Mi lid contra el racismo
Lyndon LaRouche durante una conferencia en Alabama. (Enero 2004)
por Lyndon H. LaRouche
fEl comité de la campaña presidencial de Lyndon LaRouche circuló ampliamente un devedé por los Estados Unidos, en el que destaca un discurso del candidato denunciando al Comité Nacional Demócrata (CND) por anular la ley de Derechos Electorales de 1965, para excluirlo a él de la dirigencia del Partido Demócrata.
Franklin D. Roosevelt incorporó al hombre olvidado" de la Gran Depresión al Partido Demócrata durante su campan[CHEK]a presidencial de 1932, cosa de reconstruir la astillada economía estadounidense, pese a la enconada oposición de los poderes financieros de Wall Street. Ahora, el CND ha abandonado a los electores negros y a otras minorías que eran la base del legado de Roosevelt, y que integran el 80% de la población con los ingresos familiares más bajos. LaRouche abordó de modo singular las necesidades urgentes de esos electores, y la misión que le toca desempeñar a la juventud de la nación en esta crisis, en una sucesión de reuniones, entrevistas y sesiones educativas que sostuvo a principios de mayo con jóvenes en varios estados, desde Kentucky hasta Pensilvania, Arkansas y Alabama. Este artículo pone de relieve esos actos.
Les hablo el lunes 17 de mayo, en el aniversario de Brown vs. Junta de Educación (el fallo de la Corte Suprema de los EU que abolió la segregación racial en las escuelas). El sábado pasado estuve en Montgomery, Alabama, donde participé en dos reuniones de grupos de derechos civiles que escrutaban candidatos para ver a quién darle su apoyo en las elecciones primarias a realizarse en ese estado.
Como es natural, uno de los temas que salió a relucir en esas reuniones fue el de Brown vs. Junta de Educación. Pero también salió a relucir la promulgación de la ley de Derechos Electorales de 1965, misma que el presidente [Lyndon] Johnson respaldó y logró que aprobara el Congreso en base al incidente que ocurrió en Selma, en el camino a Montgomery ese año. Una amiga mía muy querida, Amelia Boynton Robinson, fue apaleada casi a muerte al cruzar ese puente en esa manifestación a favor de los derechos electorales.
Las imágenes de eso que transmitió la televisión nacional alarmaron a la nación, e indujeron la promulgación de la ley de Derechos Electorales ese año.Lo que la gente ahí parecía no recordar, es que la ley de Derechos Electorales fue anulada recientemente por iniciativa del Partido Demócrata. Esto tiene varias implicaciones.
Por qué los demócratas anularon la ley de Derechos Electorales
Primero que nada, el propósito de derogar la ley de Derechos Electorales £lo que hicieron en efecto£ era eliminarme a mí de la política. Muchos pensaban que yo representaba un gran peligro para la suerte de política que ellos impulsaban, y querían silenciarme, sacarme de escena para hacer lo que quisieran. Este fue el acomodo del Partido Demócrata a las iniciativas de Newt Gingrich en ese entonces. Yo representaba una amenaza a esa capitulación y, por tanto, había que dar pasos para eliminarme.
Lo que hicieron fue tomar esta acción, contra la que entablamos una demanda en los tribunales federales, porque habían transgredido, en la forma en que me excluyeron, la ley de Derechos Electorales de 1965. Lo que sucedió ante una terna de jueces del Cuarto Circuito en Washington, D.C., fue que el Partido Demócrata cambió de postura, y en vez de tratar de defender sus acciones en mi contra, las cuales eran violatorias de la ley de Derechos Electorales, actuó para cambiar la ley, para derogar la ley de Derechos Electorales. El alegato fue que el Partido Demócrata era un club, y este club de propiedad privada podía funcionar en consonancia con los valores de los accionistas.
Ahora bien, los valores de los accionistas fueron, en esencia, el argumento usado para excluir a los electores de ascendencia africana y a otros en tiempos pasados. Ese mismo asunto volvió a plantearse de nuevo ahora. Entonces era conocido como el valor de los esclavistas. Ahora es el valor de los accionistas. Por tanto, lo que sucedió fue que el Partido Demócrata derrocó la ley de Derechos Electorales de 1965 en lo que toca a sus asuntos, y lo ha hecho de forma constante.
El Partido Demócrata, que usa toda clase de frases mentirosas para encubrir lo que me hizo a m[ACUTE], es, por tanto, de hecho una organización racista.
Esto afecta, por supuesto, los derechos de los ciudadanos de ascendencia africana. Pero tambien afecta a la mayoría de las personas en la categoría del 80% con los ingresos familiares más bajos, porque el 20% con los ingresos más altos que trata de controlar al partido (de hecho, a ambos partidos), no quiere que el 80% más bajo tenga una voz que pese en la política nacional.
