Brasil promueve la integración de Sudamérica
por Lorenzo Carrasco
A mediados del pasado mes de abril, tuve la oportunidad de reunirme en el Congreso del Brasil con el diputado Miguel de Souza, del estado amazónico de Rondonia, quien acababa de pronunciarse a favor de los acuerdos de integración física continentalque pronto harán posible uno de los más importantes corredores bioceánico de América del Sur, mismos que fueron parte del temario de discusión entre el gobierno del Brasil y el presidente peruano Alejandro Toledo, durante la visita de este último en abril. Menciono este hecho porque, hace casi 13 años, en septiembre de 1990, conocí a De Souza en el seminario "La salida de Brasil al Pacífico", organizado por la Federación de Industrias de Rondonia, de la que él era el presidente a la sazón.
En aquella ocasión, De Souza se refirió a la abierta oposición del presidente George Bush padre a que se construyera la carretera BR 364, para unir a Brasil con Perú. "La oposición del presidente Bush nos muestra la importancia de esta carretera y la urgencia de construirla", dijo De Souza entonces.
Unos meses después de aquel seminario, se publicó en Brasil la versión en portugués del libro "La integración iberoamericana: ¡Cien millones de nuevos empleos para el año 2000!", en el que se presentaban los detalles del conjunto de obras de infraestructura para la integración física del continente, que Lyndon LaRouche esbozó en su ensayo "Operación Juárez," de mayo de 1982. En ese ensayo, que LaRouche escribió después de reunirse con el entonces presidente mexicano José López Portillo, poco antes de éste declarar una moratoria a la deuda y nacionalizar la banca, LaRouche propuso reformar el sistema financiero mundial, además de la construcción de proyectos de integración hemisférica.
El libro de "La integración" dio pie a muchas discusiones sobre el tema de la integración física, discusiones que persistieron a pesar de la peste neoliberal que infestó las políticas económicas por una década, y que sigue hasta el presente.
No fue sino hasta septiembre de 2000, en la cumbre de presidentes de Sudamérica, después del fracaso de la llamada Ronda del Milenio de la Organización Mundial del Comercio en Seatle, que muchas de aquellas obras volvieron a los temarios oficiales de los gobiernos, con más amplitud en los detalles técnicos, con la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional de Sudamérica (IIRSA), que identifica siete ejes de integración y desarrollo regional.
En septiembre de 2001, por decreto presidencial, Brasil estableció una comisión integrada por los ministerios de Relaciones Exteriores, Transporte, Minas y Energía, y Comunicaciones, para poner en práctica a la IIRSA,
Con el ascenso al poder en 2003 del presidente Luiz Inacio Lula da Silva, la unificación de Sudamérica vino a ser la prioridad de la política exterior brasileña. El nuevo gobierno ha emprendido una ofensiva diplomática sin precedentes para entablar acuerdos con todos los países de la región, con el propósito específico de hacer realidad los proyectos de la IIRSA, utilizando para ello la capacidad de emisión de crédito del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), fundado a mediados del siglo 20 por el gobierno de Getulio Vargas, como un banco nacional de corte hamiltoniano.
Algunos han planteado que el BNDES, junto con la Corporación Andina de Fomento (CAF), podrían constituirse en el eje de un nuevo sistema de crédito soberano regional, lo que seria una excelente medida defensiva para la region, ante la desintegracion del sistema financiero mundial. Pero tal sistema de credito regional, sólo podría funcionar en la medida en que se levante una "muralla china" entre esa alternativa, y el sistema especulativo del dólar, ya sea estableciendo la inconvertibilidad entre las monedas regionales y el dólar, o mediante un mecanismo proteccionista parecido.
Brasilia se ha convertido en un hervidero diplómatico desde que el Brasil asumió el liderato del proceso de integración, a principios de este año, especialmente cuando la guerra contra Iraq convenció de forma definitiva a la diplomacia brasileña de que, el único camino disponible es la cooperación regional. Incluso, el canciller Celso Amorim creó una subsecretaria de asuntos regionales.
Apenas días después de la toma de posesión de Lula, el Presidente de Argentina, Eduardo Duhalde, fue el primero en acordar una alianza estratégica entre Brasil y Argentina, los dos principales países sudamericanos, una alianza cuya existencia continua dependería de suceder Nestor Kirchner a Duhalde como el mandatario argentino, ya que el ex presidente Carlos Menen es visto como la mayor amenaza que existe contra el proceso de integración sudamericana. Fue por ello que el gobierno de Lula le ofreció al gobierno de Buenos Aires una línea de crédito para fomentar las exportaciones argentinas, y que recibió a Kirchner antes de la segunda vuelta presidencial.
