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Resumen electrónico de EIR, Vol.XXII, núm. 13
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LaRouche dialoga con el MJL:
‘Por falta de un mensaje se perdió el
reino.
Nosotros somos la gente con el mensaje’.
Jovenes larouchistas durante una Escuela de Cuadros.
Lyndon LaRouche pronunció las siguientes palabras ante los
participantes en una escuela de cuadros del Movimiento de Juventudes
Larouchistas que tuvo lugar en las ciudades estadounidenses de Seattle,
Washington, y Toledo, Ohio, el 8 de mayo del presente año.
Nos encontramos en una situación interesante, y ustedes
están casi en medio de ella, o más o menos en el medio
geográfico, en Toledo.
Tenemos el siguiente problema: Hay un número de personas,
presidentes locales del sindicato de trabajadores automotrices UAW, que en
cierto sentido están “truchas” en lo conceptual con el
problema que encaramos. También tenemos informes del Partido
Demócrata y del Congreso, del hecho de que algunos supuestos funcionarios
de la UAW dicen que no hay problema. No sé cuál sea su problema
para que salgan con eso, en particular tras lo ocurrido esta semana. Nos
encontramos en una situación en la que, como la
entiendo. . .
Permítanme un momento para decirles algo antes. Lo que nos dijeron
esta semana —y no estuve de acuerdo en nada con ello—, primero que
nada, nos lo dijo gente de General Motors, gente que yo pienso que es
inútil, que no creo que tenga ninguna competencia en cuanto a la
industria, que anda en otros negocios, no en la industria de fabricar
automóviles, sino en los negocios financieros. Pero luego supimos,
obviamente, de altos círculos del Partido Demócrata en Washington,
que la impresión que tenían, no sólo de la
administración de General Motors sino también de funcionarios de
la UAW, ¡era que no había problema! ¡También tuvimos el
cuento de que no se bajaría la calificación de las acciones de
General Motors al nivel de chatarra sino hasta mediados de año! Y que
para entonces la gente se habría librado de sus problemas con los
derivados financieros, que los habrían hecho a un lado, y que se
habría anunciado sin causar ningún gran problema para el sector
financiero en su conjunto.
Yo dije: “¡Basura!” Pero, al parecer ninguno de esos
círculos estuvo de acuerdo conmigo, ni aun los círculos que me son
amistosos. Yo dije: “No, se vendrá abajo”. Bueno, cayó
un día, luego de que yo recibiera este mensaje de altos funcionarios del
Partido Demócrata, que estaban pasando informes de gente en el Congreso
que estudiaban el asunto, que decían que no podía hacerse nada,
que el Congreso no podía hacer nada. Si el electorado no se queja, y
especialmente la UAW, ¿cómo puede intervenir el Congreso?
De modo que sí se vino abajo. Y fue una sacudida para mucha gente en
Europa, y una sacudida para todos los círculos con los que mantenemos una
relación regular en el Congreso y lugares similares en los Estados
Unidos. ¡Se equivocaron! Discreparon conmigo, y como siempre sucede cuando
discrepan conmigo, ¡se equivocaron! En especial en asuntos
económicos y estratégicos.
Así que ahora la cosa se acabó.
Lo que puede darse ahora es que, o reorganizamos la capacidad de
producción de General Motors, y es de suponer que otras cosas, digamos
Ford, por ejemplo, puedan estar en la misma situación; pero, o tomamos
esas medidas ahora que demandan que el Senado, en particular, actúe, o de
otra forma veremos que no hay futuro para la industria fabricante de
automóviles en los Estados Unidos, al menos no un futuro que valga la
pena mencionar. Lo único que posiblemente podría sobrevivir
serían la subsidiarias extranjeras, las de las empresas extranjeras que
participan en la manufactura en los Estados Unidos. Pero las empresas de los EU
dedicadas a la manufactura de automóviles en los Estados Unidos, en gran
medida dejarán de funcionar. Y eso significa que la totalidad de la
fuerza laboral, o virtualmente toda la asociada con General Motors y empresas
relacionadas, tales como Delphi y otras, dejarán de funcionar.
