Evaluación estrtégica
Resumen electrónico de EIR, Vol. III, núm. 15

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¡El sistema monetario mundial revienta en Alemania!


Olas de protestas en Alemania

por Lyndon H. LaRouche
18 de agosto de 2004.

El discurso que pronunció hoy en Berlín el canciller alemán Gerhard Schröder, marca el comienzo efectivo del derrumbe del ya podrido sistema monetario–financiero mundial. Esto empezó hace unas semanas con unos hechos al parecer insignificantes, fácilmente pasados por alto, que comenzaron de un modo irónicamente comparable a cómo la cuestión de la libertad de viajar de vacaciones al exterior desató la serie de sucesos que precipitaron el ya inevitable derrumbe de la República Democrática de Alemania (Oriental) en 1989. Aparte de esa ironía, ésta es la mayor y más peligrosa crisis monetario–financiera global en la historia mundial moderna. No es algo que esté a punto de ocurrir; es algo que ya está en marcha, una crisis que no hay cómo parar sin tomarse ciertas medidas de emergencia que he recomendado.

Lo clave de lo planteado de nuevo hoy en Berlín, es que no es una crisis de Alemania. Es una crisis mundial que decidió hacer erupción, en tanto crisis mundial, hoy en Alemania. Es una crisis mundial en erupción, no sólo de las economías de Europa y los Estados Unidos, sino una crisis de desintegración general del presente sistema monetario–financiero mundial. El sistema actual centrado en el FMI, el sistema de tipos de cambio flotante, no sobrevivirá los efectos globales del rebote de esta crisis que embiste desde Alemania. Ninguna parte del mundo, incluyendo a China, escapará de la furia de esta tormenta global. Así que, lo que sucede en Berlín hoy, predetermina la alternativa del destino que ahora encara a los EU.

De no desmontarse de inmediato las normas actuales de la Unión Europea y del sistema de “globalización”, nada podrá detener la avalancha mundial que comenzó hace cuatro semanas en el estado alemán de Sajonia.

Me explico.

Técnicamente, los remedios que tenía a la mano el Gobierno de Alemania eran claros. Los precedentes para las medidas que tenía que tomar el Gobierno, en general eran los mismos que especificó el eminente doctor Wilhelm Lautenbach en una reunión de la Fundación Federico List en Berlín en 1931. De haberse adoptado las propuestas de Lautenbach, Hitler no hubiera ocurrido. Las medidas que propuso Lautenbach en ese entonces eran más o menos idénticas a las que tomó el presidente entrante Franklin Roosevelt, contra las medidas del “Brüning” estadounidense, el presidente [Herbert] Hoover. Lo que le sucede a Alemania ahora es casi comparable, en términos estratégicos, a lo que le sucedió a Alemania en ese entonces.

Los problemas que le dificultaban al canciller Schröder tomar las medidas apropiadas eran tres principalmente: 1) La globalización, que debe abolirse de manera absoluta, si es que han de sobrevivir la actual crisis que embiste, no sólo Alemania, sino todas y cada una de las naciones de Europa Occidental y Central. 2) Esas medidas clínicamente insanas de la Unión Europea que obstaculizan el único programa de recuperación posible que podría emprender cualquier Gobierno alemán en este momento. 3) El chantaje contra Alemania no sólo de las amenazas de Standard & Poor, sino también el apoyo a ese chantaje por parte de un concierto de oligarcas financieros internacionales del mismo carácter y disposición, que la internacional sinarquista que estableció todos y cada uno de los regímenes fascistas en Europa continental en el intervalo de 1922–1945.

Es de notar que el actual Gobierno estadounidense del vicepresidente Dick Cheney, confederado del primer ministro Tony Blair, representa un conjunto de ideologías y de intereses financieros que en lo esencial son una copia al carbón de la internacional sinarquista del intervalo 1922–1945, que incluye al partido sinarquista de México controlado por los nazis, que aborrecía tanto a los Estados Unidos como al propio presidente de esa nación Lazaro Cárdenas. Las políticas de guerra perpetua con acento nuclear de Cheney, el titiritero de Bush, representan en la actualidad la punta de lanza estratégico–política de la amenaza fascista que enfrentan las naciones de Europa continental, así como los asuntos internos de los EUA hoy.

