Los EU se salvan de la
intentona golpista de Cheney
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El destacado liderato que Lyndon LaRouche ha ejercido en el seno del Partido Demócrata y en el Senado de los EU, ayudó a propinarle una derrota estratégica a la intentona golpista de Bush y Cheney. |
por Edward Spannaus
Un grupo de senadores demócratas y republicanos se avinieron a un
acuerdo el 23 de mayo, que preservó el derecho al llamado
“filibusterismo” y, con ello, salvó a la Constitución
de los Estados Unidos del intento golpista que pretendían llevar a cabo
el vicepresidente Dick Cheney y otros, tales como el líder de la bancada
republicana en el Senado Bill Frist, para imponer una dictadura de derecha de la
Casa Blanca. El acuerdo desarmó la llamada “opción
nuclear” que Cheney y Frist planeaban detonar el 24 de mayo.
Los demócratas aceptaron que el Senado vote a favor de la
ratificación de algunos (no todos) de los jueces que el presidente George
W. Bush nombró al tribunal de apelaciones de los EU. A cambio, los
republicanos que firmaron el acuerdo prometieron no apoyar los intentos de su
dirigencia de coartar el derecho al debate (filibusterismo) de la minoría
demócrata.
El estadista y economista estadounidense Lyndon H. LaRouche, quien
encabezó una movilización que ayudó a crear el ambiente que
hizo posible el acuerdo, recibió la noticia con beneplácito,
refiriéndose a lo dicho por el decano del Senado Robert Byrd sobre el
mismo. “Recuerdo las palabras de Benjamín Franklin, el más
viejo de los signatarios de la Constitución de los EU. Una señora
se le acercó y le preguntó: ‘Doctor Franklin,
¿qué nos han dado?’ A lo que Franklin respondió:
‘Una república, señora, ¡si pueden conservarla!’
La hemos conservado”, dijo Byrd. LaRouche, por su parte,
añadió: “Éste fue un disparo que se oirá por
todo el mundo”.
El senador Harry Reid, jefe de la bancada demócrata en el Senado,
dijo complacido: “Le hemos enviado al presidente George Bush, al
vicepresidente Dick Cheney y al ala radical de la base republicana un mensaje
innegable: no se tolerará el abuso del poder”. Pero el republicano
Frist dejó claro que no le gustó para nada el acuerdo, que fue
negociado por siete senadores republicanos encabezados por John Warner de
Virginia, e igual número de demócratas encabezados por
Byrd.
En la víspera, los partidarios de LaRouche habían repartido
miles de volantes en Washington y el resto del país con una
declaración que éste emitió a través de su
comité de acción política LaRouche PAC: “¡A rescatar nuestra Constitución ya!” LaRouche dijo que
el plan de Frist, Cheney y Karl Rove, el estratega político (a quien
LaRouche llamó el “ministro de propaganda”) de Bush,
equivaldría a un golpe de Estado.
Según la propaganda de la Casa Blanca y sus partidarios, los
demócratas no querían ratificar a los nombrados por Bush por sus
creencias religiosas. Pero, en la declaración que emitió el 22 de
mayo, LaRouche dijo que las creencias religiosas de los presuntos jueces no eran
el motivo de la renuencia. “Los ciudadanos de los EU no deben dejarse
engañar otra vez. Deben reconocer lo que realmente está
detrás de este intento malvado de la Casa Blanca de hacerse del poder
dictatorial unipartidista”, dijo LaRouche. “Lo fundamental no son
las creencias religiosas de los jueces; la cuestión, como lo fue con la
Revolución Francesa del 14 de julio de 1789 y con la toma de poderes
dictatoriales por Hitler el 28 de febrero de 1933, es económica simple y
llanamente. A estos candidatos derechistas a la magistratura los están
instalando para que ayuden a robarle la alcancía a tu niño, lo
cual difícilmente es una empresa cristiana”.
Añadió: “Sin las presiones salvajes que vienen desde
los círculos más encumbrados del Gobierno de Bush, muchos
republicanos presto se unirían con los demócratas para impedir que
la Casa Blanca de Bush lleve a cabo su pretendido complot anticonstitucional.
