HOLOCAUSTO BIOLÓGICO
La infraestructura es la defensa contra la neumonía atípica
por Linda Everett
Casi todos los puntos del planeta ya han sentido, en mayor o menor grado, el embate de la epidemia de la neumonía atípica, que también se conoce como el síndrome respiratorio agudo severo (sras), que ha matado o enfermado a gente en varios países, incluyendo Canadá y los Estados Unidos, desde que hizo su primera aparición en la provincia de Guandong, China, en noviembre del 2002.
La neumonía atípica es tan sólo la más reciente de las nuevas enfermedades que Lyndon LaRouche advirtió empezando en 1973, y en un informe especial publicado en 1974 que surgirían, junto con el resurgimiento de enfermedades que ya se creían controladas o erradicadas, de no cambiar las políticas de austeridad asociadas con el FMI, y otras afines.
Este holocausto biológico, señaló entonces LaRouche, sería como la peste negra que acabó con entre la mitad y tres cuartas partes de la población de Europa durante la Edad de las Tinieblas del medioevo, sólo que esta vez sería a escala mundial. En efecto, desde que LaRouche hizo su pronóstico hemos visto el resurgimiento de viejas enfermedades, entre ellas el cólera, el ébola, el dengue, la malaria, la tuberculosis y hasta la fiebre bubónica, la famosa peste negra. Además, enfermedades que antes estaban confinadas a una región específica, como la fiebre del Nilo, ahora se extienden por el mundo.
Asimismo, han surgido nuevas enfermedades, empezando con la llamada "enfermedad de legionarios" en los EU a fines de los 1970, el sida, que ahora amenaza con exterminar a la población total de varias naciones de África, como Botswana (ver artículo en esta sección), y ahora, la neumonía atípica.
Es decir, ninguna de las muertes causadas por la neumonía atípica y esas otras enfermedades debió haber ocurrido. De hecho, poco después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, LaRouche propuso, en un artículo, "National Defense Against Germ Warfare" publicado en la edición del 9 de noviembre de 2001 de EIR, una política de defensa contra la guerra bacteriológica, que también podría aplicarse a las enfermedades epidémicas que ocurren de forma natural. Dicha política debía fundarse en la infraestructura como primera línea de defensa. Esto incluye vigilancia, instalaciones de cuarentena y tratamiento, y personal capacitado con equipo adecuado, cosas de que adolecen aun los llamados países "desarrollados".
La neumonía atípica es la devastadora "enfermedad misteriosa" que el doctor Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de los Institutos Nacionales de Salud de los EU, dice que es casi seguro es causada por un virus corona (del mismo tipo que causa el resfriado común) totalmente nuevo, mismo que bien podría ser una especie que saltó de aves y otros animales a los seres humanos. De 80 a 85% de los pacientes con neumonía atípica no llega a la etapa de aflicción respiratoria, pero del 10 al 15% sí sufre aflicciones severas que requieren ventiladores para su tratamiento, y como 4% de los infectados muere.
Al momento de escribirse este artículo, Hong Kong tenía el mayor número de casos de neumonía atípica, y sus hospitales públicos casi no se daban abasto. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el virus se había detectado en materia fecal y había la posibilidad de transmisión fecal–oral. Nuevamente, la infraestructura sanitaria es fundamental, ya que el temor era que el sistema de desagüe estuviera averiado.
Otro portador de la enfermedad podría ser la cucaracha, dijo el doctor Leun Pak–yin, director de Salud de Hong Kong, luego de que 300 residentes de un edificio de apartamentos en esa ciudad se enfermaron a principios de abril.
En Canadá, donde también ocurrieron cientos de casos y hubo varios muertos, las autoridades solicitaron que miles de personas que tuvieron contacto con dos hospitales se autoimpusieran voluntariamente una cuarentena de diez días en sus propios hogares. La mayoría de los casos en la provincia de Ontario eran enfermeras y doctores. El gobierno distribuyó unas 10.000 mascarillas entre los trabajadores de salud, sólo después de que Barb Wahl, presidenta de la Asociación de Enferemeras de Ontario, declaró que "hay una escacez de suministros, especialmente de las mascarillas N–95 que necesitan usar las enfermeras para protegerse ellas mismas y al público".
