Ciencias

El Cuerpo de Ingenieros del Ejército de EU: un recurso científico vital

por Pamela Lowry

“Tenemos que levantarnos temprano, porque contamos con un gran territorio; tenemos que talar bosques, cavar canales y construir ferrocarriles por todo el país”. —Comentario de un cadete de West Point a un visitante extranjero en 1854.

Todos los militares invitados al espléndido banquete en el hotel Robert de París portaban armas, y muchos de los civiles escondían pistolas entre su ropa de gala. El cuartel general del Cuerpo de Granaderos británico de lord Hill estaba justo al otro lado de la calle, y cabía la posibilidad de que surgieran problemas. Era el 8 de enero de 1816, y un grupo de estadounidenses, al que se unieron simpatizantes franceses, prusianos, austríacos y rusos, estaba por desafiar a la fuerza de ocupación británica en París.

En la secuela de la derrota definitiva de Napoleón en Waterloo, las potencias aliadas de Europa habían ocupado París y reinstalado a la monarquía borbónica. Las coronas europeas suspiraron de alivio porque el Terror francés y las guerras napoleónicas habían destruido o silenciado a buena parte de la facción pro estadounidense en Europa. Los oficiales británicos, inflamados por la victoria, habían desdeñado con insolencia a los franceses conquistados. El duque de Wellington hasta se adueñó del palco del rey en la ópera de París, pero tuvo que retirarse en medio de una lluvia de abucheos y silbidos.

Los británicos también se mofaban de los estadounidenses, con quienes acababan de librar la guerra de 1812, en un intento frustrado por reconquistar sus colonias perdidas. Para resarcir su orgullo herido, los regimientos que estuvieron en 1814 con los derrotados Ross y Cockburn en Bladensburg, Maryland, celebraron el primer aniversario del incendio de Washington por los británicos con un banquete en París el 24 de agosto de 1815.

El coronel Winfield Scott, quien había peleado con heroismo en la frontera norte estadounidense durante la guerra, respondió al insulto organizando el banquete del hotel Robert, al que asistieron muchos de los otrora aliados de los británicos en la lucha contra Napoleón, para conmemorar la victoria de Estados Unidos en la batalla de Nueva Orleans.

Había dos jóvenes oficiales del Ejército estadounidense en ese banquete, ambos veteranos de la guerra de 1812, quienes estaban en París en cumplimiento de una misión crucial para el futuro de EU: Sylvanus Thayer y William McRee, enviados a rescatar la ciencia y tecnología que había desarrollado la facción republicana francesa, para llevarlas de vuelta a América. Ahora que el Imperio británico podía quitar su atención de Napoleón e intentar arruinar de nuevo a la América independiente, sería desesperadamente necesario desarrollar el país.

De hecho, en cuanto acabó la guerra Gran Bretaña empezó a inundar a EU de manufacturas al costo para suprimir el surgimiento de nuevas industrias de EU. Esta política no era más que una continuación de lo que los estadounidense habían enfrentado durante la colonia, cuando les prohibían construir fundidoras de hierro o cualquier otra manufactura que compitiera con las de la “madre patria”.

Lo que EU necesitaba para desarrollar su capacidad productiva — tanto industrial como agrícola— era infraestructura de transporte, pero la nueva nación sólo tenía algunos ingenieros autodidactas. Ninguna escuela estadounidense podía enseñar las capacidades científicas y técnicas requeridas para emprender un programa de mejoras internas a gran escala.

A la principal escuela de ingeniería del mundo, la École Polytechnique de París, que fundaron republicanos franceses en 1794, ya la habían cercenado con Napoleón, y ahora enfrentaba la destrucción de su plan de estudios básico con el régimen aliado a los conquistadores británicos. De poder rescatar sus libros, modelos de construcción, e incluso a algunos de sus graduados y profesores en las propias narices del ejército de ocupación, y llevarlos a la nueva Academia Militar de West Point, entonces EU tendría una oportunidad de enfrentar la oposición feudalista antidesarrollo que estaba organizada ahora en su contra.

El Cuerpo de Ingenieros de EU construye un puente sobre el río Nanton en Corea en 1950. Ésta es la clase de capacidades que necesitamos hoy para la reconstrucción económica mundial. (Foto: Cuerpo de Ingenieros del Ejército de EU).