Y eso es irreparable. Lo que ocurriría, si pasa eso, es que la
única capacidad de máquinas–herramienta significativa que
quedaría estaría limitada a la que tienen los militares, que hoy
día pende de un hilo. Ésa es nuestra situación.
El gran problema que tenemos es gente tonta, que no toma en serio lo que
está por ocurrirle al potencial manufacturero de General Motors y de
empresas asociadas en los ramos automotriz y relacionados. Si eso
continúa, entonces los Estados Unidos empiezan a convertirse en un
verdadero país del Tercer Mundo, con poco futuro. En semejantes
condiciones, los efectos de reacción en cadena bajo las circunstancias
actuales serían tales, que habría muy poca esperanza de una
recuperación, y el mundo caería, no en una depresión, sino
en una virtual era de tinieblas, porque lo que pasaría sería un
derrumbe del dólar, que está a punto de desplomarse, y sin un
programa como el que propongo, no hay salida para el dólar.
Y si el dólar cae, eso significa que todos aquéllos en el
exterior con dólares —tales como China, Japón, otros y
Europa— quedarían colgados de la brocha. Porque el derrumbe del
dólar será de entre un 30 y 50% de su valor, que ya, ahorita
mismo, anda como a un dólar treinta por euro, y eso es sólo
gracias a ciertas manipulaciones especiales, que de alguna manera han
disminuido, moderado su caída. Si el dólar cae, estamos hablando
de alrededor de 2 por euro o algo así cuando golpee ese tipo de efecto,
entonces tienes una reacción en cadena, porque el sistema monetario
mundial es el sistema del dólar. Tendrías una reacción en
cadena en el sistema monetario mundial, tendrías un crac repentino mucho
mayor que el crac de 1929, de 1929–1931, mucho más grande. De
hecho, éste es el borde de una era de tinieblas.
Recuerden, bajo Roosevelt, cuando él tomó posesión en
marzo de 1933, todavía teníamos una capacidad industrial, en parte
ociosa y en parte funcionando, todavía con algo de vida. Y Roosevelt pudo
estimular ese potencial, ¡incluyendo el sector agrícola! Como saben,
la gente todavía tenía granjas entonces, y muchos dejaron las
ciudades y regresaron a vivir con sus familiares en las granjas para conseguir
algunos pollos y huevos, semillas o algo. Pero ese ya no es el caso.
Lo que tenemos es una catástrofe social nacional. Tenemos un
desastre que azota a los Estados Unidos, peor que lo que recuerde cualquier
persona ahora viva. Y todo porque “el caballo perdió un
clavo”. Ya saben el cuento del clavo de la herradura. “Por un clavo
se perdió la herradura; por una herradura se perdió el caballo;
por un caballo se perdió el jinete; por un jinete se perdió el
mensaje; y por un mensaje se perdió el reino”. Ése es el
tipo de situación que tenemos ante nosotros.
De modo que, nos encontramos en una posición muy significativa, en
la que es claro que nosotros tenemos el mensaje. Y en este momento toda
la gente parlante en el sistema político no tiene el mensaje. La
industria no tiene el mensaje, y pareciera que los dirigentes de la UAW no lo
tienen, ¡y con seguridad tampoco esa bola de idiotas conocidos como los
administradores financieros de General Motors! Se consiguieron un enterrador de
Las Vegas, ¡que ya está subastando los huesos de la capacidad
productiva de General Motors!
Así que, nosotros tenemos que hacer algo. Y, en cierto sentido,
tenemos que llevar el mensaje que acabo de darles de formas apropiadas. Que si
persisten en comportarse como están comportándose, si el Senado
continúa respondiendo con desgano a mis propuestas como lo ha hecho hasta
ahora; si todo esto sigue igual, ¡olvídense de los Estados Unidos!
