La ‘solución LaRouche’ a la crisis de la vivienda despierta interés en Italia
por Andrew Spannaus
Lyndon LaRouche regresó a Roma del 18 al 20 de septiembre, donde presentó su legislación de emergencia para evitar el caos social que podría desencadenar el rápido desenvolvimiento de la crisis financiera mundial, e instó a los políticos italianos a armarse de valor para sacar de la jugada a la oligarquía financiera y sus fondos especulativos.
Aunque la visita se dio en medio de una crisis política, en la que la coalición de centro–izquierda del primer ministro Romano Prodi estaba en peligro de perder la mayoría en el Parlamento, diputados y senadores italianos de todas las vertientes políticas estaban ansiosos de reunirse con LaRouche para informarse del “muro de contención” que propone contra los embargos de viviendas y para reorganizar el sistema bancario. LaRouche fue invitado a hablar ante la Comisión de Trabajo y Seguridad Social del Senado italiano el 20 de septiembre, precisamente cuando tuvo lugar una votación clave para el futuro de la mayoría parlamentaria (que sobrevivió, por el momento). En un intermedio de media hora del debate oficial, LaRouche les explicó a los miembros de la comisión cómo, desde 2004, ha encabezado la pelea por frustrar los planes del Gobierno de George Bush para privatizar el Seguro Social en Estados Unidos. Luego detalló la lucha política que ha llevado a la situación actual, en la que la desintegración general del sistema monetario y financiero internacional exige medidas inmediatas y agresivas.
El economista Nino Galloni (segundo desde la izq.) recibe a Lyndon LaRouche (cuarto desde la izq.) en Segni, Italia, donde se reunió con miembros del Partido Democrático Cristiano. (Foto: Daniel Grasenack–Tente/ EIRNS). |
Como ocurre a menudo entre los círculos oficiales, a algunos de los políticos que participaron en el intercambio les sorprendió el pronóstico de LaRouche de que el sistema actual está en su lecho de muerte. Aunque estuvieron de acuerdo con su idea general de reconstruir la economía productiva, alegaron que su advertencia de un crac sistémico era una visión “catastrófica” que sólo podía considerarse como “pesimista”. En respuesta a las protestas nerviosas de un senador, LaRouche insistió que sería toda una necedad suponer que el sistema actual pasará de Navidad este año y, al mismo tiempo, explicó por qué es esencial sentar semejante premisa en este momento. Hay dos formas de hacer política, afirmó: por desesperación o aprovechando las oportunidades. Ahora tenemos un período de semanas en el que pueden tomarse decisiones que sepultarán al sistema vigente y movilizarán al mundo hacia una alternativa positiva. Tenemos una ventana de oportunidad, y no podemos perderla. Si no se toman ahora las decisiones adecuadas, los gobiernos se verán obligados a actuar en una situación desesperada, cuando sea mucho más difícil movilizar a la población y a las instituciones en torno a alternativas positivas. La historia está llena de casos en los que las civilizaciones han acarreado su propia destrucción por no enfrentar a la oligarquía dominante de su época.
Un ‘muro de contención’ para Italia
Tanto en el Senado como en una reunión que tuvo con un grupo de parlamentarios en la Cámara de Diputados, hubo propuestas para adoptar en Italia alguna versión de la ley de Protección a los Bancos y Propietarios de Vivienda de LaRouche. Un funcionario del Gobierno de Prodi dijo estar analizando la posibilidad de aplicar un “muro de contención” semejante para proteger a las familias de los aumentos en las hipotecas y de los efectos destructivos de la especulación financiera. En la Comisión de Trabajo y Seguridad Social, su director expresó confianza en que los gobiernos europeos aún tienen la facultad de intervenir para regular la economía según sea necesario, y señaló que las consecuencias de la crisis de la vivienda ya se debaten en Italia. También pidió documentación adicional sobre el debate que hay en EU y, específicamente, la información en la que LaRouche fundamenta su pronóstico de la defunción del actual sistema monetario y financiero mundial.
