Estudios estratégicos
Documentation: Francia y Alemania ahora
Europa Occidental pende de un hilo
por Lyndon H. LaRouche
19 de septiembre de 2006.
La crisis reciente de la elección presidencial en Francia deja al descubierto la fragilidad de toda Europa Occidental y Central ante la embestida de la crisis estratégica mundial producto, en lo principal, de que hasta ahora Estados Unidos de América no ha podido deshacerse del súcubo del Gobierno actual de Bush y Cheney. Alemania pende de un hilo; la economía de Italia está echada, meciéndose en la terraza, a la espera de que llegue el enterrador económico con el precio apropiado; la antigua región del CAME de Europa Oriental languidece; la función potencial de Alemania para resistir a la catástrofe amenazante de la actual política estadounidense depende de su asociación con el Gobierno de Francia, en una combinación que pueda decirle un “¡No!” definitivo a la presiones tanto del Gobierno de Bush como de Londres.
Por tanto, el presidente francés saliente, pero todavía en funciones, Jacques Chirac, ha reaccionado como era de esperarse a la amenaza de lo que significaría un sucesor suyo ligado a Bush, no sólo para Francia misma, sino para toda Europa Occidental y Central. Las repercusiones continuadas de la guerra de Israel contra el Líbano han despertado preocupación en Francia, como lo manifestó el presidente Chirac, pero en otro sentido no son más que el detonador de algo más grande y profundo que tiene implicaciones existenciales: el comportamiento del candidato presidencial Nicolas Sarkozy en Washington, que fue de veras ominoso.
Las implicaciones de la reelección del alcalde socialdemócrata de Berlín, Klaus Wowereit, subrayan el significado de estos aspectos de la crisis en Francia. La política antiindustrial que pregona Wowereit significa la quiebra de un Berlín que no puede, ni podrá equilibrar su presupuesto de una manera moral aceptable, mientras continúe esta política contra la reindustrialización. Sin duda, toda Alemania enfrenta una situación económica nacional ya de por sí imposible, y que empeora con rapidez. Si Alemania y Francia se hunden, prácticamente no habrá economía en Europa Occidental y Central que no caiga pronto en una especie de profunda depresión económica prolongada, con implicaciones para la existencia de todas y cada una de esas naciones tomadas de conjunto.
No es ningún secreto que la Gran Bretaña de Margaret Thatcher y la Francia de François Mitterrand exigieron, con implicaciones estratégicas ominosas, que sólo se permitiera la reunificación de Alemania si Berlín se “desindustrializaba”. En ese entonces el Gobierno de George H.W. Bush acepto ese conjunto de condiciones impuestas a Alemania. El asesinato del último gran banquero alemán en la tradición de Abs y Ponto, Herrhausen, y el de Rohwedder, materializaron la amenaza para las principales instituciones alemanas, hasta la fecha. Sin embargo, si Francia y Alemania se unen y consiguen el apoyo de EUA y otros socios en cuanto al problema del legado de ese par deplorable de Mitterrand y la Thatcher, la imbecilidad de dicha condición económica podría eliminarse con eficacia.
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El ministro francés del interior Nicolas Sarkozy, un aspirante presidencial para el 2007, visitió Washington del 10 al 13 de septiembre, donde se reunió con el presidente Bush y otros altos funcionarios. Sudó la gota gorda para apoyar al Gobierno de Bush, en especial su política hacia Israel. (Foto: Comisión Europea). |
La comunidad trasatlántica y Japón penden, ya por algún tiempo, de manera más notable desde la debacle estadounidense del 2000, al borde de lo que amenaza con convertirse en el desplome monetario–financiero más grande de la historia moderna, un desplome comparable al que desencadenó la quiebra de uno de los “fondos especulativos” más grandes del siglo 14, la casa bancaria lombarda de Bardi con sede en Lucca. A seis años de la discutible toma de posesión del balbuceante George W. Bush hijo y de Cheney en el 2001, la respuesta de su Gobierno a esa amenaza de largo alcance de un desastre monetario–financiero mundial ha sido, una y otra vez, la peor posible. Como en última instancia el sistema monetario–financiero no es “más que papel”, el problema más grande que amenaza hoy a la economía mundial no es la embestida del derrumbe financiero general, sino las consecuencias de tratar de sostener lo que son meros valores de papel sumamente inflados, a costa de destruir los valores físico–económicos de los que depende la vida humana y su necesario medio ambiente. Típico de esto es la negligencia punible del pobre necio del presidente Bush en cuanto a lo de Katrina.
