Que el reciente crac de la Parmalat, que dejó una brecha de 14 mil
millones de euros por los que todavía hay que responder, revela de forma
dramática la carencia de instrumentos y controles eficaces para las
operaciones financieras y el comportamiento de varios actores de la actividad
económica tales como agencias de auditoría, de
calificación, de asesoría, de compañías emisoras de
acciones y bonos, etc.; que después de la quiebra del fondo LTCM, de la
Enron y, posteriormente, de los bonos argentinos (el Fondo Monetario
Internacional tiene una grave y gran responsabilidad por la quiebra de la
nación argentina), de la Cirio, de la Parmalat y de Finmatica, por
mencionar tan sólo los casos más sensacionales, debe ser claro
para todo el mundo que enfrentamos una crisis realmente
sistémica;
Que se trata de una crisis financiera que no se limita simplemente a los
mercados bursátiles ni a las personas que trabajan en el sector
financiero, sino que más bien afecta de modo directo los niveles de vidas
de millones de personas, destruye la capacidad productiva, incide de forma
negativa en el empleo, y con frecuencia resulta en la pulverización de
las pensiones de personas que han trabajado productiva y honestamente durante
una vida entera;
La comisión que investiga el caso Parmalat ha producido muchos
frutos e ideas importantes a fin de preparar todo un conjunto de medidas
encaminadas a mejorar el funcionamiento de los mecanismos económicos de
nuestro país, con mayores controles y más garantías para la
salvaguardia de los intereses de todas esas personas que participan en los
procesos económicos de un modo productivo y honesto, al tiempo que les
concede mayor responsabilidad;
Dada la internacionalización de los mercados financieros, ninguna
nación por sí sola, ni siquiera toda Europa sola puede garantizar
el control y la aplicación de reglas más fuertes de forma
decisiva;
La crisis financiera y bancaria suscita preocupación general, no
sólo para los pequeños inversionistas (tan sólo en Italia
esta crisis ha afectado a un millón de personas y a sus familias) y las
empresas serias (cientos de miles de empresas pequeñas y medianas han
participado recientemente en operaciones de derivados financieros con grandes
pérdidas), sino también para las clases gobernantes de los
países interesados. Hay una crisis de todo el sistema financiero en la
cual los fondos dedicados a la pura especulación, que operan al margen de
reglas o controles de cualquier clase, cada vez asumen mayor peso. De hecho, se
calcula que el total de la burbuja financiera, incluyendo los derivados
financieros y otras formas de adeudos, suma como a 400 billones de
dólares, comparado con un producto interno mundial de poco más de
40 billones;
Mientras tanto, los datos oficiales de divulgación más
recientes del Banco de Pagos Internacionales en Basilea indican no sólo
una brecha creciente entre la economía real y la puramente financiera,
sino que también revelan una verdadera explosión de la burbuja de
derivados y otras formas de endeudamiento. Además de este hecho, el
crecimiento exponencial de estas cifras financieras y especulativas es
también motivo de preocupación. El informe del Banco Internacional
de Pagos sobre ‘Derivados negociados en mercados no organizados en la
primera mitad de 2003’, publicado el 12 de noviembre de 2003, admite los
siguientes valores nominales de operaciones de derivados negociados en el
mercado extrabursátil, en billones de dólares: junio de 2002:
127,5; diciembre de 2002: 141,7; junio de 2003: 169,7; es decir, ¡un
aumento de 42 billones de dólares en 12 meses!; y el informe del BPI del
2004 indica que el valor nominal de los derivados en el mercado
extrabursátil ascendía a 220 billones de dólares para junio
de 2004, lo cual representaba un aumento de ¡50 billones de dólares
en apenas 12 meses!
Aparte de los principales bancos italianos involucrados en los casos de
Cirio y Parmalat, los tres bancos estadounidenses implicados en el asunto de
Parmalat —JP Morgan Chase, Bank of America y Citigroup— son ellos
mismos los máximos responsables de este crecimiento vertiginoso, como
puede verse de los informes de la institución del Gobierno de Estados
Unidos conocida como la Contraloría de la Moneda: para junio de 2003 JP
Morgan había alcanzado el nivel de 33,3 billones de dólares en
derivados, con un aumento de 4,5 billones en sólo 6 meses; Bank of
America había llegado a 14,3 billones de dólares, y Citigroup a 13
billones. Un año después JP Morgan Chase por sí solo
aumentó el total de sus operaciones con derivados a 43 billones de
dólares, ¡con un aumento de 10 billones de dólares en
sólo 12 meses! Esto representa una tremenda distorsión si tomamos
en cuenta que el PIB de EU es de unos 11 billones de dólares.
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