Iberoamérica

Argentina plantea el Nuevo Bretton Woods

Organizadores del MJL le dicen al presidente Néstor Kirchner que Argentina debe apoyar el Nuevo Bretton Woods de LaRouche, durante una visita que hizo el mandatario a la ciudad de Neuquén el 1 de septiembre. (Foto: Carlos Walter/EIRNS).

por Dennis Small

A nombre de las 19 naciones iberoamericanas que integran el Grupo de Río, el ministro de Relaciones Exteriores de Argentina Rafael Bielsa instó a convocar a una nueva conferencia de Bretton Woods de jefes de Estado, en la sesión de “Financiamiento para el Desarrollo” de la Asamblea General de la ONU, que tuvo lugar en la ciudad de Nueva York el 14 de septiembre.

Los países del Grupo de Río, dijo Bielsa, “planteamos la necesidad de la reforma de la actual arquitectura financiera internacional, por anacrónica e ineficaz”, porque en el sistema internacional “se mantienen obstáculos concretos a la construcción de ese necesario entorno económico favorable” para el desarrollo, la creación de empleos y el combate al hambre.

“Desde luego ésta no es sólo la opinión del Grupo de Río”, dijo Bielsa, “son muchos los expertos, grupos especializados y dirigentes de todo el mundo que promueven un nuevo llamado a una conferencia internacional de jefes de Estado similar a Bretton Woods en 1944, para rearmar una arquitectura financiera y monetaria global más justa que elimine las burbujas financieras y se concentre en apoyar a la economía real”.

Con el discurso de Bielsa —que dio con la venia personal del presidente Néstor Kirchner—, el Gobierno argentino se une al creciente coro de voces internacionales, entre ellas la del Parlamento italiano, que se hacen eco del llamado del estadista norteamericano Lyndon LaRouche por un Nuevo Bretton Woods. Así, el Gobierno de Kirchner intensificó su acre crítica al FMI y los especuladores financieros internacionales, porque son los responsables de demoler los esfuerzos de desarrollo de las naciones del Tercer Mundo. El Gobierno argentino ha presentado ahora una propuesta de solución a la crisis financiera mundial, que tendrá repercusiones internacionales inmediatas.

Las andanzas de Cheney en Paraguay

La intervención de Bielsa también interfiere con los planes del vicepresidente estadounidense Dick Cheney y su secretario de Defensa Donald Rumsfeld —quienes trabajan para los mismos intereses financieros que el Gobierno argentino ha denunciado—, de desatar el caos y la guerra permanentes en Sudamérica.

Desde comienzos de septiembre, funcionarios de gobierno y diplomáticos de varios países sudamericanos le han manifestado a LaRouche su alarma: ¿No harán nada el Gobierno brasileño ni las instituciones nacionales para ponerle alto a la operación de Cheney y Rumsfeld?

Su motivo de preocupación son las maniobras militares que Paraguay y los Estados Unidos llevan a cabo, y con las que pretenden establecer una base militar estadounidense permanente en Mariscal Estigarribia, Paraguay. Esa operación la cuadraron Cheney y el vicepresidente paraguayo Luis Castiglioni en Washington, D.C., en una reunión bastante insólita el 10 de junio, a la que siguió la polémica visita de Rumsfeld a Paraguay el 16 de agosto. El Congreso paraguayo le concedió inmunidad a los efectivos estadounidenses destacados en Paraguay, lo cual anula en efecto un aspecto fundamental de la soberanía de ese país.

En nuestra edición anterior revelamos cómo las operaciones de inteligencia británicas —el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y la secta del reverendo Sun Myung Moon— forman parte integral de esta operación de los intereses financieros internacionales, en la que Cheney y Rumsfeld no son más que los ejecutores (ver Resumen ejecutivo de la 1a quincena de noviembre de 2005).

LaRouche le respondió a los sudamericanos: “Me preocupa la falta de coraje de ciertos sectores de Brasil, en especial después de los ‘oportunos’ escándalos de corrupción contra el presidente Lula. Brasil tiene que encarar la realidad. Tiene que entender la importancia de defender su soberanía y la de sus vecinos contra la invasión que dirigen los moonies y los británicos, o el continente entero —incluido Brasil— se irá por el caño”.

