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Kirchner une a Sudamérica para ‘construir los nuevos tiempos’ “Se terminó la idea de una América del Sur Cenicienta del mundo, no queremos ser más el patio trasero y queremos ser parte activa de la construcción de los nuevos tiempos que nos esperan”. Ésas fueron las palabras del presidente argentino Néstor Kirchner durante su visita a Brasil el 18 de enero, en una sesión especial del Congreso brasileño, una distinción que se le confiere a muy pocos dignatarios extranjeros. Cuando Kirchner habla, lo escuchan amigos y enemigos por igual. Su Gobierno logró negociar en marzo de 2005 una quita histórica de 65% a su usurera deuda pública. En septiembre de 2005 el ministro de Relaciones Exteriores del Gobierno de Kirchner, Rafael Bielsa, propuso instaurar un nuevo Bretton Woods en un discurso que dio ante la Asamblea General de la ONU. Y en diciembre de 2005 Argentina y Brasil coordinaron una maniobra sorpresiva para pagar la totalidad de sus respectivas deudas con el Fondo Monetrio Internacional, a fin de minar la capacidad del FMI de imponerle condiciones económicas asfixiantes a sus países. En pocas palabras, Néstor Kirchner es la peor pesadilla de los banqueros sinarquistas en Sudamérica. “Los tiempos son propicios”, explicó Kirchner en otro discursó que dio el 18 de enero, luego de reunirse con el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva. “Depende de nosotros aprovecharlos y comprender que individualmente resultará mucho más difícil poder hacerlo. Las circunstancias económicas internacionales son favorables”. El viaje de Kirchner a Brasil fue parte de una serie de intervenciones diplomáticas regionales que emprendieron varios presidentes y presidentes electos sudamericanos en diciembre y enero, con la intención de crear una alternativa viable a la locura del saqueo y la desestabilización que emanan del Gobierno de Cheney y Bush. De hecho, en toda la región impera una suerte de revuelta antinazi, como lo refleja el impresionante resultado de la elección presidencial chilena del 15 de enero, en la que los seguidores del fascista Pinochet fueron aplastados (ver Derrotan a los amigos nazis de Alito en Chile). El hecho de que los patrocinadores de Pinochet —Henry Kissinger, George Shultz, Félix Rohatyn— son los mismos que pretenden afianzar ahora la doctrina jurídica nazi de Carl Schmitt en la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos, obviamente no le ha pasado desapercibida a la élite política de Sudamérica. Los escritos y declaraciones de Lyndon LaRouche que documentan el caso han circulado con amplitud en Iberoamérica, y la prensa ha informado de las manifestaciones del Movimiento de Juventudes Larouchistas en Argentina, Colombia y México contra los “schmittlerianos” de Washington. El diario madrileño El País publicó el 25 de enero un editorial atacando a los seguidores de Schmitt en el Gobierno de Bush y Cheney, lo cual indica el componente ibero de la revuelta sudamericana contra los nazis (ver El azufre de Carl Schmitt). La verdad es que las “circunstancias económicas favorables” que mencionó Kirchner en su discurso en Brasil, son más que nada una consecuencia de la serie de golpes políticos que las fuerzas demócratas aliadas a LaRouche y otras le han atizado a Dick Cheney y compañía en los últimos meses. Sean o no del todo concientes de esto los dirigentes sudamericanos, estos acontecimientos en Washington le han abierto a los sudamericanos el espacio político para moverse. Recuerden la situación de Sudamérica hace apenas seis meses. El vicepresidente estadounidense Dick Cheney y el secretario de Defensa Donald Rumsfeld estaban estableciendo una base militar estadounidense en el corazón de Sudamérica, en Mariscal Estigarribia, Paraguay (ver Resumen ejecutivo de la 2a quincena de octubre y de la 1a de noviembre de 2005). Esa base se diseñó como la cabeza de playa para desatar caos y guerra en la región, con la ayuda de la secta del reverendo Moon y sus enormes latifundios en la zona. La primera nación en la mira para desintegrarla era Bolivia. Como Resumen ejecutivo informó en ese momento, Bolivia está muy polarizada entre la izquierda y la derecha, y las provincias de Santa Cruz y Tarija, ricas en gas, hablan de secesión. Los neoconservadores de Cheney