International




Resumen electrónico de EIR, Vol.XXII, núm. 23
Versión para imprimir


Japón encara el futuro

Es un descaro la traición del Gobierno del primer ministro Koizumi a los intereses vitales de Japón.

Lyndon H. LaRouche, el economista, estadista y ex candidato a la Presidencia de Estados Unidos, advirtió el 24 de octubre que una gran crisis se cierne sobre Japón.

"Aunque el surgimiento del Estado nacional moderno de Japón en tanto potencia ocurrió en gran parte debido a su cooperación con los círculos estadounidenses asociados con representantes del presidente Abraham Lincoln, tales como el principal economista de la época, el mismo Henry C. Carey que desempeñó un papel crucial en las grandes reformas que llevó a cabo Bismarck en Alemania, y en el desarrollo que Rusia emprendió bajo el zar Alejandro III; por desgracia, Japón cambió de bando en contra de Estados Unidos, y en alianza con la monarquía británica del príncipe de Gales, también conocido como Eduardo VII. De resultas, el Japón de 1894–1945 hizo de sí mismo un títere del acuerdo con el Imperio Británico para la primera de las guerras japonesas, de 1894 a 1905, y un enemigo permanente de Estados Unidos, en especial en lo tocante al asunto de la política respecto a China del intervalo de 1894 a 1945", dijo LaRouche en la declaración que emitió el pasado 24 de octubre.

"El nuevo Gobierno japonés del primer ministro Koizumi —añadió LaRouche en su declaración— ha perdido tanto la mente como la vergüenza".

LaRouche dijo que, "ese nuevo Gobierno también ha traicionado el interesés vital que tiene Japón en participar en la esperada nueva realidad económica de Asia".

Añadió: "Es pertinente a la situación que el nuevo Gobierno de Koizumi ha acarreado sobre sí mismo, que el Japón que forjó una alianza con los británicos contra Estados Unidos en el intervalo de las negociaciones de paridad naval de los 1920, siguió en esa alianza por el ataque planeado contra Pearl Harbor, en momentos en que el Reino Unido dependía con desesperación de que Estados Unidos lo rescatara del asalto de Hitler. A muchos patriotas japoneses los mandaron a una muerte innecesaria por su apoyo patriótico a un ministerio gobernante japonés, que emprendió esa guerra contra Estados Unidos por la criminal política imperial de Japón hacia China. Los soldados y marineros japoneses cumplieron la misión que se les asignó de manera honorable, pero el gobierno que los llevó a esa guerra y a la derrota fue desvergonzado".

"Ese mismo impulso imperialista, esa misma política de entonces hacia China, permea las necedades de las recientes tendencias del Gobierno de Koizumi hasta la fecha. Las fuerzas honorables de Japón deben actuar para correguir la descarada necedad de ese ministerio, mientras todavía estén a tiempo para evitar una indecible catástrofe autoinflingida hasta peor que la de 1941–1945", concluye LaRouche.