El incidente terrorista de la 'bicicleta de montaña'
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La única manera de resolver el problema es eliminando la motivación de quienes están detrás del terrorismo; es decir, resolver de forma competente la crisis financiera internacional. |
Hace
aproximadamente dos meses Lyndon LaRouche pronosticó que el mundo
pasaría por un cambio de fase impresionante para principios de julio,
debido a la tormenta que se cernía sobre los mercados financieros
mundiales, lo que era patente por el desplome de General Motors y los fondos
especulativos, y por la increíble escasez de conducción exhibida
por los principales gobiernos del orbe. La desesperación de los banqueros
sinarquistas internacionales y sus lacayos políticos resultaría en
ciertos desarrollos alineales, para los cuales los estadistas patriotas del
mundo tienen que estar preparados.
Por ello
es que no debieron sorprendernos los bombazos del 7 de julio en Londres. Ni
LaRouche ni EIR sabemos quiénes o cómo lo hicieron, pero el
marco en que ocurrió este ataque te da una muy buena idea del
porqué. En un memorando del 9 de julio LaRouche destacó los
aspectos más salientes del caso:
1. El
ataque terrorista ocurrió en el marco de: a) la proximidad de la ya
madura amenaza de un desplome general de reacción en cadena del sistema
monetario–financiero mundial; b) el período de esa reunión
“cumbre” en Gleneagles en la que, según informes, el
presidente estadounidense George Bush dejó maltrecho a un policía
escocés al embestirlo con la bicicleta que el desesperado Presidente
figurón montaba en esos momentos (el atentado terrorista coincidió
con la conclusión de dicha “cumbre”); y c) la creciente
atención que está atrayendo el asunto de la señalada
participación de la Casa Blanca de Bush —en la persona de Karl
Rove—, la oficina del vicepresidente Cheney y el Comité Nacional
Republicano en el crimen de delatar a la agente de la CIA Valerie
Plame.
2. Entre
las consecuencias más serias de los ataques terroristas están: a)
inundar con liquidez a los mercados financieros internacionales lo suficiente
como para posponer el derrumbe de reacción en cadena del sistema
monetario–financiero internacional para después de concluida la
“cumbre”; b) el conjunto “sexado” de excusas absoluta y
maliciosamente incompetentes del primer ministro británico Tony Blair y
su Jack Straw; c) el claro ataque de los agentes del orden pertinentes contra el
fraude propagandístico perpetrado por Blair y Straw; d) la incompetencia
abundante e histérica que mostró el Washington Post, entre
otros, en sus reportajes al día siguiente del atentado de Londres; y e)
el timo propagandístico desaforado que alegaba que la economía
estadounidense estaba al alza.
3.
¿A dónde estaba el fantasma de Hermann Göring en la
víspera del pánico desatado al día siguiente?
LaRouche
explicó que debe hacérsele caso omiso a toda composición
engañosa que desatienda ese conjunto de hechos
relacionados.También dijo que la investigación del atentado debe
llamarse “El atentado terrorista de la ‘bicicleta de
montaña’ ”, en una mordaz referencia a las
circunstancias que también rodearon el incidente tan anómalo que
perpetró el presidente Bush con su bicicleta en Gleneagles.
Además
de la investigación, por supuesto, a quienes toman las decisiones en el
mundo les corresponde idear una forma de parar semejantes ataques terroristas.
Esto no pueden lograrlo con medidas militares, subrayó LaRouche, tal como
dijo tras los ataques del 11–S. La única manera de resolver el
problema es eliminando la motivación de quienes están
detrás del terrorismo; es decir, resolver de forma competente la crisis
financiera internacional con las políticas de LaRouche.
Sólo
hay una manera de aislar e inhabilitar las capacidades de los banqueros
sinarquistas que echaron a andar el terrorismo en todas sus variantes, y es
aislándolos en lo estratégico estableciendo un nuevo orden
económico racional. La única alternativa sobre el tapete es que
gobiernos soberanos comprometidos a cooperar en el desarrollo económico
de largo plazo en todo el mundo acuerden un Nuevo Bretton Woods.
Lo peor
sería permitirle a quienes jalan las cuerdas del terrorismo internacional
cambiar de tema. El tema es el derrumbe del sistema financiero que ha conducido
a este período de inestabilidad, y eso es lo que hay que abordar para
reencarrilar al mundo. Un punto de partida sería el diálogo que
LaRouche sostuvo en Berlín sobre cómo determinar el valor de una
moneda, mismo que publicamos en este número.