Nos encontramos ahora en medio de la mayor crisis financiera desde 1929-33. La actual, que se nos viene encima rápido, es peor que eso, como pronto experimentarán. La inflación que tenemos ahora, el derrumbe de las bolsas que se vuelcan desde Europa y Japón, significan que estamos en aprietos. El petróleo ahora anda por encima de 41 dólares por barril, y es probable que aumente mucho más. Esto significa un crac.
Ahora bien, cuando ocurre un crac, cuando los sistemas bancarios caen, la pregunta es: quién va a pagar por el derrumbe del sistema financiero? Los especuladores, los especuladores financieros? O, lo hará la gente?.
Ese era el asunto allá por 1929-33, cuando [el presidente Herbert] Hoover defendió a los banqueros en contra del pueblo. Franklin Roosevelt tomó el lado del pueblo y fue elegido con el apoyo del hombre olvidado".
Privar a los ciudadanos de ascendencia africana de sus derechos constituye una amenaza contra toda la gente en la categoría del 80% de menores ingresos familiares, sea cual sea el color o ancestro que se le atribuya. Esta es la gente que está amenazada, y el Partido Demócrata es, en un sentido -en este sentido específico-, racista, porque la dirigencia del Partido Demócrata sabe lo que ha hecho. Ha revocado la ley de Derechos Electorales de 1965 por su propia iniciativa, y ha tratado de hacer valer eso.
El derrumbe económico acelera
También está herido por la forma en que la mayoría de los candidatos han llevado a cabo la campaña: abordando las preocupaciones del 20% de mayores ingresos familiares, y haciéndole caso omiso, o poniendo a un lado -como Gingrich sentó la pauta en cuanto a esto- los derechos del 80% con los ingresos más bajos.
Esta es la suerte de situación que enfrentamos a nivel mundial, y como acabo de decir esta mañana, los informes noticiosos que hoy nos llegan de Europa indican que acelera el ritmo de derrumbe del presente sistema financieromonetario mundial. Esta situación es relativamente irremediable. No puedo asegurarles o decirles exactamente qué día ocurrirá el crac oficial, pero viene, y viene pronto. Lo que necesitamos en estos momentos de los Estados Unidos es una respuesta al crac como la que debió haber dado Hoover en 1929, más o menos, pero que dió Franklin Roosevelt, en marzo de 1933.
Tenemos que actuar para someter a este sistema financiero quebrado, mal administrado, a una reorganización bajo administración judicial. Tenemos que mantener funcionando a los bancos y a otras instituciones esenciales para la nación; tenemos que conservar sus puertas abiertas. Pero los bancos deben ser intervenidos por el gobierno federal para proteger al pueblo, y para proteger a la nación.
Del mismo modo que Roosevelt hizo allá por 1933 y después, debemos recurrir a la capacidad federal de administrar la economía y de administrar la moneda, para crear un fondo de inversiones de capital, al principio para proyectos de infraestructura a gran escala que pongan a trabajar a suficientes personas, activar suficientes negocios, cosa de elevar la actividad y el ingreso de los hogares y los estados al punto que la mayoría de los estados puedan valérselas con sus presupuestos y cumplir con sus obligaciones.
Al mismo tiempo, tenemos que elevar la economía nacional por encima del punto de equilibrio, donde podamos construir la salida de la crisis. Esto significa infraestructura a gran escala; significa crear empleos en la generación y distribución de energía; en proyectos de gestión de aguas, de los que necesitamos muchos; y en proyectos de transporte público. También significa ayuda a la educación, y en especial la reconstrucción de nuestro resquebrajado sistema de salud, mismo que, de nuevo, ha sido desvastado por la ley de Organizaciones de Mantenimiento de Salud. Significa también suministrarle crédito a bancos que pueda que estén ellos mismos en quiebra, pero que tienen que seguir funcionando como instituciones para la administración del crédito en regiones locales, a fin de asegurar que haya fondos disponibles, crédito disponible, para fomentar el empleo privado en el ambiente creado por la expansión del empleo en la construcción de la infraestructura económica básica.
Eso es lo que tiene que hacerse. Hasta ahora, debido a que la dirigencia de ambos partidos, es decir, los dirigentes de la campaña, ha evadido cualquier discusión de los problemas, ahora nos sumimos en una gran depresión. Y ni Kerry, por ejemplo, ni George Bush, por supuesto, tienen la menor idea o intención de hacer lo que es necesario para capear esta clase de lío. No entienden el problema como lo entiendo yo.
Por consiguiente, no crean lo que dice el Partido Demócrata. Sus dirigentes han actuado como racistas; deben dejar de hacerlo y reformarse a sí mismos. Deberían entender que deben regresar a convertirse en lo que Roosevelt representaba: el partido que representa los intereses del hombre olvidado, el partido que puede mover al país y que tiene en mente a toda la gente, y no sólo a parte de la gente.
Esa es la norma que ustedes deben adoptar, y deben hacerlo ahora.