Internacional

Resumen electrónico de EIR, Vol.XXV, núm. 9
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Diálogo de LaRouche con el ministro Páez

Alternativas a la crisis financieramundial

Lyndon LaRouche fue entrevistado el 6 de octubre desde Quito, Ecuador, por Radio 530 AM, junto con Pedro Páez, ministro coordinador de Política Económica de Ecuador; el entrevistador fue Patricio Pillajo. LaRouche tuvo un intercambio en el mismo programa con el economista Páez el 30 de junio de 2008. La interpretación al español estuvo a cargo de Dennis Small, de EIR.

Patricio Pillajo: Cordiales saludos, estimados amigos, amigas oyentes. “Repercusiones y alternativas a la crisis financiera global”, en esta oportunidad con el economista y estadista norteamericano Lyndon LaRouche, por la vía telefónica desde la ciudad de Washington, y con el economista Pedro Páez, ministro coordinador de Política Económica del Gobierno de Rafael Correa.

Un saludo al señor economista Lyndon LaRouche. Las repercusiones del crac financiero son mundiales. Si bien lo que se nos ha informado es lo atinente a Wall Street, se han dado salvatajes bancarios en Inglaterra, Irlanda, Alemania. Francia propone crear un fondo con 300 mil millones de euros para los bancos en problemas; y Estados Unidos ha aprobado hace poco un paquete de ayuda de 700 mil millones de dólares. Reiterándoles la bienvenida a mis distinguidos invitados, queremos empezar preguntándole al economista Lyndon LaRouche, quien ha sido un crítico permanente de este proceso de salvataje y del rol cumplido por el sistema financiero en la economía global: ¿qué le sucederá a la economía global cuando se haga efectivo el salvataje de 700 mil millones de dólares a favor del sistema financiero?

Lyndon LaRouche: El resultado, si es que se permite que esto siga adelante, será la locura y una nueva Era de Tinieblas. Éste es el intento de los ladrones de robar a la fábrica y luego no hay producción.

El Sur no cargará con el muerto

Pillajo: Al economista Pedro Páez, reiterándole la bienvenida en esta ocasión: ¿qué acciones podemos esperar del Gobierno ecuatoriano frente a este fenómeno, cuando el propio Presidente de la República ha dicho que no le importa?

Pedro Páez: Ante todo, muchísimas gracias por la oportunidad de conversar con nuestros amigos en los Estados Unidos. Lo que habíamos conversado hace algunos meses lamentablemente se está desplegando con precisión, es decir, esta crisis va mucho más allá de un mero problema de corrupción en algunos sectores, de falta de sensatez en algunos inversionistas; es una crisis que reclama cambios profundos, que está contaminando cerca del 40% del PIB [producto interno bruto] mundial. No está solamente en el sector de la vivienda de los Estados Unidos; contamina de manera fundamental el modo de actuar y de operación del capitalismo a nivel internacional y, sin duda, requiere de una respuesta lo más “pro activa” por parte de los países del Tercer Mundo.

Esta vez, ya lo han dicho varios presidentes, conjuntamente con el presidente Correa, esta vez el Norte no nos va a hacer cargar el muerto a nosotros. Ya lo hicieron con la crisis de los años 60 y 70, con el endeudamiento agresivo y la recirculación de los petrodólares, que fue el antecedente de la crisis de la deuda externa como una palanca fundamental para el chantaje de las políticas neoliberales en nuestros países, que, a través de la imposición de cruzada del FMI [Fondo Monetario Internacional] y el Banco Mundial, ha significado el desmantelamiento del aparato productivo en América Latina en estas décadas. Sobre todo en el Ecuador, con un proceso de polarización social sin precedentes, que ha generado niveles de frustración y desesperación cuyo síntoma más visible es la expulsión de 3 millones y medio de compatriotas que están ahora justamente como inmigrantes en España, Italia y en los propios Estados Unidos.

Pillajo: ¿Esto nos afecta y debiera preocuparnos?

Páez: Yo creo que sí nos afecta. Nos afecta y nos debe interesar. Nos debe interesar y, de hecho, hemos venido desarrollando una serie de medidas para blindar a la economía ecuatoriana frente a una situación tan seria.

El ministro coordinador de Política Económica de Ecuador, Pedro Páez (der.) estrecha la mano del presidente Rafael Correa. El ministro dijo en la entrevista, acerca de la actual crisis financiera mundial, que “no vamos a cruzarnos de brazos”, pues “hemos decidido ser sujetos de la historia”.

El presidente Correa ha sido muy enfático en decir que hemos tomado todo tipo de precauciones para que la economía del país esté tranquila. Tenemos varios colchones de garantía, de seguridad, que evitan que, hoy por hoy, esto signifique perturbaciones sobre la estabilidad macroeconómica del país. Sin duda, estamos definiendo la urgencia de aquellas propuestas de la nueva arquitectura financiera regional y la nueva arquitectura doméstica, que va a ser la respuesta ante la crisis que se está viviendo

El ‘rescate’ desata la hiperinflación

Pillajo: Señor LaRouche, ¿podría ser, por favor, más preciso en lo que significará el salvataje bancario en la economía global? ¿Qué va a pasar con el dólar? ¿Qué va a pasar con la inflación? ¿Qué va a pasar con la banca y el aparato productivo?

