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¡El imperio se derrumba!
El futuro de las naciones
es la Nueva Ruta de la Seda de Eurasia
5 de junio de 2014 - El siguiente artículo aparecerá en la próxima edición de la revista Executive Intelligence Review (EIR). Se tradujo al inglés y de este al español, del original en alemán escrito el pasado 30 de mayo por Helga-Zepp LaRouche, presidenta del partido político alemán Movimiento Solidaridad de los Derechos Civiles (Bürgerreschtsbegung Solidarität - BüSo) y fundadora del Instituto Schiller:
Los éxitos demoledores de los oponentes a la Unión Europea (UE) en las elecciones para el Parlamento Europeo del 22 al 25 de mayo (en Francia, Gran Bretaña, Grecia e Irlanda) y el éxito considerable de los partidos contrarios a la UE en Dinamarca, Italia, Hungría, Austria y Polonia, significan un punto de inflexión: el comienzo del fin del imperio de la UE. Los votantes han hecho responsable a la burocracia de la UE en Bruselas por el experimento fallido de la Unión Monetaria Europea, por la violación de derechos humanos producto de las políticas de austeridad de la Troika en Grecia, Italia, España y Portugal, y por el programa de austeridad del gobierno francés, inspirado en Bruselas. Las discusiones subsiguientes sobre quién será presidente de la Comisión de la UE son un signo de la enfermedad que aflige a la UE: el virus de la discordia se está extendiendo.
En muchas capitales del mundo se especula sobre qué futuro le espera a la UE y qué efecto tendrá esta revuelta en la situación estratégica global. Y en esto las opiniones están divididas. Para quienes dentro y fuera de la UE, creyeron en la propaganda de Bruselas, de que la UE es el garante de la paz interna y externa, que defiende los intereses de Europa contra otros bloques de poder y que, por lo tanto, beneficia a todos, esta elección fue un baldazo de agua fría, que con suerte los conducirá a un mejor reconocimiento de la realidad.
Sin embargo, la elección fue un acontecimiento muy positivo para quienes han visto a la UE, desde la firma del Tratado de Maastricht en 1992, como un imperio en continua expansión; junto con la expansión de la OTAN hacia el este, ha sido parte del cerco estratégico contra Rusia y se ha convertido más y más en un monstruo, que solo representa los intereses de los bancos a expensas del bien común, mientras la brecha entre ricos y pobres se ha vuelto intolerablemente amplia.
El peligro estratégico
Ahora ninguna persona pensante puede dudar que haya paralelos con el estallido de la Primera Guerra Mundial, hace cien años, en 1914. Pero hoy, debido a los arsenales termonucleares que podrían aniquilar a la raza humana más de una docena de veces, y dadas las consecuencias que podría tener una guerra civil en Ucrania, la situación mundial es mucho más peligrosa. Después de todo, en una tercera guerra mundial, la humanidad podría dejar de existir.
A pesar de las llamadas "narrativas" que circulan los centros de estudios políticos y los medios de comunicación de masas, el peligro de guerra no procede del presidente ruso Vladimir Putin, ni de China. Es exclusivamente el resultado tanto de decisiones deliberadas como de errores de parte de occidente: 1) el rechazo a incluir a Rusia en nuevas alianzas después del colapso de la Unión Soviética; 2) las incumplidas promesas después de la disolución de la Unión Soviética, de que la OTAN no se expandiría hacia las fronteras de Rusia; 3) el ultimátum incluido en el Acuerdo de Asociación de Ucrania a la UE, que hubiera hecho indefendible a Rusia y forzaría a Ucrania a dividirse en dos, a causa de la composición interna del país; 4) la política de cambio de régimen a cualquier precio, la que, junto con el financiamiento de larga data por parte de occidente a 2,200 ONG en Ucrania, desató un bien conocido monstruo Frankenstein nazi; y luego, 5) la increíble desfachatez de encubrir a los verdaderos responsables de las atrocidades en Odesa, por ejemplo, a la vez que predicaban por la democracia y los derechos humanos.
El hecho es que los pueblos de las naciones de Europa no cree estas "narrativas". La última vez en que hubo una discrepancia comparable entre la línea oficial de los partidos y los medios de comunicación, y lo que la gente realmente pensaba, fue en octubre de 1989 en la República Democrática de Alemania (Alemania del Este). Los habitantes de Europa experimentaron la guerra mundial dos veces en su territorio en el siglo 20, y aunque no conocen todos los hechos y antecedentes históricos, reconocen la demonización de Putin como un acto belicista y votaron contra los partidos que la promueven.
