¿Prepara un 'once de septiembre económico'el gobierno de Bush?
por Marcia Merry Baker y John Hoefle
Washington (EIRNS)Ante el desastre hacia el que sigue arrastrando a la economía estadounidense el gobierno de George W. Bush, el precandidato presidencial demócrata Lyndon LaRouche se pregunta: "¿Lo estarán haciendo por estupidez, o es adrede?"
LaRouche señala que lo más probable es que las acciones de este gobierno estadounidense proceden no de la estupidez, sino de un plan deliberado de llevar al mundo a un estado de pánico "una especie de once de septiembre económico" en el que tengan que cerrar bancos y empresas, se acabe el crédito, la gente se quede sin dinero y caiga exánime en las calles. Al final de lo cual entrarían poderosas fuerzas del sector privado a llenar el vacío con un superesquema como el del Banco de Pagos Internacionales, de la misma forma en que lo hicieron en Alemania, a fines de los 1930, Montagu Norman, Hjalmar Schacht, Averell Harriman, los intereses Morgan, la familia Bush y otros, y como intentaron hacerlo los intereses Morgan en los Estados Unidos, contra Franklin Delano Roosevelt.
LaRouche señaló que únicamente en condiciones de pánico estaría dispuesta la población a aceptar tales esquemas supranacionales. Ese es el peligro. El actual sistema, posterior al de Bretton Woods, está muerto; ya no vale ningún tipo de reparación o "reforma". Con otro 20 a 50 por ciento que caiga el dólar en relación con el euro, el sistema desaparecerá del todo, Y eso es justamente lo que buscan estos lunáticos.
Como corolario de dicha evaluación, LaRouche observa que es muy claro por qué esta camarilla teme a China, ya que China es el único país con la capacidad de resistir tales embates.A juicio de ciertos observadores, esto es peor que estupidez. En el Financial Times del 23 de mayo, por ejemplo, apareció un editorial titulado "Demencia tributaria; el gobierno de EU arroja por la ventana toda prudencia". "En el manejo de la política fiscal", dice el diario londinense, "los lunáticos están al mando del manicomio". Y ¿por qué obran así? Para los "republicanos más extremistas", concluye el editorial del diario, "la crisis fiscal ofrece la tentadora posibilidad de forzar disimuladamente" las reducciones del gasto público que siempre han sido su objetivo.
El mismo criterio expresa en el New York Times del 27 de mayo el economista Paul Krugman, quien insinúa que en realidad los neoconservadores le están apostando a un "descarrilamiento del ferrocarril" con la crisis financiera, para luego valerse de ello como pretexto para "destruir la red de seguridad social que los Estados Unidos han construido a lo largo de los últimos setenta años". Denuncia el columnista que "la gente que ahora maneja a los Estados Unidos no son conservadores; son radicales que desean deshacerse del sistema económico y social que tenemos, y la crisis fiscal que están pergeñando podría darles el pretexto que necesitan".
El ex gobernador de Vermont y actual precandidato presidencial demócrata Howard Dean describió los recortes tributarios de Bush como "parte de un plan radical para desmantelar la seguridad social, la asistencia médica y nuestras escuelas públicas, por inanición financiera".
Y el senador demócrata Jon Corzine, del estado de Nueva Jersey, ha dicho algo parecido, recalcando en un comentario del 2 de junio en el Los Angeles Times que, "los ideólogos de este gobierno tienen una estrategia de dos etapas: orquestar grandes déficit ahora y luego usar esa tinta roja para abogar por la 'reducción de la importancia del papel del gobierno', especialmente demoliendo programas federales como el Seguro Social y la asistencia médica".
"Si esto es lo que están tramando", continuó el experto financiero, "la acción más probable, tal como se hizo en Alemania antes de que Hitler llegara al poder, sería destruir las finanzas públicas minando la confianza en los bonos de gobierno, generando así tal crisis que pudiesen concebirse medidas que justifiquen reducir los programas de previsión social. También ayudaría a generar mucho nerviosismo si un gran banco estuviese en zozobra".
La política de reducir los gastos sociales para equilibrar el presupuesto es parecida a cortarse una arteria para bajar la presión sanguínea: causa más problemas que los que resuelve, con toda seguridad.
La política de anteponer el capital a las personas se basa en el concepto oligárquico de que el hombre no es más que una bestia, un hato que se debe entresacar cuando hay escasez. La oligarquía viene impulsando la eliminación de la previsión social a través de centros ideológicos de muy alto nivel, tales como la fascista Sociedad Mont Pelerin, que a su vez obran por conducto de entidades como el Instituto Manhattan y el Consejo Estadounidense de Intercambio Legislativo, recomendando muy activamente a los gobiernos estatales que ahorren dinero mediante medidas de austeridad.
La única solución a la crisis financiera, como Lyndon LaRouche se ha pasado la vida entera demostrándolo, es levantando la economía real. La reorganización financiera internacional que él propone, bajo el rubro de un Nuevo Bretton Woods, combinada con la construcción de grandes obras tales como el Puente Terrestre Eurasiático, define la solución humana a esta crisis.