LaRouche: Lo que hicieron el secretario [del Tesoro estadounidense Henry] Paulson y sus cómplices, es que desataron un proceso de hiperinflación internacional comparable a lo que ocurrió en Alemania en 1923. Las políticas actuales del Gobierno de los Estados Unidos son clínicamente locas desde el punto de vista del interés de los Estados Unidos, así como de los intereses internacionales.

“A no ser que sometamos al sistema mundial a una reorganización por bancarrota, en todas sus partes, y lo abordemos de la misma manera en que lo hizo Franklin Delano Roosevelt en los Estados Unidos en 1932–1933, y a no ser que juntemos el poder suficiente para aplastar al Imperio Británico, que ha estado controlando al mundo en las últimas épocas, no existe la posibilidad de que sobreviva ninguna parte de la civilización hoy”, afirmó Lyndon LaRouche.

Sin embargo, es extremadamente importante comprender que la dirección de las causas de esta crisis no proviene originalmente de los Estados Unidos. Se comete el error de asumir que los Estados Unidos son la potencia imperial mundial. Eso no es cierto. Desde 1968 ha habido un cambio en las políticas internacionales. Las acciones tomadas bajo el presidente [Richard] Nixon de los Estados Unidos trasladaron la autoridad sobre la economía mundial internacional de los Estados Unidos al sistema financiero del Reino Unido.

Esto lo ejemplifica un caso específico, el de George Soros. George Soros es un agente de la Cancillería de Gran Bretaña y, como probablemente saben, él controla buena parte de la vida en el área del Caribe y lugares más al sur. Desde el desplome del sistema de Bretton Woods bajo Nixon y, luego, la creación, por parte de los británicos y de Arabia Saudita, del mercado del petróleo basado en tipos de cambio flotantes, el dólar estadounidense ha sido un juguete del Imperio Británico. Y el papel de George Soros en controlar las elecciones de los Estados Unidos, así como el tráfico de drogas internacional y sectores de Rusia, sectores grandes de Europa y otras partes de Eurasia, es característico de la situación actual.

Los cambios hechos entre 1971 y 1973, que eliminaron el sistema de Bretton Woods y establecieron el mercado spot [de entrega inmediata] del petróleo, han creado un sistema monetario–financiero internacional que ahora está explotando en un proceso de autodestrucción.

Se puede entender mejor el problema examinando cuál es la solución. Como he propuesto, los Estados Unidos tienen que abordar a Rusia, China e India para buscar la colaboración en activar una solución a este problema planetario. Éste es un regreso, en cierto sentido, a la política de Franklin Delano Roosevelt de un sistema de Bretton Woods, que fue destruido entre 1968 y 1973.

Pillajo: Señor LaRouche, ¿está en peligro la vigencia del patrón dólar en la economía mundial? Usted ha dicho que estamos a la puerta de un proceso de descomposición nunca antes visto. ¿Está en peligro la vigencia del dólar estadounidense en la economía mundial?

LaRouche: Bueno, ya no es el dólar estadounidense, pero sí es el dólar. Es el dólar angloamericano, y se controla desde Londres. Ése es el significado de esta última medida adoptada recientemente en los Estados Unidos y dictada por Londres. El presidente George Bush es un títere de Londres, y existe una revuelta en los Estados Unidos donde, probablemente, solamente el diez por ciento de la población realmente apoyaría el acuerdo, la legislación que se acaba de aprobar en los Estados Unidos.

Existe una situación en los Estados Unidos que es comparable a los comienzos de la Revolución Francesa. Es como el Rey de Francia, quien, en ese entonces, no le hizo caso al sentir del pueblo o al del marqués de Lafayette y, por lo tanto, destruyó a Francia. Existen hoy miembros del Congreso aterrados, que se está sometiendo a las órdenes de Londres.

Una nueva arquitectura financiera

Pillajo: Economista Páez, ¿coincide con esa apreciación? ¿Cómo ve el futuro del dólar, no solamente como patrón de la economía mundial, sino específicamente en el caso ecuatoriano?

Páez: Yo insisto: el Norte está buscando quién va a pagar la factura de esta crisis. Y América Latina ha dicho, esta vez, que no lo va a hacer. Una de las alternativas que estamos construyendo, justamente, es la nueva arquitectura financiera regional, que va a marcar de alguna manera el paso de lo que puede ser un acuerdo internacional multipolar que nos permita construir una nueva arquitectura financiera internacional y un nuevo orden mundial mucho más solidario, mucho más sustentable.