Por tanto, hay que darle un respaldo abrumador de inmediato tanto a los
dirigentes demócratas como a los senadores republicanos preocupados, pero
con frecuencia intimidados”.
Respecto a “la confirmación de jueces con inclinaciones
fascistas, la cuestión no es religión sino economía. La
pregunta es, ¿qué partido tomarán esos jueces cuando los
tiburones financieros vengan a comerte con un embargo de tus bienes?
“Hay un paralelo ominoso entre las actividades incendiarias del
radical derechista ministro de propaganda de la Casa Blanca Karl Rove y el
complot del vicepresidente Dick ‘Hermann’ Cheney, y las actividades
incendiarias que usó Hermann Göring para que el
‘reichschancellor’ Adolfo Hitler asumiera poderes dictatoriales el
28 de febrero de 1933. Hitler jamás cedió esos poderes hasta el
día en que se suicidó en Berlín el 30 de abril de 1945.
Decenas de millones de personas murieron a consecuencia de lo que sucedió
en Berlín el 27 y 28 de febrero de 1933. Ahora que el Gobierno de Bush
presiona para ‘usar preventivamente’ las armas nucleares existentes,
mucho más que decenas de millones morirán por todo el mundo si
dejamos que los EU sigan ese mismo camino ahora.
“En este momento la economía de los EU está al borde de
un derrumbe financiero y físico–económico generalizado
más grande que el de 1929–1933, y las fuerzas que controlan a la
patética figura que ocupa el despacho presidencial —tales como el
supuesto ‘Hjalmar Schacht’ de la situación, el ex compinche
de Pinochet, George Pratt Shultz, quien es el arquitecto de la presidencia de
Bush II y un promotor clave del intento del Presidente por robarte la
protección del Seguro Social a lo Pinochet—, están
empeñados en que el pueblo no tenga pensiones, ni atención
médica, ni protección contra el enorme desplome del presente
sistema financiero mundial que se nos viene encima.
“No hay ninguna excusa para que nadie apoye este intento del Gobierno
de Bush de hacerse de poderes dictatoriales”.
La ‘opción nuclear’
Para cambiar el reglamento del Senado es necesario que lo aprueben dos
tercios de los senadores, lo que equivale a 67 de ellos. Pero Cheney y Frist
planeaban un truco parlamentario para hacerlo por mayoría
simple.
Frist encendió la mecha de la ‘opción nuclear’ el
18 de mayo, cuando llevó ante el pleno para su ratificación los
nombramientos de dos de las jueces más polémicas que Bush
nombró al tribunal federal de apelaciones: Priscilla Owen de Texas y
Janice Rogers Brown de California. Al día siguiente anunció que el
24 de mayo presentaría una moción para limitar el debate sobre los
jueces. De acuerdo con las reglas del Senado, son necesarios 60 votos para
suspender el debate. Pero el plan era que el vicepresidente Dick Cheney, en su
condición de presidente del Senado, declararía
“anticonstitucional” el requisito de los 60 votos para suspender el
debate de nombramientos judiciales. Cheney entonces tendría que violar el
reglamento, ya que una moción para cambiar las reglas requiere 67 votos
para aprobarla. Si Cheney echaba a un lado la regla de los 67, habría
dado el golpe.
Varios senadores señalaron durante el debate, que lo que distingue
al Senado de la Cámara de Representantes, el otro brazo del Congreso de
los EU, es que el Senado protege los derechos de la minoría, mientras que
la Cámara es un órgano mayoritario. El hecho de que los padres de
la Constitución le dieran al Senado, y solamente al Senado, el poder de
dar su “consejo y consentimiento” a los nombramientos
presidenciales, indica que querían que se escuchara la voz de la
minoría. A lo largo de los más de dos siglos de existencia del
Senado, una de las formas de proteger los derechos de la minoría ha sido
a través del debate prolongado, lo que popularmente se conoce en los EU
como el “filibusterismo”.
Cheney planea un ‘golpe de
Estado’
El senador Frank Lautenberg, demócrata por Nueva Jersey, dijo
explícitamente que lo que planeaba Cheney era “un golpe de
Estado”. Durante el debate, Lautenberg denunció los intentos del
líder de la mayoría republicana Bill Frist, de “aniquilar
más de 200 años de tradición de este Senado, al deshacerse
del derecho al debate prolongado”.