 

La invaluable École Polytechnique

A. Thayer y McRee los habían despachado a Francia el presidente James Madison y el secretario de Guerra James Monroe. Thayer llevaba una carta de presentación para el general Lafayette, quien se había hecho buen amigo de Monroe durante la Revolución Americana. Más tarde, cuando Monroe fue embajador de EU en Francia, él y su esposa ayudaron a salvar de la guillotina a Adrienne, la esposa de Lafayette, durante el Terror, y cuidaron de ella hasta que recuperó la salud. En 1802 Monroe regresó a Francia a participar en las negociaciones con Napoleón para la compra de Luisiana. Así, estaba familiarizado con la École Polytechnique y los círculos de Benjamín Franklin en Francia, conocidos como la “facción americana”.

Las fuerzas pro estadounidenses que quedaron en Francia estaban bajo un tupido ataque. Cuando Lafayette pensó en contender para diputado de la nueva Asamblea, las naciones aliadas vencedoras le dijeron al Colegio Electoral que si semejante cosa llegaba a ocurrir, acuartelarían a 20.000 tropas prusianas adicionales en el distrito de Lafayette.

La acosada facción americana ya había emprendido antes una operación de rescate, que culminó con la fundación de la École Polytechnique. Cuando Lafayette y los círculos de Franklin comenzaron la Revolución Francesa e intentaron establecer una monarquía constitucional, los británicos reaccionaron con una furia desesperada. El Imperio Británico estaba empeñado en que no existiera nunca una república como la estadounidense, monárquica o no, en Europa. Por ello le ordenaron a sus agentes Danton y Marat desbaratar la revolución, y lo que eligieron como instrumento, el Terror jacobino, acabó con gran parte de los cuerpos de oficiales franceses que habían participado en la Revolución Americana, incluso con los que tanto contribuyeron a la victoria estadounidense en Yorktown. Pero eso no bastaba.

En 1793 el Comité de Instrucción Pública de Francia suprimió todas las academias, incluso la mundialmente reconocida Academia de Ciencias que fundó Jean–Baptiste Colbert en 1666. Marat atacó la teoría de la electricidad de Franklin y a la “aristocracia del conocimiento” que la había formulado. También se aprobó la “ley de los Sospechosos” en 1793, que proclamaba que debía encausarse a los aristócratas científicos igual que a los de nacimiento. Así, la guillotina acabó con muchos del círculo científico de Franklin, entre ellos el alcalde de París y lugarteniente de Lafayette, Jean Bailly; el duque de La Rochefoucauld, ex secretario de Franklin; y el químico Antoine Lavoisier.

Tan pronto como triunfó la reacción termidoreana de 1794 contra el reinado del Terror, los sobrevivientes de la facción americana Lázaro Carnot y Gaspard Monge asumieron la dirección del Comité de Salvación Pública y fundaron la École Polytechnique. La escuela se fundó para educar a ingenieros, difundir los valores republicanos entre la población, y motivar talentos que impulsaran la ciencia. Monge, quien devino en el corazón y el alma de la École, fundó su estructura y plan de estudios en la educación que recibió en la gran Orden Oratoriana humanista, y en las escuelas científicas fundadas directamente por Benjamín Franklin y sus colegas, cuando Franklin era el representante de EU en París.

Los alumnos de la École se dividían en pequeñas secciones, y los más avanzados podían experimentar y ampliar sus conocimientos enseñándole a los más jóvenes como ayudantes de los profesores. La materia más importante era la geometría. Monge la enseñaba, no como un conjunto fijo de axiomas, sino como un medio para educar las mentes de los estudiantes mostrándoles la congruencia entre el universo físico y la forma en que funcionan sus propias mentes. Por tanto, eso les permitía abordar de forma correcta cualquier problema científico o tecnológico.

Monge escribió un libro de geometría descriptiva para sus alumnos, que les permitía representar objetos tridimensionales en un plano bidimensional. Era una herramienta para alcanzar niveles tecnológicos superiores de desarrollo, y Monge escribió al respecto en su tratado: “Era un lenguaje necesario para el hombre de genio que concibe un proyecto, para quienes tienen que dirigir su realización, y, por último, para los artesanos que tienen que completar sus aspectos específicos”. Para los 1820 los estadounidenses ya aplicaban este principio al problema de fabricar partes intercambiables para armamentos y máquinas.