Me parece que las oligarquías de las distintas nacionalidades que lucran de la actual situación de este capitalismo excluyente y especulativo, de este capitalismo que ha asfixiado al aparato productivo, que fue justamente su razón de ser, que fue justamente su mejor logro, el haber tenido los años dorados, especialmente después de la Segunda Guerra Mundial. Este capitalismo especulativo y rentista que vive de la financialización de las economías, ha impedido que el aparato productivo pueda realmente satisfacer las necesidades del mundo, tal como la revolución científica y tecnológica lo permitiría, y que estemos, en pleno siglo 21, con un riesgo de hambruna, con una crisis energética, y no solamente la cuestión monetario–financiera amenazando la existencia misma de nuestras sociedades. Y que se plantee como única alternativa rentable para estas grandes oligarquías mundiales la apuesta de la guerra, la apuesta de la rapiña, la apuesta del latrocinio, como el que estamos viviendo ahorita, tiene que dar paso a una gran alianza de los pueblos por reconstruir el orden mundial, por establecer justamente otras reglas del juego.

Lo que se está haciendo, modestamente, desde América del Sur con esta nueva arquitectura financiera regional, [es] el Banco del Sur como el corazón de una red de banca de desarrollo, de banca de fomento, que permita regresar a ver el aparato productivo. Ya no solamente en una inserción internacional que nos coloca a nosotros como proveedores de materias primas, sino que empiece a desarrollar a los mercados internos y ponga en primer lugar la satisfacción de las necesidades básicas de la población latinoamericana.

El hecho de tener, conjuntamente a esta red de bancos de desarrollo, una red de bancos centrales con un corazón, con un Fondo Monetario del Sur alternativo al Fondo Monetario Internacional, que rompa con la visión neoliberal y que ubique los temas del desarrollo y de la reducción de las asimetrías estructurales como un elemento central de esta construcción de una soberanía macroeconómica a nivel continental.

MAPA 1

Grandes obras hidráulicas y agrícolas de Sudamérica

Y ligado a esto, la posibilidad de tener otra lógica sobre la base de un sistema de compensación de pagos, tener otra lógica monetaria que permita lubricar de mejor manera las transacciones comerciales y financieras entre los países latinoamericanos, y que nos permita blindar a la región frente a estas turbulencias internacionales. Y van a marcar las posibilidades de un nuevo tipo de arquitectura financiera internacional, una red de redes que permita, justamente en condiciones de igualdad de este mundo multipolar, restablecer el funcionamiento de un sistema monetario que se ponga al servicio de la producción, tanto aquí en América Latina como también en el Norte.

El doctor Páez subrayó que, “esta vez el Norte no nos va a hacer cargar el muerto [de la crisis] a nosotros”. En los 1960 y 1970, dijo, las políticas librecambistas del FMI desmantelaron nuestro aparato productivo, y causaron un sufrimiento y una polarización social indecibles. Mercado en Ecuador. (Foto: Metropolitan Touring).

Lo que le ha hecho perder a los Estados Unidos su hegemonía, es el haber asfixiado el aparato productivo por servir a los intereses del capital financiero transnacional.

La alternativa que se está planteando ahorita es producir, producir, producir. Desde esta perspectiva, yo creo que se puede armar un nuevo pacto de convivencia entre los pueblos, una nueva relación entre el Norte y el Sur que, justamente, plantee como horizonte la paz y la solidaridad.

Pillajo: Independientemente de que las grandes potencias lleguen a un acuerdo, ¿es posible que América Latina pueda aportar con esa visión?

Páez: Nosotros no podemos incidir, no podemos manejar la agenda de las grandes potencias. Pero sí podemos, desde nuestras decisiones, desde lo que podemos lograr apoyándonos en nuestras propias fuerzas, transformar la correlación de fuerzas y marcar un nuevo rumbo, un nuevo horizonte en el cual creemos que van a haber las circunstancias mucho más propicias para que las grandes potencias del norte entren en razón y recuperen la sensatez, y vean que la mejor alternativa es esta propuesta por la paz.

¿Existe un ‘plan B’?

Pillajo: Señor LaRouche, ¿qué pasará si no hay un acuerdo internacional, que usted tanto promueve, para reacomodar la economía mundial? ¿Existe un “plan B” a la decisión ya tomada por el Gobierno de Estados Unidos de implementar el billonario salvataje bancario?

LaRouche: No se habla de un “plan B”, porque no existe un plan B.

Lo que hay es una situación diferente. Está subestimando el peligro; hay que mirar esto de arriba hacia abajo, del mundo en su totalidad, de arriba hacia abajo, no de las naciones hacia arriba. No existe la posibilidad de que Sudamérica pueda sobrevivir independientemente bajo las condiciones que están ocurriendo ahora. Éste no es un problema de Sudamérica; es un problema que golpea a Sudamérica.

A no ser que podamos lograr el tipo de acuerdo de cuatro potencias que yo he propuesto, y que los rusos acaban de indicar que están dispuestos a apoyar, estamos al borde de una situación donde toda la población del planeta se va a desplomar, de más de seis mil quinientos millones de personas, a menos de dos mil millones en un período de tiempo bastante corto.

