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Resumen electrónico de EIR, Vol.XXII, núm. 13
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Si pagamos la deuda ‘estamos muertos’,
advierte el Presidente de Ecuador
por Gretchen Small
Países enteros de las Américas están
desintegrándose como consecuencia directa del desmoronamiento financiero
mundial. El 20 de abril el Gobierno de Ecuador fue derrocado en medio de una
revuelta generalizada; el Gobierno de Bolivia también podría caer
en cualquier momento, y el de Nicaragua pronto podría
seguirles.
Presidente Alfredo Palacio: Nos condenan a no contar con
servicios de salud, a no contar con educación. (Foto: Tim Rush)
Mi Gobierno “es la última posibilidad para que Ecuador no se
autodestruya”, le dijo el nuevo presidente Alfredo Palacio a varios
diarios iberoamericanos el 26 de abril. “Estamos apostando una de nuestras
últimas fichas. Amo profundamente a mi país, pero si no hacemos
los cambios necesarios, el peligro de disolución nacional será
grande”. Palacio fue el tercer vicepresidente de Ecuador en nueve
años que tuvo que asumir la presidencia, luego de que su predecesor
saliera botado en medio de disturbios.
Siguiendo la pauta establecida por el Gobierno de Néstor Kirchner en
Argentina, quien rehusó darle a los financieros todo lo que le
exigían, el Gobierno de Palacio anunció que acabaría con la
práctica del gobierno anterior, que usó las ganancias
“inesperadas” producto del alto precio del petróleo
—que es el principal producto de exportación de Ecuador— para
rescatar los bonos en manos de extranjeros antes de su vencimiento al 100% de su
valor nominal, adquiriéndolos de especuladores que los compraron a 10
centavos por dólar. En una entrevista con el periodista británico
Greg Palast, Palacio dijo:
“Si pagamos esa cantidad de deuda, estamos muertos. Y tenemos que
sobrevivir. Y lo que más les conviene es que sobrevivamos. Si morimos,
¿quién les va a pagar?. . . Nos condenan a no contar con
servicios de salud, a no contar con educación. Señor Palast, la
gente, la gente enferma no va a producir nada. La gente ignorante no va a
producir nada. Así es que tenemos que invertir en eso a fin de elevar
nuestra producción, que es la única forma de mejorar, de hacer
mejoras económicas, y entonces estaremos listos para saldar nuestras
deudas. . . Tenemos que poder pagar lo que debemos, pero tienen que
escucharnos, sabe, a fin de mantener a nuestro pueblo con vida,
vivo”.
Por su parte, a principios de mayo el Presidente de Boliva, Carlos Mesa —quien también era el vicepresidente hasta que su predecesor
salió huyendo en medio de grandes protestas en octubre de 2003 para
salvar el pellejo—, apareció en televisión para anunciar que
estaba convocando a un encuentro nacional a fin de llegar a un consenso sobre
“la unidad de Bolivia”, en un último esfuerzo por evitar
“la fragmentación del país”. Cinco días
después anunció que cancelaba el encuentro porque hubo sectores
que rehusaron participar. La población teme ahora que pueda desatarse la
guerra civil, de seguir extendiéndose la anarquía en
Bolivia.
La mayoría de los expertos y analistas están ofreciendo
explicaciones individuales para cada crisis, al tiempo que la OEA entró
en la rebatiña con el pretexto de que tiene que intervenir para salvar la
“democracia”, país por país, mediando un consenso
sobre las reformas institucionales que deben aplicarse.
El economista estadounidense Lyndon H. LaRouche advirtió en febrero
de 1997, cuando fue derrocado el primero de tres presidentes ecuatorianos en el
período reciente, que esto no era “meramente un asunto interno de
Ecuador, ni de Iberoamérica”. Este acontecimiento representó
un hito en el desplome de reacción en cadena de la política del
FMI. La imposición de medidas de austeridad cada vez más rabiosas
provocará huelgas políticas de masas contra los gobiernos que se
dobleguen a la voluntad de los financieros, advirtió LaRouche, y
tornará imposible que siquiera la pretensión de
“democracia” y las medidas del FMI puedan seguir coexistiendo
más.
Cuando un Gobierno desesperado de Ecuador cedió en el 2000 a la
exigencia del FMI, de que el país renunciara a toda soberanía
económica al adoptar el dólar como su moneda, LaRouche
atacó al FMI y al Gobierno estadounidense que lo había apoyado,
por ser los responsbles de imponer una dolarización que significa la
“esclavitud” para Ecuador. “Esto es genocidio. Hemos creado el
caos”, advirtió LaRouche, y correrá como el fuego por todas
las Américas.
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