Luego, en marzo de este año, visitó a Brasilia Álvaro Uribe, el Presidente de Colombia, país con el que Brasil comparte una frontera de más de 2000 kilómetros en la vulnerable región amazónica. Las obras de infraestructura del llamado Arco Norte del proyecto de la IIRSA, que se construirían en la amazonía, fueron destacadas en la declaración conjunta emitida por Lula y Uribe al término de la visita.
El 11 de abril, le cupo al Presidente de Perú, Alejandro Toledo, acompañado por varios de sus ministros de Estado, firmar una "alianza estratégica" con Brasil. Según el presidente Lula, la iniciativa marca concretamente el interés de Brasil de integrarse a los otros 11 países sudamericanos en un "proyecto prioritario y estratégico de su gobierno, para darle al continente expresión mundial".
Lo más substancial del acuerdo es lo tocante, precisamente, al desarrollo de los ejes del Amazonas de la IIRSA, "y sus ramales norte y central", y el eje Bolivia, Brasil, Perú. Estos se conciben como corredores de desarrollo con sus tres componentes: transporte multimodal, energía y comunicaciones. "El objetivo central es hacer realidad el flujo de comercio entre el Pacífico y el Atlántico, generando oportunidades de riqueza y desarrollo sustentable para las poblaciones a lo largo de los referidos ejes y sus amplias zonas de influencia".
En concreto, se llegó a un acuerdo para construir un puente sobre el río Acre, cerca a las ciudades de Assis e Iñapari. Este sería el punto de partida para la conexión vial entre los dos países, para lo que también se contempla la construcción de una carretera de Acre a Cuzco, en el sur de Perú, y otra del puerto fluvial de Yurimaguas, en un afluente del Amazonas, hasta Tarapolo, ciudad del norte peruano.
Los dos países también buscan establecer rutas aéreas entre las principales ciudades del Amazonas brasileño, y las ciudades peruanas de Iquitos, Tarapoto, Pucallpa, Puerto Maldonado, Arequipa, Cuzco y Tacna. Perú también tendría acceso a los servicios de del Sistema de Vigilancia del Amazonas (SIVAN), un sistema avanzado de radares que podría ser extremadamente útil para defender a las naciones del narcoterrorismo.
No podemos dejar de señalar la gran ironía de que el presidente Toledo haya viajado a Brasilia a ratificar los acuerdos surgidos de la cumbre presidencial de 2000, en la que el entonces presidente peruano Alberto Fujimori hizo su famoso llamado por la formación de los Estados Unidos de Sudamérica, lo que precipitó a los Estados Unidos a desatar el golpe de Estado que depuso a Fujimori y llevó a Toledo al poder.
Luego de la visita de Toledo, vino la de Soledad Alvear, la ministra de Relaciones Exteriores de Chile, quien estuvo en Brasil los días 14 y 15 de abril.
Sin duda el más asiduo y polémico visitante a Brasil ha sido el Presidente de Venezuela, Hugo Chávez, quien había impuesto marca con cuatro visitas en lo que iba de año, hasta mayo. Para la diplomacia brasileña Venezuela presenta un problema serio, porque la personalidad desvariada de Chávez constituye el principal factor de inestabilidad institucional en la región.
No obstante, se firmaron importantes acuerdos de cooperación económica en la reciente reunión entre Chávez y Lula, que tuvo lugar en Recife, Brasil, a fines de abril. Entre los 25 acuerdos y convenios que firmaron los dos mandatarios, el más importante fue uno que establece una línea de crédito de mil millones de dólares en el BNDES, para financiar la exportación de bienes, equipos, y hasta agroindustrias completas a Venezuela, durante los próximos dos años. Como garantía, Venezuela ofrece petróleo. También se renaudaron las negociaciones entre las empresas petroleras estatales de los dos países, Petrobras y PDVSA, que podrían llevar a la participación de PDVSA en la construcción de una nueva refinería que Petrobras pretende construir, con una capacidad de procesamiento diario de 150 mil barriles de petróleo pesado.
Brasil y Venezuela establecieron en los últimos años una lista importante de proyectos. Entre ellos, una línea de transmisión de electricidad, de 690 kilómetros de extensión, que conecta el complejo generador Guri-Macágua II, en Venezuela, a la ciudad de Boa Vista, en el estado brasileño de Roraima; el puente carretero-ferroviario sobre el río Orinoco; la carretera BR 174, que conectaría a Manaus con Caracas; y el primer tramo de la línea 4 del metro de Caracas, la capital venezolana. Estos proyectos representan una inversión total de más de mil millones de dólares.
