por Nancy
Spannaus
En una
ponencia que presentó en un seminario que tuvo lugar en Berlín, la
capital de Alemania el 28 y 29 de junio, y en el que participaron prestantes
figuras del mundo político y académico de Eurasia, el Oriente
Medio y Estados Unidos, el estadista, economista y dirigente demócrata
estadounidense Lyndon LaRouche delineó una perspectiva esperanzadora para
el mundo, una vez que las principales naciones del planeta establezcan un nuevo
sistema monetario mundial como base para la recuperación
económica, luego de cumplir con el prerrequisito de deshacerse de la
pandilla de Dick Cheney y George Bush, que hoy encabeza un gobierno destructivo
en Estados Unidos.
La
ponencia de LaRouche, que puede escucharse en inglés en el sitio de
internet www.larouchpub.com, no puede resumirse de forma adecuada, pero se
concentró en dos temas fundamentales: primero, que no hay
esperanza alguna para la civilización a menos que Estados Unidos asuma la
conducción internacional para organizar una movilización
económica y financiera en el futuro inmediato como la que llevó a
cabo Franklin Roosevelt, misma que enterraría el paradigma de la
globalización de una vez por todas; y, segundo, que el cambio en la
situación en Estados Unidos que demuestra la derrota bipartidista que se
le propinó el 23 de mayo en el Senado de Estados Unidos a la intentona
golpista de Cheney, refleja el potencial de crear un cambio hacia principios
constitucionales en Estados Unidos, en especial si el Senado sigue haciendo
mancuerna con LaRouche en enfrentar los desafíos venideros.
Luego de
la ponencia de LaRouche, los invitados de Rusia, China, India, Egipto, Francia,
Italia, Alemania y Estados Unidos hicieron presentaciones, muchas de las cuales
enfocaron en los principios en que debe fundarse un nuevo sistema de Bretton
Woods. Además de los ponentes, también participaron delegaciones
de Israel, Hungría, Croacia, Eslovaquia, la República Checa,
Polonia y Suiza. Durante el transcurso del diálogo, adquirió
visibilidad la imagen de cómo una nueva constelación de fuerzas
internacionales podía organizarse en torno al cambio en la
política estadounidense que LaRouche está catalizando.
La perspectiva
superior
Este
seminario en Berlín, que fue una suerte de reunión cumbre de
dirigentes mundiales que están muy involucrados en definir las
políticas de sus gobiernos, fue de hecho el segundo de una serie. El
primero también tuvo lugar en Berlín el 12 y 13 de enero de este
año. En ése, como señaló el moderador Michael
Liebig, LaRouche también enfocó en la necesidad de hacer cambios
urgentes en el sistema, pero se les hacía difícil a los
participantes entender la insistencia de LaRouche de que Estados Unidos era el
meollo de la solución y no el problema.
Seis
meses después, la participación en el segundo seminario fue
más nutrida, los individuos estaban a un nivel más alto en la
formulación de políticas, y mucho más en sintonía
con lo que LaRouche ha podido lograr en Estados Unidos. A nadie se le escapaba
el hecho de que Bush está quedando como un mero figurón más
rápido que cualquier otro presidente reelegido en la historia de Estados
Unidos, y que hay una clara apertura para que la dirigencia del Senado quite a
Bush y Cheney del poder, y ponga en práctica una política
más viable.
La
presentación inicial de LaRouche fue elaborada de tal forma que inspirara
este optimismo, y profundizara el entendimiento conceptual de los presentes
sobre la clase precisa de cambios que hay que hacer en la forma de pensar
respecto a la economía y las finanzas, para sacar al mundo de su presente
descenso hacia el desastre. Para que hubiera ese entendimiento, fue decisivo que
los participantes entendieran el papel señero que desempeña
Estados Unidos en tanto república, lo que provee la única
alternativa al sistema liberal angloholandés que domina en
Europa.
Desde un
principio LaRouche puso esta cuestión sobre el tapete, de la siguiente
manera: “En vista de que el dólar todavía funciona como la
moneda de reserva mundial, y en vista de los grandes montos de obligaciones
denominadas en dólares en manos de China, Japón, Europa y otros,
un derrumbe del dólar ahora, de la clase que amenaza de manera inminente,
no sólo acarrearía una nueva depresión, sino una crisis de
desintegración del sistema mundial. Por tanto, la cuestión
decisiva es, ¿qué medidas ofrecerá Estados Unidos y
cómo responderá el resto del mundo a dicha propuesta, de un
retorno encabezado por Estados Unidos a un sistema monetario de tipos de cambio
fijos?