En Vancouver, Columbia Británica, donde el personal y los hospitales se encontraban en estado de alerta luego de previo aviso del Centro de Control de Enfermedades de esa provincia canadiense, la reacción del personal, y el hecho de que había instalaciones de tratamiento intensivo en las cuales aislar a los pacientes, evitó una reacción en cadena de contagios. Pero, los especialistas de salud pública advirtieron que no había suficientes medicinas antivirales a mano en Canadá, para tratar a todos los que pudieran estar infectados, y tomaría al menos 6 meses desarrollar una vacuna.
Asimismo, el motivo de que hasta el momento de escribir esto no había muerto ningún paciente de neumonía atípica en los EU, fue porque hubo infraestructura hospitalaria adecuada y personal idóneo. Ejemplo de ello fue cómo se trató el primer caso de sras en el norte del estado de Virginia a mediados de febrero. Aún antes de que los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), basados en Atlanta, Georgia, o la OMS reconocieran la epidemia, la pronta reacción de una enfermera alerta en la sala de emergencias, que había recibido capacitación en bioterrorismo y otras amenazas a la salud pública y supo aprovechar las instalaciones avanzadas de cuarentena disponibles en su hospital, previno lo que pudo haber sido la propagación catastrófica de un contagio potencialmente fatal.
La enfermera puso al paciente que sufría las aflicciones respiratorias de la neumonía atípica en cuarentena, porque ella supo de la enfermedad durante un viaje que hizo poco antes a China. Se puso al paciente en un cuarto de presión negativa, que emplea un sistema de ventilación inversa e impide el escape de aire y el contagio al exterior. Las acciones de la enfermera activaron de forma automática al Equipo de Reacción de Emergencia del hospital, que en cuestión de dos horas empezó a rastrear a cada trabajador de salud, miembro de la familia o amigo que hubiese tenido contacto con el paciente; entabló contacto con los CDC; y sometió muestras del tejido del paciente a pruebas de laboratorio.
La gran interrogante es, ¿qué sucede si hay un brote epidémico de neumonía atípica en los EU, como ha sido el caso con el virus del Nilo, que ya llegó a México? En una audiencia que hubo en el Senado de los EU el 7 de abril, el senador Ted Kennedy, demócrata por Massachuset, como haciéndose eco de LaRouche, subrayó que la "seguridad nacional significa proteger a nuestro país de amenazas contra la salud, con el mismo vigor que lo protegemos contra amenazas militares. Sin embargo, hoy ya estamos al límite de nuestras capacidades para proteger al país contra el bioterror. Obviamente, tenemos que proveer los recursos necesarios para enfrentar tanto las amenazas terroristas creadas por el hombre, como las amenazas naturales del sras". Añadió que, "en este momento no tiene sentido que ni el Congreso ni los estados anden recortando los rembolsos a las agencias de salud pública y los hospitales que luchan por encarar estos desafíos".
La doctora Julie Gerberding, directora de los CDC, advirtió en la misma audiencia que los virus corona siguen un ciclo acorde a las estaciones. "El problema es que los meses de invierno aquí, son los meses de verano en el hemisferio sur, y viceversa, así que un ciclo que siga las estaciones le permitiría a una región específica empezar a tomar medidas de contención".
Es claro que tenemos que lanzar una guerra internacional agresiva contra la neumonía atípica.Üsc, que todavía podría estar evolucionando hacia una epidemia de proporciones mayúsculas. Pero, dada la presente crisis económica mundial, simplemente no hay recursos disponibles para hacerlo. Por tanto, la única solución yace en la puesta en marcha de las propuestas de LaRouche, para una reorganización financiera y la recuperación económica impulsada por la construcción de grandes proyectos de infraestructura, como el Puente Terrestre Eurasiático. Así podrían generarse los recursos que le permitirían a los países regresar nuevamente a una política de fomentar el bienestar general.
