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La impotencia Sexual del Partido Socialista Puertorriqueño Por Lyndon H. LaRouche – Noviembre de 1973
2. EL PSP COMO FENOMENO Desde su previo estado filogenético de existencia larval (como el MPI) el PSP se ha destacado desfavorablemente por un grado extraordinario de oportunismo notorio. Ese oportunismo tiene su apogeo dentro de la organización misma, donde varias facciones de autotitulados marxistas-leninistas se encuentran puestas nalga a nalga junto a un surtido de “nacionalistas.” No existe ningún principio básico que una a la mayoría de los miembros del PSP en una misma organización, sino el mismo que une a la prostituta brevemente con su cliente. La única fuerza fundamental que une a tan variado conglomerado es el oportunismo: el deseo de tener una “organización de masas”. Es una noche de juerga y el “macho” pesepeísta busca el equivalente político de un brazo sexualmente impotente; lo desea tan desesperadamente que ni siquiera se preocupa por mirar de cerca las cualificaciones de la persona que se presta a dar los servicios deseados. La esencia de la “política” pesepeísta es sencilla: este “macho” sólo desea tener un movimiento masivo de las “fuerzas populares boricuas.” El “macho” identifica a este deseo por el equivalente político del orgasmo sexual con la sensación irracional de ser visto (y verse) como algo emocionante… peligroso… ¡un réquete revolucionario! Él desea unir todas esas huestes populares y entonces todos compartirán una gigantesca eyaculación; ¡y le nombrarán Independencia! ¿Teoría económica? Esto no le preocupa mucho; él es primordialmente un revolucionario de sentimiento; duende, como él cree que los puertorriqueños están llenos de duendes y por lo tanto emocionales en vez de educados. No sería compatible introducirle una calidad tan “gringa” como el intelectualismo al “movimiento popular”. Cómo esa isla revolucionaria e independiente le dará de comer y vestir al pueblo tampoco le preocupa, ya que él “presiente” que eso no va a ser ningún problema. El “machito” dice “hay demás para todos; sólo falta el corazón para cogerlo y repartírselo equitativamente, y todo estaría chévere”. El imponerle un programa de reproducción socialistas ampliada al pueblo sería elitismo, y hay que respetar las sensibilidades de los demás. Es necesario considerar que las “masas ignorantes” ya tienen de una forma “racial o natural” todas las cualidades intelectuales y demás que se necesitan para una “independencia revolucionaria”. “¿Cultura?” Él siente que el pueblo puertorriqueño ya tiene una cultura y de la cual sólo hace falta sentirse orgulloso. Para él la “cultura natural” endémica al pueblo ya es “marxista” y “revolucionaria,” y por lo tanto, de forma axiomática, la lucha por esa cultura (lo que eso le parezca a él en ese momento) es ya autoevidente una cultura antiburguesa, una cultura de “liberación” y anticapitalista. Él ignora el hecho que el pueblo puertorriqueño carece de una cultura propia. La casta compradora de puertorriqueños educados y semieducados (de donde proviene el liderato del PSP) tiene una herencia cuyas raíces vienen mayormente del aspecto reaccionario de la cultura española, además de lazos criados en la familia y escuela al lenguaje y a la literatura española, como es el caso de las clases altas españolas y a la análoga clase compradora de toda Latinoamérica. El pueblo puertorriqueño también tiene una herencia de cultura campesina de la idiotez y brutalidad de la vida rural. Las clases compradoras puertorriqueñas también tienen una dosis masiva de cultura yanqui: la cultura de Fomento, Coca-Cola, rancheras y otros productos autóctonos del pueblo puertorriqueño. Pero las masas proletarias ni siquiera tienen un idioma; ni español, ni inglés, ni un sincretismo puertorriqueño de ambos, sino una jerigonza, un Schwärmerei de idioma que no llega a ser ni español, ni inglés, ni cosa por el estilo, sino una mera lengua-esclava, la lingua franca de los esclavos. El pesepeísta ignora el hecho que a las masas puertorriqueñas se les niega el derecho a una cultura en la cual ellos puedan verse a sí mismos como contribuyendo colectivamente al enriquecimiento de la vida intelectual del mundo. Su “cultura,” como también la mayor parte de sus alimentos, se limita a lo que su amo semi-colonial acuerde importar de varios otros lugares del planeta. El cuadro que se nos presenta en la forma de pesepeísta que “respeta a la cultura puertorriquña” es análogo al del colono “civilizado” y “relativista cultural”, o al amo de los esclavos, que observa a los oprimidos viviendo de los desperdicios. Él dice: “Eso es lo que les gusta. No le imponga valores ajenos. Esa preferencia que tienen por los desechos de las cocinas de hoteles es un resultado de sus experiencias culturales; es lo mismo con su preferencia por las chozas del ‘barrio’”. El colono, como también el mal disimulado comprador pequeñoburgués del liderato pesepeísta, nos da esta explicación: “Los esclavos se sienten más contentos con sus propias cositas”. Él ve a las masas privadas de cultura, construyendo una pobre imitación de cultura de cualquier desecho arrojado a la calle, ya sea por la putrefacta herancia española o la importación yanqui. El pequeñoburgués pesepeista sonríe condescendien-temente: “esa es la cultura del pueblo.” La ruin mentalidad de comprador pequeñoburgués del liderato pesepeísta llega a la cumbre de lo patético en la adoración ritual del culto de la “independencia insular”. Esto es un hecho: Puerto Rico no puede, ni podrá, alimentarse a sí mismo. Muy bien, entonces el Puerto Rico independiente importaría sus alimentos. ¿De dónde? ¿Con qué se van a pagar? ¿De las entradas de las fábricas yanquis que ya se están largando hacia la mano de obra más barata que le ofrece el programa de “fomento” de la República Dominicana? ¿Y si los semicolonos yanquis cierran sus fábricas? ¿Qué importaría el Puerto Rico “independiente” para siquiera asegurar suficiente alimento para su pueblo? ¡Sólo podría exportar a su pueblo! De hecho la población se ha estado exportando hace ya décadas! El PSP casi quiere pretender que las últimas elecciones ni ocurrieron. Entendiendo lo contrario, el obrero puertorriqueño encuentra ventaja en el “status” político actual; en que dicho status es parte de la base para el arreglo contributivo, entre otros, que han hecho de Puerto Rico un lugar muy atractivo para los industriales yanquis que le vienen huyendo a las condiciones políticas (la estadidad) del continente. La mayoría de los votantes puertorriqueños no reaccionaron en contra del “extremismo revolucionario” de los partidos independentistas, sino que reaccionaron en contra de la estupidez de estos partidos. El mismo puertorriqueño que con mucho “brío” celebra la idea puramente religiosa de la independencia durante sus festejos de fin de semana, es el mismo puertorriqueño que tiene una perspectiva opuesta en aquel mundo aseglarado, y real, del empleo, la “ropa, zapato, casa y comida”, etc. Él entiende, por las etiquetas de