¡Se acabaron! ¡Están fritos!
Como saben, esto pasa en la historia. Ha habido civilizaciones enteras que
parecían ser dominantes, en su región al menos, en su momento,
¡que cayeron! Terminaron en escombros. Y eran afortunadas si
existían en la historia en su momento. Por ejemplo, tienen el caso de
Grecia, de Atenas. Acababan de lograr una gran victoria naval por medio de una
alianza, contra el Imperio Persa, que era el principal peligro que enfrentaba
Grecia entonces. Esos pobres diablos, los dirigentes de Atenas, bajo Pericles y
demás, ¡emprendieron una guerra contra sus aliados! Comenzaron a saquear a sus aliados y a comportarse como un imperio, un imperio
cruel tipo nazi. Esto echó a andar lo que vino a conocerse como la guerra
del Peloponeso.
Grecia jamás se recuperó de la guerra del Peloponeso. Hubo el
intento de reformarla encabezado por Sócrates, y lo que sucedió
fue que el Gobierno de Atenas lo asesinó, ¡asesinó
judicialmente a Sócrates! Posteriormente, un hombre que a la sazón
era un joven, Platón, adoptó y puso en marcha un programa que
hubiera conducido a Grecia a su salvación. Fundó la Academia
platónica de Atenas, la cual desde ese momento en adelante
continuó por alrededor de siete siglos, como la principal
institución científica del mundo. Pero también
cayó.
En consecuencia, y luego de un período de este sistema ptolomeico,
que ya estaba desplomándose, surgió Roma. Al terminar la Segunda
Guerra Púnica, Roma empezó a expandirse como un imperio. Hubo
enfrentamientos sangrientos entre las fuerzas militares de Roma hasta que, al
fin, más o menos cuando ascendió el emperador Augusto, Roma
asumió las riendas. Roma representó un paso atrás en lo
cultural, en lo político, ¡en todo! Constituyó un retroceso
de la civilización, con relación a lo que Grecia había
representado al inicio de la guerra del Peloponeso.
Ahora bien, la característica de esto, que en verdad resulta ominosa
—la entrada de Grecia en la guerra del Peloponeso en lo más alto
del poder de Atenas, hasta ese momento—, es que la población griega
se había vuelto lo que conocemos como “sofistas”. Si quieren
ver lo que es un sofista, fíjense en la generación de los
sesentiocheros típica de la actualidad: es decir, en la gente que
nació después de la guerra, después de la Segunda Guerra
Mundial. Y fíjense en la generación “sándwich”,
la gente que ahora anda en sus treinta. ¿Quieren ver sofistas?
¿Quieren ver gente que no cree en la verdad, que cree en el chanfle, que
cree en el juego de palabras, que no tiene un criterio de la verdad? ¡Su
única norma es adaptarse a la opinión popular, manipular la
opinión popular y ser manipulada por ella! Eso pueden verlo en el caso de
la dirigencia de la UAW, de su dirigencia nacional, por no decir nada de la
profunda incompetencia y tendencias suicidas de la administración
financiera de General Motors Corporation, GMAC (su brazo financiero–Ndr.)
y demás.
De modo que, nos encontramos en una situación en la que tenemos una
clase de situación análoga; una situación que es
típica del derrumbe de los grandes imperios, en la que los Estados Unidos
y la civilización que dominan están a punto de irse al hoyo por
esta clase de fenómeno ideológico que ha estado llevando al
infierno a los Estados Unidos por casi 40 años, y más, pero
especialmente en los últimos 40 años más o menos, desde la
víspera de la elección de [Richard] Nixon. El inicio oficial de la
guerra en Indochina, la guerra oficial en Indochina fue el comienzo real del
camino al infierno; ¡y nos hemos ido al infierno!
