No habrá recuperación mientras los bancos centrales no paren los rescates
por Paul Gallagher
No hagas caso a los mercados bursátiles ni al muy voluble nivel de “confianza” en ellos; no son más que los síntomas de la crisis bancaria y crediticia mundial que ha golpeado, y los síntomas no son la enfermedad. El estado de los mercados internacionales de crédito y de los sistemas bancarios globalizados ha venido deteriorándose de manera continua desde fines de julio, y la sequía de liquidez empeora día con día, a pesar de los cientos de miles de millones de dólares que los bancos centrales le inyectan a los sistemas bancarios del mundo.
Eso es lo que economistas, banqueros y administradores de fondos de Estados Unidos y Europa le dijeron a EIR, sin excepción, en las primeras 3 semanas de agosto.
Desde fines de julio los dos extremos de la última y más grande burbuja de sir Alan Greenspan han venido reventando. La burbuja hipotecaria estadounidense, de la cual se alimentaban los bancos de Europa y Asia, y que ya había crecido hasta representar 49% de todos los activos bancarios de EU; y el “acarreo de yenes” ahora en desarticulación, que según algunos cálculos le inyectaba unos 500 mil millones de dólares de “gratis” al año a esa burbuja financiera y otras relacionadas. Ese acarreo de yenes baratos menguó cuando esta moneda se revaluó de manera continua con respecto al dólar en agosto, y más rápido aun con respecto al euro y, en particular, con la libra esterlina británica.
Para mediados de agosto los noticieros financieros también informaban que el mercado de más de 1 billón de dólares en valores comerciales con garantía prendaria (VCGP) pasaba por una crisis, y, así, la desintegración del mercado crediticio empezaba a afectar directamente los ahorros del público en general. Por ejemplo, unos 40 millones de estadounidenses invierten sus ahorros en “fondos del mercado de dinero”; y esos fondos por lo general invierten en VCGP, porque se supone que son muy seguros —al mantener el valor constante de un dólar de las acciones en estos fondos del mercado de dinero— y muy líquidos, lo que le permite a la gente disponer de ellos mediante cheques.
Ahora bien, al parecer el mercado de los VCGP es todo menos seguro y líquido, pues el gran banco británico HBOS trató de organizar el rescate de su fondo de VCGP el 21 de agosto, sin poder refinanciar ni redimir 30 mil millones de tales papeles. Todo el mercado canadiense de VCGP se congeló la semana del 13 de agosto, y cuando lo rescataron de manera temporal, algunos de esos valores comerciales de “liquidez inmediata” ¡sin querer se convirtieron en préstamos a 8 años! Un economista canadiense le dijo a EIR que los fondos del mercado de dinero —con un valor total de unos 3 billones de dólares— han invertido 100 mil millones de dólares en VCGP, y otros 100 mil millones en derivados hipotecarios llamados obligaciones prendarias, que están tumbando fondos especulativos y bancos por todo el mundo.
La quiebra de fondos especulativos y bancos importantes es cuestión de tiempo ahora. Para este trimestre, a juicio de Lyndon LaRouche, el sistema financiero ya no podrá seguir funcionando sin que los gobiernos emprendan una reorganización por bancarrota para salvar el empleo, la vivienda y los ahorros de la gente, y que se invierta en restaurar la productividad.
La necedad de los bancos centrales
El caso del mayor prestamista hipotecario de EU, Countrywide Financial Corp., que tiene 200 mil millones de dólares en activos, no sólo es vital porque su desplome inminente afecta el crédito de las agencias hipotecarias y de vivienda semiprivadas conocidas como Fannie Mae y Freddie Mac, sino porque muestra la necedad de la política de rescates bancarios que hasta ahora han adoptado la Reserva Federal de EU, los bancos centrales europeos y otros del mundo en medio de esta crisis.
Al sistema bancario se le hicieron inyecciones extraordinarias de liquidez de la banca central por unos 400 mil millones de dólares entre el 9 y 21 de agosto, y aún continúan.
El 16 de agosto fue claro que una buena parte de ese nuevo “crédito de rescate bancario” federal se usó para salvar a Countrywide, el cual, como informó un análisis de Merryl Lynch, esperaba una gran bancarrota. Countrywide venía originando 17% de todas las hipotecas y préstamos de vivienda nuevos en la burbuja de los bienes raíces residenciales, y representaba toda una tercera parte de todas las hipotecas que Fannie Mae y compraba y convertía en paquetes de valores hipotecarios.
Incluso mientras la Reserva Federal le inyectaba 17 mil millones de dólares al sistema bancario la mañana del 16 de agostó, 40 bancos, que organizó el secretario del Tesoro Henry Paulson a insistencia de la Reserva, le extendieron una línea de crédito de emergencia de 11.500 millones a Countrywide. Por ejemplo, uno de esos bancos, Imac Mortgage Holdings, era un fideicomiso de inversión en bienes raíces cuyas acciones habían caído 80%; no obstante, aportó 500 millones de dólares a esa línea de crédito. Otro prestamistas de emergencia, Capital One Finacial Corp., tuvo que cerrar su propia empresa hipotecaria cuatro días después, despidiendo a 1.900 empleados.
