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Los próximos cincuenta años de la Tierra

Resumen electrónico de EIR, Vol. III, núm. 8
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Si comparamos el llamado potencial ecológico de varias especies de simios superiores, y comparamos esas pruebas con un estudio de las condiciones de vida de una especie simiesca en este planeta durante el lapso conocido como la “Edad de Hielo”, el potencial planetario para una especie de simio superior más parecida a la humanidad sería de unos millones de individuos. Hoy tenemos una población que, según los informes, supera los seis mil millones, casi tres órdenes decimales de magnitud mayor que una forma de hombre que al parecer semejaría los requisitos de un simio superior. ¿En qué estriba la diferencia?

También tenemos estudios de la población humana de la Tierra que se remontan a tiempos prehistóricos, al marcado cambio ascendente en el potencial de población que hubo a partir de ese Renacimiento del siglo 15 que surgió de las cenizas de la Era de Tinieblas de la Europa del siglo 14 (ver gráfica 1).

Desde ese Renacimiento, y en especial desde el Tratado de Westfalia de 1648, hasta los hechos de las recientes cuatro décadas, ha habido una aceleración en modalidades de crecimiento demográfico a largo plazo de otro modo asimétricas, y una tendencia que sale de Europa y las Américas hacia el Asia, por ejemplo, de mejoras que van de la mano en el nivel de vida físico y en la longevidad de la población.

Estos datos son asimétricos en varios respectos que son de importancia para nuestra presente materia de la economía física. Sin embargo, el impacto de los datos sin elaborar de por sí es prueba suficiente de un aumento tremendo en la densidad relativa potencial de la población humana desde los cambios de políticas asociados con el nacimiento del Estado nacional moderno en el siglo 15, y con los cambios rápidos impulsados por la ciencia en los poderes productivos del trabajo desatados por el efecto de las llamadas políticas dirigistas (colbertistas) de Francia a mediados del siglo 17.

Es tan sólo durante los recientes cuarenta años que la tendencia a largo plazo ha tomado un giro descendente, una tendencia de la que hay una pobre comprensión y que está por rebasar al mal sostenido crecimiento en ciernes de algunas partes de la población mundial de un modo brutal, y dentro de poco. ¿De dónde vino esa onda larga previa de crecimiento neto?

Cuando revisamos los cálculos buenos y otras apreciaciones estadísticas de la composición de la población mundial remontándonos al tiempo más remoto que podamos hacerlo con razonable certeza, resalta un conjunto de datos respecto a las diferencias históricas características entre la demografía de las culturas de Europa y las de Asia (ver gráfica 2). A lo largo de este lapso la civilización europea ha sido menos populosa, por un margen relativamente grande, que la asiática. Sin embargo, el poder expresado por la civilización europea ha sido mayor, en especial desde el surgimiento de la cultura clásica griega a más tardar desde el siglo 7 a.C. El segundo conjunto de datos es el aumento revolucionario en el poder per cápita de la civilización europea que desató el Renacimiento del siglo 15, como esos efectos empezaron a reflejarse de un modo más conspicuo a partir de que el Tratado de Westfalia pusiera fin al intervalo de guerras religiosas desatadas de 1492 a 1648 por los intentos ultramontanos del partido veneciano de destruir las reformas introducidas por el Renacimiento del siglo 15.[49]

En los últimos cuarenta años, la tendencia ascendente de la cultura europea en general, y del modo más enfático en la cultura europea moderna, ha dado marcha atrás, para la desventaja relativa de Europa, y para la ventaja relativa, pero por tanto engañosa, de las potencias emergentes de Asia.[50]

¿De dónde vinieron entonces los períodos indicados de superioridad en el desempeño per cápita de la civilización europea, y de dónde, entonces, desde la misma perspectiva, vino el reciente decaimiento de cuarenta años de la civilización europea?

Sabemos que los seres humanos individuales que salgan de cualquiera de las culturas locales del planeta demuestran el mismo potencial de desempeño, un desempeño que con frecuencia los inmigrantes a la cultura europea de modo conspicuo están mejor motivados a lograr en excelencia creativa y de otra índole, que los miembros satisfecho de sí mismos de la sociedad a la que el inmigrante ha venido a incorporarse. Todos los seres humanos tienen el mismo potencial a este respecto; las diferencias significativas en la calidad potencial de desempeño son culturales. El mismo estudio muestra que apisonar a una parte de una población rebaja el nivel moral y la capacidad para los logros netos de la cultura en cuestión en su conjunto.

La raíz de la relativa ventaja histórica a largo plazo disfrutada por la cultura europea, viene de la irradiación de la cultura griega clásica, en lo que el historiador Federico Schiller identifica como la superioridad moral y en otros sentidos de la perspectiva de ese personaje clásico de Solón de Atenas, respecto a la moralmente lamentable cultura decadente de la Esparta de Licurgo.