Los grandes avances en salud pública logrados por la humanidad en un esfuerzo de siglos, se han venido mermando en las décadas recientes, a causa de las medidas de austeridad impuestas por el fondomonetarismo, el libre comercio y la globalización. De allí que vemos surgir nuevas enfermedades, y la propagación epidémica de viejas enfermedades que se consideraban controladas.
Considérese la rápida proliferación del virus del Nilo en los Estados Unidos. Desde que se descubrió en Nueva York en 1999, el virus del Nilo ha matado a muchos estadounidenses e infectado a cientos de miles más.
De acuerdo con informes obtenidos por EIR, jóvenes infectados con el virus, podrían sufrir una parálisis parecida a la poliomielitis de por vida. Aunque la parálisis no es una nueva manifestación de la enfermedad, según el doctor Jim Sejvar, de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de los EU (CDC, siglas en inglés), "la verdad es que no tenemos la menor idea de qué tan frecuentemente se manifiesta como parte del mal".
Hay una indiferencia terrible hacia el virus del Nilo. Algunos investigadores dicen que la enfermedad ya es endémica, que mata mucho menos gente que la epidemia anual de gripe, y que no hay mucho que hacer. Semejante pesimismo es acientífico, y viene de las décadas de atrofia del compromiso del gobierno para con la investigación de salud pública, y de recortes presupuestales, lo que habrá que cambiarse para controlar la epidemia.
También se necesita un programa tipo militar de erradicación de mosquitos, como el emprendido en el sur de los EU durante la Segunda Guerra Mundial. Alrededor de 36 especies de mosquitos transmiten este virus. Cuando un mosquito infectado obtiene su ración diaria de sangre picando a su víctima, le transmite a ésta el virus.
A lo largo del último año se descubrió que el virus del Nilo puede transmitirse por la sangre, por productos sanguíneos o por el transplante de órganos. Puesto que es un flavivirus, puede permanecer bastante estable en la sangre o en los glóbulos rojos, y sobrevivir por largo tiempo en la sangre refrigerada para transfusiones. Unos 4,5 millones de personas reciben transfusiones de sangre cada año en los EU.
También se determinó que la infección puede transmitirse por la leche materna. Y en diciembre de 2002, los CDC informaron del primer caso conocido de transmisión intrauterina del virus del Nilo. Cuando la madre infectada dio a luz, tanto la sangre del cordón umbilical del infante como otras muestras resultaron positivas; el primer caso documentado de transmisión transplacental en humanos.
Según los CDC, dos microbiologistas que se infectaron cuando, respectivamente, sufrieron un pinchazo de aguja y una laceración mientras trabajaban con los cerebros de un azulejo y de un ratón infectados. En ambos casos, aunque las heridas se limpiaron y vendaron de inmediato, los microbiologistas cayeron enfermos en cosa de días.
Posteriormente hubo noticias mucho más alarmantes. El virus del Nilo no sólo puede provocar afecciones neurológicas severas y potencialmente fatales, incluyendo la encefalitis y la meningitis, sino que también puede causar debilidad extrema en los miembros, o una parálisis parecida a la de la poliomielitis. Aunque se sabe de cerca de 24 personas con estos síntomas, es probable que haya cientas más afectados. Según los CDC, se diagnosticó de forma errónea a muchos pacientes con parálisis de tipo poliomielítico relacionadas con el virus del Nilo, y muchos médicos y clínicas continúan equivocándose, diagnósticando a estos pacientes como si padecieran del síndrome Guillain-Barré. Los descubrimientos clínicos y electrofisiológicos en los casos del virus del Nilo, indican un proceso patológico que involucra células motoras laterales y axones motores nerviosos parecidos a los que se encuentran en un caso de poliomielitis aguda. Tal vez lo más devastador sea que, de todos los casos de parálisis relacionados con el virus del Nilo conocidos en los EU a mediados de 2002, sólo una paciente ha recuperado la fuerza de sus miembros. No hay documentación sobre la duración o gravedad de la parálisis relacionadas con el virus del Nilo en casos previos en el África.
