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Resumen electrónico de EIR, Vol.XXIII, núm. 16

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El Gobierno de Bush desencadena crisis en México

por Dennis Small y Gretchen Small

En una entrevista publicada el 23 de agosto por el diario francés Le Monde, el candidato presidencial mexicano Andrés Manuel López Obrador advirtió que México podría amanecer el 17 de septiembre con dos presidentes elegidos.

López Obrador explicó que en la convención nacional democrática a la que convocó para el Día de la Independencia el 16 de septiembre, se espera la asistencia de un millón de delegados que se reunirán en el Zócalo de la Ciudad de México para “nombrar un presidente legítimo y una coordinación de resistencia popular”. Con la decisión del Tribunal Federal Electoral de declarar presidente al querido de los sinarquistas, Felipe Calderón, pese a la enorme evidencia de un fraude electoral en la elección del 2 de julio, cabe esperar el estallido de una crisis institucional.

“Si el tribunal valida el fraude, nosotros no reconoceremos a un presidente ilegítimo”, le había dicho a Le Monde López Obrador, “por eso hemos convocado ya a una convención nacional democrática en virtud del artículo 39 de la Constitución, que consagra el derecho inalienable del pueblo a cambiar la forma de gobierno”.

La demanda de López Obrador ha sido la de un recuento total de los votos de la elección presidencial del 2 de julio, al insistir que de hecho él ganó. El Tribunal Federal Electoral tenía de plazo hasta el 6 de septiembre para declarar a un ganador, aunque los indicios siempre fueron que se inclinaría por Calderón.

“Si el fraude se consuma”, le había dicho López Obrador a Le Monde, “yo seguiré luchando hasta la restauración de la república. . . Negociar un acuerdo con un gobierno sin legitimidad sería legalizar la simulación democrática, y entonces este país no cambiará jamás. . . en un país como México, con tantos desequilibrios económicos y sociales, la democracia es un asunto de supervivencia, es la única vía de que los pobres puedan obligar al gobierno a que se ocupe de ellos”.

Bush quiere sangre

La dramática decisión de arriesgar más en la crisis mexicana, con la advertencia de que se dará un poder dual de facto, la tomó López Obrador en la secuela de los primeros actos de represión abierta contra el movimiento de resistencia civil pacífica que encabeza. El 14 de agosto el presidente Vicente Fox ordenó a la policía federal y contingentes del Estado Mayor presidencial desalojar por la fuerza los campamentos del movimiento que se habían levantado frente al Congreso mexicano ese día, en una operación a culatazo limpio y con gases lacrimógenos que dejó diez heridos, entre ellos algunos de los 20 diputados y senadores del Partido de la Revolución Demócratica (PRD) que encabezaban la protesta de López Obrador.

Después no sólo fueron desplegados más de 1.000 polícias federales sino además se instalaron dentro del Congreso 200 comandos del Estado Mayor Presidencial. El perredista Porfirio Muñoz Ledo denunció que ésta era la primera vez en la historia de México que se secuestraba al Congreso. Incluso el dictador Victoriano Huerta, dijo Muñoz Ledo, sólo lo disolvió en 1913, pero nunca lo ocupó militarmente; y esto viene directamente de la escuela del dictador chileno Augusto Pinochet.

Lyndon LaRouche culpó de estos acontecimientos al Gobierno demente de Bush en Washington y sus amos de la sinarquía internacional. Lo que hizo Fox en contra de la institución del Congreso la semana pasada, al desalojar por la fuerza a los manifestantes, es algo que vino obviamente del norte de la frontera, y se entenderá así de inmediato. La mejor estrategia para Fox y Calderón en ese momento era mantener un perfil bajo y simplemente hacer trampa. Pero ahora alguien está presionando para que México vaya más allá de la categoría de mentir descaradamente y con impunidad .Y ese “alguien” es el Gobierno de Bush.

Bush es un idiota, explicó LaRouche. Bush quiere sangre, y como cualquiera se percata, el hombre está totalmente desquiciado. Así es que no hay que echarle la culpa a los mexicanos por lo que ocurre. Los están presionando a hacerlo. Y la presión viene del cartel financiero internacional, los banqueros que controlan al Gobierno de EU. Para ellos, lo que está en juego es una operación de saqueo, y están decididos a quebrar a México, como parte de su operación de saqueo continental.

Estos banqueros internacionales, LaRouche concluyó, están comprometidos a saquear al Hemisferio entero, y quieren hacer de México un ejemplo horrible para poder lograr sus objetivos en los países al sur de México. Ése es el motivo estratégico.