El nexo entre la inyección de dinero de la Reserva a los bancos y el rescate de Countrywide que éstos organizaron es innegable. Igual de innegable fue el origen de los 2 mil millones de dólares que el banco de inversión Goldman Sachs usó el 13 de agosto para tratar de rescatar a uno de sus fondos especulativos en quiebra, el Global Equity Opportunities Fund. Pero el uso de crédito federal de emergencia en una operación para tratar de salvar a una gran firma financiera como Countrywide y sus valores hipotecarios fue muchísimo más grande. Un día después de que se organizara la línea de crédito de 11.500 millones de dólares, la Reserva Federal redujo 0,5% la tasa de interés de sus créditos de descuento para los bancos, y el gobernador de la Reserva Federal de Nueva York Timothy Geithner llamó a los grandes bancos para suplicarles que tomaran los préstamos de la Reserva usando sus valores hipotecarios (en picada) con una (dizque) calificación de AAA como garantía.
Este intento de salvar a Countrywide no le hizo ningún bien a la economía real de EU. La calificación de la deuda de Countrywide ahora es de “en apuros”, los bancos que le tendieron la línea de crédito fijaron intereses demasiado altos como para que pueda usarlo para originar nuevas hipotecas. Countrywide ya había recortado en 15% la extensión de hipotecas nuevas de junio a julio, y anunciado el 16 de agosto que ya no ofrecería más categorías de hipotecas e intereses más altos para las que sí ofrecería También empezó de inmediato a despedir trabajadores. ¿Qué propósito tenía entonces la línea de crédito —con la que Countrywide de inmediato se quedó, íntegra— de 11.500 millones? Sencillamente permitirle a esta gran empresa que siga refinanciando y recomprar sus valores hipotecarios pendientes, a fin de rescatar a los tenedores de títulos hipotecarios de Wall Street.
Peor aun, el rescate de Countrywide no funcionará. El precio de sus acciones cayó tanto después de que se anunció la línea de crédito, que desencadenó un remate general de las mismas el 16 de agosto. Tras recuperarse de manera parcial y momentánea, cayó 7,6% más el 20 de agosto. Countrywide Bank, que presume de tener 100 mil millones de dólares en activos, tuvo que empezar a ofrecer una tasa de interés de 5,5% en sus cuentas del mercado de dinero (que cuentan con seguro federal) con saldos superiores a 10 mil dólares, lo más alto que ofrece cualquier banco de EU, para tratar de evitar los retiros de pánico de los cuentahabientes que empezaron el 16 de agosto. Como Countrywide no puede invertir sus fondos de los mercados de dinero en valores comerciales —mercado que está en crisis—, tiene que invertirlos en títulos del Tesoro de corto plazo, que sólo le pagan la mitad de ese 5,5% de interés. De modo que está subsidiando sus cuentas —con el crédito del rescate federal— para que los inversionistas se lleven su dinero a otra parte.
Con la bancarrota de Countrywide, de haberse permitido, los deudores hipotecarios no hubieran perdido sus viviendas ni se hubiera dañado la “economía real” subyacente de EU. Pero su rescate, cuya intención era salvar los papeles financieros de los valores hipotecarios en proceso de descomposición y los contratos de derivados, sí daña a la economía real.
Una burbuja insalvable
En sólo tres semanas los bancos centrales le inyectaron casi medio billón de dólares de fondos extraordinarios a los bancos, sólo con ese propósito, desde que Bear Stearns y otros fondos especulativos quebraron o estuvieron a punto de hacerlo, como el banco IKB de Alemania, el 2 de agosto. A pesar de las afirmaciones piadosas de la Reserva Federal y sus porristas de los órganos de difusión de Wall Street, de que “sólo está interviniendo para impedir que la crisis financiera dañe la economía”, su propósito es precisamente el de salvar los entre tóxicos y radiactivos valores hipotecarios y sus derivados, que han hecho de todo el sistema bancario internacional una burbuja insalvable.
Estas intervenciones no salvan a los fondos especulativos y bancarios más que por unos cuantos días o semanas, pero sí dañan a la economía y, de seguir aumentando el circulante, acelerarán para convertirse en una hiperinflación desastrosa tipo Weimar. Para principios de septiembre la mitad de todos los 1,1 billones de dólares en valores comerciales con garantía prendaria tuvieron que refinanciarse, en una situación en que los bancos privados no querían o no podían hacerlo para salvar a los fondos de inversión que ellos mismos crearon. Los principales bancos de préstamo hipotecario irán a la quiebra, y Moody’s Investment Service ya colocó un aviso que dice: “Cuidado de no tropezar con los cadáveres de los grandes fondos especulativos en quiebra”. Si no se le pone alto a las inyecciones de efectivo de los bancos centrales para recatar a los bancos de todos los mercados atorados, echarán abajo al dólar y desatarán una inflación que lastimará hondamente la economía.
Al menos el jefe del Banco Central Europeo, Jean–Claude Trichet, admitió en una declaración angustiosa el 17 de agosto que el sistema financiero que él y jefe de la Reserva Federal Ben Bernanke dirigen, que necesita un aumento de la masa monetaria de 15% para poder hablar de crecimiento alguno del producto interno bruto, “se ha vuelto loco”.
Como LaRouche ha dicho en repetidas ocasiones, no puede salvarse la economía real y regresarse a un crecimiento real de largo plazo si no cesan los intentos infructuosos de salvar las burbujas de papeles especulativos que creó Greenspan. Hay que erigir nuevas agencias bancarias federales, dijo LaRouche, para crear inversión nueva en la infraestructura económica, y aplicar una quita a las hipotecas infladas para convertirlas en hipotecas estables con intereses fijos, al tiempo que se protege de una ola de embargos a los hogares involucrados.