El hedor a guerra permanente

En su diálogo con amigos y contactos sudamericanos, LaRouche ha insistido que la andanza paraguaya de Cheney y Rumsfeld no apunta en lo principal contra las reservas de gas natural de Bolivia, ni contra los terroristas en la región de la Triple Frontera de Paraguay, Brasil y Argentina. Más bien, pretende crear un estado de guerra permanente en la región para destruir al Estado nacional como tal, y, en su “razonamiento” imperial, lo demás vendrá por añadidura. Ciertos sectores empiezan a olerse a qué se refiere LaRouche, y han actuado en consecuencia.

En Brasil, el ministro de Relaciones Exteriores Celso Amorim, quien hasta ahora sólo había comentado con cautela que una base militar estadounidense en Paraguay es “inecesaria”, aumentó la presión el 13 de septiembre. En una entrevista con el diario argentino Clarín, Amorim respondió al anuncio que Paraguay hiciera una semana antes, de que quiere pactar un acuerdo bilateral de libre comercio con los EU porque las relaciones económicas con sus socios del Mercosur (Brasil, Argentina y Uruguay) se habían convertido en un “obstáculo”. Como es sabido, esa maniobra librecambista también la urdieron Cheney y Rumsfeld en sus reuniones con el vicepresidente paraguayo Castiglioni.

Amorim le desembuchó a Clarín: “Cuando se realizan acuerdos económicos hay una elección, y en este caso Paraguay debe comprender que la opción es entre el Mercosur y otros eventuales socios. Un acuerdo comercial a solas no es compatible con los demás socios del bloque”.

La amenaza apenas velada de Amorim le cayó al Gobierno paraguayo como balde de agua fría. Después de todo, Brasil es el principal socio comercial de Paraguay, seguido de Argentina. Así que las autoridades paraguayas tienen que considerar en serio si vale la pena caer en el ménage–à–trois de su vicepresidente con Cheney y Rumsfeld. Los informes indican que las autoridades paraguayas han empezado a retractarse de esa idea con celeridad.

En Argentina, la presidencia de Kirchner ha filtrado informes de que “sigue con cuidado” los acontecimientos en Paraguay, se opone a conceder cualquier clase de inmunidad a tropas extranjeras, y no quiere “que avancen este tipo de acuerdos” en la región, según informó Clarín. Asimismo, hay un gran interés en los análisis de LaRouche entre algunos congresistas argentinos, quienes, desde un salón del anexo del Congreso en Buenos Aires, participaron en una presentación que dio por internet el 16 de septiembre (ver Katrina precipita una transformación revolucionaria). Cabe señalar que IAR Noticias publicó en su página de internet el artículo “Cheney Y Rumsfeld quieren una ‘esplénida guerrita’ en Sudamérica”, que apareció en la edición de la 2a quincena de octubre de 2005 de esta publicación. El 13 de septiembre IAR Noticias también publicó la declaración de LaRouche del 31 de agosto, “Nuestro tsunami se llamó Katrina” (también en Resumen ejecutivo de la 2a quincena de octubre).

La reunión cumbre de las Américas

Por necesarias y útiles que sean estas escaramuzas defensivas de los patriotas sudamericanos, no ganarán la guerra. Ello exige bregar con la desintegración del sistema financiero mundial y apoyar el Nuevo Bretton Woods de LaRouche.

A eso apunta el discurso de Bielsa en la ONU. En las próximas semanas la atención estará centrada en la reunión cumbre de las Américas, a realizarse a principios de noviembre en Mar del Plata, Argentina, y en la que participarán 34 jefes de Estado del Hemisferio, entre ellos George Bush. El Gobierno de Kirchner, como anfitrión de la reunión, ha insistido que un asunto central a debatir debe ser la creación de “una nueva estructura financiera”, exigencia que ha provocado la ira nada disimulada del Departamento de Estado de Bush.

El propio Kirchner ha seguido pugnando por una “nueva arquitectura” y atacando al FMI. Por ejemplo, en el discurso que dio en la ONU el 14 de septiembre, señaló: “El predominio del componente ideológico en las políticas de los organismos internacionales de crédito es también preocupante. El enfoque ortodoxo que se le quiere dar al tema de la deuda, [es] un enfoque éste que ha mostrado sus falencias e ineficacia, y que ha agravado las condiciones de pobreza en el mundo en desarrollo”.