los comestibles importados, por los nombres de las fábricas y demás sitios de empleo, que la existencia material del puertorriqueño es posible sólo como una extensión de la economía estadounidense. En la práctica, cuando el boricua se encuentra fuera de la “iglesia”, i.e. los partidos independentistas y sus ritos, él entiende que su existencia se ubica en un arreglo especial político-económico para Puerto Rico dentro de la economía estadounidense y vota en conformidad a esto. La popularidad de la fantasía puramente religiosa de “independencia”, que tiene este mismo puertorriqueño que vota en contra de la independencia político-económica, es una expresión natural de la mentalidad de esclavo. El esclavo existe siendo un esclavo, y desea seguir siendo un esclavo, ya que esto, para él, es la única posibilidad existente para su existencia material. Pero a la misma vez odia la esclavitud; él odia la esclavitud en sus sueños, en sus ritos, en aquel comportamiento divorciado de lo terrenal. Odia a la cara yanqui —el lenguaje yanqui la explotación yanqui— con un odio profundo y religioso. De la misma manera que odia a la imagen mental de su posesiva y sádica madre, de la cual el “macho” depende con tanta aprensión para su sentido interno de identidad. ¡Él odia a su imagen maternal adorándola devotamente! De esta manera las organizaciones independentistas funcionan como grupos “religiosos” especiales, que tienen poco que ver con las realidades materiales de este mundo. Su función no es de cambiar al mundo, sino de asistir en crear aquellas fantasías a través de las cuales la mente oprimida busca distraerse a sí misma con la mera ilusión de otro mundo, el cual nunca puede ser. Por esto es que no le debe sorprender a nadie ese trance eufórico que caracteriza a los pesepeístas —y a los otros protoindependentistas— cuando “descargan” retóricamente sobre la “cultura puertorriqueña”,la “independencia” y el milenarismo de la “victoria de las fuerzas populares”.Se convierten en patéticos, tontos, solamente cuando intentan el disparate de bajar este paraíso de necios a la Terra. El intento de realizar una risible fantasía en el mundo verdadero de la práctica diaria es hacer un hazmereir patético de dicha fantasía. Así mismo el “macho” se encuentra en la cumbre de deleitosas fantasías cuando piensa en la gloria del coito; es sólo cuando intenta el coito con una verdadera mujer que se convierte en una criatura patética y obviamente impotente. Él se siente libre sólo con una mujer “cualquiera”, con la “puta”, con la amante que él, para su adentros, sabe que “ha sido de otros”. De esta manera el “macho” esconde sus tendencias homosexuales; su odio a las mujeres degradándolas en el nombre del amor, y cumpliendo el acto homosexual de compartir el coito con la mujer que “tiene otro hombre”. (Claro está que la prostituta conoce, por lo menos inconscientemente, este secreto de su cliente “macho”. ¿Qué ella no “se ofende” por esto? ¿Por qué se va a ofender? De esta manera la prostituta sirve a su propia necesidad lesbiana, compartiendo el acto sexual con la mujer del cliente. La encolerizada y sádica mujer se venga del hombre acostándose con otro, y así sometiendo a su amado odiado a una relación homosexual). La idea de “independencia” es así un acto inconsciente de autodenigración de parte del pueblo puertorriqueño, que tiene parecido con la popularidad autodegradante del “control comunal” entre los residentes, victimizados por el autodesprecio, del arrabal negro de los Estados Unidos. “¿Control comunal” de qué? “¡De nuestra miseria, nuestros arrabales y nuestra degradación!” ¿Cuál es la base del mito de “ayudarse a uno mismo” que ha prevalecido en el arrabal negro estadounidense desde la década del 1950? No es nada más que el saqueo de un vecino negro —de su ropa, “televisor,” y demás— para venderle este botín a otro vecino, a veces en la misma manzana en menos de una hora: “ayudarse a sí mismo,” “control comunal.” La idea esencial, inconsciente, que está envuelta es: “Nosotros somos tan inferiores que sólo podemos lograr un sentido de igualdad si logramos separarnos de nuestros superiores”. Es la profundidad de la miseria, la ignorancia, la falta de cultura y demás ignominias causadas por el colonialismo que obligan al puertorriqueño oprimido a creer que sería “igual” al orden superior humano si no lo compararan con esta especie; si se aislara, si no hubiese “competencia”. La creencia en la inferioridad inherente de los puertorriqueños, este mito autodegradante de “independencia”, el pesepeísta demuestra claramente su creencia en la superioridad inherente de la Coca-Cola. En cuanto a esto último es muy útil comparar a la permeante preocupación latinoamericana con la “cultura española”, con las actitudes prevalecientes entre los demócratas y revolucionarios socialistas alemanes de hace más de un siglo. Los revolucionarios alemanes Kant, Hegel y Marx, tomaron de lo más avanzado de la cultura de sus opresores inmediatos (la Francia napoleónica e Inglaterra) y dieron un paso agigantado dentro de la cultura capitalista sobre las cabezas de aquéllos de los cuales se apropiaron dichos elementos. En contraste a esto, la pequeña burguesía latinoamericana (i.e. las clases compradoras) tomaran aquello que es lo más patéticamente atrasado del planeta; reclamando su derecho a la basura del mundo como lo único que él considera particularmente apropiado para los inferiores pueblos latinos. Este “relativista cultural” se la pasa buscando en las reliquias indias, en la miseria de los mestizos y en las posesiones patéticas de los retrógrados, ignorantes y oprimidos, aquello que “cuaja” perfectamente con la perpetuación de la cultura de inferioridad y opresión. ¿Las “glorias de España?” ¿Quizás el amiguito de Domingo Perón, Fancisco Franco? ¿Quizás ese ruin y asqueroso hato de basura contemporánea conocida como las clases “superiores”, el “Opus Dei”, y los burócratas españoles, que tipifican y viven de la cultura más atrasada de Europa Occidental? Una clase que no podría “competir” en ningún otro sitio en el cual los obreros y campesinos no estuvieran tan miserablemente oprimidos y degradados como lo están hoy día en España. ¿Quizás la España de los “conquistadores?” ¿Quizás la España en bancarrota del siglo XVI, la España ignorante del cura con su caballo y del caballo con su cura —sin saber quién es quién— la España del simio bestial y torpe “conquistador”, asesino ultrajador y analfabeta? ¿Y todo esto para pagar las deudas de Carlos V a los usureros de Italia, Alemania y los países bajos? ¿Quizás sea la España de la “Santa Inquisición?” ¿Cervantes y los otros productos de la herencia mora latina? Aquí sí. ¿Aún el compositor menor, Soler? Otra vez, sí. ¿Goya? ¡Definitivamente que sí! Estas son figuras históricas mundiales que se elevaron por encima de la España árida, miserable, hambrienta, hipersacerdotada y torturadora de toros, con sus bestialidades borgoñohapsburgianas. Pero estos logros de los españoles ilustres no son los que fascinan al comprador latinoamericano.