“Esto
significa que la única solución a esta clase de problemas es
regresar a un sistema de tipos de cambio fijos, y refinanciar las deudas
existentes y convertirlas, de deudas a corto y mediano plazo, en un sistema de
obligaciones a largo plazo. En otras palabras, un sistema de paridades fijas a
largo plazo; estamos hablando de períodos de 25 a 50 años, en
esencia de dos generaciones. Si mezclamos el refinanciamiento de estas deudas
actuales con la generación de créditos nuevos, también de
paridades fijas, en los montos necesarios para expandir la producción y
el comercio a nivel mundial durante un lapso de 50 años, podemos salvar
la situación de este período en adelante, y esperar un
período de crecimiento general”.
Más
adelante LaRouche detalló los principios necesarios para llevar a cabo
semejante política, y en específico de la función decisiva
de la infraestructura económica en determinar la productividad y el
progreso de una sociedad. El crimen de la globalización se refleja en que
le niega la infraestructura a las naciones del mundo, y el peligro de lo
que está sucediendo en el mundo industrializado con la actual
involución económica, es que amenaza con destruir la
infraestructura crucial de los países industrializados. Esto hay que
cambiarlo con base a un entendimiento de los principios del Sistema
Americano.
Debate sobre la
moneda
Gran
parte del debate en el seminario ocurrió entre los representantes de las
naciones del “Triángulo Estratégico” —Rusia,
China e India— sobre cómo establecer un nuevo sistema monetario, y
sobre el papel que tendría el dólar en esa reorganización.
Un representante ruso alegó que debía establecerse un nuevo
sistema sin Estados Unidos; los portavoces chinos, aunque reconocieron la
dependencia de su economía de Estados Unidos, pidieron cautela en la
elaboración de una nueva relación.
Hubo un
debate al final del seminario que enfocó el asunto de una manera muy
precisa. ¿Cómo estableces el valor de una moneda? LaRouche
respondió con un descubrimiento conceptual: Boten a los contadores.
“Uno define las monedas por una tendencia hacia la igualdad en el poder
de reproducción”, dijo. De allí que el ritmo del poder
de las mejoras de la economía, definidas en términos
específicos por las inversiones a largo plazo en la infraestructura, es
lo que determina cuál debe ser el valor de una moneda.
Por
consiguiente, no puedes venir y decir: “Éste es el valor de la
moneda. Reúnan a los contadores en la sala y determinen la
relación de estas monedas entre sí”. Eso sería una
locura. Pero eso es lo que hacen ahora, con cálculos malos.
Lo que
tienes que hacer, es decir: “¿Cuál es la política de
las naciones? ¿Cuál debe ser la política de las
naciones?” Luego los que son los representantes en las negociaciones le
informan a sus gobiernos, y dicen: “Ésta es la propuesta. Si
aceptamos esta política, éste será el poder de nuestra
moneda, y los otros gobiernos lo respetarán, y firmaremos los
acuerdos”. Así, obtienes un acuerdo como resultado, pero no
de los cálculos contables. Botas a los contadores del cuarto, y dices:
“¿Cuáles serán nuestras decisiones económicas
físicas sobre inversión de aquí a 25 o 50 años,
para las dos generaciones venideras?”
Y tenemos
que llevar a la gente a un consenso sobre un acuerdo: esto es lo que
están dispuestos a hacer para apoyar el desarrollo mutuo. Y, en
consecuencia, en vez de tener un acuerdo en base a un conflicto hobbesiano,
tienes que llegar a un acuerdo basado en un deseo de las naciones participantes,
de ayudarse las unas a las otras. El mismo principio del Tratado de
Westfalia, Eso podemos hacer.
Helga
Zepp–LaRouche, esposa de LaRouche, también habló en el
seminario, y definió el propósito de su candidatura para ser
Canciller de Alemania en términos de fomentar la intensificación
del impulso a favor de establecer un Nuevo Bretton Woods y el proyecto de
desarrollo relacionado: el Puente Terrestre Eurasiático.