Economía Resumen electrónico de EIR, Vol. I, núm. 24

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Cae el dólar por el déficit de
la cuenta corriente de EU

por Richard Freeman

El dólar estadounidense cayó a niveles históricos en relación al euro a principios de diciembre de 2003, y posteriormente ante las otras monedas principales del mundo. A menos que cambie la política económica de los Estados Unidos, la caída del dólar podría arreciar y hacer añicos de todo el sistema financiero internacional.

El factor decisivo es el déficit de la cuenta corriente de los EU, del cual el abultado déficit comercial representa el 85%. Únicamente Lyndon LaRouche, precandidato a la Presidencia de los EU en las elecciones del 2004, ha identificado la raíz del problema: que el déficit comercial ha crecido a consecuencia directa del intento de establecer un nuevo "Imperio Romano", que ha transformado a los EU de una sociedad productora en una consumidora, incapaz de producir lo que necesita para mantener su propia existencia física, y dependiente de la importación de cantidades ingentes de bienes de todo el mundo. El creciente déficit comercial hizo ascender al de la cuenta corriente a 554.800 millones de dólares en 2003 —aun con los cálculos más optimistas de los datos del Departamento de Comercio—; en realidad será mucho mayor.

La amenaza de la desinversión extranjera

A partir de fines del tercer trimestre de 2003 se produjo un cambio. El mecanismo que venía financiando el déficit de la cuenta corriente y apuntalado al dólar —inducir u obligar a los inversionistas extrajeros a invertir grandes cantidades de capital en los EU— empezó a fallar. Para que este flujo del exterior le permita a los EU cubrir su déficit comercial y otras obligaciones internacionales, se necesitan 50 mil millones de dólares mensuales.

Pero el Departamento del Tesoro informó que el flujo neto de capital extranjero hacia los EU —en la compra de bonos del Tesoro, de acciones, etc.— cayó de 49.900 millones de dólares en agosto de 2003, a apenas 4.190 millones en septiembre. El Portfolio Flow Monitor del Banco de Nueva York informó a principios de diciembre pasado que, en noviembre los inversionistas extranjeros retiraron, o desinvirtieron, un total de 2.300 millones de dólares de sus inversiones de capital y bonos en los EU. Ese informe preliminar indica que los EU no pudieron cubrir nada de su déficit de cuenta corriente, lo que aceleró el desplome del dólar. Como resultado, para el 2 de diciembre pasado el dólar había caído a 1,2080 por cada euro, su nivel más bajo desde la creación del euro en 1999, y cayó en relación a la moneda británica a 1,72 dólares por cada libra esterlina, unos cuantos centavos más que su cotización más baja desde que la libra abandonó el Mecanismo Europeo de Cambios en 1992.

Entre tanto, el precio de la onza troy de oro subió a 404 dólares, llegando a esa marca por primera vez en siete años y medio.

Pero también hay una fuerza estratégica que podría agravar la crisis primaria: el resentimiento que Europa y Asia sienten hacia los EU y sus políticas estratégicas desquiciadas, y en particular hacia los utopistas neoconservadores. LaRouche señala que este odio significa que, a menos que se bote al vicepresidente estadounidense Dick Cheney y que Bush se deshaga de los neoconservadores, él no ve por qué esperar que los europeos ayuden a resolver los problemas del desplome del dólar y de la desinversión que asoma. Si los europeos, que tienen billones de dólares invertidos en los EU, deciden actuar de forma estratégica para retirar su capital, y si el Gobierno chino —que por sí solo tiene más de 200 mil millones de dólares en bonos del Tesoro de los EU— les sigue, la desinversión sería gigantesca, y significaría la perdición del dólar.