A él le fascina más la España ruin, la España barata e inferior, la única cultura occidental europea que está lo suficientemente rebajada (aparte de los muy ruines portugueses) como para estar al mismo precio de los esclavos latinos de los yanquis... a menos que uno no tome en consideración la defecación humana que toma la forma de los degradadísimos existencialistas y “estructuralistas” de la cultura “parisiense”, los cuales se pueden obtener sin pagar por cualquiera que carezca de respeto propio. La fascinación con la cultura española es esencialmente una fascinación con el mundo del arrabal hispoanoparlante, es la autoimagen que tiene el comprador latino de ser una persona inferior en este mundo. Lorca El Patético. Neruda El Imbécil. El talentoso Cortázar, rebajándose componiendo charlatanerías parisienses. El genio de García Márquez cayendo en un penoso existencialismo. Lo que hace falta es un verdadero espíritu revolucionario en la cultura latinoamericana, el cual autositúe a los mejores portavoces de un pueblo oprimido en el papel apropiado de figuras históricas mundiales, no simplemente dirigiendo al pueblo “inferior” del externo arrabal hispanoparlante mundial, sino participando como iguales en la reconstrucción del mundo entero. El mundo exige Goethes, Hegel, Heines y Marx latinos. La mentalidad compradora pequeñoburguesa del liderato del PSP carece absolutamente de la sensibilidad para estas aspiraciones humanas; de estas aspiraciones revolucionarias. De aquí es que sale su desprecio de las potencialidades humanas del pueblo puertorriqueño, y aquí se ve —no es casualidad alguna— el desprecio propio y profundo que manifiesta el “macho” en el culto patético a la “independencia” puertorriqueña. Como lo son todas las otras características del PSP, los aires de clase “compradora” en el estrato superior de dicho partido son una ridícula parodia del fraude político izquierdista latinoamericano en general. En la mayoría de los sectores latinoamericanos, las familias compradoras que dominan a la vida política del país, en nombre de los yanquis, mandan a sus hijos a la universidad. En la universidad, los hijos y los primos de las familias más importantes comienzan su papel de sátrape yanqui por diferenciación política. Uno de los hijos hace el papel tradicional del político comprador “ortodoxo” —conservatismo caballeresco— otro se convierte en el futuro coronel, otro se convierte en el demócrata “comefuego”, el otro se convierte en publiscista populista, y otro (a lo mejor un primo) se convierte en el fogoso “marxista-leninista” oficial de la familia. Claro está, que estos varios papeles se revisan con la cortesía apropiada en todas las reuniones familiares. Es un asunto de familia —desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda— cada sector de la vida política queda debidamente supervisada por algún miembro de la familia compradora. Un sobrino guerrillero puede tomar a un tío conservador como rehén: “perdone tío; entenderás que esto es sólo política”. El tío a su vez puede ser que fusile políticamente al sobrino izquierdista y, entonces evaluar la delicadeza de estar presente en el velorio; o puede ser que el sobrino, después de cumplir su obligación familiar en la izquierda, se le pensione como ministro de educación en el gobierno popular democrático de su tío. En ciertos sectores paupérrimos en los Estados Unidos, los cuales estaban permeados por la mentalidad campesina, una vez estuvo de moda que las señoritas del vulgo se hicieran miembros de sororidades cuyas bases eran las escuelas superiores (secundarias) preuniversitarias, haciendo así una pobre imitación de las sororidades universitarias a las cuales sus padres difícilmente podrían mandarlas. Usando este mismo principio, el liderato del PSP intenta simular patéticamente a la tradición compradora de la vida política de Venezuela, Colombia, etc. ¡Qué despreciable comedia de respeto para el prestigio de otro líder! ¡Qué charada picaresca! Pobre y amorfes plebeyos pesepeístas, intentando jugar a los modales elegantes de la “aristocracia” compradora de los sectores más propicios de Latinoamérica. ¡Qué sorpresa que Claridad no haya escrito algo sobre Don Juan Mari Bras! Así vemos al PSP de pobre Puerto Rico parodiando a la farsa compradora de las otras regiones latinas.
Claridad ataca Casals Si una persona hurgara dentro de sus conocimientos buscando el nombre de un artista contemporáneo de gran importancia histórica, al nivel mundial y de habla hispana, el escogido natural tendría que ser Pablo Casals, cuya importancia es innegable. Casals ha sido considerado durante décadas como el mejor celista del mundo, y ahora es mejor reconocido por su dirección y creación de una de las actividades artísticas más importantes de los últimos 25 años, el Festival Casals de Perpignan. También se destaca como uno de los más importantes humanistas españoles, y como una de las figuras más grandes entre la herencia artística española, seguramente la figura española más destacada y de mayor importancia histórico mundial dentro del arte hispánico. De hecho, hasta su reciente muerte, era la única persona de importancia mundial histórica de su patria adoptiva, Puerto Rico. Usando un buen gusto poco característico, algunos “diletantes” de la clase compradora puertorriqueña en Nueva York honraron a Casals como la figura más destacada en la llamada “Fiesta Puerto Rico.” La reacción despreciable y patética de Claridad es muy reveladora. El editorial del bisemanario fechado el 24 de junio denuncia la presencia de Casals como una “agresión cultural”, denunciando especialmente a los “veinticinco mil dólares que le robaron a la clase trabajadora para auspiciar un programa que no fue representativo de nuestra cultura.” El editorial continúa describiendo de la manera siguiente al acto musical:
Esta “Fiesta” representa otro intento de hacernos tragar “otra onda cultural”. La implicación era clara: la parte del programa que se denominó “Folklórica” se veía como la inferior; la parte clásica era la que “salvaguardó” la presentación. Pero ya no creemos tales cuentos de hadas. Como puertorriqueños, pero especialmente como revolucionarios que luchamos por una sociedad nueva, una sociedad socialista, entendemos la importancia y la necesidad de que todos los pueblos desarrollen sus culturas.
Nuestra ira no va dirigida contra la música clásica de Europa, pero al intento imperialista de imponérsela a nuestro pueblo, y a la vez, implicar que nuestra música es inferior... es la culminación de este proceso genocida que convertirá a los puertorriqueños, estén aquí o en Puerto Rico, en una minoría nacional. ¡Qué filisteísmo patético y degradante! “¿Música Europea?” ¿Qué pasa con el español? ¿Acaso no es un lenguaje europeo? A lo mejor las matemáticas, los métodos modernos de producir tejidos y de elaboración alimenticia, los aparatos aéreos y los automóbiles también son intentos de imponerles una “cultura ajena” a los puertorriqueños. ¿Acaso no es una “agresión cultural” el que el “rock” y el “folklorismo” norteamericano se estén extendiendo por toda la isla? ¿Por qué no se consideran a las canciones machistas mexicanas como una “agresión cultural” por parte de México? El lector debe evaluar a los tres ejemplos siguientes de versos popularísimos (en Puerto Rico) dentro del contexto de los “Gallitos de Manatí,” los “Jibaritos de Lares” y semejantes “cantores de ‘batey’”.
