Editorial

Resumen electrónico de EIR, Vol.XXIV, nums. 13-14
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Editorial

Es hora de que Nancy Pelosi se vaya

En la elección nacional de noviembre de 2006, el electorado estadounidense le atizó lo que debió ser un golpe mortal al Gobierno de Cheney y Bush, con su historial de directrices peligrosas e ineptas. Encabezado por una votación inédita de jóvenes, que tuvo como punta de lanza la ofensiva organizativa del Movimiento de Juventudes Larouchistas (LYM), fenómeno que el estadista demócrata Lyndon LaRouche identificó como la “nueva política”, el rechazo a la guerra del Gobierno estadounidense en el Sudoeste de Asia y al ataque al bienestar general elevó al Congreso a una mayoría demócrata que tenía el mandato popular de realizar un gran cambio.

En sus diez meses en funciones, esa nueva mayoría parece haber desperdiciado esa gran oportunidad, como muestra el apoyo por debajo del 11% al Congreso en las últimas encuestas. ¿Cómo pudo darse ese giro tan drástico?

En una serie de comentarios punzantes, LaRouche culpó directamente a la Presidenta de la Cámara, Nancy Pelosi, quien ha usado su cargo para actuar una y otra vez contra lo que LaRouche llama “los intereses estratégicos más vitales de Estados Unidos”.

A pesar de que el Gobierno de Cheney y Bush mantiene el rumbo de la guerra, con todos sus preparativos terminados para atacar a Irán, y del fracaso permanente en Iraq y Afganistán, la Pelosi ha declarado que el juicio político al belicista Dick Cheney está fuera de discusión y ha obstruido al Congreso para que no impida una nueva guerra contra Irán; y, en tanto que millones de hogares estadounidenses enfrentan los embargos, el cierre de fábricas, la deslocalización de plazas de trabajo y el desmoronamiento de la infraestructura nacional, ella ha actuado en contra de los congresistas que venían trabajandode la mano con LaRouche para enfrentar estas crisis. En particular, obstruyó un recurso de apoyo a las leyes de Reconstrucción de Emergencia de 2006 y de Protección a los Bancos y Propietarios de Vivienda de 2007 que propone LaRouche.

LaRouche denunció que Pelosi es el instrumento político del banquero fascista Félix Rohatyn y sus redes que dirigen los fondos especulativos, los cuales tienen al Partido Demócrata por el cuello, en colaboración con el fascista George Shultz, quien diseñó el régimen de Bush y el Gobierno ridículo de Schwarzenegger en California. De hecho, los dos demócratas más importantes a nivel nacional, ambos de California, Pelosi y la senadora Dianne Feinstein, están bajo la bota de Rohatyn y Shultz. Y otros demócratas del Congreso que se oponen a la guerra están capitulando a ellos.

LaRouche continuó: “Cualquier congresista que se oponga a la política bélica, pero que siga apoyando a Nancy Pelosi luego de lo que hizo en contra de enjuiciar a Dick Cheney y en cuanto a directrices económicas destructivas relacionadas, en realidad está tendiéndole la alfombra roja a la guerra contra Irán o contra Siria, o más allá. Eso es lo que significa que se opongan en público a algún mecanismo del proceso por el cual se gestan nuevas guerras, pero sin actuar para destituir al autor de la política bélica. Eso es lo que hacen al aceptar el liderato de la Pelosi en la Cámara”.

El apego de la Pelosi a la política belicista de Rohatyn y Shultz, y sus medidas económicas librecambistas a favor de la desregulación y contrarias a Franklin Delano Roosevelt, ha debilitado a aquellos demócratas que de otro modo pelearían. Los demócratas novatos que asumieron sus cargos montados en la ola de la “nueva política”, así como los combatientes fogueados del partido, una y otra vez han declinado actuar de manera eficaz contra el gobierno, por la gran presión de la Pelosi. Un dirigente del partido en California dijo que nunca había visto semejante desmoralización e impotencia entre los demócratas a consecuencia de capitular en Washington, D.C.

En respuesta a esta situación, LaRouche añadió: “La elección de 2008 será una farsa, a menos que la Pelosi se vaya. Los demócratas no presenterán alternativa seria alguna. Ella está matando al Partido Demócrata.”

Así que, concluyó LaRouche el 25 de octubre, “es hora de que Nancy Pelosi se vaya.”