En el 2002, el virus del Nilo se detectó en 2.289 municipios de 44 estados de los EU, y en la ciudad de Washingon. El año anterior sólo se detectó en 359 municipios de 27 estados, y en Washington.
El virus del Nilo ha infectado a más de 200 especies de reptiles, mamíferos y aves incluyendo cuervos, búhos, cocodrilos, caballos y perros y ha matado a miles de animales. Más de 14.000 caballos enfermaron en los EU, tan sólo el verano pasado.
Hay diferencias pasmosas en los efectos que tiene el virus del Nilo en los EU, en comparación con el África. El doctor Mike Benning de los CDC le dijo a EIR: "Si África fuera la pauta, no tuvieramos azulejos cayendo del cielo". Es decir, los cuervos y los azulejos en los EU son mucho más susceptibles a infectarse y a morir del virus. En los EU se requieren muy pocos virus para infectar a los cuervos, pero el virus no afecta a los cuervos en África.
Por ahora, la situación es distinta para las aves de corral. Según el doctor David Swayned de los CDC, los pollos y pavos domésticos son menos susceptibles a la enfermedad. Los pollos de control que se han dispuesto por todos los EU para vigilar el avance de enfermedades, pueden infectarse pero no se enferman; sus sistemas crean anticuerpos con gran rapidez, destruyendo al virus. EIR preguntó si hay que preocuparse por el consumo humano de pollos sacrificados después de haberse infectado, pero antes de haber creado anticuerpos. Al parecer, no. Los EU cuentan con un enorme sistema de vigilancia que detectaría brotes de la enfermedad, o focos de enfermedad relacionados a gallineros. Pero eso no ha ocurrido. Lo que sí hay es una tasa más alta de mortalidad de gansos y patos domésticos y silvestres infectados, lo que podría afectar económicamente a los productores. Sin embargo, según le dijeron a EIR los investigadores, no hay fondos suficientes para investigar esto.
El virus puede transmitirse directamente de los mosquitos adultos a sus huevos, así que las nuevas larvas acuáticas nacen infectadas. Su propagación en el 2003 podría ser catastrófica, si el gobierno no emprende una guerra frontal contra los mosquitos y las larvas con todas las armas a mano, incluyendo el uso del DDT, cuando y donde sea necesario.
En estos momentos lo que se necesita es una solución política eliminando la prohibición del DDT y reconstruyendo la infraestructura de salud pública, mientras que se encuentra la solución científica a este virus.
Olvídense de los vacilantes. Como dijo el precandidato presidencial estadounidense Lyndon H. LaRouche, "el servicio de salud para una sociedad, es un asunto de interés para la seguridad nacional".
A la sazón, la mayor concentración del virus en los EU se encontraba en la población homosexual urbana. Y, puesto que el gobierno de los EU había librado una agresiva campaña de desinformación sobre la naturaleza del virus y su forma de propagarse, los estadounidenses en su mayoría pensaron que que no podrían infectarse nunca. Pero aún entonces, todos los gobiernos por lo general sabían que, aparte del caso especial de los homosexuales, la propagación del virus mortífero se concentraba particularmente en las zonas de África e Iberoamérica azotadas por la pobreza, y en los guetos negros e hispanos de los EU.
De hecho, esto llevó a algunos investigadores a cuestionar si el virus tuvo un origen natural o si se había creado como una solución idónea para lo que una facción de la élite occidental consideraba la "superabundancia" de gente de color, incluyendo mestizos, asíaticos y demás. Aunque la última palabra sobre el origen de este virus que amenaza la existencia misma de la especie no se ha dicho todavía, no hay duda de que la negligencia criminal en enfrentar la epidemia del sida ha resultado en la muerte innecesaria de millones, y en la muerte inminente de millones más. Y ya es indudable que el no detener este virus letal a causa de que el costo de hacerlo desviaría recursos financieros de exigencias tales como el pago del servicio de la deuda tiene el potencial de exterminar a naciones enteras. Quizá el ejemplo más impresionante de esta desgarradora realidad sea el caso de Botsawana, en el África negra.