I. Nada importa hallar la muerte En los Altros es de machos Tienen fama sus caballos Por sus besos van sus hombres II. ... Vengo en busca de una ingrata Se me vino de repente III. ¡Ay Jalisco, Jalisco ... Yo fui uno de aquellos Los ejemplos citados de la “cultura popular” mexicana demuestran no solamente lo que es fácilmente asimilable dentro de la cultura popular puertorriqueña, sino que también señala dos puntos muy importantes. Primero, tomando en consideración el contenido psicopatológico de dichas canciones —y por lo tanto a la degradación propia de las personas a quien les atrae esa música— estamos mostrando el hecho de que la mayoría del llamado “arte popular” es en realidad prueba clínica de la autodegradación de una población oprimida. Sin embargo, en segundo lugar, a veces la articulación misma de dicha psicopatología dentro de esa “forma cultural” llega a considerarse como arte. En desarrollar a este segundo punto es pertinente considerar al ataque que le hace Claridad a Casals. En el caso de los dibujos psicológicos de Goya (el viejo), los materiales descritos por el artista son solamente el contenido de su mente. Las figuras fantasmagóricas de Goya no son solamente de su imaginación, sino que son lo que cualquier psicoanalista capacitado reconocería como realidades psicológicas, representaciones fieles de las horribles imágenes que se encuentran al escarbar profundamente los procesos inconscientes. Así, en el caso de esos cuadros (o de forma parecida en los bocetos de toreo, de importancia psicológica en el arte de Goya), o en las parecidas revelaciones psicológicas de las obras de Hieronymous Bosch, tenemos obras artísticas que son grandes precisamente porque ejemplifican al artista (y de forma implícita al público), consiguiendo así un control autoconsciente de aquellas fuerzas a través de las cuales la sociedad los oprime y los bestializa internamente. ¿Es que entonces el comportamiento psicopatológico del “macho” en la calle es artístico? Todo lo contrario; sus acciones y todo el disfrute de las degradantes baladas mexicanas, son una forma de fortalecer y perpetuar la degradación expresada por ese comportamiento. El arte señala la verdad psicológica, así señalando a menudo lo repugnante, pero para liberar al hombre de lo repugnante. El gran arte a menudo es la “representación” de lo repugnante, con el propósito explícito o implícito de permitirle al hombre conquistar aquellas fuerzas a través de las cuales lo domina su sociedad bestializándolo internamente, para poder luchar contra ellas de una forma autoconsciente. El rasgo esencial de arte verdadero es que es un producto más o menos auto-consciente de recordación a la cual no referimos en el sumario de este artículo. Es la aplicación de la emoción identificada de otra forma con la mentación creativa o con los impulsos oceánicos de amor no erótico que tiene el efecto de liberar al individuo del chabacano sentimiento expresado típicamente en la vulgar “cultura popular.” Sin embargo, esto no niega el valor de todo de lo que a veces se llama “arte folklórico.” Muchos de los grandes músicos del pasado, incluyendo enfáticamente a Beethoven, han utilizado llamadas “canciones folklóricas” y otros elementos de la música popular (formas bailables) como punto de partida para la producción artística. En dichos casos, ellos hacen esencialmente lo que hacía Goya en sus retratos psicológicos: ellos abstraen, por decirlo así, de estas “formas populares” de experiencia con el propósito de revelar una verdad que en otro caso se ocultaría detrás de experiencia común. A veces una persona común sin fama personal y sin los requisitos mínimos de entrenamiento formal, aplica los mismos atributos sobre una de sus producciones, pero la falta de instrucción le imposibilita expresar su acto sin caer en cierta chabacanidad. A pesar de la vulgaridad predominante de la música que él produzca, se encontrará a menudo, un toque de genialidad diferenciándola y que permite que se use con fines artísticos en la ejecución de un músico talentoso. De ahí, ya que solamente hay una forma de evaluar todo arte, la pregunta de lo que debió haberse presentado como los logros de la cultura puertorriqueña en la “Fiesta Puerto Rico” es un hecho concreto. ¿Existe acaso hoy, en Puerto Rico, algún compositor nativo sobresaliente que fuera ignorado (i.e. suprimido)? ¿Había alguna composición o grupo de composiciones de Puerto Rico que tuvieran los mismos méritos que aquéllas de la sección de Casals en el festival? Si no las había, lo único que se podía hacer decentemente era ofrecer la mejor interpretación artística de las “Grandes Obras Clásicas Europeas” usando los músicos más destacados de Puerto Rico ayudados por sus compañeros internacionales. A menos que haya alguna obra de gran mérito artístico escondida en algún sitio dentro de la música popular puertorriqueña, entonces el único aspecto opresivo de la “fiesta” fue la inclusión de la inferior basura típica dentro de la música folklórica. Señalar las patéticas obras del “folklor” puertorriqueño como ejemplos de las cualidades humanas del pueblo puertorriqueño, es la forma más despreciable del paternalismo imperialista. Se puede encontrar una similitud entre esto y el padre “diletante” que consiste exhibiciones grandes para demostrar las pinturas de su hijita, que no tiene ni pizca de creatividad en su “talento”. No cabe la menor duda que los editores de Claridad expresan exactamente esa clase de desprecio paternalista hacia el pueblo puertorriqueño. El intento de contrastar “la música clásica europea” con una cultura popular de baladas patéticamente machistas y lo demás deja ver varias cosas de gran importancia en cuanto a dichos escritores. Primero, al clasificar la mejor música del mundo moderno como “europea” lo que hacen es implicar que los puertorriqueños son tan inferiores mental y emocionalmente en cuanto a su potencial, que no son parte de la cultura mundial y que no podrían alcanzar el nivel suficiente como para dominar a Bach, Mozart o a Beethoven. Cuando Claridad escribe sobre la necesidad de todos los pueblos a desarrollar su cultura nativa desde el punto apoteósico de las canciones machistas citada anteriormente como ejemplos de basura nativa, son los editores quienes expresan la perspectiva mundial filosófica que domina entre los imperialistas más reaccionarios. De la misma forma en que los capitalistas borrachos acostumbran ir a “ver cómo viven los negros en sus arrabales” y que los racistas blancos así inventaron la idea de que los negros tienen “habilidad natural” para la música y que tienen “espíritu” (eso es que tienen emociones y no capacidad intelectual) después de la Segunda Guerra Mundial, los imperialistas inventaron una moda antropológica a la cual le llamaron “relativismo cultural”. Relativismo cultural es una teoría totalmente sin fundamento y racista, que teoriza que cada pueblo está genéticamente predispuesto hacia cierta clase de cultura, que los diferentes grupos nacionales y las razas son meramente ganado con habla y, por lo tanto, no requieren la misma calidad de nutrición, alojamiento, educación o derechos que las clases capitalistas. (“Los esclavos despreocupados deben dejarse solos para que disfruten de sus costumbres pintorescas.”) Son los editores de Claridad los que insisten que los puertorriqueños son intelectuales y mentalmente inferiores y que la genialidad histórica mundial de Casals solamente podría apreciarse por europeos ricos y bien educados. Los puertorriqueños, insiste Claridad, son incapaces de un nivel intelectual y emotivo superior a canciones psicopatológicas y bailes pintorescos. Es de notarse que los “revolucionarios de Claridad” no protestan contra la invasión de la vida cultural por la música “rock”, una forma de pseudo-música que celebra y exacerba la bestialización del intelecto y las emociones. Cuando los editores escriben que no están atacando la música “clásica”, mienten. Es precisamente en contra de la “música clásica” —y contra toda forma seria de arte y vida intelectual— que están los sexualmente impotentes y moralmente cretinos del bisemanario.