A no ser que sometamos al sistema mundial a una reorganización por bancarrota, en todas sus partes, y lo abordemos de la misma manera en que lo hizo Franklin Delano Roosevelt en los Estados Unidos en 1932–1933, y a no ser que juntemos el poder suficiente para aplastar al Imperio Británico, que ha estado controlando al mundo en las últimas épocas, no existe la posibilidad de que sobreviva ninguna parte de la civilización hoy.

Considere la solución: el Gobierno ruso ha reconocido su problema, y los problemas de otras naciones, y está dispuesto a desempeñar un papel decisivo para forjar una coalición entre Estados Unidos, Rusia, China, India y otros países, para crear inmediatamente una nueva arquitectura financiera internacional. Tal acuerdo es indispensable para crear las condiciones que se requieren para bregar con los problemas en cada parte del mundo.

Como sabe, el problema no es nada más un problema financiero; es la desintegración de los poderes productivos de la fuerza laboral en la mayoría de los países del mundo. Sin el desarrollo infraestructural con alta tecnología en gran escala, no podemos resolver los problemas de este planeta. Tenemos que armar esto y juntar a las naciones, para que cada una tome su parte del mundo.

Por ejemplo, existe un problema especial en las Américas: se requieren mejoras de capital en la tecnología, a gran escala, para resolver estos problemas. Así que tenemos que crear un nuevo sistema de organización en Sudamérica, con Norteamérica, y en África, y así por el estilo. Hay que crear estos sistemas bajo un paraguas de poder internacional que los proteja.

La sola crisis de alimentos mundial hoy es abrumadora. Estamos al borde de la muerte por hambruna en gran escala; la falta de infraestructura para el desarrollo es enorme, la falta de acceso a los mercados de capital es una verdadera crisis. Así que se necesita un punto de movilización del esfuerzo mundial por salvarse a sí mismo de esta crisis.

El Nuevo Bretton Woods de LaRouche es la solución

Pillajo: El presidente de la Unión Europea, [el presidente francés] Nicolás Sarkozy, ha hecho un llamado la semana pasada para una reorganización del sistema financiero. ¿Cómo toma usted este pronunciamiento del presidente Sarkozy? ¿Hay la voluntad en Europa también para dar ese gran paso?

LaRouche: Bueno, Sarkozy está cumpliendo una labor útil. Pero él no es la fuente de esa labor. Como han entendido los rusos, y también otros, tenemos que producir un viraje en la situación de los Estados Unidos, porque hay que controlar a los Estados Unidos. Y hay que usar el hecho de que el Gobierno de los Estados Unidos, el actual Gobierno, se ha autodesintegrado totalmente a los ojos de sus propios ciudadanos. Si uno no puede juntar a Rusia, China, India y los Estados Unidos en el momento en que George Bush y su Gobierno ya están desprestigiados, entonces no hay manera de salvar el sistema.

Y lo que tenemos, del domingo [5 de octubre] pasado, del principal canal de televisión de Rusia, con unos 70 millones de televidentes, los representantes del Gobierno ruso presentaron una aceptación de mi propuesta para una nueva iniciativa. Ciertas fuerzas en Europa, incluyendo a Sarkozy, gente en Italia y otros, se están moviendo en la dirección de adaptarse a eso. El concepto de un nuevo sistema de Bretton Woods del tipo que yo he presentado, es la solución.

Pillajo: Señor LaRouche, el economista Páez desea hacer una acotación.

Páez: Es muy importante el reconocimiento de que vivimos en una encrucijada civilizatoria, que puede moverse muy rápidamente hacia condiciones muchísimo más grave y que pueden precipitar al mundo a una situación realmente calamitosa, de la cual no se pueda salir en horizontes cortos, y que vaya a tomar mucho tiempo procesar una alternativa. Es fundamental tener una respuesta rápida ante la gravedad de la crisis.

Coincido también en que referentes como Franklin Delano Roosevelt y Bretton Woods son muy importantes en la coyuntura, obviamente cambiando para las necesidades y las posibilidades tecnológicas del siglo 21. Es fundamental de que, en la recomposición del orden mundial, cada uno de los países, cada una de las regiones, se “empoderen” para que puedan contrarrestar esa unipolaridad tóxica que ha ido conduciendo los asuntos mundiales hasta esta situación sin salida.

En lo que no puedo coincidir es en el hecho de que el Sur deba estar cruzado de brazos o poniendo “velitas a la Virgen”, para esperar que se iluminen las grandes potencias mundiales y puedan ponerse de acuerdo. Nosotros creemos que tiene que haber una acción preactiva, propositiva de parte del Sur. Y en lo que corresponde a América del Sur, ese tema es fundamental en la construcción de un espacio de soberanía monetario–financiera supranacional que permita entrar en las discusiones internacionales desde otra correlación de fuerzas, que evite que la arrogancia, la prepotencia y las relaciones arbitrarias con las que el Norte ha actuado hacia el Sur, puedan seguirse prolongando en la legitimación y en la consumación de una situación que está llevando a la humanidad a una situación muy dolorosa, a una dinámica absolutamente calamitosa.

