Kirchner, de Argentina, fue por lana y salió trasquilado


El presidente de Argentina Néstor Kirchner

por Cynthia R. Rush

Washington (EIRNS)—El presidente de Argentina Néstor Kirchner vino a Washington el 22 de julio a una improvisada reunión con George W. Bush, la cual estaba programada originalmente para fines de septiembre, en busca de apoyo para la estrategia que, según él, permitirá que su devastado país salga de la crisis financiera que lo tiene postrado, si el Fondo Monetario Internacional (FMI) muestra un poco de comprensión. Desde que asumió el poder el pasado 25 de mayo, Kirchner ha venido funcionando bajo la ilusión de que Argentina puede enderezarse en el camino de la recuperación económica a través de un acuerdo "blando" con el FMI, para administrar la austeridad un poco más despacio, y de que pospondrá los pagos de la deuda externa, suspendidos desde enero de 2002, por unos cuantos años más. Une vez que la economía mejore con este plan, argumenta, podrá pagarse la deuda.

Entre tanto, el actual acuerdo a corto plazo con el Fondo expira a fines de agosto, y Argentina tiene hasta el 9 de septiembre para pagar 3 mil millones de dólares al FMI. Kirchner y su ministro de Finanzas Roberto Lavagna sostienen que es necesario llegar a un nuevo acuerdo para renegociar todos los pagos de la deuda de los próximos tres años, y posponer la instrumentación de las rígidas reformas estructurales del FMI.

Este cuidadoso plan hace caso omiso a la realidad de que Argentina es víctima de una aplastante crisis financiera mundial sistémica, y que sólo podrá rescatársele sometiendo al sistema monetario internacional a un proceso de reorganización por bancarrota, del tipo propuesto por el precandidato presidencial demócrata para las elecciones del 2004 en los Estados Unidos, Lyndon LaRouche, en su llamado por un Nuevo Bretton Woods.

Así, Kirchner asistió a su reunión del 23 de julio con Bush sólo a mendigar apoyo para su ilusa estrategia de "paso lento". Pero todo lo que obtuvo en su sesión de 30 minutos en la Casa Blanca no fueron sino galimatías, unas cuantas palmadas en la espalda y los consejos de Bush, que le dijo: "Si ustedes se ayudan", que "nosotros los vamos a ayudar". En el lenguaje de Bush, eso significa que Argentina tiene que probar que es digna de crédito aplicando la austeridad del FMI de forma "responsable". Estamos con ustedes en todo, le dijo Bush.

No obstante, Kirchner salió de la Casa Blanca eufórico, para decirle a los reporteros que Bush le había ofrecido "un apoyo decidido e incondicional", y que había encontrado "una mano tendida muy fuerte".

Encuentro con jóvenes larouchistas


Jóvenes del MJL abordan el 23 de julio a su compatriota,
el presidente argentino Néstor Kirchner, en Washington.

En contraste con estas fantasías, Kirchner recibió un "baño de realidad" durante su visita a Washington, que le planteó una solución racional a la crisis de su país y una visión esperanzadora de su futuro. El 23 de junio, dos jóvenes argentinos del Movimiento de Juventudes Larouchistas (MJL) lo abordaron en una recepción en la embajada argentina en la capital estadounidense. Cuando Kirchner se disponía a salir del recinto, uno de los organizadores larouchistas le dijo: "Invite a LaRouche a Argentina. Nos alegra que usted mencione las ideas de Franklin D. Roosevelt y el Nuevo Trato para salir adelante en Argentina", el cual Kirchner ha mencionado en varias ocasiones, "LaRouche es el único líder y candidato que está promoviendo las ideas de Roosevelt en EU y en el mundo".

El organizador continuó: "Tenemos un informe especial para el desarrollo mundial", mostrándole el folleto de LaRouche titulado "Como reconstruir un mundo en bancarrota". "¿A quien se lo podemos dar?", le preguntó. "A mí, a mí, déjamelo a mí, muchas gracias", respondió Kirchner. De leerlo, el Presidente de Argentina no podrá decir después que las negociaciones con el FMI son el único camino.

Pero la realidad no basta para que el Fondo desista de sus exigencias. Dos días después de la reunión de Kirchner con Bush, documentos internos del FMI filtrados a la prensa en Washington fustigaban la incapacidad argentina de llevar a cabo la reforma estructural bajo el anterior Gobierno de Duhalde, calificándolo de "decepcionante". Los documentos advertían sin tapujos que "el nuevo Gobierno [de Kirchner] debe tomar distancia de la idea que la economía se está normalizando suavemente sin la necesidad de reformas estructurales".

El 28 de julio el director general del FMI Horst Koehler advirtió a Argentina públicamente que debe acelerar sus reformas estructurales en el período venidero, en función de hacer al país seguro para los "derechos de los acreedores".

Como sea, el FMI está perdido

La ironía de todo esto, como LaRouche seguido ha señalado, es que, aunque Argentina decida seguir las reglas o no, el FMI está condenado. Argentina y Brasil, de repudiar al FMI, tienen la capacidad de echar abajo al podrido sistema financiero con su deuda conjunta de 720 mil millones de dólares. Pero de seguir imponiendo la austeridad que dicta el FMI, la resultante implosión política y financiera de ambos países causará, de todas maneras, la desintegración del sistema existente.

Los banqueros de Wall Street y el FMI contemplan con nerviosismo la región del Cono Sur, temerosos de lo que sucederá si Argentina no llega a un acuerdo con el Fondo para el 9 de septiembre. De no lograrlo, implicaría el incumplimiento argentino de 6 mil millones de dólares, adeudados desde fines del año pasado, de un total de 14.300 millones que Argentina le debe al Fondo. Eso sin mencionar los 8.500 millones de dólares que le debe a la agencia hermana del FMI, el Banco Mundial. El New York Times tuvo que admitir el 29 de julio que el incumplimiento argentino, de hecho, "pondría en tela de juicio el nivel triple A del Fondo, del Banco Mundial y del banco Interamericano de Desarrollo en los mercados financieros".