Lo filisteo del ataque pesepeísta a Casals se revela en forma exacta en el larguísimo artículo sobre la producción cinematográfica “El Último Tango en París”, el cual apareció bajo el nombre de Carmen Vázquez Arce en la edición del 15 de julio de 1973. (Es interesante notar que Claridad no encuentra nada ofensivo en los esfuerzos de Vázquez Arce de cometer la “agresión cultural” de someter a los lectores semanales de Claridad al parasitismo parisiense existencialista). Vázquez Arce hace uso de todo aquello en el celuloide que expresa la forma burguesa más rebajada de relaciones sexuales bestiales, y pone a todo esto en alto como un ataque purgante “revolucionario” a la moralidad burquesa. El existencialismo, el cual es la perspectiva de dicha película, es tanto una filosofía articulada como también una psicopatología. La diferencia entre el argumento literario y la enfermedad se encuentra en el hecho de que muchos de los exponentes principales (especialmente Jean-Paul Sartre) no actúan enteramente de acuerdo a la psicopatología que por otra parte es la esencia axiomática en sus escritos; en lo escrito, algunos existencialistas como Sartre se encuentran “afectados” por unos dones intelectuales y consciencia social que contradicen a lo que de otra manera permea a su enfermedad mental, y así presentan en el existencialismo literario elementos contradictorios que hacen imposible una simple equivalencia entre el filosofar y una exposición consistente de la perspectiva mundial esencial expresada en las suposiciones axiomáticas del filósofo. No hay nada de exagerado en que identifiquemos al existencialismo como una enfermedad (“¿enfermedad francesa?”). En esto tenemos el desarrollo del culto a R. D. Laing, que sale de la psicología existencialista de Sartre y los paralelismos relacionados con esto en la forma de defensa de la demencia de estructuralistas tales como Focault y Alrhusser, como también el abogar a favor de la demencia (aunque en términos menos enfáticos) de parte del mismo Sartre en sus escritos psicológicos. (Un “estructuralista” es un existencialista que sufre de una dosis excesiva de gramática).(4) En cuanto al artículo del “Tango” en Claridad, hay que entender que en aquellas culturas en las cuales la enajenación del individuo es la más extrema (Francia, Italia, América Latina, etc.), el sentido de irrealidad del yo autoconsciente se agudiza enfáticamente. Aquí tenemos, por ejemplo, al “macho” latino que con determinación fanática oculta su “yo interno” del escudriño de afuera. De ahí que el infantilismo desenfrenado de la cultura latina es relativamente más extremo en la forma de una preocupación con la experiencia sensorial individual per se. Las “fuertes emociones” de ira, miedo y la exaltación por poseer objetos, que caracterizan al individuo enajenado, se perciben por la víctima como sentimientos puramente individuales que exigen una expresión sensorial individual (heteronómica) per se. Concomitantemente, como es el caso de las actividades del “macho” “por la izquierda”, no hay absolutamente nada de personal en cuanto a la mujer que se esté usando en esos momentos. El ideal del amante existencialista es de “tirarse una mamita” sin siquiera el intercambio de nombres, empeñado en una relación puramente animal-sensorial con la mujer —sin que uno conozca al otro y sin contraer sentido alguno de relación social continua— una relación “puramente sensorial” o, dicho de otra manera, una relación sexual puramente bestial a lo D. H. Lawrence. La persona bestializada, como Carmen Vázquez Arce, se imagina que porque la relación sexual existencialista se tilda de “sucia” e “inmoral” por el código moral burgués, esta denigrada relación sexual se transforma en algo anticapitalista y por ende “revolucionario”. Vázquez Arce se olvida que la prostitución “sucia” e “inmoral” es una venerada institución capitalista, especialmente en Latinoamérica. (El padre latino le presenta una prostituta a su hijo; la versión latina de “rito de llegar a hombre,” el “bar mitzvah” latinizado. Luego el hijo, criado en relaciones sexuales con prostitutas, ultraja a su recién desposada misma que, a lo mejor, recibió toda su “educación” sexual a manos de monjas. Es muy raro el padre latino que se ofenda porque su hijo esté “puteando”; el latino se ofende cuando se le trata de puta a una madona; la señorita-señora. Es típico que en las culturas donde prevalece la “noble” tradición existencialista de la castidad —e.g., la cultura española y la italiana— el varón se siente más seguro “puteando” con mujeres de otra nacionalidad, u otro grupo linguístico, ect.(5) ¿Es que entonces la prostitución —la forma auto-subsistente de la sexualidad existencialista— es una institución “revolucionaria?” Podemos hacer el juicio que Vázquez Arce es portavoz autorizada de los editores de Claridad en su acto de poner en alto la impotencia sexual y el envilecimeinto sexual como la política oficial de ese periódico semanal. En resumen, existe una conexión directa entre la manifiesta autodegradación sexual de Vázquez Arce y la hostilidad contracultural de Claridad hacial la “música clásica” y los grandes logros artísticos españoles. Generalmente la política cultural y la puramente política del periódico Claridad, se reduce a que los puertorriqueños son un pueblo inferior que nunca debían de someterse a las tareas importantes de vida emocional e intelectual. Los casos de las huelgas del periódico El Mundo y las huelgas generales identifican adecuadamente la impotencia total del PSP en su política insular. Contrario al ya difunto Partido Socialista puertorriqueño de la década de los treinta, el liderato de este mismo partido —Marx diría “repetido como una farsa”— que toma el título de socialista, niega militantemente que los puertorriqueños sean una minoría oprimida dentro de los Estados Unidos (e.g., el editorial de 24 de junio de 1973). Así el PSP pretende que no existe necesidad de que los boricuas insulares constantemente unan a su lucha de clase a la lucha que se libra en el continente. Como todos los nacionalistas reaccionarios, el PSP rechaza hostilmente los principios de clase en el momento en que se plantee el “asunto nacional”. El PSP trata a los obreros estadounidenses como si fueran tan “opresores imperialistas” como los mismos continentales. El aspecto reaccionario del nacionalismo puertorriqueño sale a relucir más claramente como impotencia cuando el liderato del PSP se encuentra con una situación en la cual se exige conectar las luchas de los obreros boricuas a la movilización de las fuerzas de clase en lucha en alianza con los obreros continentales en general. Al prohibirle así a los obreros boricuas movilizar a los obreros continentales en general, el PSP, como hacen todos los nacionalistas “izquierdistas”, aseguran la total y aplastante derrota de toda la lucha de clase insular. Como si estuvieran semiconscientes del aspecto contrarrevolucionario de este nacionalismo, el PSP trata de ocultar su papel contrarrevolucionario de impotencia con unas fanfarronerías espectaculares. El siguiente resumen, que fue preparado por un miembro prominente de nuestro equipo de investigación —a cargo de nuestro archivo de inteligencia sobre Puerto Rico— demuestra la esencia del caso.
La Huelga del Periódico EL MUNDO Desde que comenzó la huelga en los primeros días de febrero, firmas capitalistas insulares y extrajeras hicieron un frente unido con la administración del periódico para romper la huelga como un ejemplo para huelgas actuales y por venir. Por esto fue que los primeros piquetes se encontraron con “macanas” policíacas y arrestos de tanto el liderato del sindicato como también miembros de fila. Percatándose del poder de los huelguistas, El Mundo decidió alquilar cinco helicópteros para hacer entrega de los periódicos y para traer rompe-huelgas a su edificio. Cuando fracasó un intento jurídico por parte del sindicato, los Comandos Armados de Liberación (CAL), un grupo nacionalista terrorista pequeño burgués, “volaron” (con bombas) a los helicópteros La CAL le cae muy simpática al PSP-MPI. La simpatía del público en general para con los huelguistas de El Mundo quedó demostrada por la reducción acelerada de lectores de dicho periódico hasta el punto que la administración optó por un cierre. Además del Movimiento Obrero Unido, un frente de sindicatos progresistas del PSP, movilizó su membresía, especialmente los tronquistas, para que se unieran a los piquetes y distribuyeran propaganda pro-huelguista. A la misma vez los estudiantes, intelectuales y profesionales organizaron “mítines” y manifestaciones a favor de la huelga. Durante los siete meses que duró la huelga de El Mundo, se dieron cuatro huelgas mayores más – camioneros independientes, conductores de autobuses y el personal de mantenimiento y los obreros de los servicios de acueductos y electricidad – y las invasiones de tierra de parte de los desahuciados. En los primeros seis meses del 1972 hubo más de cien huelgas incluyendo más de 75 mil obreros. Este cálculo es el doble del promedio anual de actividades huelguistas en la isla. Todo esto le presentaba una oportunidad obvia a la izquierda para intervenir en este proceso de huelga masiva. Se pudo haber creado inmediatamente una organización insular de apoyo huelguista que luchara por un programa de intereses comunes – expansión de empleados, construcción de viviendas y servicios necesarios, todas estas demandas a ser financiadas por las entradas capitalistas. En ese período, se pudo haber hecho efectivo un esfuerzo boricua de vanguardia de este tipo si se hubiese tratado de contaminar a los Estados Unidos con esta lucha.