La alternativa, sin duda, está por donde se está planteando ahorita, por el camino que el economista LaRouche y Dennis Small han estado planteando: la necesidad de replantearnos una fundación de un orden monetario y financiero internacional, adoptando muchos de los principios de Bretton Woods, adoptando muchas de las alternativas que planteaba [el economista Maynard] Keynes en su momento, pero integrando también una nueva organización del comercio internacional. Si tenemos un ordenamiento del comercio internacional que exacerba las asimetrías, los desbalances mundiales con una situación de déficits estructurales para ciertos países, fruto del neoliberalismo, del capitalismo salvaje y desregulado, pues es obvio que estas asimetrías van a verse confirmadas y exacerbadas también por el financiamiento de esos huecos que vienen a través de la deuda externa y de la inversión extranjera directa, cada vez más onerosa para nuestras economías.

Es fundamental que esta refundación del orden financiero internacional tenga como contrapartida una refundación de la división internacional del trabajo en condiciones mucho más equitativas y en condiciones de comercio justo, que permita relanzar la producción en una perspectiva mucho más incluyente y sustentable. Y que justamente sea el sustrato material de un ordenamiento político y social mundial, apostando por la paz y la solidaridad.

Pillajo: ¿Y qué se requiere para eso?

Páez: Yo creo que es fundamental avanzar, en la transformación de las instituciones mundiales, el hecho de un nuevo orden monetario y financiero internacional, por ejemplo, con lo del Banco del Sur, y el sistema de pagos y el Fondo Monetario del Sur, contribuyendo a la autonomía, a la vacuna contra este tipo de medidas que puede tomar este dólar anglosajón que menciona el economista LaRouche. Y que permita el hecho de defender los espacios de la producción en el Continente, lo que es indispensable para evitar que la lógica, la dinámica del rentismo y de la especulación, contaminen al tipo de solución [necesaria].

“Yo creo que es fundamental avanzar...con lo del Banco del Sur”, dijo Páez. De izq. a der.: los presidentes iberoamericanos Hugo Chávez, Néstor Kirchner, Rafael Correa, Luiz Inácio Lula da Silva, Nicanor Duarte y Evo Morales se reúnen en 2007 para hablar de la creación del Banco del Sur. (Foto: Presidencia de Argentina).

Buena parte del problema de estos 700 mil millones de dólares —el paquete que los Estados Unidos están ensayando y que van a ser reciclados en Europa y en el Japón— es que nada evita que esto refuerce las tendencias especulativas y rentistas. La alternativa real que se puede tomar es fortalecer el aparato productivo en el Norte y en el Sur de una manera sustentable.

Hay que cambiar la Organización Mundial del Comercio, hay que transformar las relaciones de financiamiento internacional, es necesario replantear el problema de la deuda. La deuda externa para el Tercer Mundo es una droga; tenemos que replantear el ordenamiento internacional, tener un “Jubileo” (una condonación de la deuda—Ndr.), como el que se ha planteado como el camino desde hace largo tiempo.

Pillajo: Señor LaRouche, su comentario por favor.

LaRouche: El asunto es que lo que ha estado fuera de la discusión hasta el momento, es el tema más decisivo de todos. Primero, no se puede negociar en un mercado que no existe. Si no logramos ya el tipo de reforma que yo he indicado —y estoy hablando del futuro inmediato—, no habrá ninguna cooperación significativa entre naciones en ninguna parte del mundo. Además, no hemos discutido. . .

Páez: Estimado señor LaRouche, estimado Dennis, estamos totalmente de acuerdo, nosotros estaríamos completamente dispuestos a apoyar ese tipo de reformas, estaríamos aplaudiendo el hecho de que los Estados Unidos, Rusia, China, la India, de que los grandes actores mundiales converjan en algún tipo de arreglo de esa naturaleza. Pero un país pequeño como el Ecuador no puede decidir ese tipo de cosas. Lo que podemos hacer es cambiar la correlación de fuerzas mundiales desde nuestro pequeño espacio que tenemos en la escena mundial. Somos un país absolutamente marginal; probablemente muchos norteamericanos ni siquiera conocen siquiera dónde está el Ecuador. Lo que podemos hacer. . .

LaRouche: Lo sé, lo sé. . .

Páez: Lo que podemos hacer —porque no vamos a cruzarnos de brazos— [es que] nosotros hemos decidido ser sujetos de la historia. Lo que estamos haciendo es, propositivamente, marcar el paso desde lo que podemos, pero con avances significativos en lo que tiene que ver con la agenda de la nueva arquitectura financiera regional, en cambiar la correlación de fuerzas y evitar que la unipolaridad siga impune en el mundo.

Es fundamental que todas las voces se levanten para llamar a la sensatez, y que la apuesta por la paz y la solidaridad se impongan.

Pillajo: ¿Señor LaRouche?