Botsawana es un pequeño país de 1,7 millones de habitantes, que alcanzó su independencia hace 36 años. Debido en gran parte a sus ricos depósitos de oro y diamantes, Botsawana constituía, hasta hace poco, un raro caso de éxito en el continente africano. Entre 1970 y 1990, el país gozó del mayor crecimiento económico del mundo, con una tasa del 13% que superaba incluso a la de China. La nación mantenía la más alta calificación de crédito en África y se le consideraba un paraíso de estabilidad. Botsawana tenía una posición elevada en la calificación de desarrollo humano de la ONU, y su elevado gasto per cápita en programas de salud contribuyó a que su población contara con una esperanza de vida de más de 70 años a principios de los 1990. En un caso raramente visto, a medidados de los 1990. Botsawana pasó de ser uno de los países menos desarrollados, a uno de ingreso medio, según la clasificación de la ONU.
Hoy, todo esto ha cambiado; Botsawana corre peligro de desaparecer del mapa.
El primer caso de infección del virus de inmunodeficiencia humana (vih), causante del síndrome de inmunodeficiencia humana adquirida (sida), en Botsawana se diagnosticó en 1985. Hoy hay más de 330.000 personas infectadas, el 20% de la población total. La tasa de prevalencia entre los adultos de 15 a 49 años de edad, es de cerca de 28%, y es mayor entre las mujeres embarazadas de 15 a 49 años de edad, alcanzando un aterrador 38,6%. En un lapso extraordinariamente corto, la esperanza de vida en Botswana se desplomó de más de 70 años, a sólo 38.
El cuadro de los efectos de esta pandemia, es aún más aterrador cuando se estudia en detalle. El ritmo de mortandad ha crecido de forma exponencial. Hay 65.000 niños huérfanos, y se calcula que dentro de 15 años habrá 240.000. Las erogaciones del gobierno para la alimentación, el vestido y la vivienda han caído de manera drástica por el efecto devastador del alto costo de atender a los pacientes con vih/sida, que sigue aumentando. De igual modo, en tanto que una mayor porción de los ingresos individuales se destina a la atención médica, decaen los ingresos per cápita del país, los ahorros y las inversiones en general. Botsawana también ha tenido que cargar con un aumento de costos impresionante, para capacitar y emplear inmigrantes en remplazo sus propios trabajadores incapacitados por el vih/sida.
En tanto que la enfermedad ha golpeado principalmente a hombres y mujeres en edad de trabajar, la caída en la producción agrícola amenaza en lo inmediato la propia seguridad alimentaria de Botsawana, y la pérdida de capital humano en todos los sectores de la fuerza laboral ha reducido la productividad general. El otrora impresionante ritmo de crecimiento económico ha caído ya en un 33%.
El Presidente de Botsawana, Festus Mogae, señaló en su informe de gobierno del 28 de octubre de 2002 que, "prácticamente todos y cada uno de nosotros hemos perdido un amigo cercano o un pariente, a un compañero de trabajo o de la escuela, o a un conocido, a causa del vih/sida". Aunque el presidente Mogae trató de calmar el miedo de la población, diciendo que su gobierno estaba comprometido a detener esta terrible calamidad, el hecho es que la ayuda internacional ha sido escasa. La mayor parte de la asistencia internacional ha provenido de instituciones privadas, principalmente de la Fundacion Bill y Melinda Gates y la Fundación de la Empresa (farmaceútica) Merck. Esto es aún más irónico, pues todo mundo cree que la epidemia rampante irrumpió en Botsawana a resultas de una campaña de vacunación con un suero que fabrican los laboratorios Merck, contaminado con vih.
Prueba de que se está dejando propagar la epidemia, es que, hasta ahora, sólo 3.000 de las 330.000 personas infectadas reciben tratamiento con drogas antiretrovirales. Estas medicinas no sólo prolongan la vida, sino que, como muestra la experiencia de su distribución generalizada en Brasil, también reducen el ritmo de nuevas infecciones.