Un hallazgo para West Point

Aunque para cuando llegaron a París ya habían cerrado a la École, Thayer y McRee pudieron hablar con muchos de sus profesores usando sus cartas de presentación con lo que quedaba de las redes pro estadounidenses. Es posible que pudieron hablar con Carnot antes de que lo exiliaran a Suiza, y con Monge, quien seguía en París. Sus diarios indican que hablaron con un profesor de geometría descriptiva, al que no identifican, quien les consiguió modelos arquitectónicos. Thayer compró más de mil libros para la biblioteca de West Point, incluyendo muchos de los que se usaban en la École. También consiguió mapas topográficos y modelos de fortificaciones. Y, lo más importante, reclutaron al graduado de la École Simon Bernard para dirigir la construcción de fortificaciones costeras en EU, y el profesor Claudius Crozet aceptó enseñar ingeniería y geometría descriptiva en West Point.

Mientras Thayer estaba aún en París, lo escogieron como el nuevo superintendente de West Point. Thayer fue de los primeros graduados de la Academia, y había vivido las mismas frustraciones que sus maestros y condiscípulos por la falta de financiamiento para comprar libros e instrumentos científicos, y por la incongruencia de los requisitos para sus estudiantes. Thayer decidió reorganizar a West Point por completo siguiendo el modelo de la École, y transformarlo en una gran escuela científica y tecnológica que difundiera los beneficios de su educación entre la población en general.

Esta perspectiva correspondía a la de los padres fundadores, quienes presionaron al Congreso para que estableciera una academia militar que incluyera el estudio de la ciencia y la tecnología. George Washington, Henry Knox, Alexander Hamilton, John Adams, todos ellos concibieron una academia así, pero el financiamiento del Congreso no venía. Al fin, en 1802, el presidente Jefferson firmó la ley de Pacificación Militar, creando el Cuerpo de Ingenieros “con sede en West Point” al que se le ordenó “constituir una academia militar”.

La organización de West Point tomó como modelo a la École Polytechnique de Francia, con la misión de convertirse en una gran escuela científica y tecnológica que diseminaría los beneficios de su educación entre la población. Se estableció aquí al Cuerpo de Ingenieros en 1802, gracias a una ley que aprobó el presidente Jefferson. (Foto: Academia Militar de West Point).

Jefferson abandonó su oposición original al plan y nombró a Jonathan Williams, el sobrino nieto de Benjamín Franklin, jefe del Cuerpo de Ingenieros y superintendente de West Point. Williams, que era un científico por derecho propio, había trabajado con el aliado de Franklin, Caron de Beaumarchais, canalizando los suministros franceses —desde su base en Nantes— al Ejército continental durante la Revolución Americana. Ya en West Point, Williams dotó a la biblioteca de la Academia con los libros que Franklin le había heredado.

Williams incorporó la geometría al plan de estudios de West Point, pero su pedido de 12 instrumentos de dibujo baratos demoró meses. El Departamento de Guerra rechazó su petición de libros más modernos, alegando que el conocimiento científico cambiaba tan rápido que los libros serían obsoletos antes de llegar. Apesar de estas frustraciones, Williams le dijo a uno de sus oficiales: Nunca “pierdas de vista la estrella que nos guía, que no es una pequeña escuela matemática, sinó una gran élite nacional para producir personalidades que con el tiempo igualarán a cualquiera de Europa”.

Cuando Thayer regresó de Francia, decidió llevar a cabo esta misión, costase lo que le costase. Estableció requisitos de admisión para West Point, formuló un código de honor, y evaluó a los cadetes sólo por sus méritos. Como comentó un miembro de la Academia de la época: “West Point constituye la única sociedad de seres humanos que he conocido en la que la posición de un individuo depende por completo de sus propios méritos, en tanto puedan alcanzarse sin influencia externa”.