Gonzalo Sánchez de Lozada
Quizá el hecho nuevo más significativo de esta nueva ronda diplomática sea el papel destacado que Brasil quiere darle al BNDES, junto con la CAF, para generar créditos soberanos, al margen de las instituciones financieras internacionales. El propio Lula lo planteó en esos términos al inaugurar un seminario sobre las relaciones comerciales sino-brasileña en la sede del BNDES. "Brasil necesita aprender que somos un país grande, que tenemos vocación para crecer, y que no necesitamos pedir licencia a nadie para definir sus relaciones políticas, diplomáticas y comerciales", dijo el gobernante. Durante su discurso, el presidente Lula fue enfático al decir que su gobierno se caracterizará por una política exterior agresiva, no sólo en lo tocante a la integración de los países sudamericanos, sino en sus relaciones con China, India y el continente asiático, y el Oriente Medio. En cuanto al África, Lula dijo: "Es una obligación política, moral e histórica de Brasil estrechar cada vez más la relación con el continente africano".
El presidente brasileño dijo que la expansión del comercio con China fortalecerá también la integración de Sudamérica, al estimular la construcción de los corredores bioceánicos Atlántico-Pacífico.
El BNDES invierte más que el BIDNo hay duda que el BNDES podría incidir grandemente en el desarrollo de la infraestructura e industria en Sudamérica. El año pasado el BNDES emitió 12 mil 500 millones de dólares en créditos, más del doble de los 5,5 mil millones de dólares que invirtió el BID, que financia proyectos en todos los países de América Latina.Según el diario "Folha" de São Paulo, el BNDES tendrá una participación de 20% en la CAF, hasta ahora la principal agencia de créditos para infraestructura en la región, con una inyección de 400 millones de dólares. Asímismo, se contempla fusionar a la CAF con el Fondo de Inversiones de la Cuenca del Plata (FONPLATA).
La idea es establecer el germen de lo que podría llegar a ser un Fondo Monetario Sudamericano, cuyo objetivo sería el financiamiento de los 123 proyectos propuestos por la IIRSA, a un costo de más de 40 mil millones de dólares.
La unificación de las agencias de crédito de la región, se propone al tiempo que Brasil y Argentina negocian la posible creación de una moneda común, en el marco de consolidar al MERCOSUR. A principios de mayo, éste fue nuevamente tema de discusión cuando el vicecanciller argentino Martín Redrado, visitó a Brasilia. Lo que ya se decidió concretamente fue la creación de un Instituto Monetario del MERCOSUR, con la tarea de estudiar la unificación monetaria.
El problema es que, tanto Brasil como Argentina hasta ahora conciben la propuesta unidad monetaria, en cohabitación con las brutales políticas de austeridad fiscal dictadas por el FMI, lo que sería el talón de Aquiles para todo el esfuerzo de integración económica. Específicamente, si la unidad monetaria se concibe como una simple combinación de las reservas internacionales de ambos países para tratar de defenderse de los ataques especulativos, el proyecto será un rotundo fracaso. Sólo funcionará si la unidad monetaria va de la mano con la inconvertibilidad con el dólar.
Junto con los esfuerzos para la integración física de Sudamérica, la diplomacia del Brasil fomenta un acuerdo de seguridad y defensa para la región, conservando al mismo tiempo la vigencia del TIAR. Por primera vez en la historia, los ministros de Defensa de América del Sur se reunieron el 23 de abril, en la Feria de Defensa de América Latina.
Entre los acuerdos más importantes, estuvo el de normalizar los equipos militares y de seguridad, lo que, según el ministro de Defensa de Brasil, José Viegas Filho, sería una especie de "empresa colectiva entre las industrias de la región, para disfrutar de la economía de escala".
El ministro Viegas escribió un artículo en el periódico "O Globo" del 2 de mayo, destacando que la reunión de los ministros de Defensa "reveló que nuestra región ya logró la suficiente madurez para alcanzar una identidad política y estratégica propias". Hoy "tenemos la clara perspectiva de que los problemas que enfrentamos no nos separan, sino nos unen", dijo. "Los pueblos de esta región, desde los ciudadanos comunes hasta los más altos dirigentes, trabajan con la tranquilidad de saber que las guerras entre nuestros países son cosas del pasado. Los problemas comunes, frente a los cuales estamos unidos, son la lucha por el desarrollo económico y social, y la protección de nuestros territorios y de nuestras instituciones contra las actividades del crimen organizado transnacional.
"Esta nueva perspectiva de unión", dijo Viegas, "nos permite pensar en nuestras Fuerzas Armadas como organizaciones hermanas y solidarias. Permite pensar en tareas comunes, en objetivos comunes y en una progresiva ampliación de nuestros ejercicios conjuntos y actividades compartidas. Existe hoy, entre los ministros de Defensa y entre las Fuerzas Armadas de América del Sur, un clima de amistad floreciente y confianza creciente"