Evaluación estrtégica
Resumen electrónico de EIR, Vol. II, núm. 24

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No populismo, sino patriotismo

Al concluir su alocución en Washington el 12 de diciembre de 2003, misma que también se difundió al mundo entero por internet, Lyndon LaRouche le advirtió a los de la maquinaria ahora en control del Partido, que tratan de excluirlo, que, "la realidad va a golpear".

Como detallamos en este número de Resumen electrónico de EIR, la realidad ya empieza a golpear de forma implacable. Esa realidad se ve en el hecho de que, como dijo LaRouche en su discurso del 12 de diciembre, "vamos camino a algo mucho peor que una depresión. Nos encaminamos a una crisis de desintegración económica mundial".

Esa misma realidad subyacente se hizo sentir en Rusia el 7 de diciembre pasado, cuando un impulso patriótico le dio al presidente Vladimir Putin y al connotado economista, y amigo de LaRouche, Serguei Glaziev, y a sus colaboradores, una victoria abrumadora. Y con ella se le propinó una derrota a la oligarquía financiera internacional, y a su representante más destacado, el sinarquista vicepresidente estadounidense Dick Cheney.

La realidad también se hizo sentir en México el 11 de diciembre, cuando un renovado sentir de patriotismo, estimulado en parte por la actividad organizativa de la Juventud Larouchista, llevó al Congreso a repudiar las entreguistas "reformas" fiscales exigidas por el FMI y los piratas de Wall Street, con lo que también se mandó al traste, al menos por ahora, al paquete de desregulación energética que exigían Cheney y sus compinches. El Financial Times de Londres le atribuyó la derrota a una "visión nacionalista y populista".

Pero no fue el "populismo" lo que derrotó las reformas, dijo LaRouche. "Cheney representa el populismo. Lo que sucedió en México es una derrota al populismo; el patriotismo volvió a derrotar al populismo. No hay duda de eso ahora".

Y la realidad todavía no ha acabado de castigar a Cheney. La febril actividad de las Juventudes Larouchistas en Washington, donde, al ir a prensa, estaban por realizarse las primeras elecciones primarias presidenciales de EU este año, había puesto a LaRouche en una posición ventajosa. Entre otras acciones, los jóvenes activistas se montaban a los autobuses en las horas de mayor actividad, sostenían un diálogo a viva voz con los pasajeros sobre la vulgar corrupción de Cheney, cuya empresa, Halliburton, recibió, ¡sin licitación alguna!, los principales contratos para "reconstruir" y explotar los campos petroleros de Iraq, y abastacer a ese país de gasolina importada (a precios de estafa) hasta para alimentar a las tropas con comida con frecuencia podrida, según los auditores del propio Pentágono. El escándalo podría llevar a una investigación de Halliburton y de su ex presidente, Dick Cheney.

Los jóvenes también hablaban del cierre del Hospital General de Washington, medida contra la que luchó LaRouche, y que se tomó en aras de los especuladores de bienes raíces que están entre los que financian al gobernante Partido Republicano. Y detallaban la alternativa que presenta LaRouche, al repartir volantes y otros materiales de su campaña.

La creciente presencia de LaRouche en Washington coincide con lo que cada vez más gente entiende: que la detención de Saddam Hussein ofrece la oportunidad para que los Estados Unidos salgan de Iraq sin deshonor. De no retirarse y poner el problema en manos de la ONU hasta que se restaure la presente Constitución de Iraq, como propone LaRouche, los EU y el mundo se encaminan a un desastre estratégico.

Eso se entiende cada vez más en el mundo árabe, donde la prensa le ha dado gran difusión a los planteamientos de LaRouche. ¡Incluso un diario en el Iraq ocupado, Al–Sa'a, publicó el 16 de diciembre el llamado de LaRouche a restaurar la Constitución!

También se viene entendiendo en México, donde en una reunión de patriotas en Sonora el 13 de diciembre, Alberto Vizcarra, un copensador de LaRouche, dijo que, si bien merecía celebrarse la derrota de las reformas fiscales, hay que tener presente que el problema no es local, sino que, como dice LaRouche, se debe a la desintegración del sistema financiero internacional. Hay que sacar la discusión del cajón definido por los acreedores, y reconocer que no hay solución aparte de la victoria de LaRouche, y sus propuestas de reorganizar el sistema financiero mundial con un Nuevo Bretton Woods y de construir el Puente Terrestre Eurasiático.