¿Tiene Cheney los días contados?
Los dos hombres–bestia sinarquistas que amenazan con desatar
el fascismo en los EU y el mundo: el hoy gobernador de California,
Arnold Schwarzenneger (izq.) y el vicepresidente estadounidense
Dick Cheney (der.)
Al parecer Dick Cheney tiene los días contados en la Vicepresidencia de los Estados Unidos. Aunque se dio su vueltecita por Europa e incluso visitó al Papa para tratar de suavizar su imagen, no hay quien le quite el haber sido el principal belicista en el Gobierno de George W. Bush y el arquitecto de la mentira más grande que llevó a la desastrosa e innecesaria guerra de Iraq. Cientos de soldados estadounidenses y miles de iraquíes han muerto o resultado heridos en una guerra librada por supuestas armas de gran poder destructivo que no existen, y por los también inexistentes lazos entre Saddam Hussein y al–Qáeda.
Las cosas podrían decidirse de diferentes formas, pero en cualquier caso llevarán, o a la renuncia de Cheney, o al menos a que no haga mancuerna con Bush en la campaña de éste por la reelección.
Lyndon LaRouche, aspirante a la candidatura presidencial del Partido Demócrata en los EU, resumió hace poco el dilema del presidente Bush: Si George Bush bota a Dick Cheney de la "mancuerna", pierde; y si lo deja, también.
Lo insólito es la transformación impresionante del Partido Demócrata en la secuela de la convención de Iowa y del desastroso informe de Bush a la nación del 20 de enero. De pronto las principales figuras "institucionales" del Partido Demócrata desde los senadores Edward Kennedy, John D. Rockefeller, Carl Levin, Tom Daschle, y los representantes Henry Waxman, John Conyers, Nancy Pelosi, hasta funcionarios del partido como el presidente del Centro para el Progreso de América, John Podesta se han percatado de la realidad, que por largo tiempo pregonara LaRouche, de que Cheney es el talón de Aquiles de Bush en su esfuerzo por reelegirse, y que puede y debe derrotársele en noviembre.
Terry McAuliffe, presidente del corrupto Comité Nacional Demócrata (DNC, siglas en inglés), perdió el músculo político para arruinar la campaña del partido por recobrar la Presidencia. Como señaló un reconocido estratega de campaña demócrata, "el DNC no cuenta".
La avalancha de ataques contra Cheney constituye prácticamente un auto de acusación formal contra el Vicepresidente por una larga lista de crímenes contra los EU, y por una corrupción que asciende a lo más alto del gobierno. Muchos de estos crímenes ya se investigan:
• El Dallas Morning News informó el 24 de enero de una investigación penal en Francia sobre 180 millones de dólares en sobornos que, al parecer, un consorcio encabezado por la Halliburton, le pagó a funcionarios del Gobierno de Níger cuando Cheney la presidía. El juez francés Renaud van Ruymbeke está a cargo de la investigación y le dijo al periódico de Dallas que está considerando presentar cargos contra Cheney por "uso indebido de activos de la empresa".
• El 25 de enero el programa "Sixty Minutes" de CBS–TV acusó en un reportaje a Halliburton de "negociar con el enemigo" cuando Cheney la dirigía. Halliburton creó un negocio millonario en Irán a través de una subsidiaria suya en las islas Caimán, en lo que el contralor de la ciudad de Nueva York, William Thompson, le dijo a CBS es una violación "al espíritu de la ley". Thompson dijo que los tratos de Halliburton en el extranjero "benefician al terrorismo".
• Cheney es ahora el sujeto principal de la investigación del Departamento de Justicia sobre la filtración de la identidad de la agente encubierta de la CIA, Valerie Plame, esposa del ex embajador Joseph Wilson. El 26 de enero congresistas demócratas le exigieron al Contralor General que ordene una investigación del Tribunal de Cuentas de los EU sobre las violaciones a los procedimientos de seguridad de la Casa Blanca para evitar filtraciones de asuntos de seguridad nacional. Los procedimientos que Cheney y otros infringieron se describen en la Orden Ejecutiva 12958 del presidente Bush.
