRouche, el presidente del DNC Terry McAuliffe hizo su aparición sorpresa en la reunión ciudadana e intento llevar a los ahí reunidos a hablar de cosas banales como su matrícula universitaria. Evitó todas aquellas cuestiones más apremiantes sobre la guerra y el estado de la economía mundial, que habían estado sobre el tapete hacía sólo unos momentos. McAuliffe tambien felicitó a los universitarios demócratas por sacar a la delegación de LaRouche, pretendiendo, fraudulentamente, que el auditorio había tenido algo que ver con la decisión.
Mientras tanto, los miembros del Movimiento de Juventudes Larouchistas que sacaron de la reunión ciudadana, siguieron organizando a los participantes, viejos y jóvenes, en el vestíbulo y los restautantes del hotel. No es de sorprender que la inmensa mayoría de los participantes, de todas partes de los EU, no tenían idea de que le habían prohibido a LaRouche hablar ante la reunión y no encontraron ninguna otra explicación, más que así lo había decidido McAuliffe.
No así la cúpula corrupta. El mediocre Joe Sanders del DLC se paró en las escaleras a gritarle a un joven negro partidario de LaRouche, que éste era un racista y un antisemita. Quizá en medio de una histeria irreflexiva, Sanders decidió hablarle al muchacho del "abogado patrocinante" del DNC en el caso del 2000, en el que el DNC argumentó contra la ley de derechos de los votantes, en un esfuerzo por excluir a LaRouche y sus delegados debidamente elegidos de la Convención Nacional Demócrata, por los "hechos" contra LaRouche. Irónicamente, ese abogado, que no es ni demócrata, era nada menos que el hijo del notorio racista del Departamento de Justicia, Jack Keeney, quien no sólo organizó la fuerza para *"agarrar a LaRouche", sino que también fue uno de los autores intelectuales de la infame doctrina de la "Operación Frühmenschen", que tomó como blanco de persecución a los funcionarios negros electos y del sector público.
A otro joven partidario de LaRouche lo acosó un beligerante y vociferante Ron Oliver, presidente del Partido Demócrata en Arkansas, en el elevador, insistiendo que ¡debía encarcelarse de inmediato a cualquier partidario de Lyndon LaRouche!
Al otro día, el equipo de Terry McAuliffe se puso en contacto con la vocera de LaRouche, Debra Freeman, para quejarse de que la campaña de LaRouche había violado un supuesto "acuerdo" de no intervenir en la reunión. Por supuesto, se les informó que nunca se pactó semejante acuerdo. Al día siguiente, cuando los partidarios de LaRouche regresaron a la conferencia para escuchar el discurso del candidato Al Sharpton a los participantes, los burócratas del partido los señalaron y se les impidió la entrada a la sala.
Lyndon LaRouche durante su visita a Arkansas
Días después, durante la visita de LaRouche al estado de Arkansas donde obtuvo más del 22% de los votos demócratas en la campaña primaria del 2000 a invitación del senador estatal y presidente de la Junta de Legisladores Negros, Henry "Hank" Wilkins, las tácticas violentas del DNC continuaron. Después de todo un día de reuniones muy exitosas en Pine Bluff, incluyendo una reunión ciudadana en la que el señor LaRouche compartió el podio con varios miembros importantes de la Junta de Legisladores Negros, aparte del senador Wilkins, el candidato fue el invitado de honor de la Junta en su reunión semanal en el Congreso estatal en Little Rock. Cuando le llegó el turno de hablar al señor LaRouche, los miembros de la Junta, muchos de ellos muy comprometidos la noche anterior, recibieron sus comentarios en medio de un nervioso silencio. En ese momento, aunque era evidente que algo andaba mal, no estaba claro qué había sucedido, y la comitiva de LaRouche tuvo que continuar con la siguiente serie de reuniones, en lo que fue un programa muy apretado.
Más tarde, ese mismo día, en una recepción que hubo en honor de LaRouche, los miembros de la Junta le confiaron que Oliver y sus secuaces trataron de torcerles el brazo para que le retiraran su invitación a LaRouche. Cuando fracasaron, Oliver envió a tres "observadores" a la reunión de la Junta para que "vigilaran" la conducta de los legisladores, en un intento obvio por intimidarlos.
Los miembros de la Junta se sintieron insultados y furiosos por estas tácticas opresivas y se preguntaron el porqué el aparato de Gore y Lieberman le tenía tanto miedo a un simple discurso de LaRouche. Un funcionario de la Junta dijo: "No era una reunión de respaldo. Estamos en una crisis fiscal estatal generalizada y el señor LaRouche tenía algo importante que contribuir. ¿Por qué meter la pata de esa manera? ¿A qué le temen tanto? ¿Qué pasa?"
Claramente, lo que pasaba es que aquellos intereses financieros cercanos al Marc Rich de la "Mafia rusa" estaban dispuestos a emplear cualquier táctica necesaria para acallar a LaRouche, quien ha surgido como la principal voz política estadounidense en el ámbito internacional que se opone a la ofensiva de guerra y que exige emprender acciones para enfrentar el derrumbe mundial que arremete.
Este análisis se escribió el 28 de febrero y lo circuló el comité de campaña del candidato, LaRouche in 2004.