alentaban a esas provincias, explicó Resumen ejecutivo, a “separarse de Bolivia, formar un país independiente y aliarse con el vecino Chile”, manipulando la hostilidad histórica que existe entre Bolivia y Chile desde la guerra del Pacífico del siglo 19. El plan de Cheney y Rumsfeld “podría implicar un despliegue de tropas supranacionales en apoyo a una nueva ‘República de Santa Cruz’ ”, advertía Resumen ejecutivo. Compara ese desastre inminente con lo que acaba de ocurrir el 22 de enero, en la toma de posesión del nuevo presidente boliviano Evo Morales (ver El repudio al libre cambio lleva a Morales al poder en Bolivia). El Presidente de Chile, Ricardo Lagos, no solo asistió —es la primera vez que un presidente chileno asiste a una toma de posesión en Bolivia desde 1955—, sino que aceptó la invitación simbólica de Morales a reunirse con él en su casa, un modesto apartamento. Luego de la reunión, Lagos y Morales afirmaron su compromiso de mantener relaciones pacíficas. ¿Por qué el cambio? Gracias a una curiosa institución iberoamericana que Lyndon LaRouche alguna vez llamó con gran perspicacia, el club de presidentes. Históricamente, Iberoamérica cuenta con una tradición de Estados nacionales erigidos sobre sistemas presidenciales republicanos, según el modelo de EU, y contrarios a los sistemas parlamentarios del imperialismo liberal angloholandés, como los que imperan en Europa hoy día, con los cuales los banqueros centrales sinarquistas han ejercido un control de facto. En Iberoamérica, dada la debilidad relativa de los países individuales, los presidentes han tendido a unirse en una suerte de fraternidad que, sin importar sus diferencias políticas e ideológicas, les ha dado cierta fortaleza. Así, siempre que toma posesión un nuevo presidente en algún país iberoamericano, la costumbre es que la mayoría de los otros presidentes asista y le de la bienvenida al club. Cuando la estabilidad institucional de un país se ve amenazada, los demás salen en su apoyo. Este club informal de presidentes iberoamericanos se debilitó mucho en los últimos 10 o 15 años, por la austeridad demoledora del FMI que los indujo a adoptar una perspectiva de sálvese el que pueda. Además, las agencias sinarquistas como el mentado Proyecto Democracia y el Banco Mundial emprendieron una guerra concertada contra la idea misma del sistema presidencial, alegando que fomentó ipso facto la corrupción, el autoritarismo y las dictaduras. Copiando al jurista nazi Carl Schmitt, exigían que se convocaran “asambleas constituyentes” para destrozar las constituciones e instaurar en su lugar sistemas parlamentarios dizque “más democráticos”. Más que seguido citaban las consignas “antiautoritarias” del nazi Martin Heidegger y sus simpatizantes fascistas Hannah Arendt y Theodor Adorno, en apoyo de tales medidas. Pero a fines de 2005, el casi difunto club de presidentes iberoamericanos salió de nuevo a la palestra. El punto de inflexión fue la victoria electoral arrolladora de los candidatos del presidente Kirchner en las elecciones para el Congreso argentino del 23 de octubre, lo cual le dio el respaldo político necesario para catapultar su función de conducción en la región. Considera la cronología siguiente:
El 23 de octubre de 2005: el Frente para la Victoria, la coalición electoral del presidente Kirchner, ganó de modo avasallador una elección que se consideraba era un plebiscito sobre su política de línea dura contra las condiciones del FMI y el saqueo de los banqueros. Kirchner y sus candidatos también ganaron la dirección indisputable del partido peronista, al derrotar a los candidatos de su rival peronista Eduardo Duhalde. El presidente Lula de Brasil, quien había apoyado a Duhalde por debajo del agua y le había dado un tibio respaldo a Kirchner en el ámbito internacional, pronto captó la importancia del desenlace electoral. El 4 y 5 de noviembre de 2005: la cumbre de las Américas en Mar del Plata concluyó en una derrota fulminante para la política de libre comercio y globalización de Washington, misma que rechazó una coalición de naciones encabezada por el anfitrión argentino, Kirchner, a pesar de la gran presión estadounidense. El presidente Lula no sólo comparte la oposición intransigente de Argentina al Acuerdo de Libre Comercio de las Américas, sino que manda un