Iberoamérica
Si pagamos la deuda ‘estamos muertos’, advierte el Presidente de Ecuador
por Gretchen Small
Países enteros de las Américas están desintegrándose como consecuencia directa del desmoronamiento financiero mundial. El 20 de abril el Gobierno de Ecuador fue derrocado en medio de una revuelta generalizada; el Gobierno de Bolivia también podría caer en cualquier momento, y el de Nicaragua pronto podría seguirles.
Presidente Alfredo Palacio: Nos condenan a no contar con
servicios de salud, a no contar con educación. (Foto: Tim Rush)
Mi Gobierno “es la última posibilidad para que Ecuador no se autodestruya”, le dijo el nuevo presidente Alfredo Palacio a varios diarios iberoamericanos el 26 de abril. “Estamos apostando una de nuestras últimas fichas. Amo profundamente a mi país, pero si no hacemos los cambios necesarios, el peligro de disolución nacional será grande”. Palacio fue el tercer vicepresidente de Ecuador en nueve años que tuvo que asumir la presidencia, luego de que su predecesor saliera botado en medio de disturbios.
Siguiendo la pauta establecida por el Gobierno de Néstor Kirchner en Argentina, quien rehusó darle a los financieros todo lo que le exigían, el Gobierno de Palacio anunció que acabaría con la práctica del gobierno anterior, que usó las ganancias “inesperadas” producto del alto precio del petróleo —que es el principal producto de exportación de Ecuador— para rescatar los bonos en manos de extranjeros antes de su vencimiento al 100% de su valor nominal, adquiriéndolos de especuladores que los compraron a 10 centavos por dólar. En una entrevista con el periodista británico Greg Palast, Palacio dijo:
“Si pagamos esa cantidad de deuda, estamos muertos. Y tenemos que sobrevivir. Y lo que más les conviene es que sobrevivamos. Si morimos, ¿quién les va a pagar?. . . Nos condenan a no contar con servicios de salud, a no contar con educación. Señor Palast, la gente, la gente enferma no va a producir nada. La gente ignorante no va a producir nada. Así es que tenemos que invertir en eso a fin de elevar nuestra producción, que es la única forma de mejorar, de hacer mejoras económicas, y entonces estaremos listos para saldar nuestras deudas. . . Tenemos que poder pagar lo que debemos, pero tienen que escucharnos, sabe, a fin de mantener a nuestro pueblo con vida, vivo”.
Por su parte, a principios de mayo el Presidente de Boliva, Carlos Mesa —quien también era el vicepresidente hasta que su predecesor salió huyendo en medio de grandes protestas en octubre de 2003 para salvar el pellejo—, apareció en televisión para anunciar que estaba convocando a un encuentro nacional a fin de llegar a un consenso sobre “la unidad de Bolivia”, en un último esfuerzo por evitar “la fragmentación del país”. Cinco días después anunció que cancelaba el encuentro porque hubo sectores que rehusaron participar. La población teme ahora que pueda desatarse la guerra civil, de seguir extendiéndose la anarquía en Bolivia.
La mayoría de los expertos y analistas están ofreciendo explicaciones individuales para cada crisis, al tiempo que la OEA entró en la rebatiña con el pretexto de que tiene que intervenir para salvar la “democracia”, país por país, mediando un consenso sobre las reformas institucionales que deben aplicarse.
El economista estadounidense Lyndon H. LaRouche advirtió en febrero de 1997, cuando fue derrocado el primero de tres presidentes ecuatorianos en el período reciente, que esto no era “meramente un asunto interno de Ecuador, ni de Iberoamérica”. Este acontecimiento representó un hito en el desplome de reacción en cadena de la política del FMI. La imposición de medidas de austeridad cada vez más rabiosas provocará huelgas políticas de masas contra los gobiernos que se dobleguen a la voluntad de los financieros, advirtió LaRouche, y tornará imposible que siquiera la pretensión de “democracia” y las medidas del FMI puedan seguir coexistiendo más.
Cuando un Gobierno desesperado de Ecuador cedió en el 2000 a la exigencia del FMI, de que el país renunciara a toda soberanía económica al adoptar el dólar como su moneda, LaRouche atacó al FMI y al Gobierno estadounidense que lo había apoyado, por ser los responsbles de imponer una dolarización que significa la “esclavitud” para Ecuador. “Esto es genocidio. Hemos creado el caos”, advirtió LaRouche, y correrá como el fuego por todas las Américas.