Argentina suspende pláticas con el ? FBI?
Le tocó al presidente Rodríguez Saa tomar la histórica decisión de declarar la moratoria a la deuda de Argentina en diciembre de 2001. Una semana más tarde fue obligado a renunciar de su cargo.
Hay otro enfrentamiento en marcha entre Argentina y el Fondo Monetario Internacional. El viernes 6 de agosto el ministro de Economía argentino Roberto Lavagna anunció la suspensión de las pláticas de su país con el Fondo sobre un nuevo programa, cuando menos hasta diciembre o enero. El lunes siguiente Lavagna anunció un aumento de 10% en las pensiones de los jubilados que reciban 1.000 pesos o menos al mes. El aumento entraría en vigor en septiembre. La medida beneficia al 95% de los jubilados, 3 millones de personas que han estado tratando de sobrevivir con 325 dólares al mes.
Ambos anuncios están relacionados. El Fondo Monetario Internacional está en contra de cualquier aumento de pensiones, salarios o, dicho sea de paso, cualquier proyecto público, alegando que el ingreso impositivo del gobierno, que resultó mejor de lo esperado, debe destinarse de forma exclusiva a “mejorar” los términos de pago a los bonistas extranjeros que detentan la deuda pública argentina de 88.000 millones de dólares, misma que Argentina dejó de pagar en 2001.
Pero la pelea va más allá de las pensiones. Es una lucha por principios. El Gobierno del presidente Néstor Kirchner rehusa aceptar el principio del Fondo, que establece que la única responsabilidad de los gobiernos es la de garantizar el pago de la deuda externa, sin importar el costo humano, un principio que, en las actuales condiciones de desintegración económica, conduce inexorablemente al fascismo. A pesar de presiones brutales, Kirchner sigue defendiendo el único principio razonable y humano, de que la primera responsabilidad de un gobierno es la defensa de la nación y de su pueblo.
En honor a la verdad, el Fondo Monetario Internacional más bien debía llamarse el “Fondo Buitre Internacional”. Según el programa de tres años que Argentina firmó con el FMI en septiembre de 2003, las nuevas condiciones que se negociarían en septiembre de 2004 tendrían efecto en 20052006. El FMI empezó a presionar a Argentina en cuanto a esto desde julio, cuando anunció que no aprobaría el “desempeño” económico de Argentina en el último período, en tanto no prometiera “hacer más” por los acreedores. El Fondo insistía que Argentina tenía que pagarle a sus acreedores extranjeros miles de millones de dólares en efectivo, para “inducir” a los fondos buitres a negociar con Argentina.
Y, para garantizarles a esos buitres pagos más grandes en el largo plazo, el FMI exigía que el Gobierno aumentara el “superávit primario” del presupuesto (los ingresos menos los gastos con excepción del pago de deuda), de 3% del producto nacional bruto a 4%. En otras palabras, el Gobierno tendría que aumentar lo que le quita a la ya destruida economía para destinarlo a pagar deudas. El FMI exigía también que el Gobierno sancionara a las provincias que gastaran por encima de sus ingresos. Cuando los argentinos le dijeron al Fondo que su Constitución prohibe eso, los tecnócratas del FMI respondieron: “¡Pues, cambien la Constitución!”
Desde el derrumbe del sistema financiero argentino en 2001, se ha hablado mucho sobre quién tuvo la culpa, y quién debe pagar por ello. En julio, el Fondo Monetario Internacional sacó su propia versión de su relación con Argentina durante una década, donde admite que el FMI cometió errores: ¡fue demasiado clemente con Argentina! Pero el informe deja en claro que el FMI sabía que la deuda del país era superior a sus capacidades de pago, y que tendría que caer en mora.
Durante un acto oficial en la ciudad de Rosario, el presidente Kirchner declaró: “Para ellos es muy fácil hablar de la Argentina desde algunos salones muy tranquilos. Pero los errores de ellos costaron que tengamos más de 15 millones de argentinos pobres”. Antes, el ministro Lavagna había señalado que “los errores del Fondo para Argentina se traducen en más desempleo y pobreza. . . más desestructuración productiva”.
El ex presidente argentino Adolfo Rodríguez Saa, quien hizo la declaración histórica de la moratoria a la deuda en diciembre de 2001, a raíz de lo cual fue obligado a renunciar una semana después bajo amenazas de muerte y una presión financiera brutal, respondió al informe del FMI con anuncios en la televisión titulados “Reivindicación”. Estos anuncios, que fueron difundidos por todo el país, comienzan con fotos de los encabezados de prensa en los que el FMI admite errores, luego reproducen partes del histórico momento en el que Rodríguez Saa (miembro del Partido Justicialista, igual que Kirchner) le anunciaba al Congreso la moratoria a la deuda para salvar a la nación. Fue un momento que los financieros extranjeros odiaron entonces y odian hoy. En cuanto los congresistas cayeron en cuenta de la importancia de la decisión, se pusieron de pie y comenzaron a cantar: “¡Argentina! ¡Argentina!”
“Todos dicen que el FMI es la sensatez y el Partido Justicialista la barbarie. Ahora queda demostrado que es al revés”, declaró el publicista de Rodríguez Saa a La Nación. La moratoria “no fue una actitud de locura”, agregó.
Para enfrentarse al FMI se necesita valor, pero, como dijo Cristina Fernández de Kirchner senadora de la república y esposa del presidente Kirchner en una conferencia que tuvo lugar en Buenos Aires el 9 de agosto, Argentina debe actuar como Estados Unidos, que “nunca le hizo caso al FMI”. De esta manera, señaló, al país “le irá bastante mejor que al resto de los países que sí le hicieron caso al Fondo”. Lo mejor es que Argentina “siga su modelo, que es hacer la política que le conviene a los argentinos”, subrayó.
Fuentes allegadas al Ministerio de Economía le dijeron al diario bonaerense La Nación, que ahora están considerando hacer lo que Malasia durante la crisis asiática de 1997: no tomar en cuenta al FMI, y avanzar con el crecimiento de la economía nacional.