El plan de estudios se reelaboró por completo para que correspondiera tanto como fuera posible al de la École Polytechnique. Se enseñaba francés desde el primer año, pues los impresos de la École aún no se traducían al inglés. Se consideraba que las matemáticas, incluyendo la geometría descriptiva, eran la base para obtener un grado en ingeniería. Los grupos eran pequeños y empleaban a cadetes instructores de los grupos avanzados para reforzar al profesorado.

Claudius Crozet se llevó un chasco cuando llegó de Francia y trató de enseñar ingeniería. Uno de sus alumnos escribió: “Bien puede imaginarse la sorpresa del ingeniero francés educado en la Polytechnique cuando empezó a presentar en sus clases ciertos problemas e instrucciones, los cuales ninguno podía comprender o ejecutar”. Muchos cadetes apenas conocían la aritmética simple y, por ello, Thayer instituyó un programa de matemáticas que llevaba del álgebra, la geometría y la trigonometría, al cálculo y la ingeniería.

En el último año Crozet le enseñaba a los cadetes, echando mano de una pizarra y a veces de un estudiante que tradujera términos del francés, fortificación permanente y de campo, ciencia de la artillería, grandes tácticas, y arquitectura civil y militar. En la sección de arquitectura enseñaba la construcción de edificios, el diseño de arcos, canales y puentes, y las máquinas usadas para construirlos. También se aseguró de que sus estudiantes supieran la cantidad de material, trabajo y tiempo que requería construir la estructura. Para 1826 el curso de ingeniería incluía navegación interior, y la construcción de carreteras, túneles, ferrocarriles y puertos artificiales.

El programa de West Point también enseñaba química, y Thayer procuró contar con el equipo suficiente para que en el curso de física se estudiara hidrostática, hidrodinámica, hidráulica, neumática, maquinaria, óptica y astronomía. El curso de cuatro años también comprendía la mineralogía, retórica, moral y ciencia política, con acento en el dibujo tanto topográfico como clásico.

Además de enseñar, los profesores pronto empezaron a traducir los libros en francés, y a escribir los suyos propios, que se usaron en muchas otras universidades estadounidenses. Para 1821 Crozet había publicado su Tratado de geometría descriptiva, y presentado por primera vez en inglés el teorema de Pascal. El cadete William Frazer le escribió orgulloso a su hermano: “Acabamos de terminar nuestro curso este año, y ahora estamos repasando. Llegamos hasta las proyecciones esféricas en geometría descriptiva; es algo que no se estudia más que aquí”.

Para mostrarle a la nación lo que pasaba en el aislado West Point, Thayer exhortó al Departamento de Guerra a establecer una Junta de Veedores, integrada por hombres ilustres de todo el país, quienes supervisarían los exámenes orales de los cadetes e informarían del progreso de la escuela. También formó una banda de música, y en el verano los cadetes marchaban elegantemente uniformados por las ciudades y pueblos demostrando sus precisas maniobras, para beneplácito del público.

En uno de estos viajes en 1821 visitaron al viejo promotor de la idea de una academia militar, John Adams, en su casa en Quincy, Massachusetts, quien les dijo: “Los felicito por la gran superioridad que tienen para distinguirse en las letras y la ciencia, así como en las armas… Esta superioridad es un acopio precioso del que son responsables ante su país”.

La construcción de la nación

A los cadetes que se graduaron durante la superintendencia de Thayer por lo general los desplegaban como oficiales a cargo de la construcción de fuertes costeros o del dragado de puertos. Pero Thayer y sus oficiales no consideraban que la función de los cadetes fuera puramente militar. En 1823 Thayer le sugirió en una carta al general Alexander Macomb que, si en un momento dado no se requiriera de algunos de los graduados para el servicio militar, “podría empleárseles con provecho como ingenieros civiles, ya sea al servicio del gobierno general o al de los estados”. En 1824 el Congreso establecería una asociación cívico–militar para desarrollar a la nación.