mensaje inconfundible al abandonar la reunión antes de aprobarse la resolución final, dejándole instrucciones a su ministro de Relaciones Exteriores de votar por cualquier documento que los argentinos aprueben; es decir, dándole en efecto a Kirchner carta blanca. El 30 de noviembre de 2005: Kirchner y Lula se reunieron en Puerto Iguazú, Argentina, con motivo del 20 aniversario del acuerdo de integración de 1985 entre las dos naciones, a raíz del cual nació el Mercosur o Mercado Común del Sur, que ahora incluye a Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay, y a Bolivia y Chile como miembros asociados; Venezuela está por integrarse plenamente. El comunicado final de la reunión planteó que ambos Gobiernos adoptarán una misma postura en sus pláticas con el FMI, y que avanzarán en la cooperación en las tecnologías espacial y nuclear. El 9 de diciembre de 2005: en una reunión del consejo del Mercosur en Uruguay, se admitió a Venezuela como nuevo miembro. Los Estados miembro firmaron un memorando de entendimiento apoyando la propuesta del presidente venezolano Hugo Chávez de construir un gasodocuto de 8.000 km, desde Venezuela hasta Argentina y otros países sudamericanos, pasando por Brasil. El 13 de diciembre de 2005: el presidente Lula anunció que Brasil pagará por adelantado toda su deuda, de unos 15.500 millones de dólares, al FMI. El 15 de diciembre de 2005: el presidente Kirchner anunció que Argentina pagará por adelantado toda su deuda al FMI, de unos 10.000 millones de dólares. “Estamos con este pago sepultando buena parte de un ominoso pasado, el del endeudamiento infintio y el ajuste eterno”, explicó. “Nos han educado durante mucho tiempo para la impotencia, para el no se puede”, añadió. Pero ahora, advierte, el Presidente de Argentina usará su “mandato popular” para actuar como protagonista en el interés del pueblo argentino. El 18 de diciembre de 2005: se eligió a Evo Morales como Presidente de Bolivia, con una sólida mayoría del 54% de los votos. El 13 de enero de 2006: el presidente electo Evo Morales se reunió con el presidente Lula en Brasilia, Brasil. El 15 de enero de 2006: Michelle Bachelet resulta elegida Presidenta de Chile, con el 53% de los votos. El 17 de enero de 2006: el presidente electo de Bolivia Evo Morales se reunió con el presidente Kirchner en Buenos Aires, Argentina. El 18 de enero de 2006: el presidente Kirchner realizó una visita de Estado a Brasil, donde se reunió con el presidente Lula y el presidente del Supremo Tribunal Federal, y habló en una reunión del Congreso. El comunicado conjunto de los dos jefes de Estado reafirma la “alianza estratégica” argentino–brasileña como la “piedra de toque de la integración sudamericana”, así como su compromiso conjunto para “solucionar situaciones que puedan afectar la paz y la estabilidad regional”, en clara alusión a la situación boliviana. Asimismo, los discursos de Lula y Kirchner anunciaron su intención de ayudar a estabilizar a Bolivia, y de continuar la cooperación aeroespacial y nuclear (ver Documentación). El 19 de enero de 2006: el presidente venezolano Hugo Chávez se unió a Kirchner y Lula en Brasil, para un cumbre tripartita cuyo comunicado final también destacó su compromiso conjunto de apoyar “el proceso de estabilización política, económica y social de Bolivia”, así como el proyecto del gasoducto sudamericano. El 21 de enero de 2006: el presidente Lula le dijo al diario boliviano La Razón, que los jefes de Estado de Iberoamérica tienen la obligación de ayudar a gobernar al nuevo Presidente de Bolivia, Evo Morales. Esto implica abrir los mercados de las naciones del Mercosur a las exportaciones alternativas bolivianas, para sustituir las exportaciones de hoja de coca. Asimismo, Lula informó haberle solicitado a Morales que le presente un plan de propuestas económicas a Brasil, y que ya ha hablado con los Presidentes de Venezuela, Argentina, Perú y Chile sobre la propuesta. El 22 de enero de 2006: Evo Morales tomó posesión como Presidente de Bolivia, con la asistencia de 11 jefes de Estado, entre ellos Kirchner, Lula, Chávez y Ricardo Lagos de Chile. En particular, la presencia del presidente chileno fue un golpe devastador al plan de Cheney de desatar el caos y la guerra por las Américas.
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