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Resumen electrónico de EIR, Vol.XXII, núm. 22
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¡Restauremos nuestra república!
¡Derrotemos a Cheney!

Lyndon H. LaRouche habla el 16 de septiembre: “Mi función aquí, que es internacional, es dar la pauta de hacia dónde va esta nación, porque para donde va esta nación va el mundo.” (Foto: Stuart
Lewis/EIRNS).

por Nancy Spannaus

 

El economista, estadista y dirigente político demócrata Lyndon LaRouche definió los siguientes pasos a dar en la batalla para salvar a la civilización de su inminente caída en una nueva Era de Tinieblas marcada por la guerra y la depresión, durante la alocución por internet que dio el 16 de septiembre y que contó con interpretación simultánea al español (ver a continuación), la cual se convirtió en un diálogo de tres horas con congresistas y políticos de diferentes estados de los Estados Unidos.

Ya antes de que sobreviniera el desastre de Katrina, LaRouche había anunciado que el tema de su presentación sería “El gran cambio del 2005”, y manifestó su confianza de que la dirigencia demócrata estuviera ya reorganizada para enfrentar esta crisis. Pero quedaban dos problemas. Primero, que no está claro si la mayoría de los políticos, mucho menos el común de la población, entienden la perversidad extraordinaria que encarnan el vicepresidente estadounidense Dick Cheney y lo que representa, que han hecho presa del Gobierno de George W. Bush. Y segundo, que tampoco está nada claro si los demócratas, y un grupo necesario de republicanos cuerdos, actuarán a tiempo para botar a Cheney y Bush de sus cargos, antes de que el primero emprenda una nueva serie de guerras que arrasarán con todo el mundo.

En su presentación inicial ante los 230 participantes reunidos en Washington, D.C., la mayoría de los cuales eran jóvenes y dirigentes políticos, LaRouche expresó su confianza de que los EU, en su memoria histórica en tanto pueblo y en sus instituciones constitucionales, tienen la llave para restaurarse a sí mismos como la república por excelencia, que es para lo que fueron fundados. Las crisis a superar es consecuencia tanto de las décadas de decadencia económica como de la crisis de gobierno, pero el principal peligro, dijo, al tiempo que aparecía en pantalla la portada del último número de la revista Executive Intelligence Review, es la ampliación potencial de la política que ya impera en Iraq, la de una guerra permanente.

¿Qué es Dick Cheney?

LaRouche empezó entonces a debatir el problema de Dick Cheney, un hombre al que describió como potencialmente más peligroso que Adolfo Hitler. Cheney representa la política de “la guerra en tanto método de gobierno”. Él nunca pretendió ganar la guerra en Iraq en el sentido convencional de la palabra, y quiere hacer lo mismo con Irán, Corea del Norte y quizás otras naciones de todo el mundo. Esta política viene de las redes angloamericanas que lo desplegaron, redes que se remontan a los intereses financieros que pusieron a Hitler en el poder en los 1920 y 1930.


Portada de EIR (de izq. a der.): León Trotski, Dick Cheney y Alexander Helphand, alias Parvus.

Estas fuerzas están decididas a usar la guerra como un medio para gobernar, para aniquilar a las fuerzas independientes que puedan desafiar a los intereses financieros. Como muestra la portada de EIR (ver ilustración), en la que aparece Cheney en medio de León Trotski (izq.) y Alexander Helphand, alias Parvus (der.), estos intereses emprendieron una operación de izquierda contra derecha para crear inestabilidad, una política de “cambio de régimen” permanente.

El problema, dijo LaRouche, es que a nuestro poder Ejecutivo lo controlan personas entregadas a esta política. La gente tiene que advertir cuál es la naturaleza de lo que encaramos, porque si no, carecerán de la comprensión necesaria para salvar a la nación.

La dimensión económica

LaRouche dedicó la siguiente parte de su presentación a mostrar, mediante una serie de gráficas y animaciones, la crisis que han generado los intereses financieros a los que Cheney encubre hoy. Empezando por la región del Misisipí, mostró con las gráficas la forma en que la mentada economía de servicios ha destruido la base manufacturera de la zona, y cómo la ha remplazado la pobreza. También describió el desplome de la infraestructura, en particular la del sistema ferroviario.