Ese año la Corte Suprema ordenó, en el caso Gibbons vs. Ogden, que el gobierno federal afirmara su autoridad en el comercio interestatal, incluyendo la navegación fluvial. Tras tomar esa decisión, el Congreso aprobó dos propuestas que le permitieron al Cuerpo de Ingenieros participar en la planificación y construcción de infraestructura civil. La primera fue la ley de Estudios Topográficos Generales, que autorizó al presidente a ordenar la proyección de rutas para construir caminos y canales “de importancia nacional, desde una perspectiva comercial o militar, o necesarios para transportar el correo público”. El presidente James Monroe le asignó la El Ferrocarril de Baltimore y Ohio en los 1830. Miembros del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de EU construyeron presas y compuertas, canales, caminos y ferrocarriles, incluso en otras naciones del mundo. (Foto: clipart.com). 2a quincena de noviembre de 2005 7 tarea al Cuerpo de Ingenieros. Con la segunda, el Congreso asignó 75.000 dólares para el mejoramiento de la navegación en los ríos Ohio y Misisipí mediante la eliminación de bancos de arena, tocones sumergidos y otros obstáculos. Luego se enmendó la ley para que incluyera a otros ríos importantes como el Misurí, labor que también se le asignó al Cuerpo de Ingenieros.

En 1825 John Quincy Adams llegó a la presidencia, y el Sistema Americano de economía política cobró su lugar. Se emprendieron obras de infraestructura grandes y pequeñas en cada rincón del país, forjando un sistema nacional de comunicación y mejorando el transporte de productos terminados y semiterminados. Estos proyectos de ingeniería para mejorar el bienestar general también constataron que toda la nación se benefició de las mejoras hechas en cada parte del país.

En 1826 nuevas leyes autorizaban al presidente a ordenar estudios para limpiar y ahondar hidrovías seleccionadas, y hacer otras mejoras fluviales y portuarias. Esto llevó al Cuerpo de Ingenieros a emprender grandes proyectos para construir presas y compuertas a lo largo de cientos de millas de ríos, y a idear máquinas flotantes para remover tocones gigantes o troncos de los ríos, a las que se conoció como las “sacamuelas del Tío Sam”.

Los ingenieros también construyeron casi cada canal de EU, excepto el Erie y el Middlesex. También se prepararon dos estudios hidráulicos de enorme envergadura; uno en los Grandes Lagos y el otro en el delta del Misisipí.

En tierra, al Cuerpo le encomendó construir la Carretera Nacional, que iba de la bahía de Chesapeake a Illinois. Como los ferrocarriles empezaron a construirse a mediados de los 1820, miembros del Cuerpo de Ingenieros estudiaban las rutas ferroviarias, y el Departamento de Guerra a menudo les prestaba ingenieros a las empresas ferroviarias al comenzar la construcción. Así, el capitán William McNeill supervisó el estudio del ferrocarril de Baltimore y Ohio, y el teniente George Whistler se encargo de poner las vías. Para 1830 muchos oficiales ingenieros tenían permiso para trabajar en los ferrocarriles.

El Ferrocarril de Baltimore y Ohio en los 1830. Miembros del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de EU construyeron presas y compuertas, canales, caminos y ferrocarriles, incluso en otras naciones del mundo. (Foto: clipart.com).

Este auge de mejoras, que llevó a forjar una identidad nacional y una economía fuertes no le pasó desapercibido a los enemigos inveterados de EU, quienes alentaron una suerte de populismo conocido como la “Democracia Jacksoniana”, que recordaba de forma escalofriante los ataques jacobinos contra la École Polytechnique. Cuando Andrew Jackson ganó la presidencia en 1828, West Point empezó a ser blanco de ataques coordinados, que comenzaron con discursos y artículos afirmando que en realidad las empresas de las milicias locales eran todo lo que el país necesitaba para defenderse, y no a esos cadetes pretenciosos de la Academia Militar. El congresista Davy Crockett, quien se había montado en la victoria de Jackson, le propuso al Congreso eliminar a West Point. Otros ataques cobraron la forma de propuestas para el “control local” de las mejoras, lo cual eliminaría el enfoque de planificación nacional del Cuerpo.

El luego presidente Martin Van Buren combatió a capa y espada a John Quincy Adams en cuanto a la función del gobierno federal en las mejoras internas, y propuso una enmienda constitucional en 1825 que hubiera impedido su patrocinio para la construcción de obras públicas. La justificación era que las leyes de desarrollo eran “desiguales e injustas”, porque el dinero de un estado se usaba para beneficiar a otros estados.