LaRouche: Yo digo, ustedes necesitan quien abogue por ustedes. Yo lo hago; otras personas podrían hacerlo. Ustedes necesitan protección para sus derechos. El Banco del Sur, por ejemplo, es una idea muy interesante para ayudar en ese proceso, pero también necesitan crédito para una infusión a gran escala de tecnologías avanzadas, que se necesitan para aumentar los poderes productivos de la fuerza laboral, físicamente, en estos países. Tienen que examinar más cuidadosamente cómo es que su país, y otros países, fueron ultrajados durante los 1970 y 1980. Yo estuve involucrado en este problema; peleé en contra de eso entonces, y sigue existiendo hoy día. Ése es el problema que tenemos que derrotar. A ustedes se les tiene que dar el derecho a tener acceso al crédito, bajo condiciones razonables, y ayuda de largo plazo, especialmente en el desarrollo de la infraestructura necesaria para la transformación de su país, y acceso completo a la tecnología moderna bajo condiciones razonables.

El presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt tuvo fuertes fricciones con el primer ministro británico Winston Churchill, al insistir que el colonialismo debía acabar después de la guerra. La oligarquía británica nunca ha cedido en su oposición a ese objetivo. (Foto: Biblioteca Franklin Delano Roosevelt)

Páez: Totalmente de acuerdo, señor LaRouche, pero ésos son derechos que los tenemos que conquistar. No nos van a venir como dádivas generosas de los mismos sectores que han estado lucrando de la miseria del resto del mundo; son conquistas que el Sur tiene que irlas logrando. Y lo tenemos que hacer, no desde la autarquía —de ninguna manera—, sino justamente en el espíritu de lo que usted está mencionando: un nuevo tipo de cooperación Norte–Sur en el que, justamente, podamos construir un espacio global de ciudadanía universal.

LaRouche: Primero que nada, se requiere una revolución en el Norte. También se requiere una revolución eurasiática. Tiene que haber un cambio de poder, como el tipo de revolución que hizo Franklin Delano Roosevelt en 1932–1933. Él peleó en contra de los mismos intereses imperiales británicos contra los que combatimos hoy en día. Él continuó esa pelea hasta que lo traicionó su propio sucesor, [Harry] Truman. Truman respaldó a Gran Bretaña en el restablecimiento del colonialismo. Estamos a punto de poder tomar el poder de nuevo, para el tipo de cosa que Roosevelt representaba.

Tenemos que hacer una revolución, una revolución de las naciones que han sido mal conducidas o abusadas, que tienen poder. Es por eso que me he metido en líos, porque hago esa amenaza. Para mí, ésa es la única solución.

Necesitamos un sistema de crédito, no un sistema monetario

Pillajo: Señor LaRouche, muchos hablan, y con recelo, del plan que usted propone, debido al costo que se debería pagar para la reorganización por bancarrota del sector financiero; incluso del gran acuerdo mundial del cual usted habla. ¿Cuál es el precio del plan que usted propone?

LaRouche: Bueno, lo que estamos haciendo es que estamos regresando al Sistema Americano, al que se unirán los rusos, y a otros también les dará gusto unirse. Vamos a regresar a revolucionar, a eliminar la corrupción que entró después de la muerte de Franklin Delano Roosevelt.

Y a mí no me impresiona para nada el dinero. El dinero es papel; y hoy, con el mundo electrónico, ya ni papel. Vamos a tener que someter al mundo a un proceso de reorganización por bancarrota y simplemente anular la mayoría de lo que hoy se llama deuda. Vamos a tener que crear un sistema de crédito, en vez de continuar con el viejo sistema monetario, para crear crédito internacional que países individuales puedan convertir en moneda nacional, y así por el estilo. Y tenemos que tener una serie de prioridades respecto a las metas del desarrollo, que en buena medida son metas sociales y físico–económicas.

Para que los países más pequeños y débiles puedan lograr su propio desarrollo, tenemos que crear una pantalla protectora de gran poder en torno a ese principio, que ya no vamos a permitir que siga más esta locura. Y cuando se ve la posibilidad. . .

Pillajo: ¿Hay otra pregunta del economista Páez?

Páez: Me alegra mucho oírlo, señor LaRouche, porque justamente el diseño de la nueva arquitectura financiera regional que fue aprobado por los ministros de América Latina el 3 de mayo del 2007 apunta en esa dirección, y converge con ese espíritu de esta nueva organización internacional del crédito con países libres de deuda y con un comercio mucho más justo.

Pillajo: Pero, economista Páez, son planes a mediano y largo plazo. La crisis es ya; la base del mercado financiero ha desaparecido.

Páez: Bueno, tenemos una concreción inmediata con el asunto de la UNASUR [Unión de Naciones del Sur] y con la firma del Banco del Sur en el año 2007. Recuerden, en el caso de Bretton Woods, los diseños de Bretton Woods estuvieron listos a principios del 44, y empezó a funcionar el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional en el 49. Nosotros estamos moviéndonos con ritmos muchísimo más acelerados, y esperamos que la gravedad de la crisis justamente acelere el proceso de concreciones internacionales.

Pillajo: ¿Señor LaRouche?