En este marco de realidades en sucesión, el rasgo trágico de la declaración que hizo hoy el canciller Schröder, es que él asume la reponsabilidad moral por las condiciones atroces que le han impuesto a su Gobierno alemán y a su nación un concierto de intereses oligárquicos financieros internacionales. El peligro está en que el Canciller acarreará sobre sí el repudio que, en realidad, deberían recibir los actuales opresores de Alemania. Al presente, el canciller Schröder no tiene en Alemania una alternativa viable a la vista. He ahí el elemento de una tragedia alemana en potencia ahora.

En condiciones políticas mundiales más juiciosas, las principales naciones del mundo hubiesen respondido convocando una conferencia internacional monetario–financiera de emergencia, en la cual hubiesen combinado su autoridad e influencia para imponerle un remedio al sistema monetario–financiero mundial renuente al presente. Porque, si Alemania cae en la condición de un “Estado nacional fracasado” como pudiese, con estas tendencias, ninguna parte del mundo escapará de los terribles efectos de reacción en cadena que ello acarrearía.

El derrumbe de Alemania es el detonador de una reacción en cadena que sería rápidamente el fin de todo gobierno estable en Europa continental Occidental y Central, y, eso, a su vez, es el detonante del inicio inmediato de un derrumbe en reaccion en cadena de todo el sistema monetario–financiero mundial presente. La categoría de “Estados fallidos”, por lo tanto, debe aplicarse ahora a aquellas naciones, aparte de Alemania, que permitieron el desencadenamiento de las consecuencias inevitables de las decisiones aplicables que tomó la Unión Europea, y a la incompetencia de la actual Presidencia de los EU que sigue impulsando las políticas globales que tumbarán al muy cargado y en extremo vulnerable sistema mundial ahora.

Las decisiones que es necesario tomar de inmediato son esencialmente elementales: 1) Acabar con las normas tiránicas y destructivas de la Unión Europea, y permitir que los Estados miembros reasuman su derecho soberano de crear préstamos de capital a largo plazo, para emprender una recuperación general de la producción y el empleo suficientes para llevar a Alemania, entre otras naciones, a un estado de equilibrio entre el ingreso de cuenta corriente y los gastos, a diferencia de la formación de capital a largo plazo. 2) Utilizar este mecanismo de crédito estatal para negociar acuerdos comerciales a largo plazo, especialmente entre las naciones del continente de Eurasia. 3) Utilizar el hecho de la crisis de desintegración general para pasar por encima de toda la globalización; restaurar la política de “comercio justo”, mediante acuerdos y tratados entre las naciones que tomen en cuenta las prolongadas condiciones de emergencia mundiales presentes; emprender grandes obras de infraestructura económica básica moderna a gran escala, como el estímulo principal de la economía nacional, y poner el acento en especial en el fomento de lo que se conoce como “Mittelstand” en Alemania.

Asimismo, hay que dar pasos inmediatos para lograr acuerdos permanentes de largo plazo, que restablezcan los principios del sistema original de Bretton Woods de tipos de cambio fijos. Debe haber un reconocimiento abrumador de que sin un sistema de tipos de cambio fijo, sería imposible sostener créditos a largo plazo a tasas de interés simple de 1% a 2%.

La transición necesaria será difícil políticamente, pero si reconocemos el peligro de no tomar dichas medidas, entonces hallaremos la manera de alcanzar el entendimiento que conduzca a la clase de acuerdos que debemos establecer. Si no lo hacemos así, tantos de aquellos nuestros descendientes que logren sobrevivir la insensatez de nuestra generación nos maldecirán, tanto por nuestras omisiones como por lo que hayamos hecho.

Si no sacamos a Alemania de esto, todo el sistema mundial caerá de un modo quizás descontrolado, y tal vez incontrolable. Hay que darle al Gobierno alemán la latitud y el respaldo necesarios para hacer los cambios que conjuren la desintegración que ahora amenaza a esa nación fundamental para todo el sistema mundial.

En cuanto al proceso electoral en marcha en los EU, los actuales sucesos en Alemania lo cambian todo. A menos que la campaña de Kerry desperdicie sus oportunidades, o que el régimen de Cheney y su títere Bush recurra a orquestar un asalto fascista so pretexto del terrorismo o incidentes relacionados, la madeja del Gobierno de Bush acabará de desenrrollarse. Ese es el problema respecto al cual habrá que estar ojo avisor, en las reberberaciones que hoy salen de Berlín.