Las contramedidas gubernamentales Los capitalistas insulares y “yanquis” entendían muy bien el potencial explosivo de esta ola huelguista. El 23 de junio, el comisionado asociado de la Comisión Industrial de Puerto Rico sugirió que se creara una Junta de Salarios autóctona, cuya composición sería once líderes sindicales “auténticos” elegidos por la membresía. En la primera semana de agosto del ’72, el gobierno de Puerto Rico (el Partido Nuevo Progresista) inició un programa rompe-huelga para reponer a los obreros de los acueductos. La Defensa Civil, la policía, los bomberos, el Departamento de Obras Públicas y los obreros de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados serían los rompe-huelgas en esta o en futuras huelgas. Aunque ninguno de estos proyectos llegó a realizarse, nos dan una expresión concreta de la perceptibilidad capitalista en cuanto al potencial de proceso de huelga en masa que se estaba desarrollando.
En una presentación dada por el Secretario General del PSP, Juan Mari Bras, en Nueva York en diciembre del ’71, se dio a conocer que el PSP había formado un grupo de “aspirantes” entre los obreros del periódico El Mundo. Por lo tanto, desde los comienzos de la huelga el 9 de febrero del ’72, ya el PSP tenía una formación militante dentro del sindicato periodístico – el UPAGRA. Los objetivos de esta formación dirigida por el PSP eran los de moverse dentro del sindicato hacia el radicalismo de posiciones sindicales “puras y simples,” mientras que los militantes del PSP hacían el papel de los humildes y honrados “amigos del obrero.” Ya para el tiempo del cierre (a fines de junio) la presidenta de la Corporación El Mundo le mandó una carta a sus empleados que fue contestada por el Secretario de Asuntos Obreros del PSP en la manera siguiente:
En la presente etapa de nuestra lucha, la estrategia de las huelgas económicas las trazan los propios trabajadores bajo la orientación de sus líderes sindicales. Y es dentro de esa estrate-gia que entra en función el respaldo del partido de la clase obrera. Por eso es que siempre insistimos en que los términos de nuestra solidaridad a las huelgas los determinan los propios trabajadores. Eso es lo que está en armonía con el nivel de desarrollo de la conciencia de clase de los trabaja-dores puertorriqueños y de desarrollo ideológico de lo más avanzado del liderato sindical del país. Y así el único partido insular de ínfulas socialistas decidió tirar a la política por la ventana precisamente en la hora en que se estaba desarrollando un frente entre el gobierno y los capitalistas para generar un enfoque político que pudiese aplastar la ola de huelgas. El método “trabajador social” del PSP llegó a su punto máximo cuando, en vez de buscar apoyo político de fuerzas externas a la huelga, se dieron al esfuerzo estilo “Santa Cruzada” de recoger diez mil dólares para pagar la fianza que le habían impuesto al sindicato a través de un interdicto Taft-Hartley que prohibía piquetes en masa al frente de los talleres de El Mundo. A todo esto, lo único que podía ofrecer el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) era una postura militante de nacionalismo cultural hacia las elecciones burguesas. Aún aquel grupo de potencial proletario que se encontraba en la Secretaría de Educación Política – en aquel tiempo – se vio obligado a hacerle el juego al oportunismo electorero del PIP. El enfoque del PIP en la huelga de El Mundo y en las otras intervenciones en la lucha de clase, siempre fue uno de contar votos. Aunque la huelga de El Mundo estaba en el “territorio” pesepeísta, el PIP decidió por segunda vez expandir su campaña busca-votos al área de acción del PSP. El primero de mayo el PIP organizó actividades con piquetes masivos al frente de los talleres del periódico y culminó su día con un “mitin” electoral. Aunque en aquel tiempo del vicepresidente del PIP estaba dirigiendo a la huelga de los camioneros, el PIP rehusó buscarle apoyo político de afuera tanto a la huelga de camioneros como a la huelga del periódico – porque la única preocupación del PIP era la de ganar votos, y no batallas de la clase obrera. Cuando ocurrió el cierre, el PSP, incapaz de orientar a la agitada clase obrera, decidió interpretar al cierre como un “triunfo obrero”: a aquellos obreros que entendieron que el cierre era un arma muy poderosa en contra de ellos se les dijo que “la patria es valor y sacrificio”.
Los bomberos insulares se fueron a la huelga el 4 de julio de ’73. Le siguieron a éstos los obreros de la electricidad y riego (el sindicato UTIER) de la Autoridad de Fuentes Fluviales (AFF) insular. A los pocos días los obreros de la Sanidad Pública de la ciudad de San Juan también se fueron a la huelga. Además de estas tres huelgas principales, se dieron otras huelgas menores, entre ellas la de la cervecería Corona y de los trabajadores del cementerio de San Juan. El gobernador insular, Rafael Hernández Colón –cuyo Partido Popular Democrático se había remontado otra vez en el poder– tiró todas las fuerzas gubernamentales en contra de los huelguistas. Se repartieron interdictos además de órdenes de arresto para los líderes huelguistas. Hernández Colón movilizó a la Guardia Nacional en contra de los bomberos y los obreros de la AFF al poco tiempo de ellos irse a la huelga. Por primera vez en la historia laboral de Puerto Rico se usó la Guardia Nacional para romper una huelga. Esta se hizo la tercera vez en la historia de Puerto Rico que los capitalistas han usado a la Guardia Nacional como fuerza activa de represión. (Las acciones principales de la Guardia Nacional habían sido dos ataques al Partido Nacionalista Puertorriqueño en los años ’30 y ’50.) Con esta acción la clase capitalista le había declarado guerra abierta a la clase obrera puertorriqueña. Hernández Colón tuvo que llamar a la Guardia Nacional para comprobarle a los capitalistas que él podía cumplir los pagos sobre la obligación de deuda; y, dadas las condiciones de huelga, no había manera de él otorgarle nada a la clase trabajadora. Los obreros puertorriqueños respondieron muy militante pero inefectivamente a esta declaración de guerra por parte de los capitalistas. Bajo el liderato del Movimiento Obrero Unido (MOU) se dieron manifestaciones para protestar la represión gubernamental y se hicieron demandas de que se sacara a la Guardia Nacional. Pero a todo esto, ni al PSP ni al PIP se le ocurrió presentarle al obrero un método de lucha o una alternativa programática al gobierno insular de Hernández Colón. El problema queda ejemplificado por la huelga de la AFF. La AFF suple a casi la totalidad de la fuerza eléctrica que se utiliza en Puerto Rico. La AFF también tiene pagos de deuda que se remontaron a 38 millones de dólares en 1972 – y para el ’73 se supone que estas deudas lleguen a 40 millones. Tanto el PSP como el PIP limitaron a sus tareas organizativas a “presionar” al gobierno a que no fuera tan represivo, pidiéndole concesiones al gobierno. Claridad le dio vivas a los peores aspectos del comportamiento anárquico de los obreros – incluyendo actos de sabotaje que sólo aumentaron la miseria de otros trabajadores. Uno de los primeros lugares que se quedó sin fuerza eléctrica fue el único hospital de Utuado, un municipio de más de cincuenta mil habitantes. Nunca intentaron ampliar la perspectiva huelguista para que se convirtiera en una lucha de clase. Dejaron que los otros sectores de la clase hicieran las de espectadores, observando a una “mandada de obreros egoístas” que de seguro causarían un alza en los