Ésta fue la tercera visita de LaRouche a Roma este año, donde sus análisis y propuestas tienen cada vez más penetración en las instituciones políticas. En abril de 2005 la Cámara de Diputados aprobó una moción que instaba a celebrar una nueva conferencia de Bretton Woods para evitar un crac financiero y reconstruir la economía productiva, moción que inspiró directamente el movimiento de LaRouche en Italia. Como ni el Gobierno ni el Parlamento tomaron ninguna medida entonces, la propuesta del Nuevo Bretton Woods se presentó de nuevo en una conferencia pública que tuvo lugar en la Cámara de Diputados en febrero pasado. En junio LaRouche planteó la cuestión de emprender un programa de recuperación estilo Roosevelt en una conferencia con el ministro de Economía Giulio Tremonti y el subsecretario de Desarrollo Económico Alfonso Gianni; Tremonti, en particular, ha sido bastante explícito en la prensa italiana en las últimas semanas acerca de la naturaleza mundial de la presente crisis financiera, al mismo tiempo que se ha hecho eco del análisis de LaRouche sobre la transformación desastrosa de la economía mundial en las últimas décadas.
Dos formas de hacer política
En su testimonio ante el Comisión de Trabajo y Seguridad Social del Senado, LaRouche dio la siguiente respuesta a la pregunta de si acaso no era “pesimista” su pronóstico de un estallido a corto plazo de la economía mundial.
Hay dos formas de hacer política. Una es por desesperación. Eso no funciona o funciona mal. También tenemos la que se funda en la oportunidad; cuando puedes movilizar a la gente en torno a alternativas positivas, obtienes una respuesta mucho más sana y satisfactorias que si lo haces por desesperación. Uno pasa del tema de la desesperación a uno de optimismo sobre la oportunidad que tenemos de reconstruir. Reconstrucción. Y creo que ésa es nuestra única oportunidad a escala mundial. Porque, ¿qué puede uno decir como gobierno? ¿Qué puede uno decirle al pueblo de cualquier nación, como ésta, cuando las condiciones están empeorando? Entonces, ¿cuál es la política? ¿A quién le vamos a cortar la garganta y a quién no? O puedes decir: “Esperen, este problema tiene solución. Podemos hacer algo. Podemos resolver estos problemas. Podemos comprometernos de un modo creíble a cambiar las cosas”.
Quizás no podamos hacer todo a la perfección de inmediato, pero tenemos el compromiso de hacerlo. Y la persona del común, la del pueblo, que todavía le importan sus hijos y sus nietos, se preocupa por lo que será de su familia en el futuro, y, por tanto, aguantará malas condiciones por un tiempo, si tiene la confianza de que el gobierno está comprometido con asegurar que haya un buen resultado.
El efecto acumulado de estas iniciativas empezó a percibirse durante su visita de septiembre, cuando se avanzó en ampliar el debate, aunque en muchos casos en privado. Un aspecto de la deliberación que quizás resurja en los próximos meses, es el asunto de la construcción de grandes obras de infraestructura como elemento clave de la reorganización económica mundial, en la que Italia podría desempeñar un papel fundamental, dado su historial en plantear semejantes propuestas en Europa. En 2003 el Plan de Acción para el Crecimiento que presentó Tremonti amenazó los cimientos mismos del control monetarista que se ejerce con los criterios presupuestales del tratado de Maastricht, antes de que el sistema de banca central de la oligarquía financiera lo sofocara. Tras la muy exitosa conferencia sobre el Puente Terrestre Eurasiático que organizó el Instituto Schiller en Kiedrich, Alemania en septiembre, los grandes proyectos de desarrollo han regresado a la mesa de discusión.
EIR se enteró de que a ciertos economistas internacionales prominentes, entre ellos algunos que a últimas fechas han levantado cortinas de humo con la intención de descarrilar cualquier propuesta seria que apunte al Nuevo Bretton woods, los han prevenido de que las ideas de LaRouche corren como reguero de pólvora en Italia. Sin duda, en la situación actual, en la que las políticas del “libre mercado” que se esgrimen desde Londres están tan patentemente quebradas, las intentonas de costumbre por aterrorizar y tornar impotentes a las instituciones políticas pueden caer por tierra, ante la necesidad cada vez más obvia de recurrir a medidas urgentes para garantizar la supervivencia de la civilización industrial.