Una dictadura de los banqueros
La segunda razón principal de los resultados de la elección fue, por supuesto, lo que la UE ha llegado a ser, desde el Tratado de Maastricht hasta el Tratado de Lisboa (2009): una dictadura supranacional en el interés de los bancos y especuladores. En vez de aceptar el reto de la oportunidad histórica que presentaba la caída del Muro de Berlín en 1989, que podía haber sido uno de los momentos más brillantes de la humanidad, para establecer un orden de paz para el siglo 21, entró en vigor la misma vieja geopolítica que había dado origen a la Primera Guerra Mundial. Como precio a pagar por su reunificación, Alemania fue forzada a ceder su soberanía sobre su propia moneda, el marco alemán; a votar (contra su mejor juicio) por la Unión Monetaria Europea; y permitir quedar ceñida al corsé del Tratado de Maastricht de la UE. Con la introducción del euro, la eurozona e implícitamente toda la UE se convirtió en la representación regional de la "globalización", que no fue sino el sinónimo de un imperio mundial basado en la relación especial angloamericana.
La UE del Tratado de Lisboa, que los círculos oligárquicos quieren remplazar tan pronto como sea posible con un Súper Estado Europeo, no es más que una nueva versión de los imperios que gobernaron Europa durante milenios: el imperio griego descrito por Tucídides, que destruyó a la Grecia antigua; el imperio romano; el imperio veneciano; el imperio angloholandés; y finalmente el imperio británico, que de ninguna manera ha desaparecido, sino que continúa existiendo en la forma de la globalización.
Hay una verdad más profunda en la leyenda de que Zeus, el dios del Olimpo que aborrece a los humanos, que se transformó en un toro para seducir a Europa. Si observamos el principal conflicto en la historia europea de los últimos 3,000 años desde el punto de vista de la mitología griega, vemos la colisión entre el sistema oligárquico de Zeus y el sistema progresista de Prometeo, quien le llevó el fuego a la humanidad, y de este modo, el progreso científico y tecnológico; o desde el punto de vista de la cristiandad, el equivalente es el contraste entre satanás y la bondad de Dios. La Europa de la UE hoy ha sucumbido indudablemente a las lisonjas de Zeus. Y, ¿cómo se podría caracterizar al sistema de la globalización si acepta la muerte de millones de habitantes? Con certeza no como cristiano.
El hecho es que la UE es un imperio europeo y que no existe tal cosa como un solo pueblo europeo. Al menos algunas de las 28 naciones que han sido reunidas bajo el yugo de la dictadura de Bruselas han expresado esto. Y porque el sistema financiero transatlántico está quebrado sin esperanzas, y la troika no tiene nada que ofrecer excepto fórmulas letales en el interés de los bancos y los especuladores, esta construcción oligárquica llegará a su fin en un tiempo extremadamente corto. ¡Si las naciones de Europa han de sobrevivir, se debe derrotar el carácter imperial de Europa tan pronto como sea posible!
La Nueva Ruta de la Seda
Afortunadamente, se está formando una alternativa: un grupo de naciones que están más bien comprometidas con el principio de Prometeo, de desarrollo de sus poblaciones y de cooperación entre repúblicas soberanas. China ha dado prioridad a su programa de una Nueva Ruta de la Seda entre Asia y Europa, mientras que el acuerdo de cooperación estratégica al que llegaron Rusia y China en Shangai el 20 de mayo pasado, junto con 46 acuerdos específicos de colaboración fundamental, incluyendo áreas de alta tecnología, ha creado un nuevo polo, que también está orientado hacia India y la mayoría de los otros estados asiáticos. Ahora todo dependerá de que un grupo de naciones euroasiáticas confluya tan rápido como sea posible en una alianza de repúblicas soberanas y renuncie de una vez por todas a la idea de la guerra como medio de resolución de conflictos, y trabajen juntas por los fines comunes de la humanidad.
La Nueva Ruta de la Seda, es decir, la realización de muchos proyectos de infraestructura en el nivel técnico más elevado, que es el requisito básico para el desarrollo de las regiones interiores del continente euroasiático, pero también de África, ahora se ha puesto en el orden del día a raíz de esta nueva alianza entre China y Rusia. Esto empieza a hacer que se haga realidad una nueva geometría económica: el desarrollo de largo aliento de la economía real y el bien común, remplazando la vieja geometría de "que unos pocos elegidos se hagan ricos rápidamente".
Incluso si los políticos supuestamente prácticos todavía no lo han comprendido plenamente, el voto en las elecciones europeas significa el fin de una era. La humanidad tiene nuevamente la perspectiva de un futuro.
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