La deuda relacionada con las diversas categorías de los llamados “derivados financieros” ha cobrado proporciones que rebasan, pero con mucho, la vida material de los activos de capital físico existentes. El asunto hoy es si vamos a destruir las economías físicas de las naciones en el intento inútil por defender el valor nominal de lo que en gran medida son activos financieros de suyo sin valor, o si habremos de desbridar la masa de lo que son deudas de apuestas sin valor intrínseco para establecer una relación de largo plazo sustentable entre las carteras de capital financiero legítimas, tales como los fondos de retiro, y un proceso de inversión y empleo en el aumento de la riqueza real per cápita, a escala mundial, reorientado al crecimiento físico.
Para efectuar esta reforma, Europa necesita la cooperación estadounidense; sin embargo, si EUA no ofrece dicha cooperación, estará condenándose a un hórrido desastre autoinfligido.
‘El fin de la era de Truman’
El elogio revelador del viciopresidente (de “vicioso”) Dick Cheney al ex presidente Harry Truman, apunta al hecho de la onda larga que estableció en la política estadounidense la marcha atrás apresurada y salvaje que éste le dio a algunos de los elementos estratégicos más decisivos de la orientación de su predecesor, Franklin D. Roosevelt. Cabe destacar que el presidente que cuestionó seriamente ese legado de Truman en una encrucijada decisiva de la historia, John F. Kennedy, fue asesinado, y el caso se cerró antes de que la investigación pudiera comenzar en realidad. La guerra de Vietnam que el asesinato de Kennedy posibilitó, preparó el terreno para la destrucción de la economía física de EU que inició el Gobierno de Nixon, y que continuó con la participación creciente de los sesentiocheros antiindustriales.
Toda esta confabulación perversa de las redes financieras angloholandesas y estadounidenses que dirigieron el viraje del Gobierno de Truman lejos de la orientación de Roosevelt, no sólo escondía una malicia premeditada contra EUA, sino también una cualidad de “estupidez honesta” que hasta el día de hoy perdura entre los círculos financieros importantes y la mayoría de los profesores universitarios de economía. Ese problema es que las doctrinas de economía política que se establecieron para el recién fundado imperio de la Compañía de las Indias Orientales británica de lord Shelbourne, las formularon hombres apasionadamente ignorantes del abecé de la existencia de una economía de verdad física, cuando optaron por revivir la tradición veneciana medieval al definir el valor del dinero como tal. El Karl Marx cuya educación entera en los rudimentos económicos estuvo a cargo de la élite haileyburiana británica, cometió el mismo error, aunque con su propio “toque” personal.
La actual crisis económica mundial gira en torno a una política que destruye adrede los ingredientes esenciales de la producción de riqueza real impulsada por la ciencia y la tecnología, con el supuesto práctico de que el profundo empobrecimiento cada vez más letal de los muchos, en especial de los ancianos, es el “precio necesario” a pagar por el placer de los pocos. En realidad, el crecimiento verdadero no se sostiene de ningún otro modo que no sea el aumento de las facultades productivas del trabajo mediante el fomento del progreso científico fundamental y la inversión con un uso intenso de capital en una proporción creciente de la infraestructura económica básica, per cápita y por kilómetro cuadrado del territorio total.
Una población desesperadamente hambrienta representa la perspectiva en realidad físico–científica del objeto de la economía. La economía esencialmente es, primero y antes que nada, una cuestión de valores físicos. La producción de riqueza es física. La productividad de la producción la definen los avances en la ciencia y la tecnología, y la proporción en aumento de la infraestructura económica (física) básica en relación con la producción.
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El alcalde socialdemócrata de Berlín, Klaus Wowereit, fundó su campaña de reelección en profundizar aun más la desindustrialización de la mermada capital alemana. (Foto: James Rea/EIRNS). |
Por desgracia, con más frecuencia es la ideología, antes que el poder de la razón humana, lo que determina qué cree hoy la gente, incluso instituciones enteras tales como los gobiernos. Como ya debiéramos haber entendido nosotros en las Américas y Europa, en vista de que prácticamente todo logro económico de las naciones de las Américas en el pasado se ha fundado en la adopción de la fuerza principal de la cultura europea moderna que se introdujo por influencia del gran concilio ecuménico de Florencia de mediados del siglo 15, la materialización de ese beneficio tendió a ser mayor en los Estados de las Américas que han seguido el modelo constitucional estadounidense, hasta 1971, que en la propia Europa. La razón principal de lo que representó la ventaja relativa de EU sobre Europa, de 1863 hasta 1945 y poco después, fue que en la “vieja Europa” imperaba la influencia residual de las ideologías oligárquicas que dejaron los primeros Habsburgo y las perversiones liberales angloholandesas presentes.