Para mediados de los 1830 la retórica populista había cobrado tal impulso, que muchos estados retuvieron el superávit fiscal federal que normalmente le pasaban a sus universidades privadas, aunque había una tradición de apoyo de los estados a estas instituciones. EU sufrió una mala racha económica con el “pánico” de 1837, en gran medida porque el presidente Jackson se rehusó a reconstituir el Banco de EU, y despidió al secretario del Tesoro McLane por negarse a transferir los fondos a sus “bancos favoritos” a nivel estatal.

Jackson encontró en Roger Taney un secretario del Tesoro más dócil para hacer el trabajo sucio, al mudarlo de su cargo como procurador general. El Senado estaba tan furioso con esta movida, que se rehusó a ratificar el nombramiento de Taney como magistrado de la Corte Suprema en 1835. Pero el Senado cambió lo suficiente al año siguiente como para permitir su nombramiento como presidente del tribunal supremo.

Jackson también vetó la propuesta carretera de Maysville, alegando que todo el camino quedaba dentro de Kentucky, y que por eso no podía calificar como un proyecto nacional. Jackson fue más cuidadoso en cuanto a la función del Cuerpo de Ingenieros, pues las mejoras internas eran populares, y el propio Jackson había elogiado a West Point como una buena escuela y dos de sus sobrinos se habían graduado de ella. Pero una y otra vez desafió al superintendente Thayer, al reincorporar a cadetes expulsado de la Academia por violaciones al código o problemas académicos.

Thayer no mordió el anzuelo, y dijo: “Puede que este proceder termine por acarrear mi destitución, pero entre tanto habré hecho algún bien y cumplido con mi deber”. Al final la objeción a su autoridad como superintendente se volvió tan grave, que mandó a la Casa Blanca al capitán Ethan Allen Hitchcock, su comandante de cadetes, para ver qué podía hacerse. El presidente Jackson le gritó a Hitchcock: “¡Sylvanus Thayer es un tirano! El autócrata de las Rusias no podría ejercer más poder”.

La tradición del Cuerpo de Ingenieros se difunde

El 19 de enero de 1833 Thayer escribió su carta de renuncia como superintendente para salvar a la institución de la furia de Jackson. Sólo fue cuestión de tiempo para que se revocara la ley de Estudios Topográficos (como ocurrió en 1838), y el Congreso aprobó leyes negándole a los oficiales del Ejército licencia para trabajar con empresas privadas tales como los ferrocarriles.

Sin embargo, el cimiento que Thayer había sentado para el Cuerpo de Ingenieros perduró. Muchos oficiales ingenieros renunciaron al Ejército y siguieron trabajando en el desarrollo de la infraestructura de EU, en especial sus ferrocarriles. Otros, que siguieron en el Cuerpo, completaron obras en las costas, ríos y lagos de EU. Algunos incluso construyeron ferrocarriles en países como Rusia y Egipto, o en las repúblicas florecientes de América Central y del Sur. Antes de la Guerra civil, miembros del Cuerpo trazaron las cuatro rutas alternas del Ferrocarril Trascontinental.

Nacieron otras escuelas de ingeniería, entre ellas una fundada por Thayer en Dartmouth, y muchas echaron mano de los libros y profesores de West Point. El secretario de Guerra Porter dijo en 1828: “La Academia Militar está esparciendo los frutos de su ciencia… no sólo al resto del ejército, sino a la juventud de nuestro país en general, y el intercambio de la ciencia teórica de esta escuela nacional con la destreza práctica y el juicio de nuestros ingenieros civiles, que ahora corren por todo EU, pronto proveerá a cada parte del país con los profesores más consumados de cada rama de la ingeniería civil”.

Conforme la Guerra Civil estadounidense se acercaba, impulsada por las fuerzas que querían destruir las mejoras internas y la soberanía nacional por cualquier medio posible, aún era válido que casi todos los proyectos de infraestructural los había planificado o emprendido un ingeniero educado en West Point. Una comisión del Congreso declaró, después de enumerar algunos de estos beneficios: “Éstos son algunos de los monumentos perdurables de la utilidad de la Academia Militar, y de los beneficios que ha rendido por el cuidado, tiempo y dinero que se le ha dedicado”.

—Traducción de Manuel Hidalgo.