A falta de una campaña internacional a gran escala dirigida a detener el flagelo del sida, casi no hay duda de que Botswana, privada de la simple capacidad de reproducir su población, cesará de existir. Y aunque Botswana representa el caso más extremo, no es la única nación africana en peligro de extinción.
Alex de Waal, director de Justice Africa y asesor de la Comisión para África de la ONU y UNICEF, señaló en estudio reciente que, como resultado de la epidemia del sida, se ha desintegrado aun más la fibra social de los países más afectados de África. De Waal afirma que la erosión de la capacidad de las sociedades africanas para resistir la hambruna cobra velocidad a resultas de la pandemia, y que la hambruna y el sida han empezado a alimentarse mutuamente. También sostiene que, de no emprenderse un esfuerzo global para combatir el hambre y la enfermedad al mismo tiempo, no tendremos éxito contra ninguno de estos dos flagelos.
Según el estudio de De Waal, hay 29 millones de africanos infectados con el vih. La mayoría de ellos han contraído la enfermedad mediante el contacto heterosexual, y sólo 30.000, 1% del total, reciben tratamiento antiretroviral.
Su estudio sostiene que hasta ahora, las sociedades agrarias tradicionales de África estaban bien adaptadas para sobreponerse a amenazas como las hambrunas y las sequías. De Waal caracteriza la escasez de alimentos como un "virus conocido": desagradable y extremadamente doloroso, pero que la mayoría de los africanos había resistido. Señala que las víctimas de la hambruna eran casi exclusivamente los niños y los ancianos. Los jóvenes adultos rara vez morían y las mujeres sobrevivían mejor que los hombres. Como resultado, dice, pese a que las zonas afectadas sufrían mucho, el núcleo de la sociedad sobrevivía y era posible la recuperación.
Pero esto está cambiando, dice. En las sociedades afectadas por el sida, la hambruna es mucho más devastadora y el tratamiento más dificil, debido a que el sida ataca y destruye precisamente las capacidades que le permiten al individuo resistir el hambre. En África, el sida mata a los jóvenes adultos, sobre todo a las mujeres; es decir, a la gente cuyo trabajo es crítico e indispensable para la propia capacidad de la sociedad misma.
De Waal añade que cuando llegan las lluvias al final de una sequía, hay que movilizar a la fuerza laboral, que trabaja hasta 16 horas diarias plantando y limpiando los sembrados. Si ese período crítico no se aprovecha, la familia, y los que dependen de ella, pasarán hambre. Esta condición se ve amenazada, en la medida que la fuerza laboral de jóvenes adultos ahora corre grave peligro. Hasta ahora, los programas de ayuda en su mayor parte han desatendido las necesidades nutricionales de los adultos, concentrándose en los niños. Pero la hambruna en los adultos no puede pasarse por alto, porque un adulto infectado con el vih necesita una mejor dieta, más calorías y especialmente proteínas para mantenerse sano. Cualquier forma de desnutrición acelera el desarrollo del sida.
En conclusión, De Waal dice que hemos llegado a un punto en el que el vih pone en peligro la capacidad de las sociedades africanas de reproducirse a sí mismas, e insiste que nada menos que una respuesta internacional a gran escala funcionará.
De Waal tiene toda la razón, pero no alcanza a reconocer que en las condiciones actuales de derrumbe generalizado del sistema financiero internacional, semejante respuesta es prácticamente imposible. Lyndon LaRouche tuvo razón en 1985, cuando indentificó tanto las causas como la cura a la catástrofe del sida. Aún entonces, LaRouche insistía que sólo un nuevo sistema financiero internacional permitiría movilizar los recursos necesarios para tal empresa. Hoy, tenemos una breve oportunidad de reorganizar por bancarrota a este sistema, que ha llevado a países como Botsawana al borde de la extinción. Sólo si hacemos esto, bajo el liderato de LaRouche, existirá la posibilidad de salvar a Botsawana y a otras naciones que sufren.