cobros. Las fuerzas izquierdistas nunca le presentaron a la totalidad del pueblo un programa de clase, el cual en el caso de la AFF sería expropiación de toda forma de deuda sobre los servicios públicos y hacer uso de esos recursos para aumentarle los salarios a los obreros y reducir el costo de electricidad para todo el mundo. Careciendo de esta perspectiva de clase, la huelga no pudo encontrar apoyo. Muchos otros sectores de la clase apoyaron activamente el uso de la Guardia Nacional. La actividad de tanto el PSP como del PIP vaciló entre la política reformista de presión y los peores extremismos del anarquismo obrero – como quedó demostrado en la huelga de la AFF. En fin, ¿qué más de estas ridiculeces políticamente impotentes del PSP son la base tanto de la creciente credibilidad política del Partido Popular Democrático (PPD) como de la creciente influencia sobre los obreros organizados de parte del PSP-MOU-UNT (Unión Nacional de Trabajadores)? Durante los años 1971 a 1972 el PSP se vio obligado a desarrollar una práctica política “semi-independiente” hacia el PPD, ya que querían “polarizar” a la población boricua (estadistas versus patriotas), mientras que a la misma vez hicieron penetración en el movimiento sindical. En esta misma época se estaba desarrollando un proceso de potencial huelga de masas, ya que los obreros organizados, el movimiento de invasión de tierras y los estudiantes lanzaron un ataque unido en contra del Partido Nuevo Progresista (PNP), ataque que culminó con la huelga de siete meses de El Mundo. Contrario al PPD del 1973, el PNP no podía lanzar un ataque frontal en contra de estas olas de huelgas, debido al apoyo externo constante que estas recibían y también debido a que las elecciones estaban a la vuelta de la esquina. Toda esta agitación obrera se polarizó hacia el PPD, debido a la vacilación electoral de PSP hacia el PIP. Después de la victoria electoral del PPD, el PSP se fijó simpáticamente en la facción de “control local puertorriqueño” sobre la emigración, la conscripción, las relaciones laborales y especialmente sobre las mediadas anti-inflacionarias. El PSP y el representate pipiolo en la legislatura le dan “apoyo crítico” a todas estas mediadas. El PSP llegó hasta proponer unirse a los comités anti-inflacionarios municipales para ayudar con el trabajo policiaco de “velar” a los codiciosos negociantes locales. La premisa básica de la facción “autonomista” es la misma que la del PSP y el PIP: el problema inmediato de Puerto Rico solo puede comenzar a resolverse cortando la cuerda que conecta a los puertorriqueños con los Estados Unidos. Después de todos estos disparates y vacilaciones, no debe haber sorpresa alguna en que el PPD con mucha calma mandara a la Guardia Nacional para comenzar su ofensiva en contra de la clase obrera puertorriqueña. La huelga general de julio fue la “Attica” puertorriqueña, para demostrarle a todos los sectores de la clase lo que les pasaría si se rebelaban. Con la mengua de la agitación obrera, el gobierno no tenía que pretender que estaba bregando con los problemas de inflación geométrica de los precios de alimentos básicos; y el PSP podía volver a su política ritualista de campañas en contra de la construcción de un “superpuerto,” el derecho a la autodeterminación en las Naciones Unidas y en la Cuarta Conferencia de las Naciones No-Alineadas.
El `affair’ con Badillo La característica más sobresaliente de la impotencia pesepeísta en el continente estadounidense es la constante negativa del liderato a considerar unir la lucha boricua en los Estados Unidos con la lucha general de clase estadounidense. De hecho, el PSP carece totalmente de perspectiva en cuanto a los puertorriqueños que residen en los Estados Unidos, a no ser la esperanza general milenaria que de algún modo estos obreros se unirán para darle dinero y adulación a la misión norteña del PSP. Hasta insiste en la separación de la lucha de los boricuas residentes en los Estados Unidos de las luchas de otros trabajadores (“no del Tercer Mundo”), pero carece absolutamente de objetivos revolucionarios a ofrecerles a estos obreros que no sea la implicación indefinida de que algún día todos volverán a una nación insular “independiente.” Aunque no se haga esta propuesta ridícula explícitamente, ya que la isla no podría mantener tanta población, por virtud de implicación, y por no haber nada más, esta es la perspectiva de facto que ofrece el tonto liderato pesepeísta. Esta política general queda claramente demostrada por el rarísimo comportamiento del liderato pesepeísta durante la candidatura primaria (preliminar) Demócrata para el puesto de alcalde de la ciudad de Nueva York, en la cual estaba en competencia un tal Herman Badillo. Internamente, el PSP votó a favor de una resolución denunciando a Badillo en palabras más o menos apropiadas. Pero, durante abril y mayo de 1973, en el período más intenso de la campaña en sí, el PSP rehusó tanto publicar esta denuncia como tomar acción alguna que respaldara o estuviera de acuerdo con esta política. Más tarde, Claridad llegó hasta criticar al Partido Comunista (EEUU) por apoyar a Badillo en las eliminaciones preliminares, pero rehusó “revelar” su propia política sobre Badillo a sus lectores. Cuando unos mozalbetes bajo la paga del “cacique” Vélez (del Bronx neoyorquino) atacaron físicamente a unos miembros del PSP, Claridad sí denunció a Vélez y también eludió a las conexiones entre Vélez y Badillo, pero aún en esas circunstancias rehusaron publicar su posición interna. Aquí uno se acuerda del “amante” “macho” que se ha acostado con una tetahila de mujeres: no hay nada personal en estos “affairs”; él es sexualmente impotente; el PSP es absolutamente impotente políticamente. No es difícil encontrar la motivación detrás de la negativa pesepeísta de revelar la resolución interna en cuanto Badillo. Si bien es cierto que el liderato pesepeísta da una apariencia machista, también es cierto que a la misma vez son unas prostitutas políticas en la realidad. Durante los primeros meses del 1973, la “misión” continental concentró todos sus esfuerzos en la construcción de una gigantesca organización, reunido a cualquier individuo que hasta por casualidad se hubiera sonreído simpáticamente en la dirección del PSP o su antecesor, el Movimiento Pro Independencia (MPI). Como aquella vieja e ignorada “puta” que inútilmente acecha hombres en la soledad de la noche, el esfuerzo fracasó, pero quedó el deseo. El liderato pesepeísta, que representa una minúscula organización continental, pretende a toda voz que es “La Gran Organización Revolucionaria de los Puertorriqueños Continentales.” Como el “macho” que silba a las “muchachas” en la esquina, el PSP tiene que “guardar las apariencias”. No puede enajenar a ningún simpatizante potencial, en su desesperado temor de perder alguna contribución financiera de un puertorriqueño, o que alguien se sienta motivado a decir barbaridades de la virilidad del pesepeísta. Como una gran parte de la población boricua neoyorquina apoya a Badillo, el PSP no puede enajenarlos diciendo la verdad sobre Badillo. ¡Estos “machos” “revolucionarios,” que le temen a la influencia de un asqueroso buscón como Badillo, se imaginan a sí mismos como los líderes intrépidos de levantamientos en contra de la burguesía verdadera! ¡”Putonas militantes” tan “revolucionarias” que ni siquiera se atreven a “hablar malo” del chulo del vecindario! Los siguientes pasajes de nuestros archivos sobre las actividades de la misión PSP estadounidense aclaran este punto.