Ahora hemos llegado a una situación en la que todavía tenemos
la oportunidad de sobrevivir, si cambiamos nuestros hábitos. Si nos
deshacemos de la sofistería y regresamos a un sentido de la verdad,
podríamos sobrevivir; podríamos sobrevivir bastante bien si
pensamos en términos de un par de generaciones. Podríamos empezar
a recuperarnos ahora mismo. Bajo mi conducción, si yo fuera presidente,
estaríamos recuperándonos ahorita mismo. No estaríamos
recuperados porque uno no puede componer lo que ha destruido; y se han destruido
muchas cosas en los últimos 35 años; ya no existen para poder
arreglarlas. No puede componerse el automóvil vuelto chatarra.
Por tanto, vamos a tener que reconstruir, y nosotros podemos reconstruir y
continuar la reconstrucción con éxito, si queremos hacerlo. Y en un par de generaciones, es decir, dentro de 50 años,
podríamos tener un sistema mundial del cual pudiéramos sentirnos
orgullosos. Mientras tanto, podríamos disfrutar del hecho —en
tiempos más bien duros, pero lo disfrutaríamos— de que vamos
para arriba.
Ahora nos encontramos en un momento decisivo y ustedes, los jóvenes,
su generación, especialmente el grupo de entre 18 y 25 años, ustedes representan este momento decisivo. Porque si ustedes pueden
abrirse paso como una fuerza que pueda regresar a la generación vieja (no
sé si puedan hacer algo con la “generación
sándwich”, pero tal vez sí con los sesentiocheros) a sus
sentidos, podemos sobrevivir. Tenemos una oportunidad. Depende de
ustedes.
Lo que he escrito hace poco —no sé si ya lo han visto, tal vez
lo hayan oído mencionar— es un nuevo documento que aborda los
aspectos mentales, las enfermedades mentales, las dolencias mentales que
subyacen en nuestro problema, a la vez que señalo cuál es la
dirección de la solución, de la que he estado hablando en varias
cosas que he escrito, y sobre las que he hablado y demás en el
período reciente. Podríamos sobrevivir.
Pero tenemos que entender estas ideas. No van a sobrevivir con consignas.
No van a sobrevivir con artimañas. Ustedes van a sobrevivir por las ideas que venzan a la sofistería, a esa clase particular de
sofistería que domina y guía el comportamiento político de
las instituciones dirigentes, incluyendo al Congreso de los Estados Unidos hoy
día. No pueden lograrlo con consignas, con artimañas. Sólo
podrán lograrlo cambiando las mentes, cambiando cómo
funcionan las mentes de muchos en los partidos políticos y en el
Congreso.
Y hemos demostrado que puede hacerse. Lo demostramos con mi política
durante la elección presidencial del 2004. Le entré, y no la
abandoné porque sabía que tenía que hacerlo. Yo
sabía que la nación no tenía oportunidad alguna, a menos
que yo contendiera por la presidencia. Eso no quería decir que yo
tenía que ganar la candidatura o la presidencia, sino que yo tenía
que dar la pelea. Tenía que pelear por cambiar el sistema
político, el ambiente político en los Estados Unidos. Tenía
que explotar el hecho de que el sistema estaba yéndose por el
caño, y que estaba creando ansiedad e incertidumbre. La esperanza era que
algunos entendieran que nos estábamos yendo por el caño, o
provocar esas reacciones, [para que] entendieran que teníamos que hacer algo.
¡Insistimos! Nos apegamos al Partido Demócrata pese al hecho de
que el Partido Demócrata oficial hizo todo lo posible por destruir mi
participación. Logramos abrirnos paso en la convención de Boston,
que fue algo que hicimos pese a las objeciones de la mayoría de los
dirigentes de mi propia organización, que estuvieron tratando de
sabotearme desde Leesburg la mayoría del tiempo, y también de
algunos de los dirigentes regionales. Lo hicimos.