Pero Lautenberg fue mucho más allá, y nombró a los
verderos culpables y llamó las cosas por su nombre.
“Quiero que el pueblo estadounidense entienda lo que va a pasar en el
seno del Senado si las cosas salen como lo tienen planeado. El vicepresidente
Dick Cheney, a quien rara vez vemos en este recinto, vendrá acá
con el propósito específico de romper las reglas que rigen las
operaciones del Senado. Él ocupará la silla de la presidencia del
Senado, y hará algo que no recuerdo haber visto en mis más de 20
años en el Senado. . . Piensen en la ironía. El
vicepresidente Cheney ayuda a nombrar los jueces federales, y cuando el Senado
se opone a los jueces escogidos por el Gobierno, él viene aquí a
romper nuestras reglas para ratificar a sus jueces. ¡Qué abuso de
poder! Esto haría temblar a los padres fundadores. . .
Mañana veremos lo que equivale a un golpe de Estado, una toma [del
poder] aquí mismo en el Senado”.
En su intervención inicial Reid, el dirigente demócrata, dijo
que, “el derecho al debate prolongado nunca es más importante que
cuando un solo partido controla el Congreso y la Casa Blanca”.
Añadió que, “en estos casos, el filibusterismo sirve como un
freno al poder y para conservar nuestro gobierno limitado”.
“Ahora mismo el único freno que tiene el presidente Bush es la
capacidad que tienen los demócratas de plantear sus preocupaciones en
este cuerpo, el Senado”, continuó Reid. “Si los republicanos
derogan nuestros derechos en esta cámara, no habrá freno a su
poder. La derecha radical estará en libertad de seguir el plan que
quiera, y no sólo en lo que toca a jueces. No habrá freno a su
poder respecto a nombramientos a la Corte Suprema, los nombramientos del
Presidente en general, ni en cuanto a legislación tal como la
privatización del Seguro Social”.
El senador Patrick Leahy de Vermont, el dirigente de la minoría
demócrata en la Comisión Judicial del Senado, lo planteó de
esta forma: “El propósito del Senado era impedir que el Ejecutivo
actuara como un rey”. Dijo que éste no era un incidente aislado,
sino “parte de un esfuerzo sostenido de este Gobierno y de agentes
partidistas en este Congreso para consolidar el poder en un sólo brazo,
el Ejecutivo, y hacerle caso omiso a nuestra historia constitucional de tres
poderes que actúan como frenos y contrapesos uno del
otro”.
El senador Ken Salazar, demócrata por Colorado, dijo en una
conferencia de prensa que los intentos de ejercer control absoluto sobre todos
los poderes del gobierno federal, constituyen “un esfuerzo por transformar
nuestra democracia. . . en esencialmente una
dictadura”.
Gobierno dictatorial
Desde principios del Gobierno de Bush, LaRouche viene advirtiendo que en
condiciones de crisis financiera, los que detentan el poder tratarían de
imponer medidas dictatoriales. Vimos las medidas de Estado policíaco
(redadas y detenciones) que impusieron luego de lo del 11–S, y cómo
precipitaron a un Congreso asustado a darle su aprobación a la ley
Patriota.
Hemos visto las reiteradas aseveraciones de que el Presidente no tiene que
hacerle caso al Congreso, ni cumplir con las obligaciones contraídas por
los EU a través de las Convenciones de Ginebra y la ley federal Contra
las Torturas, cuando actúa en su función de comandante en jefe en
tiempos de guerra. Es bien sabido que Dick Cheney y su asesor legal son los
principales promotores de esta doctrina en el Gobierno.
Lo que estaba en juego en la pelea del Senado no eran los candidatos
específicos a jueces del tribunal de apelaciones, por indeseables que
fueran. Ni siquiera era la cuestión más importante de las vacantes
que se espera que pronto se den en la Corte Suprema de los EU. Lo medular es un
ataque fascista generalizado contra la Constitución de los EU. El hecho
de que los individuos nombrados por Bush al tribunal de apelaciones sean todos
fascistas abiertos, cuyo cometido es desmantelar todo el legado del Nuevo Trato
de Franklin Roosevelt, indica lo que traen entre manos.
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