Las desquiciadas políticas económicas de los EU, incluyendo el libre comercio, la especulación, y la impresión irrestricta de dólares por parte del presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, empeoran el problema. Recientemente el Gobierno de los EU trató de convencer al mundo de que la economía estadounidense está bien, usando estadísticas económicas pasajeras o falsas. Entre otras cosas, el Gobierno dijo que el producto interno bruto y la productividad de los EU crecieron 8,2% y 9,4%, respectivamente, en el tercer trimestre del 2003. Pero el cacareado crecimiento del PIB en gran medida fue resultado de los préstamos generalizados solicitados por hogares harto endeudados, y del uso liberal que el Gobierno hace el fraudulento índice hedónico. Así que, ninguna de estas dos cosas indica salud económica.

"Hemos entrado a una fase supercrítica de la agonía del sistema monetario–financiero actual", dice LaRouche. "La desintegración acelerada de la economía estadounidense, de la cual el desplome del dólar estadounidense en un 20% desde el lanzamiento del euro es un mero eco, refleja, como advertí... poco antes de la toma de posesión de Bush, que la porfiada estupidez de éste en materia económica significaría que el derrumbe terminal del actual sistema mundial, que ya estaba a toda marcha desde la primavera del 2000, llevaría a los EU cada vez más, y a un ritmo acelerado, hacia la descomposición del sistema mundial que se derrumba... Llegar al comienzo del segundo trimestre del 2004 sería prácticamente un milagro, pero, no obstante, es posible. Al momento, el ritmo de desmoronamiento del dólar acelera de forma ominosa; ahorita estamos al filo de un derrumbe que puede explotar en cualquier momento".

El factor anti-Maastricht

A los aprietos del dólar se suma el hecho de que el 25 de noviembre se canceló, en efecto, el Pacto de Estabilidad de Maastricht firmado por las naciones europeas en 1992. Este es un suceso excelente para las 15 naciones afiliadas. Maastricht impuso la austeridad y restringió la inversión en la economía real de Europa, en particular en la infraestructura, y desvió los flujos de capital a inversiones especulativas hacia la burbuja estadounidense. El repudio de Maastricht hace probable que haya mayor inversión en Europa y, por tanto, menos fondos irán a dar a los EU.

Además de financiar su enorme déficit de cuenta corriente, los EU requerirán mayor liquidez, en parte de ultramar, para financiar el déficit de su presupuesto federal. Oficialmente se espera que éste exceda los 500 mil millones de dólares en el año fiscal 2004 (y que, en realidad, será mucho mayor).

LaRouche ha subrayado que los EU deben de volver a ser una nación productora, y echar al traste el quebrado sistema financiero mundial, remplazándolo con el sistema monetario de un Nuevo Bretton Woods, con eje en la construcción de grandes proyectos de infraestructura como la creación de los corredores de desarrollo del Puente Terrestre Eurasiático y el proyecto de desarrollar el Gran Desierto Americano. La necesidad de este enfoque es patente. La gráfica 1 muestra la trayectoria de la relación dólar–euro. Desde comienzos de 2002 el dólar ha caído 25,2% y, desde principios de 2003, 14,2%. De forma más notable, del 22 de agosto a diciembre de 2003 cayó casi 10%, pues parece ser que los inversionistas extranjeros empezaron a reducir de forma marcada sus inversiones estadounidenses.

La gráfica 2 muestra la dependencia de los EU del tributo... perdón, de las importaciones del resto del mundo. La cuenta corriente consiste de tres renglones: comercio (que representa 85% del total), ingreso por inversiones, y transferencias unilaterales. En 1990 la cuenta corriente estadounidense tuvo un saldo positivo de 4.300 millones de dólares, pasó a uno negativo de 113.600 millones en 1995, y entonces se disparó de forma hiperbólica.

En base a las proyecciones más optimistas del Departamento de Comercio se espera que el déficit de 2003 ascienda a unos 554.800 millones de dólares. Los arreglos a corto plazo son inútiles. Para resolver el problema de fondo del dólar, los EU deben abandonar por completo su política "romana" y las prácticas monetaristas relacionadas.