El 26 de enero el general y precandidato presidencial demócrata Wesley Clark se lanzó contra Cheney por su apoyo a lo dicho en un artículo del Weekly Standard sobre los vínculos de Saddam con al–Qáeda, que publicó en exclusiva de un documento filtrado del Pentágono. Es un crimen, bajo la Orden Ejecutiva 12958, aun si es para corroborar un documento clasificado que ya se había filtrado de manera ilegal. Pero es peor que eso, pues dicho documento, que preparó el neconservador subsecretario de Defensa, Doug Feith, fue una revoltura de informes de inteligencia inconclusos y llanas mentiras y distorsiones de la verdad, con la que se pretendió hacer creíbles los supuestos lazos de Saddam con los autores de lo del 11 de septiembre.
• La ofensiva contra Cheney por el papel que desempeñó en la campaña de desinformación para convencer al Congreso y al pueblo estadounidense de apoyar la guerra contra Iraq se ha intensificado. El propio presidente Bush decidió apoyar una investigación bipartidista independiente sobre la inteligencia que documentaba las capacidades militares de destrucción de masas de Saddam, y que se usó para justificar una guerra preventiva, informó el Washington Post el 1 de febrero.
"El cambio en la Casa Blanca, donde antes se sostenía que cualquier pesquisa de esa clase debía esperar hasta que una búsqueda de armas más exhaustiva concluyera", informó el Washington Post, "vino tras la presión que ejercieron legisladores de ambos partidos y del ex inspector de armas en jefe de los EU en Iraq". El artículo informó que el anuncio de Bush "es inminente", y que Cheney ya está llamándole a miembros de las comisiones de inteligencia para informarles de la decisión del Presidente. Y añadió que la decisión de Bush es un intento por "zafarse ante un asunto potencialmente peligroso", y retrasar la renuncia de figuras "de alto nivel en la CIA y dondequiera hasta después de las elecciones".
Los senadores Levin, Rockefeller y Daschle también respaldaron el llamado a que el Congreso realice dicha investigación. Ellos también han acusado al Vicepresidente, en diferentes ocasiones, de usar inteligencia falsa para empezar una guerra planificada de antemano, y por seguir usando las misma mentiras ya oficialmente desacreditadas para justificarla. Los senadores citaron los comentarios que hizo Cheney durante su gira por Europa sobre el supuesto descubrimiento de dos camiones que, según dijo, eran laboratorios de armas químicas. El inspector de armas en jefe de la CIA, el doctor David Kay, dijo, justo antes de renunciar, que esto no tenía nada que ver con armas de gran poder destructivo.
"Me parece increíble, absolutamente increíble", dijo el senador Rockefeller ante la prensa, "que el Vicepresidente de los EU haya dicho, hace unos días, que dos semiremolques que encontraron representaban `pruebas concluyentes' de que Saddam tenía programas para desarrollar armas de destrucción de masas, cuando su propia comunidad de inteligencia, según David Kay, coincide en que no tenían nada que ver con armas de gran poder destructivo. Hay muchos otros ejemplos de exageraciones que el Vicepresidente de los EU y otros en este gobierno siguen haciendo hasta la fecha, y es intolerable".
El New York Times le asestó otro golpe a Cheney el 27 de enero, en un editorial titulado "Señor Cheney, conozca al señor Kay". El editorial, que cita las declaraciones recientes de Cheney acerca de las armas de Iraq, dice que "la miopía del Vicepresidente sugiere una renuencia pasmosa a aceptar una realidad que choca con las ideas preestablecidas del gobierno. Esta clase de pensamiento rígido ayudó a impulsarnos a una invasión sin contar con un amplio apoyo internacional y, si el señor Cheney tiene tanta influencia como muchos dicen, puede impulsarnos a mayores desgracias en el camino".
Aunque puede que el botar a Cheney no salve la reelección de Bush, sí podría, como LaRouche lo ha repetido en los últimos 18 meses, salvar en parte su legado presidencial y ofrecer la oporunidad de evitar desastres futuros, que ni los EU ni el mundo pueden darse el lujo de tolerar.