López Portillo fue el último de los grandes presidentes de México, un verdadero líder nacionalista que luchó por defender a México y por crear un nuevo orden económico mundial más justo. Era amigo de Lyndon LaRouche desde principios de los 1980, cuando se reunió con él y abordaron los temas estratégicos que LaRouche sintetizó en Operación Juárez. En los últimos años de su vida usó su enorme autoridad moral para decirle al mundo: “Es necesario que el mundo escuche la sabia palabra de Lyndon LaRouche”. Si México va a sobrevivir a esta crisis, México tendrá que reconciliarse con López Portillo y su legado.