La crisis mundial en vísperas de las elecciones en EU
LaRouche PAC hizo el siguiente anuncio el 23 de septiembre.
Acaba de confirmarse que el próximo 31 de octubre tendrá lugar la segunda de una serie de videoconferencias internacionales patrocinadas por LaRouche PAC, con reuniones simultáneas en las capitales nacionales clave de Berlín, Alemania, y Washington, D.C.
Su transmisión se decidió para que coincidiera con el período de importancia decisiva de los días previos a las elecciones nacionales intermedias de noviembre en Estados Unidos. Dicha elección representa ya un parteaguas decisivo de la historia mundial actual, cuando la amenaza de un ataque aéreo estadounidense a gran escala contra ÜntIrán coincide con la embestida de una crisis general de los sistemas monetario–financieros de EU y el mundo, y con un fermento político de sectores significativos de la población estadounidense que expresa el creciente disgusto popular con las corrientes “políticas de siempre” de los partidos tanto Demócrata como Republicano.
Existen a mano oportunidades verdaderas para aglutinar a naciones que estarán dispuestas a responder a la crisis económica mundial ahora en ascenso y a otras, y para unirlas en torno al apoyo de alternativas reales viables a la nueva depresión económica mundial.
La videoconferencia empezará en punto de las 10 de la mañana, hora del este de EU, y se difundirá por www. larouchepac.com/spanish y www.larouchepub.com/ spanish. La reunión, que empezará con la presentación de Lyndon H. LaRouche, tendrá una duración de tres horas y contará con la participación de instituciones y personalidades relevantes. Los resultados de las deliberaciones también se darán a conocer a través del sitio electrónico de LaRouche PAC.
En el caso de la involución de Truman, fue la experiencia dolorosa de quienes llegaron a ser mis preciados amigos y conocidos entre los veteranos de la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS) y demás, que la decadencia moral que se apoderó de EU a la muerte de Roosevelt tenía su raíz en tradiciones culturales oligárquicas más bien íntimamente relacionadas: la legendaria estirpe del esclavista anterior a 1865 y de la “ay, qué social” oligarquía angloholandesa norteña en la tradición del Essex Junto y el Banco de Manhattan de Aaron Burr, de la que descienden el presidente George H.W. Bush y su horrible hijo. Aunque uno encuentra un residuo de patriotas con mis inclinaciones en casos notables tales como el presidente Dwight Eisenhower y Kennedy, en su intento de encarnar la tradición de Roosevelt, la tendencia imperante en la política económica de EUA desde la muerte de Roosevelt siempre ha sido, en lo axiomático, hasta ahora, la perspectiva de los amos oligarcas británicos y estadounidenses de Truman.
La crisis mundial que ahora arremete enfrenta al planeta entero, pero en especial a EUA, con el siguiente dilema: botar la tradición oligárquica en la toma de decisiones que se revivió con Truman, y que se desató en Europa y EUA con la expulsión de Adenauer y Erhard en Alemania, las intentonas de asesinato de los fascistas contra el presidente Charles de Gaulle, el asesinato de John F. Kennedy y la estupidización de la juventud alemana mediante la revocación de las reformas de Humboldt; o aceptar la destrucción prematura de otro modo inevitable de toda la civilización.
La libertad de elección no es ninguna bendición cuando lo que se se escoge es marchar hacia el infierno. Ésta es la lección de la cultura sofista que imperó en la Atenas de Pericles todo el camino hasta el infierno de la guerra del Peloponeso. Ésta es la lección de la cultura sofista que desencadenaron instrumentos tales como el Congreso a Favor de la Libertad Cultural, al empujar hoy a EUA y a Europa Occidental y Central a un virtual abismo del infierno.
Para los partidos políticos de EU, el asunto es que la mayoría de la población estadounidense la representa el 80% de menores ingresos familiares. Eso no necesariamente significa que la opinión vigente del 80% de abajo sea siempre correcta; lo que significa es que un partido político que rechace ahora los justos reclamos económicos del 80% de abajo no sirve, en lo moral, para gobernar. En Europa, como en las Américas, si la nación acepta el liderato del inepto, muy bien pronto podría pagar su error con su propia desaparición.
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