Ciencias
Norbert Brainin, "un músico irreemplazable"
Norbert Brainin (der) habla con su buen amigo Lyndon LaRouche.
Al centro aparece Helga Zepp–LaRouche.
(Foto: Stuart Lewis/EIRNS).
por Isabel Álcega de Ramonet
Hace unos años tuve la oportunidad, junto con mi esposo y mi hijo, de conocer en Caracas a Norbert Brainin, gran artista y maestro de música, fundador y dirigente del legendario Cuarteto Amadeus. Brainin, gran amigo y partidario de Lyndon LaRouche, falleció el 10 de abril, a la edad de 82 años, en Londres.
Brainin le había dado una entrevista a Hermut Cramer para la revista alemana Ibykus, y necesitábamos que la leyera antes de que fuera publicada. Hartmut me la mandó por fax a Caracas, y se la llevamos a Brainin a su hotel.
Recuerdo su expresión de alegría al vernos. Fue como un reconocimiento entre personas que han sido amigas por muchos años. Nos invitó a entrar y a sentarnos, nos pidió un informe sobre la situación política mundial, y luego comenzó a conversar de manera muy amistosa con mi hijo Juan Francisco, a quien le mostró su hermoso violín. Fue una visita corta, pero nos invitó a asistir a unas clases magistrales que impartía, y a un concierto en el que iba a tocar.
En los últimos 20 años Brainin dedicó un tiempo importante de su vida a darle clases a una gran cantidad de magníficos cuartetos de cuerdas, los cuales asistían de diversas partes del mundo a las clases magistrales que impartía en Inglaterra, en Alemania y en otras partes.
En el marco de esta actividad educativa, que Brainin entendía a la perfección que era un legado de suma importancia que él debía dejarle a los jóvenes músicos, cuartetos de cuerdas venezolanos invitaron al Cuarteto Amadeus a dictar unas clases magistrales en Caracas.
Lastimosamente, Peter Schifold, quien interpretaba la viola en el Cuarteto Amadeus y era amigo entrañable de Brainin, había fallecido en 1987.
Los tres miembros restantes de lo que fuera el fabuloso Cuarteto Amadeus estuvieron en Caracas por una semana. Brainin asumió con plena conciencia el papel histórico que tenía, de pasar a las nuevas generaciones la tradición de la música de los clásicos. Asistí a todas las sesiones, en las que Brainin, de una manera bondadosa y dedicada, y con gran humor, cumplía su misión y entregaba su conocimiento a los jóvenes músicos. Fue una experiencia inolvidable.
En la última entrevista que le dio a Ibykus en 2004, Brainin dijo: “Nosotros sólo escuchamos la música. Una y otra vez. Por encima de todo tratamos de entender el proceso de desarrollo de la música, tocándola de manera intensa y escuchándonos entre nosotros cuando lo hacemos. . . No podríamos dejar de tocar. . . Eso ha aumentado tremendamente cómo entendemos las piezas y cómo las interpretamos”.
Brainin, dice Cramer, “quería legar la tradición clásica de cómo interpretar el violín, cosa que él encarnaba de manera maravillosa, a las futuras generaciones de músicos . . . Norbert Brainin es irreemplazable y será recordado por siempre, como un gran artista y como un gran hombre”.