LaRouche: Yo diría que también tenemos que darnos cuenta de que estamos al borde de la guerra termonuclear planetaria. La pandilla en Londres. . . No hay que decir “Estados Unidos”; sí existen fuerzas en Estados Unidos, pero la pandilla está centrada en Londres. El mayor error estratégico que se puede cometer es pensar que el centro del problema es Estados Unidos. No lo es; es Londres. Estados Unidos hoy es un títere de Londres, de arriba hasta abajo, y lo ha sido desde 1973, desde que se estableció el sistema de tipos de cambio flotantes con petrodólares.

Lo que existe es que tenemos a China, India, Rusia y Estados Unidos, en tanto naciones, que tienen el interés de defenderse a sí mismas. Aproximadamente el 90% de los estadounidenses odia esta ley de rescate que se acaba de aprobar en EU, por ejemplo, adoptada desde Londres. Lo que hay que entender es que esa ley loca que se acaba de aprobar en EU provino de Londres, y no de Estados Unidos.

Entonces, necesitamos gran poder para cambiar la política mundial hacia lo que representaba Franklin Delano Roosevelt mientras vivía, para garantizarle a las diferentes partes del mundo la libertad, el derecho a seguir su propio curso; para erradicar todos los rasgos del imperialismo de este planeta.

Personas dirigentes en estos países, como lo acaba de expresar ayer el liderato ruso, en la actualidad están de acuerdo con esa perspectiva. Hoy, toda Europa Occidental está en pánico. Los sistemas monetario–financieros de estos países de Europa Occidental se están desplomando al igual que Estados Unidos. A como van las cosas, el impacto internacional va a ser de parálisis de la economía, de todas las economías del mundo. El mundo está en un momento de decisión: u opta por lo que yo he indicado, o el mundo se va al infierno por buen rato.

Yo conozco las ambiciones en Sudamérica, y han tenido mi simpatía por mucho tiempo, pero estas naciones necesitan el poder para poder hacer lo que desean hacer.

El papel que tiene Ecuador

Pillajo: Economista Páez, usted trató en una reunión reciente con el Presidente de la República este tema. ¿Qué conclusiones sacaron, y qué acciones van a tomar en este escenario tan complejo y que, aparentemente, un cambio radicaría en la decisión de las grandes potencias?

Páez: Bueno, la alternativa es, por un lado, pensar globalmente y actuar localmente. Pero también, la urgencia y la gravedad de la crisis exigen actuar globalmente, y hay que incidir desde donde podemos, con la modesta posibilidad que implica ser un país pequeño en el escenario internacional, al hacer este tipo de propuestas, con las cuales yo encuentro muchas coincidencias con lo que estamos viendo con el economista LaRouche, [así] como con otras fuerzas progresistas mundiales.

Ahora es necesario abrir la mente para generar un gran frente amplio, una sumatoria de fuerzas que permitan derrotar a los agoreros del desastre, de la violencia y de un escenario de mayor confrontación.

El economista LaRouche ha planteado inclusive la posibilidad de una guerra nuclear. Yo no descartaría que la barbarie se apodere del mundo, por el hecho de que hay esas camarillas oligárquicas, cada vez más antidemocráticas y más encerradas en condiciones de corrupción muy oscuras, que están gobernando.

Yo creo que ésta debe ser la primavera de los pueblos. Hay que ver con mucha alegría, con mucha esperanza el futuro que nos deparan las posibilidades de comunicación, de comprensión entre los pueblos, de poder actuar conjuntamente.

Acá en Ecuador estamos haciendo todo tipo de esfuerzos a nivel de la regulación bancaria. . .

Pillajo: La nueva Constitución. . .

Páez: La nueva Constitución es un gran avance. En primer lugar, porque es una afirmación de vida, es una demostración de que la gente en el Ecuador dice: “Nosotros vamos a pelear por la felicidad”. Estamos retomando justamente algunos de los elementos históricamente más importantes de la Revolución Norteamericana, el derecho a perseguir la felicidad. Y eso es lo que se está demostrando con la nueva Constitución. Esto se concretiza y aterriza en una serie de cambios en la política económica, en la estructura económica del país, en el cambio del régimen de acumulación, que apuntan a la satisfacción de las necesidades básicas de la población. Y apuntan hacia un nuevo tipo de organización internacional de la economía, de la sociedad.

Yo creo que es fundamental lo que se está haciendo en el Ecuador desde los modestos esfuerzos, como, por ejemplo, la red de redes que va a permitir la integración de las cooperativas, de los bancos comunales, en los recintos más apartados del país. Y esto es totalmente compatible con esta visión esperanzadora de un nuevo futuro para la humanidad.

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Hay que trabajar desde las parroquias, desde lo que hacemos cotidianamente. La gente más humilde tiene que reconocerse [como] sujetos de la historia. Hay que, sin duda, pensar y provocarnos con el hecho de que las grandes potencias, aquéllas que tienen el poder de decidir, puedan recuperar la sensatez. Pero no podemos descuidar nuestras tareas y responsabilidades aquí y ahora.