El meollo de la cuestión ha de verse reflejado en las actitudes hacia las partes relativamente más pobres de la sociedad, a las que se trata más o menos de forma categórica como ganado humano. Hasta una cultura que practique el pastoreo de la masa más grande de la población como ganado humano, pero cuya idea sobre la naturaleza del hombre es contraria a la noción de una clase permanente de ganado humano, como fue el caso de los EUA después de Lincoln hasta hace poco, tiene una ventaja moral que se traduce, a través de influencias culturales irradiadas, en una ventaja física potencial bastante grande, como quedó demostrado por el Renacimiento del siglo 15 con centro en Italia, por la explosión de progreso científico y cultural en torno a la Francia de Colbert, y por varios aspectos decisivos de la historia de los EUA.

Toma el caso de la ventaja previa que tenían los EUA relativo a Europa en general, en especial durante el intervalo ejemplar desde el Gobierno de Abraham Lincoln hasta el de Franklin Roosevelt. Los pobres de Europa que huyeron a los EU en busca de oportunidades económicas y sociales fueron transformados, en el transcurso de una o dos generaciones, en una población con una mayor fertilidad creativa, más productiva que de haberse quedado esas familias en Europa.

Esto tiene que ver, en esencia, con la naturaleza especial del hombre, en especial con la forma relacionada de la autoimagen inducida del miembro individual típico de la sociedad. Esto augura una catástrofe potencial en Asia, aun en esas naciones que emergen como relativas grandes potencias mundiales nuevas, a no ser que la imagen del hombre que refleja la condición de la gran masa de los pobres mejore del estado de mano de obra barata a una masa innovativa y creativa de la población, ilustrada en lo intelectual. Esta tarea viene a ser, es obvio, un problema decisivo en el contexto de cualquier discusión global sobre los asuntos de un diálogo de culturas.

Es importante, por tanto, recalcar que el espectáculo repugnante que la civilización europea ha venido haciendo de sí, en especial en los recientes cuarenta años, no acreditan a la cultura asiática, sino más bien prueban cómo la cultura europea se ha desgraciado y degradado a sí misma adrede, al tolerar la renaciente tiranía global de la forma moderna del partido veneciano. Para ser francos, el elemento de prueba más convincente que podría presentarse sobre la decadencia cultural y moral de la población estadounidense hoy, es el hecho de que el país tuvo la desvergüenza colectiva de al parecer elegir y, peor, de aceptar la elección de un George W. Bush hijo como presidente. Con frecuencia se ha dicho que aquellos (países o personas) a los que los dioses quieren destruir, primero los vuelven locos. La globalización es la locura. El presidente Bush es, de hecho, un loco.

Hay dos grandes cuestiones que hay que plantear antes de realizar cualquier diálogo competente de culturas, cuestiones que expresan las consideraciones que acabo de resumir. ¿Cuál es la naturaleza del hombre? ¿Cómo le permitimos a las sociedades purgarse de ese bagaje cultural que acepta la degradación de grandes masas de la población al estado relativo de ganado humano que puede sacrificarse? Estas preguntas, como tal vez quisieran señalar los de la Sociedad Religiosa de Amigos (cuáqueros—Ndr.), también son decisivas para definir la raíz de esa depravación moral de los EUA que expresa la presencia de George W. Bush hijo y su equipo en la Presidencia de los EU.

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[49]Mi selección de puntos de inflexión y de tendencias está fundado en los métodos del cálculo de Leibniz, por ejemplo, los del descubrimiento de las órbitas de los asteroides de Gauss, en vez de los que por desgracia son métodos estadísticos contemporáneos comunes de suyo engañosos y en esencia lineales. Los primeros se apoyan en demostrar lo que ha de observarse, mientras que los segundos ponen de relieve lo observado; esto, como señaló Joan Robinson, es el método del post hoc ergo propter hoc de Friedman. El primer método mide el futuro; lo inferido con el segundo por lo general no es de fiar en lo característico, cuando ha de considerarse una crisis en marcha.

[50]El viraje hacia el ultramontanismo de corte veneciano, a partir del protagonismo de George Shultz en 1971–1972 para destruir el sistema monetario de Bretton Woods, le preparó el camino a la destrucción de los sistemas agroindustriales impulsados por la ciencia de Europa, de las Américas y también de Japón, mediante un proceso ahora por lo general denominado “globalización”. El efecto de esto ha sido el saqueo y la bancarrota de las economías nacionales de Europa y las Américas efectuados mediante los métodos venecianos conocidos por el proceso que llevó al derrumbe de Europa en el siglo 14 a una nueva Era de Tinieblas. Esto se ha combinado con la emigración del empleo de Europa y Norteamérica, a las regiones de mano de obra más barata de Asia y América Central y del Sur. El precedente histórico europeo de este modelo mundial implícitamente genocida, se centra en la liga Santa dirigida por Venecia y sus Cruzadas del siglo 13, lo cual condujo, como lo ejemplifican los casos de los pícaros Biche y Mouche de la Casa Bardi, a la prolongada nueva Era de Tinieblas genocida de mediados del siglo 14. El resultado de aplicar ese modelo medieval europeo ultramontano al mundo de hoy, incluye el efecto temporal, engañoso, de una mejora significativa de parte de la población de Asia mediante el saqueo y la destrucción a la gran mayoría de los pobres de Asia y de las Américas. A esto se le llama “globalización”, que algunas almas despistadas en Eurasia piensan que es para provecho de Asia simplemente porque hasta ahora han rehusado entender su situación real a largo plazo.