Fuimos a Boston; irrumpimos en la campaña, en la campaña
presidencial del Partido Demócrata. No estaban muy avanzados, pero nos
habíamos abierto paso. Ahora, habiéndonos abierto paso, para
finales de agosto, para el Día del Trabajo [de los EU] nos
incorporaron como un factor en la campaña del Partido
Demócrata. Desempeñamos un papel clave en la victoria. Lo que
hicimos, de haber empezado más temprano, a principios de año, por
ejemplo, con nuestro programa, el Partido Demócrata hubiera podido
abrumar toda oposición y hubiera asegurado —aun pese al fraude
electoral que estaban haciendo esa sarta de payasos— que hubiéramos
podido ganar la elección. Ganarla de verdad, no sólo
merecerla.
Ésa es la situación. Ahora estamos en una
situación. . . El Partido Demócrata estaba a punto de
inmolarse a sí mismo el día después de anunciarse los
resultados de la elección, y nosotros lo impedimos, en gran parte con el
discurso por internet que pronuncié el 9 de noviembre. Tuvimos
éxito. Logramos algo de movimiento, logramos infundirle algo de vida a la
dirigencia del Partido Demócrata, a una pequeña parte de ella.
Perseveramos, y cuando Barbara Boxer y otros hicieron lo suyo en torno a la
ceremonia de la toma de posesión del Presidente, la que protestaron, el
Partido Demócrata se reagrupó y comenzó a pelear.
Así que, por tanto, tenemos a un Presidente de los Estados Unidos
que ya es, en principio, visto como un cero a la izquierda. En la prensa
—la prensa británica, por ejemplo, describe al presidente George
Bush como un “figurón”. La prensa australiana describe al
presidente George Bush como un figurón. Cada vez más y más
gente en los Estados Unidos dice en privado: “Éste es un
figurón. Tal vez sea un cero a la izquierda, pero no va a lograr
nada”—. Tuvimos una conferencia de prensa, una conferencia de prensa
pública televisada por casi una hora, en la que vieron el
espectáculo de un idiota barbullando. ¡Uno se ruborizaba de vergüenza, de que los Estados Unidos tuvieran a semejante idiota como su
presidente. A un pequeño idiota tan ruin, tan detestable como
presidente.
Y todavía el Partido Demócrata sigue lloriqueando. Algunos
que han estado cercanos a mí, fueron presionados a distanciarse, y lo
hicieron porque no pudieron resistir la presión. Eso ha pasado.
Así es que estamos en problemas, ustedes y yo y demás. Nos
encontramos aquí siendo, en lo espiritual, el futuro de los Estados
Unidos, y de gran parte de la civilización, debido a la importancia de
los Estados Unidos en este proceso. Nosotros somos la clave. Está en
nuestras manos. Es nuestra responsabilidad. El Partido Demócrata ha
demostrado que sin mí está acabado. Está haciendo un buen
trabajo en muchos respectos ahora, pero sin mi participación activa en un
papel dirigente de influencia, estaría acabado, muerto, y los Estados
Unidos también.
De modo que, aquí estamos, relativamente un puñado. Esto no
es inusitado en la historia americana, el que hayamos logrado nuestras victorias
más grandes con un puñado de personas, relativamente hablando, que
pelean. ¿Recuerdan el número de personas que quería
entregársele a los británicos durante la Revolución
Americana, y así por el estilo a lo largo de nuestra historia? De modo
que, somos aquellos de nosotros, una minoría ínfima, los que
perseveramos en la responsabilidad, algunas veces con pantalones rotos y esto o
lo otro sucio, y en la pobreza. Y somos nosotros, no con el dinero, sino con
nuestras agallas y cerebros, los que una y otra vez hemos salvado a este
país, o provocado o encendido la chispa que llevó a salvar al
país. De nuevo nos encontramos en esa coyuntura.
Ésa es nuestra situación, y ustedes no deben dejarse asustar
por ella. Siéntanse orgullosos de ser parte de ella.
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