En el Ecuador estamos trabajando con la nueva arquitectura financiera doméstica, con la política económica de nuevo tipo, con la recuperación de una serie de herramientas de la política comercial, con la recuperación de una serie de herramientas que tienen que ver con las negociaciones internacionales, con lo que tiene que ver con la nueva gestión fiscal hacia un nuevo tipo de modelo económico que justamente va a relanzar el crecimiento en una perspectiva mucho más incluyente y sustentable.

Nosotros creemos que, con este proceso de acumulación de fuerzas a nivel internacional, todas las fuerzas progresistas sí vamos a ser capaces de plantear otro futuro que apueste por la paz, la solidaridad, en retomar la posibilidad de la producción, de la satisfacción de las necesidades básicas a nivel mundial. La crisis alimentaria internacional, la crisis energética internacional, sí pueden tener una alternativa a ésta que está planteando esta camarilla oligárquica que está haciendo esta apuesta por la guerra, por el freno de la justicia.

Pillajo: ¿Usted nos dice que el gobierno puede colaborar con posiciones políticas con sectores como el que lidera Lyndon LaRouche en los Estados Unidos?

Páez: Mire, yo creo que la convergencia de los sectores sensatos, progresistas y humanistas a nivel internacional se da justamente en el florecimiento de varias escuelas de pensamiento. Lo que está diciendo el economista LaRouche ha tenido una cantidad de ecos, inclusive antes de que otra gente conozca de sus propuestas, ha tenido una cantidad de gente que está trabajando en la misma manera.

Y eso mismo es la muestra de que podemos avanzar, esperanzados de que la sensatez va a ser recuperada en el mundo. Porque hay mucha gente trabajando desde distintas ópticas: desde la óptica de la economía, de la ecología, del comercio justo, de la liberación de la droga de la deuda externa, desde la óptica de la economía popular y solidaria, desde la posibilidad de construir otro tipo de sociedades y formaciones políticas en todo el mundo. Se está trabajando, se está avanzando, y no solamente aquí en Ecuador.

Yo creo que, sin duda, no hay que minimizar la gravedad de los hechos. Es fundamental darnos cuenta de la seriedad de la situación y de la urgencia de una respuesta rápida, inmediata, de parte de las grandes potencias. Es necesario parar a esas fuerzas guerreristas que están apoderadas del aparato que controla los destinos del mundo.

Yo creo, yo saludo los esfuerzos que están haciendo personas como el economista LaRouche, como Dennis Small, allá en los Estados Unidos. Y ojalá haya. . . yo estoy seguro que también hay fuerzas progresistas en Rusia, en China, en Europa, y en otras partes del mundo, y que justamente es necesario propiciar un proceso de convergencia, de encuentro, que cierre la puerta a las posiciones guerreristas, a las posiciones que se han atrincherado en la especulación financiera, en las guerras de rapiña, en el control de los recursos naturales no renovables, para definir una lógica del capitalismo de la extinción, de la discriminación, de la rapiña.

¡A ganar!

Pillajo: Se nos está terminando el tiempo. Quisiéramos escuchar una reflexión final, un mensaje, quizás, por parte del economista Lyndon LaRouche.

LaRouche: Bueno, como digo, tenemos un sistema monetario–financiero internacional que se está desplomando, que no seguirá existiendo en su forma actual por mucho tiempo más. Es imposible estimar las fechas exactas de los acontecimientos, porque la voluntad humana cambia su curso. Sólo es posible estimar los varios potenciales de la situación. Y, a veces, un comandante mantiene a sus tropas en una posición fija, esperando a ver qué hace el enemigo, para luego explotar los flancos que el propio enemigo ha creado para sí mismo.

Estamos en tal situación. Yo procedo agresivamente a nivel internacional; hay fuerzas que se están moviendo como resultado de eso. Sólo estoy esperando a que el efecto del próximo error que cometa el enemigo nos dé una nueva ventaja. Y sé que en Ecuador, y en otros países vecinos de Ecuador, esto también se comprende. Entonces, si somos juiciosos y valientes a la vez, creo que podemos ganar. No lo puedo garantizar, pero creo que podemos ganar. Así que, ¡procedamos a ganar!

Pillajo: Muchísimas gracias al economista y estadista norteamericano Lyndon LaRouche por su presencia en esta señal informativa. Al señor LaRouche y al señor Dennis Small, muchísimas gracias por su presencia. Y al economista Pedro Páez, por su comparecencia en este medio informativo.

Páez: Muchas gracias, y con un mensaje igualmente esperanzado, pero de alerta permanente. Éste es el tiempo de todas las voces, es el tiempo en que la organización, la conciencia, el empoderamiento desde cada uno de los territorios y comunidades es lo que va ir marcando el paso de lo que puede ser un nuevo tipo de civilización, mucho más humana, mucho más solidaria, con una apuesta firme por la paz.

Pillajo: Gentiles amigos, muchas gracias por seguir esta entrevista en su totalidad.