Luego pasó a describir el proceso financiero que acompañó a esta destrucción de la economía física. Un aspecto central de las animaciones que mostró fue el crecimiento impresionante del cáncer conocido como los derivados financieros, que despegó luego de que Alan Greenspan llegó a la Reserva Federal de los EU en 1987.

Aunque este proceso data, por supuesto, de antes del Gobierno de Bush, no cabe duda que éste ha puesto su granito de arena, dijo LaRouche, y describió la forma en que el escándalo del precio del petróleo —que tiene que ver directamente con facilitarle el saqueo a los intereses de la familia Bush— ha sido toda una estafa. No hay tal escasez, dijo, pero a los amigos de Bush les encanta robar, tal como ahora están poniéndole la mesa a la Halliburton de Cheney para que robe en Nueva Orleans. Por otra parte, ellos esperan aprovechar el saqueo de la especulación petrolera para rescatar a los intereses de Wall Street que perdieron dinero con la debacle de los fondos especulativos hace unos meses. El hecho de que la exorbitante alza de los precios del petróleo esté dándole la puntilla a la bancarrota de las líneas aéreas, le está creando una verdadera crisis de seguridad nacional a los EU. Pero a la pandilla de Bush y Cheney les tiene sin cuidado; ellos lo que quieren es robar.

LaRouche plantea la solución

En su conclusión y en el período de preguntas, en el que hubo varias de gente del Senado, LaRouche planteó la solución. Lo que hay que hacer en el plano económico ya lo ha precisado antes: una reorganización por bancarrota, construcción de la infraestructura, poner a la gente a trabajar para elevar a la nación y los estados por encima de la condición de equilibrio económico. Esto es lo que Franklin Roosevelt hizo, pero costará más trabajo ahora, si consideramos el grado de destrucción de la fuerza laboral y de la infraestructura.

Pero el cambio fundamental consiste en abandonar de una vez por todas las ideas librecambistas, de la globalización y de la economía de servicios, dijo LaRouche. Tenemos que regresar a la idea patriota del compromiso con el bienestar general, como lo resume el preámbulo de la Constitución de los EU; al fomento del perfeccionamiento de la nación; a las ideas que Franklin Roosevelt usó para reconstruir a la nación luego del desastre de Coolidge y Hoover. Tenemos que regresar a las mismas ideas que inspiraron a esos pobres inmigrantes que trabajaron y se sacrificaron por las generaciones futuras. Será difícil, pero podemos hacerlo.

Durante su intercambio con los participantes, LaRouche respondió a muchos demócratas del Congreso, quienes básicamente le preguntaban qué hacer ante la tarea imponente de reconstrucción que tienen luego de lo de Katrina, de evitar otra guerra y cosas por el estilo. Aunque contestó a detalle varias de ellas, su primera respuesta fue la que sentó la tónica.

Lo que necesitamos, dijo LaRouche, es que los republicanos cuerdos rompan con Bush y Cheney, y que se unan a los demócratas para botarlos. Los republicanos están en una posición difícil, pues se le pide que hagan con Cheney y Bush lo que le hicieron a Nixon, a fin de que esta nación tenga una presidencia que funcione. Pero es lo que tiene que hacerse, porque aunque el Senado puede controlar y guiar al presidente, no puede remplazarlo. De modo que, a estas alturas, sólo LaRouche actúa a la altura de un presidente en funciones, como un comandante en jefe que, en este caso, no pretende emprender, sino parar una guerra.

Wall Street me odia, dijo LaRouche, y por eso presionan tanto a quienes quieren colaborar conmigo. Pero en este momento, dijo, yo soy el único que está planteando las ideas necesarias. ¡El tiempo se acaba! La nación tiene que decidir si va a ser un imperio dedicado a la revolución y la guerra permanentes, o si regresaremos a la tradición republicana estadounidense.

Al término de la transmisión, un grupo de cerca de 35 dirigentes políticos y sindicales se puso de acuerdo para tener una sesión estratégica con LaRouche, a fin de trazar los siguientes pasos a dar. LaRouche PAC, que fue el patrocinador de la presentación, anunció sus planes de publicar un folleto con el discurso de LaRouche. Entre tanto, la videograbación está disponible en www.larouchepac.com/spanish.