Lo que sigue

Sin embargo, López Obrador ha demostrado ser un líder político astuto e impredecible, para frustración de los sinarquistas. Una y otra vez ha flanqueado intentos de provocar un enfrentamiento violento al insistir que su movimiento es revolucionario, pero no violento, en la mejor tradición de Martin Luther King y Mahatma Gandi. Y también se ha negado a verse encajonado en el planteamiento único del recuento de votos, lo cual le aseguraría el fracaso en las condiciones actuales de una desintegración económica mundial.

Al contrario, López Obrador ha ampliado su foco organizativo al problema económico fundamental, lo cual ha atraído a millones de personas a las calles de México. El 13 de agosto anunció ante una concentración enorme en el Zócalo, que sus seguidores debían prepararse para resistir el tiempo que tome —que podrían ser “años”, dijo— para lograr sus objetivos. Precisó que este nuevo movimiento que se produjo para defender el voto no se desbandará si se pierde esa batalla, sino que busca, “aquí y ahora”, dar paso a las transformaciones profundas que requiere México. Al ubicar sus fuerzas para que sigan activas sin importar lo que venga, López Obrador definió cinco objetivos en los cuales se debe concentrar el movimiento:

“1. Combatiremos la pobreza y la monstruosa desigualdad imperante en nuestro país. Ya es insoportable que una minoría rapaz lo tenga todo, mientras la mayoría de los mexicanos carece hasta de lo más elemental e indispensable. Además, sin justicia no habrá garantías de seguridad ni tranquilidad para nadie. Tampoco habrá paz social. La paz es fruto de la justicia.

“2. Defenderemos el patrimonio de la nación. No permitiremos que sigan enajenando los bienes nacionales. No permitiremos la privatización, bajo ninguna modalidad, de la industria eléctrica, del petróleo, de la educación pública, de la seguridad social y de los recursos naturales.

“3. Haremos valer el derecho público a la información (en alusión al intento de imponer una ley que fortalece la cartelización de los órganos de difusión de México—Ndr.).

“4. Enfrentaremos la corrupción y la impunidad. . . El gobierno no puede seguir siendo un comité al servicio de una minoría. . . Tiene que castigarse a quienes cometen abusos desde el poder y despojan de su patrimonio a los mexicanos.

“5. Llevaremos a cabo una renovación tajante de las instituciones. Renovaremos las instituciones, todas las instituciones civiles. No permitiremos que los principios constitucionales y las garantías individuales se sigan pisoteando, porque las instituciones encargadas de proteger estos derechos se encuentran secuestradas y sometidas a los designios de una camarilla. Ya no estamos dispuestos a permitir que la política hacendaria y fiscal se aplique sólo en beneficio de banqueros y de traficantes de influencias. Ya no estamos dispuestos a permitir que la Suprema Corte esté al servicio de potentados y se proteja a delincuentes de cuello blanco”.

El poder del canto

Por su parte, el Movimiento de Juventudes Larouchistas (LYM) se integró a los campamentos permanentes en el centro de la capital mexicana desde el momento mismo en que se establecieron. El LYM ha estado empeñado en un proceso educativo sin tregua, para explicarle a la población en las calles la naturaleza de la crisis económica mundial y el programa de LaRouche para solucionarla. Han subrayado la necesidad de un nuevo Renacimiento clásico, y debatido públicamente los conceptos que se necesitan para hacerlo realidad. El LYM realiza lecturas públicas de la obra maestra de Cervantes, Don Quijote, y de Platón y Federico Schiller; clases pedagógicas sobre geometría y ciencia en las aceras; ¡y cantan! La versión en español de la famosa canción del movimiento de derechos civiles de Estados Unidos, We Shall Overcome (Venceremos), se ha difundido con rapidez por todos los campamentos.

La idea está pegando. el 20 de agosto el movimiento de López Obrador destapó una nueva arma: un coro de miles de personas que dieron su concerto inaugural en el monumento a la Revolución de la Ciudad de México. Dirigido por un conductor de orquesta bien conocido de México y con el apoyo de varios cantantes profesionales de ópera y estudiantes del Conservatorio Nacional, el coro interpretó tres piezas compuestas con letras tomadas de escritos de Martin Luther King y Mahatma Gandi. Los estudiantes del conservatorio siguieron con selecciones de ópera, entre ellas Va Pensiero del Nabuco de Verdi y un dueto de La flauta mágica de Mozart. La organizadora del concierto, Jesusa Rodríguez, sugirió a la multitud reunida que el movimiento acababa de descubrir un nuevo instrumento de resistencia que pronto hará acto de presencia cantando en “lugares muy interesantes” como, quizás, frente a las tanquetas desplegadas afuera del Congreso mexicano.

¿Cómo responderán a eso Bush y sus amos sinarquistas?