Badillo y el PSP El PSP en los Estados unidos usa a la población puertorriqueña para su ventaja de dos maneras: primero, como un grupo fijo de presión y segundo para acumular de ellos los fondos que el PSP necesita en Puerto Rico. En este contexto es que tenemos que analizar a la impotencia pesepeísta en cuanto a confrontar a la más grande de las ilusiones de los boricuas en los Estados Unidos – las aspiraciones a la alcaldía del congresista Herman Badillo. A Badillo lo monta la clase dominante precisamente cuando la tercera generación boricua en los Estados Unidos comienza a rebelarse en contra de las condiciones del arrabal. Desde entonces, Badillo se las pasa proponiendo proyectos de austeridad bajo el disfraz del “interés especial” de los puertorriqueños: apoya a los programas rompe-síndicos de “emplear a los grupos minoritarios” y “trabajo-estudio,” y últimamente ha estado argumentando que la ley federal de salarios no debía aplicar a Puerto Rico. ¿Cuál es la importancia ideológica de Badillo? El puertorriqueño normal, como cualquier otra víctima de la ideología burguesa, tiende a ver las cosas como objetos fijos, y más cuando se considera que el boricua está en lo más bajo de la escala económica. Por esto es cuando se encuentra con dos capitalistas, Badillo y Abe Beame, como candidatos para la alcaldía, se engañan a sí mismo escogiendo al “menos malo.” “Badillo es puertorriqueño,” se dice a sí mismo, “y a lo mejor nos busca ‘alguito.’ En todo caso, si nos va a joder, es mejor que nos joda otro puertorriqueño.” Esta fue la respuesta típica de aquellos boricuas a los cuales se les confrontó con la historia rompe-sindica y favorecedora de trabajo forzado del tal Badillo. Ni aún el reciente respaldo de Badillo al “peor de los males” Beame ha podido acabar con esta ilusión. La campaña electoral de Badillo también ese está usando en Puerto Rico – su impacto ideológico es el de disipar la militancia obrera pintando a Badillo como el “jíbaro” que llegó a ser algo en “los estados.” El PSP, por miedo a hacerle frente a estas ilusiones que arrastra el boricua desde la década de los ’40, decidió no desenmascarar a las intrigas capitalistas de Badillo. Tenían miedo de “enajenar” a la periferia progresista que le compraba Claridad todas las semanas, la misma periferia que apoyó a Badillo, a Luis Fuentes y a otros sarnosos anti-obreros de procedencia boricua, y esto porque estos ruines representaban aspectos diferentes de la misma familia cultural. Como el impotente “padre,” Albizu Campos, estaban más interesados en unir a esta familia “neurótica” (colaboradora de la clase enemiga), que en arreglar cuentas con la neurosis subjetiva que generalmente rinde importante al puertorriqueño cuando éste se encuentra cara a cara con política revolucionaria. El PSP sabía que si desenmascaraban a Badillo, lo mejor de su periferia y membresía le exigiría a ellos una alternativa revolucionaria positiva, una alternativa a usarse tanto durante las elecciones como también después para construir una maquinaria política en los Estados Unidos para apoyar concretamente a la lucha en Puerto Rico y en el resto de Latinoamérica, creando un movimiento revolucionario internacional en los Estados Unidos. Pero claro está que éstas son tareas de revolucionarios potentes, de cuadros que estén dispuestos a romper la “familia” y organizar en torno a una alternativa socialista para el futuro. Sin embargo el PSP se dejó dominar por sus propios mal hábitos íntimos, haciendo “pose” para el mundo exterior de la misma manera que el “macho” toma una “posición” en defensa de su mujer y de su otra familia (su madre). En el mundo exterior no se atrevían a romper la contenta familia puertorriqueña, no se atrevieron organizar en contra de Badillo. Sin embargo, reunidos entre ellos mismos, siguieron a la tradición típica del Partido Comunista: internamente, con la organización eran capaces de despreciar tanto a Badillo como a Fuentes, análogo a lo que hacen con sus propias madres. Pero el llevar esto al público, organizar de hecho con este entendimiento “secreto” como base, significaría romper con las ilusiones que son la fuerza cohesiva de esta familia neurótica – más aún las ilusiones de la madre. Y así, como buenos hijos de su madre, adoptaron sus fachadas públicas y escribieron artículos “objetivos” acerca de cómo se había discriminado en contra de Badillo por parte de la Nueva Coalición Democrática y Beame. Cierto es que se vieron obligados a castigar a Badillo y más aún al verdugo de éste, Vélez, por robar fondos de corporaciones anti-pobreza; pero esto fue sólo después que Vélez los amenazó directamente dándoles bofetadas a dos pesepeístas que vendían Claridad en las afueras de la oficina de Vélez. ¿Y qué de organizar de verdad una alternativa revolucionaria para desenmascarar a este criminal y sus secuaces?
¡Muchacho! ¡De pensarlo nada más se sonrojaría mamá! Además, esto significaría el tener que invitar a “gente extraña” a entrar al hogar, gente de afuera que seguramente trastornaría los asuntos internos de la familia. Para el PSP, esa poderosa “gente extraña” es la clase obrera estadounidense representada por el Partido Laboral de los Estados Unidos y el Movimiento de Juventud Revolucionaria. Las campañas electorales del Partido Laboral y RYM son los verdaderos temores del PSP, precisamente porque éstos le hacen frente a las ilusiones mismas de los puertorriqueños de verse a sí mismos como productos fijos y aislados y el impedirse ver la horrible realidad del arrabal glorificando constantemente el mito de que algún día volverán a la isla para siempre. Este fue el temor que obligó al PSP a rechazar el unirse al Partido Laboral para debatir a Badillo en febrero de 1973, y a rechazar una campaña conjunta para desenmascarar a las candidaturas Beame-Badillo. Ahora, con el respaldo que le ha dado Badillo a Beame, y con el continuo silencio del PSP sobre este asunto, el PSP ha completado su parte de la entrega de los obreros, boricuas, negros y blancos, al hombre que Rockefeller ha nombrado para que implemente los programas de trabajo forzado en Nueva York. 3. FAMILIA BURGUESA/IDEOLOGIA BURGUESA _________________________________________ _______________________________________________
(4) El caso de R. D. Laing se tratará en una edición venidera del Campaigner. En vez de Focault o Althusser se ha escogido el caso de Laing ya que su exposición del existencialismo psicológico envuelve una perversión histérica de verdadera perspicacia clínica, y por lo tanto sus esfuerzos existencialistas hacia la propagación de la demencia tienen conexión con la investigación de la vida psicopatológica, de lo cual carecen totalmente los charlatanes Focault y Althuser. (5) Este fenómeno se observa muy claramente en los Estados Unidos, adonde el cazziste “buen italiano” limita su “putear” a muchachas no italianas e.g., a las irlandesas; y los irlandeses con las polacas, etc,; y los “machos” responden de igual manera. |